| Prólogo |
2002
—"Así que sométanse a Dios. Resistan al Diablo, y él huirá de ustedes".
El ceño del arcángel se frunció ante aquella oración, que brotó de los labios de su niño favorito, su muchacho de cabello rizado, su amado Harry, quien divertido, sostenía entre sus manos aquel "libro sagrado".
Harry, la Muerte, un ser sobrenatural con rostro bonito, y mirada dulce leía un pasaje bíblico para su impasible esposo: el rey del inframundo.
—¿Por qué huiría de seres inferiores a mí? —preguntó el Diablo con naturalidad, apoyando sus manos repletas de anillos en el respaldo de la silla donde Harry Styles se encontraba sentado.
—No lo sé... ¿Eso harías?
—¿Tengo que responder a tu pregunta, querido?
El rizado se volteó un poco en su asiento, alzando la mirada para encontrarse con el cándido, pero inexpresivo rostro del señor de las tinieblas. El semblante neutro del Diablo, se oponía a la indignación que reflejaba el brillo bordó que inundaba una cuarta parte de sus profundos ojos azules.
—Lou —Lo llamó Harry—, usualmente respondes preguntas con...preguntas — y prosiguió—. Jamás quise presionarte, pero...
—¡Pero eres muy curioso! —Louis llevó una de sus manos al precioso y suave cabello castaño de su esposo, acariciándolo con lentitud, con suma delicadeza, peinándolo hacia atrás, como usualmente su niño favorito lo llevaba—. Tal vez las preguntas son terriblemente incrédulas, pero las respuestas no lo son del todo.
Harry permaneció viéndolo, esperando aprobación ante lo que pedía. El Diablo sabía perfectamente qué era aquello que rondaba por la mente de Muerte, y no tenía problema en responder, porque se trataba de él: la persona/ser sobrenatural que había amado por primera vez, y en quien más confiaba.
Jamás confío en nadie.
Suspiró profundamente
—De acuerdo —murmuró, intentando no sonreír cuando el hermoso joven se puso de pie, dejándole su lugar para que pudiese sentarse—. Pero no tengo mucha paciencia, y lo sabes —. Louis se sentó donde anteriormente se encontraba Harry, con sus manos en las caderas de este último para atraerlo sobre su regazo.
Ambos se observaron fijo por unos segundos y el Diablo admiró aquella preciosa sonrisa con la cual fue bendecido Harry.
—Prometo acabar cuando me lo ordenes.
El arcángel alzó ambas cejas, rodeando mejor la cintura de su esposo.
—Que obediente —Su tono de voz cargaba un toque de picardía.
—¡Ah, no! —Harry cubrió su rostro, avergonzado—. No, no. Me refería a que... no... ¡No me refería a eso!
—Lo sé, lo sé. A ver, niño. ¿Me vas a entrevistar o no?
—Eso haré —Muerte apartó sus manos de su rostro claramente ruborizado. Observó fijamente las páginas de la Biblia, que se sabía de memoria debido a su aprendizaje en el instituto, hacía muchos años atrás.
Louis observó a su esposo con una sonrisa coqueta, fijo, queriendo burlarse de él por aquella dulce reacción.
No lo haría, por supuesto.
—Esto es como una entrevista, ¿de acuerdo? Así que debes responder lo más profesional que puedas.
—¡De acuerdoooo!
Muerte ignoró el hecho de que a su esposo ya se le estaba acabando la paciencia, ¡y ni siquiera habían comenzado! Apresuró su plan.
—"El que practica el pecado es el Diablo, porque el Diablo ha estado pecando desde el principio".
—Eso es verdad, pero también es falso.
Harry lo observó, completamente confundido
— Huh...
—Yo no practiqué el pecado desde el principio, era un arcángel del de arriba. Hacía las tareas que se me asignaban, siempre fui perfeccionista...y perfecto. Aún lo soy. Una vez que arrancaron mis alas, y fui enviado al infierno, por supuesto que hice el mal. Estaba enfadado.
—¿Estabas enfadado por haber sugerido a Dios que los humanos harían el mal?
—Exacto, pero el hipócrita lo sabe —El arcángel apoyó su mentón en el hombro de su niño favorito—. Supo que tenía razón, pero él tenía fe en los mundanos. Yo no. ¿Por qué no harían el mal? Eran seres inferiores intentando descubrir cosas nuevas. En algo se iban a equivocar, al menos una vez, pero lo puso muy mal.
