;; CAPITULO ÚNICO
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Se despidió de Mash y sus amigos y silenciosamente, antes del toque de queda para que todos los alumnos se queden en sus habitaciones, Abyss salió en rumbo a su solitaria habitación.
Sus zapatos no hacían mucho ruido, los pasillos aún estaban iluminados por las lámparas.
Mientras caminaba por el jardín, a punto de llegar a las habitaciones de la casa Lang, se topó con la luz de la luna, la cual estaba llena.
"Esta muy linda hoy." Pensó el joven.
Por un momento se detuvo, su cabeza se puso en blanco. ¿Se había olvidado de poner su venda para tapar su ojo?
Se tocó la cara, un poco asustado, y se alivió al momento al sentirla ahí. Últimamente, lo hace muy seguido por lo que se acostumbra y al poco rato se olvida que la tiene puesta.
Fue todo gracias a una solución que le dio Abel luego de que su máscara se rompiera en la batalla contra Mash.
—¡Por favor no mire!— Exclamó asustado el oji azul, tapando su ojo izquierdo.
El contrario, por más protestas que Abyss le diese, no alejó su mirada de él.
—¿Por qué debería?—
—Ya dije lo que puede ocasionar, Señor Abel. —
La habitación se quedó en silencio unos segundos. Este fue interrumpido por el sonido del abrir de uno de los cajones en la mesa de noche del de mechas lilas.
De este sacó un rollo de vendas.
—¿Q-Qué está haciendo?— preguntó nervioso el de coleta.
—¿No es obvio? Voy a vendar tu ojo. Así no tendrás más problemas. — Comentó Abel acercándose al contrario.
A este punto, Abyss trataba de evitar contacto visual con Abel, debido a dos cosas:
1.- Por supuesto, si es que se descuidaba, su ojo maldito podría hacer efecto en Abel.
2.- Estaba demasiado nervioso al pensar que tocaría su rostro, y es demasiado evidente, no puede evitar sentir algo por el de cabello grisáceo, después de todo, fue la primera persona que se acercó a él por su ojo maldito. Esto le generó (hasta ahora) una sensación de calidez en su corazón y un revuelo en su estómago.
Abel invitó al contrario a sentarse en su cama, ambos sentados a la orilla de esta. El de ojos rosados tomó gentilmente su cabello y comenzó a vendar el ojo del ojiazul.
Por otro lado, el corazón de Abyss daba mil vuelcos. Estaba tratando de que no le diese un ataque al corazón y morir de taquicardia. ¿Por qué era tan gentil con él? ¿A qué se debe? Él no merece este trato, ¿verdad?
Unos minutos pasaron y el contrario lo invitó a mirarse al espejo. El de larga cabellera se tocó el ojo vendado. La venda era cómoda, no había mucha presión, podía mover su cabeza, y demás.
—Muchas gracias, Señor Abel.— Abyss agradeció mientras abría la puerta de la habitación del ya antes mencionado.
—¿Ya te vas?— Preguntó el ojirosado. —Es muy pronto.—
—Debo ir a dormir, ya debe ser muy tarde.—
Abel pensó muy bien sus palabras.
—Está bien, ve con cuidado. Recuerda que eres bienvenido cuando quieras a mi habitación.— Finalizó.
Y Abyss abrió la puerta y caminó por los pasillos de la casa Lang.
Eso sucedió hace ya dos semanas y media. Aún así, Abyss lo recuerda como si fuese ayer, algo emocionado, o incluso con los nervios a flote. Es como si el aprecio (¿Se puede llamar amor?) que tenía hacía Abel brotaba en su pecho, y se volvía tan sofocante que lo único que hacía era llenar su cabeza de pensamientos, y abrumarse, aunque Abyss no sea de enfadarse de la nada.
Aún así, después de darle vueltas al mismo suceso antes mencionado, llegó a su habitación, la cual estaba un metro después de la habitación de Love, y en el bloque siguiente de la habitación de Abel.
Entró y notó que la ventana seguía abierta, en la cual entraba un aire feroz. La cerró a duras penas, y decidió prepararse un café negro, que al fin y al cabo, lo acompañaba en la fría soledad de su habitación.
Un poco después de servirse, notó por la ventana que comenzó a nevar. Eran solo unos cuantos copos de nieve, aún así, la temperatura comenzó a bajar drásticamente. Se apresuró a tomar su café para sentirse cálido.
Y, ¿Funcionó?
Eso quería pensar, ahora se encontraba con las luces apagadas, arropado en las finas y (Casi) delgadas sábanas. Las cuales eran las únicas que le habían otorgado, después de todo, era una habitación algo maltratada, le dieron una habitación en mal estado.