—Entonces, ¿tú no fuiste quien tentó a Eva?
—Eva... —repentinamente, Louis lucía pensativo.
Él mencionó con anterioridad aquel nombre, en el recorrido que le hizo a Harry por su despacho, pero, ya que surgió aquella "entrevista", ¿por qué no dejar las cosas en claro?
—Uh... ¿“El Paraíso”? ¿La primer mujer creada en la tierra?
—Te refieres a Hange.
Ahora Harry estaba completamente confundido, sin saber exactamente qué decir.
—Cuando Hange estaba en el paraíso que, por cierto, no era uno, era un lugar descampado, lleno de tierra, y árboles; algo similar a un bosque —aclaró—, el otro inútil no dejaba de perseguirla, desnudo, diciendo que Dios quería que tuviesen hijos para continuar con el progreso del ser humano. Ella escapaba constantemente, así que yo, intentando sabotear el plan del de arriba, noté aquello e intenté ayudarla.
—¿De verdad? —los ojos de Muerte estaban más abiertos de lo normal, sorprendido ante toda la información que estaba recibiendo.
Louis asintió.
—Entonces me acerqué y se lo hice notar. Podía deshacerme del otro imbécil, pero ella me dijo que ya estaba esperando hijos de ese tipo. Cuando “nuestro creador” se enteró que habló conmigo, se enfadó, la dejó en medio de la nada para que aprendiese a que debía seguir sus órdenes, y no las mías, pero yo jamás le ordené nada. Ella me suplicó unirse a mí, y se lo concedí.
—¿Por qué lo hiciste? Quiero decir, estuvo bien. Me parece algo muy empático de tu parte, pero... —el rizado se encogió de hombros—. ¿Qué te pasó por la mente en el momento en que lo pidió?
El Diablo permaneció en silencio por unos segundos, con la mirada perdida, como si intentase recordar, o lo hubiese recordado, pero no lucía fácil decirlo en voz alta.
De todas formas, lo hizo.
—Sentí que se sentía igual de perdida que yo... cuando caí —murmuró—. A diferencia de ella, yo sentía ira. Ella emanaba tristeza, y no tenía ningún interés en aprovecharse de nadie. Quería poder, el poder que no le concedió el de arriba; dejar de culparse por no recibir órdenes de un hombre y del ser que la creó. Hoy en día, es alguien muy importante en el infierno, aunque no suele permanecer mucho allí.
—Nunca la he visto.
—Es algo así como un demonio de encrucijada, quien aparece, sin que le ordenen, a personas que necesitan ayuda desesperadamente.
Harry asintió, comprendiendo la situación. Sentía alivio, porque siempre le había parecido injusto que a Eva le hiciesen aquello. Su profesor de catecismo insistía en que Dios estaba furioso en ese momento, y Jesucristo no había nacido aún para enseñarle el perdón.
—¿Y Jesús? ¿Es verdad que estuvo cuarenta días sin comer nada de lo que le ofrecías?
—¡Ah!, ese brujo y yo tuvimos el mejor banquete —Louis alzó una comisura de sus labios—. Vino, pan, y hasta comidas que él, siendo un brujo, no creía que podrían existir.
—¡¿Era brujo?!
—En la Edad Media, los brujos, en su mayoría brujas, fueron ahogadas, ahorcadas, y torturadas. En el año que aquel brujo vivió, aquellos que practicaban magia eran crucificados.
—Entonces, ¿él no fue quien hizo que Dios aprendiese lo que era el perdón?
Louis negó.
—Dios aprendió sobre el perdón cuando aquel sujeto, crucificado, comenzó a gritar hacia el Cielo que no todos lo seguirían, y que aquello estaba bien. Supongo que, en aquel momento, el de arriba recordó mis palabras, y dejó decidir al humano por su propia cuenta.
—Entonces, ¿Cuándo entra la parte de que tú fuiste esta serpiente que le hizo probar el fruto prohibido a Ev..., digo, a Hange?
Louis permaneció viendo fijamente a su esposo. Ambos lucían igual de perdidos.
—Harry, quiero que entiendas algo —. Recibió un asentimiento de parte de Muerte—. Si pudiese transformarme en una cabra, lo haría, pero creo que soy demasiado para volverme alguien o algo más, ¿comprendes?