Pero, ¿Quién era él para juzgar? Su vida era (hasta ahora) terrible, desde que tenía memoria, pasaba un infierno, tanto en su hogar, como en las calles.
No, no debía comenzar a sobrepensar de nuevo.. No hoy. No ahora.
Suspiró y de su cajón sacó un libro, de esos que tomó prestados de la biblioteca. Historias, en su mayoría de poemas, o literatura clásica. Aunque uno que otro de pequeñas aventuras interesantes que lee en sus tiempos libres.
Tal vez, unas cuantas páginas de lectura le den el sueño necesario para quedarse dormido. No se sorprendía, ya que desde que descubrió que existían las bibliotecas (El pobre ni siquiera sabía qué eran.), comenzó a transformarse lentamente en un ratón de biblioteca. Y cuando ingresó a la academia de hechicería, no pudo contenerse y al cuarto día de la segunda semana, en la tarde, fue directamente a la biblioteca de la escuela.
Y luego de pensar todo esto, se acomodó en su desconsoladora cama, prendió un pequeño farol que tenía, y abrió el libro.
Y... ¿Al final logró cansarse un poco y dormir?
Se terminó el libro en cinco horas y cuarenta y cinco minutos.
Debían ser las cuatro de la mañana con veinticinco minutos, para cuando dejó el libro en su mesa de noche. No dudaba de que, probablemente cuando amanezca, sus ojos estuviesen adornados con dos largas ojeras.
No era nuevo. Aún así, pocas veces se le veía así. Lo pensaría de esa manera porque Love fue la primera que se percató del detalle. Luego fue Wirth, quien le recomendó que por favor duerma a sus horas.
Aún así, ¿Cómo es posible dormir cuando tienes una habitación en mal estado en pleno invierno?
Se resignó a mirar el techo silenciosamente por unos minutos. ¿Qué más debería hacer?
Pasaron por lo menos una hora y veinte minutos, y ahora se encontraba con tres distintos abrigos encima. Los tres fueron regalados por el mismísimo Abel por su cumpleaños.
Se recostó mirando a la pared, sus manos probablemente deberían estar frías. Aunque él no lo notaba mucho la verdad, usualmente siempre era así.
No supo cómo pero su metabolismo le estaba jugando en contra, sus ojos comenzaban a cerrarse.
Inconscientemente, Abyss se abrazó a sí mismo, probablemente porque de alguna manera sentía que los abrigos regalados por Abel lo hacían sentir cómodo, o realmente comfortable.
Y se quedó dormido por las siguientes dos horas.
Cuando se despertó, su intuición le decía que probablemente faltaban 28 minutos para que empiecen las clases, y la primera clase que le tocaba el martes era la de pociones.
El salón se encontraba (básicamente) muy lejos de donde se encontraba su habitación.
Demasiado.
Se levantó despacio y se desprendió de los tres abrigos que le había regalado el de mechas lavanda. Se colocó su uniforme, lavó su demacrada cara y se cepilló los dientes, cepilló su larga cabellera, tomó sus libros y fue apresurado por todo el hall.
Logró llegar a la puerta del salón, aún estaban llegando algunos alumnos, así que tomó un respiro para recuperar la compostura e ingresó. Se sentó en su respectiva carpeta, que por cierto, compartía con Abel.
Abyss compartía carpeta con Abel...
"¿Acaso el señor Abel notará mis ojeras? Realmente no quiero preocuparlo... Agh.. ¿¡Qué se supone que debería hacer!?" Se dijo mentalmente mientras tomaba su cabeza y se hundía en la carpeta.
Mientras Abyss tenía la quinta crisis mental en la semana, Abel llegó al salón.
Se sentó en su respectivo sitio, el cual era al costado del peliceleste. Este notó la presencia del otro y recuperó su compostura, levantándose de la carpeta, lo saludó.
—Buen día, Señor Abel. ¿Cómo amaneció? — Le preguntó este.
Abel se le quedó mirando, confundido por tal amabilidad. Usualmente el suele preguntar primero después de ser saludado por Abyss.
—Buen día, Abyss. Pues, bien, como siempre. — E hizo una breve pausa. —¿Y tú? ¿Cómo te encuentras? —
Abyss tuvo que mentir.
—Ya sabe, algunas mañanas suelo despertar algo abrumado, no es nada del otro mundo. — Respondió el de ojo vendado.
—Ya veo.. —
Abel decidió hacerse el de la vista gorda y hacer pasar de largo el hecho de que el ojo del contrario tenía una ojera bailando debajo de este.
Comenzaron la clase y el ojiazul comenzó a anotar todo en su cuadernillo.
El de puntas violetas se fijó en su caligrafía. Esta solía siempre estar derecha, incluso era muy linda, combinaba la imprenta con la corrida.
Pero la mano de Abyss estaba temblorosa, como si se estuviera débil, o cansado.
Hizo una nota mental de este dato y abrió su cuadernillo.
Revisó sus apuntes, alguno que otro dibujo por parte de Love, era realmente una chica entrometida..
Al poco rato, la punta de su lápiz se quebró, y no tenía un sacapuntas porque lo había olvidado en su habitación debido a que se encontraba terminando una tarea que le habían dejado personalmente.
—Abyss, ¿Me prestas tu sacapun.... —
Abyss se había quedado dormido en la carpeta.
Entonces Abel pensó que tal vez se había olvidado de tomar su café negro como lo hacía diariamente.
Pensó que tal vez se le veía algo calmado y suave de esta manera, descansando. Quería cepillar su cabello con sus propias manos.
No, se dijo mentalmente. Debía levantarlo, sino no podría estar al día con la clase.
Pero volvió a dudar. ¿Por qué le pasa esto últimamente?
—Abyss... Debes levantarte, estamos en clase.. — Susurró en su oído.
Al sentir todo esto, su cuerpo recorrió cierta electricidad y por instinto, el peli celeste se escondió en sus propios brazos, ocultando su sonrojo.
Trató de calmarse. —Estoy despierto. — Le dijo al contrario.
Suspiró y se levantó para acomodar su cabello y continuar con lo que había dejado.
Sabía que llegaría una noche del tan frío invierno, en el cual ni las delicadas sábanas pudieran calentar su cuerpo. Por esta razón, ahora se encontraba tratando de no dormir en clase, al costado de unos rosados ojos que lo miraban curiosamente.
—¿Todo bien?— Preguntó el contrario.
Recuperó la compostura, se sentó correctamente.
—No hay ningún problema, señor Abel. —
—Está bien, puedes avisarme si te sientes algo agotado, sabes que no hay problema en eso. —
Abyss asintió con la cabeza y continuaron con las clases, el receso comenzó y ambos se dirigieron al jardín. Abel había traído una manzana. (rara vez comía una) y comenzó a degustar.
Esto le hizo recordar, ¿Acaso Abyss tendría hambre? Suspiró y se dirigió a él.
—¿Quisieras algo para come...? —
Pero Abyss estaba recostado en una de las columnas de la edificación, apoyado sobre esta, descansando profundamente.
El ojirosa aprovechó su oportunidad y se acercó lentamente a él. Desde esta vista, podía apreciar cómo su pecho se inflaba y luego suspiraba cansado. Parecía no notar la presencia del otro, es cómo si estuviera profundamente dormido.
Inmediatamente una idea se le vino a la mente, ¿Debería comentársela al peliceleste? No, probablemente le daría un paro cardiaco y moriría en el jardín. Aún así, podría ser la única solución y Abel ya sabía (por intuición) lo que pasaba.
Abyss no estuvo durmiendo bien toda esta semana por la llegada repentina del invierno. Y lo mismo pasó exactamente un año atrás.
Pero Abel realmente no hizo nada, aún así, en primavera del año anterior comenzó a cuestionarse por qué notaba más agotado físicamente y mentalmente a Abyss.
Volvió su concentración a lo que estaba viendo enfrente suyo. Las pestañas de Abyss y uno que otro mechón en su cara se movían con el aire, haciendo que este frunciera el ceño. Cuando esto pasaba, volvía a la normalidad. Parece que realmente necesita un descanso.
No estaba acostumbrado con todo esto, pero su preocupación por el ojiazul realmente era grande. Se sentó a su costado y trató de despertarlo.
—Abyss, por favor despierta. Es por tu propio bien.. — Dijo en voz baja.
El contrario se despertó lentamente y frotó su ojo con su mano izquierda, volteó su cara para encontrarse a Abel a su costado, y realmente cerca.
Se sorprendió.
—¡S-Señor Abel! E-Está muy cerca... — Dijo mientras volteaba su cara a otro lado, algo rojo.
Abel sintió su corazón palpitar. Debía ver esto mínimo una vez cada cierto momento, se le hacía algo extrañamente (y realmente) adorable. Pero no. No podía caer en un encanto cómo este. Se le hacía además algo que no estaba bien, pero a la vez era algo que le gustaba de Abyss.
Algo que le gustaba. De Abyss. Abyss Razor.
Sus mejillas ahora eran rosadas, sus orbes rosados se dirigieron a mirar a otro lado.
—Lo siento.. Aún así, no puedo aceptar que estés durmiendo en clases y en el receso. —
Y era verdad, Abyss y Abel jugaban a los naipes en el receso. Pero, repito. Otra vez, en la misma época del año, algo no estaba bien.