—Comprendo.
—Y el “fruto prohibido” no fue literalmente una...no lo sé. ¿Una fruta? —Inevitablemente, el rizado estalló en carcajadas, sin poder evitar abrazar al arcángel ante lo inocente y confundido que sonó—. Es que... ¿Quién escribió esta mierda? —preguntó con indignación, usando su mano libre para cerrar la biblia.
—Hombres que recibieron la palabra de Dios.
—Seres inferiores, dementes, que oyeron a otros dementes, quieres decir —. Abrazó con ambos brazos el cuerpo de Harry, quien dejaba suaves besos en el cuello del arcángel—. ¿Y esto es algo que todo el mundo cree?
—No todo el mundo —Harry detuvo los besos en la tibia piel de su esposo, apartándose para tener su rostro frente a él. Louis lo miró a los ojos. Con lentitud, llevó su fría mano a la cálida mejilla del Diablo—. Siempre tuve mis dudas. Aunque al principio te temía, nunca creí que fueses alguien tan cruel como este libro lo relataba.
Louis relamió su labio superior, dejando su lengua, por unos segundos, en la comisura izquierda de su boca.
—Si tú me lo dices, yo lo creeré.
Por un momento, Harry descifró un atisbo de tristeza en la mirada del arcángel.
—Eres... eres lo mejor que tuve en mi vida. A pesar de todo lo que hemos pasado, estoy tan feliz de tenerte, y conocerte. No importa el tiempo que lleve, siempre tendrás tu tiempo para contarme. Jamás serás obligado, pero quiero que sepas... —aproximó su rostro al de su esposo, rozando la punta de su nariz con la de su amado. Ambos cerraron sus ojos, respirando lentamente, sintiendo el peculiar aroma del otro—...que eres mi ser favorito en el mundo, porque eres increíble.
El abrupto y profundo beso que recibió lo tomó desprevenido, pero no dudó en corresponderlo, moviendo sus labios a la par del Diablo, quien expresaba su amor con aquel tipo de acciones.
Aún le costaba un poco decir aquellas dos palabras que derretían el corazón de Muerte, pero ya no importaba. Bastaba con que lo hubiera dicho una vez, y con que lo demuestre con sus acciones.
Sin embargo, su esposo pareció leerle la mente.
—Te amo —murmuró Louis sobre los labios contrarios.
Harry río de forma dulce, audible, y muy feliz ante aquellas palabras.
—Te amo más —no tardó en responder, aferrando aún más sus brazos alrededor del cuello del amor de su eternidad—. Te amo tanto, que ni siquiera puedo explicarlo.
Los minutos pasaban, ambos se encontraban obsequiándose lentos, y profundos besos mientras se acariciaban con dulzura. Muerte fue el primero en apartarse un poco cuando algo llegó a su mente.
—¡Recordé algo de la Biblia, que creo que es verdad!
Louis abrió sus ojos poco a poco.
— Sorpréndeme.
El rizado apartó sus brazos de alrededor del cuello de su esposo, tomando nuevamente entre sus manos la Biblia, la cual fue olvidada sobre la mesa, a un lado de ambos. La abrió y buscó entre las páginas que sabía de memoria, sonriendo un poco cuando halló lo que quería citar.
—"El apóstol Pedro indicó que el Diablo es como un león rugiente que trata de devorar a quienes están en ignorancia" —Intentó no reír ante aquello, sin voltearse—. ¿Eres un león? —preguntó con cierto tono burlón.
El cálido aliento contrario cerca de su oreja lo estremeció, pero le provocó un poco de cosquillas.
—Rawr.
Ante aquello, Harry no pudo evitar estallar en carcajadas, cubriendo su rostro por la vergüenza. Louis comenzó a hacerle cosquillas en sus costillas, provocando que se removiese sobre su cuerpo.
Finalmente, el rey del inframundo lo sostuvo en sus brazos, tomándolo del mentón con una mano, para dejar un lento beso en sus labios.
Siendo honesto, Louis mantenía un firme resentimiento con su camino al infierno, pero si ese proceso fuese el único que lo hiciese mantener aquel presente, donde Harry estaba siendo envuelto por sus brazos, y acariciado con sus labios, lo sufriría más veces de las que fuesen necesarias.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top