Para Abel ya era el colmo. Se armó de valor, y si debía ayudar al de coleta, lo debía ayudar, y ya. Porque no quería ver al contrario muy agotado, y si no parecía, realmente se preocupaba por él.
—Abyss, quiero proponerte algo. — Finalmente habló.
El mencionado se volteó inmediatamente a ver a Abel.
—¿Sí? ¿Qué sucede? —
—Mira, sabes que ya llegó el invierno... — Abyss comenzó a sudar frío. — Y desde el año pasado he notado que en estas épocas del año sueles estar más agotado. Dime, ¿Estás durmiendo a tus horas? — Preguntó el peligris.
El peliceleste no sabía qué responder, aún así suspiró. No podía evitarlo, debía decir la verdad.
—Supongo que me atrapó, no he estado durmiendo por el frío de mi habitación. Aún así, no es nada de lo que se deba preocupar, son mis problemas y- —
—Claro que me debo preocupar, Abyss. — Interrumpió Abel. — Me importas, créeme. Es por esto que quería invitarte a dormir a mi habitación. —
Apenas escuchó esto, el de ojo vendado se sobresaltó y su cara pálida ahora brillaba de un tono rojizo. Soltó un jadeo de sorpresa y se tapó la boca, inmediatamente luego ocultó su rostro en sus manos.
—No podría hacerlo... Es su habitación, es suya. No debería hacer esto, ¿Sabe? Sé que es muy amable conmigo pero aún así yo- —
—Abyss, no te estoy invitando. Es una orden. Te esperaré hoy a las siete de la noche. —
Y sin más, Abel salió corriendo hacia su próxima clase, la cual por desgracia no compartía con Abyss.
Abyss se quedó afortunadamente despierto todo el día, pensando en lo último que le dijo Abel. Y no podía negarse. Cuando terminó el horario escolar, fue inmediatamente a su habitación.
Se encerró en esta y tomó su rostro rápidamente. Estaba rojísimo. Todo se sintió como si hubiese transcurrido en cuestión de segundos. Suspiró, tomó una de sus almohadas y gritó en esta. Parecía colegiala enamorada, le dio vergüenza, se arrepintió y fue a lavar su cara.
Aún así, fue a las siete a la habitación de Abel, con su pijama puesta, claro.
Tocó la puerta tres veces y esperó. Unos segundos después, se escuchó como si dentro de la habitación estuviesen moviendo muebles. Inmediatamente después, Abel abrió la puerta.
—Vaya que eres puntual. Me alegra. Ven, pasa. — Habló Abel invitándolo a pasar.
Abyss obedeció y nervioso ingresó a su habitación, una vez más. Todo volvía a estar ordenado, y olía a lavanda, o a perfume de vainilla con flores de lilas.
—¿Y bien? Si sueles dormir más tarde, podemos ver una serie o jugar cartas. — Habló el de puntas violetas.
—U-Uh.. Está bien, cualquiera de las dos, usted puede elegir. —
—Abyss, estamos solos, sin compañía, en un lugar privado. Puedes hablarme en segunda persona. —
Y Abyss comenzó a sentir las famosas mariposas en el estómago. Aunque, no eran esas, parecía que una brisa revolvía su estómago y su corazón caía rendido por Abel Walker.
—Está bien, trataré, A-Abel.. — Intentó.
Y honestamente no se sentía mal, ni menos trágico como se lo imaginaba. Por otro lado, Abel repetía una vez más en su mente cómo el contrario dijo su nombre por primera vez. Era suave, era dedicado. Era un sentimiento que no podía describir.
¿Esto era el amor? ¿Entonces por qué siente su corazón estrujarse con toda fuerza posible?
Ambos vieron una serie de detectives inspirados en personajes inspirados en literatura clásica. Aunque, ya era una serie que habían descubierto hace mucho. Estaban viendo el capítulo final de la cuarta temporada.
Abyss no pudo evitar simpatizar con el protagonista y la persona que quería salvar, un joven de cabellos lila y blanco. Que ligeramente le recordaba a Abel, pero su personalidad lo recordaba a él.
Su motivaciones, logró conmover algo profundo en Abyss. Y le alegraba ver esto en compañía de Abel.
Cuando decidieron tomar un descanso, fueron a jugar cartas. Probablemente entre risas, trampas y descubrimientos, llegó la hora de dormir. Porque claro, mañana también debían asistir a clases.
—A-Abel... Creo que ya es muy tarde, deberíamos irnos a dormir. — Habló Abyss mientras abrazaba sus piernas y las llevaba a su pecho.
—¿Tú crees? Está bien, la siguiente ronda puede esperar para mañana.. — Comentó el peligris mientras guardaba sus naipes. —Ve subiendo a la cama, voy a guardar esto. —
—E-Espera... ¿V-Vamos a dormir... juntos? — El peliceleste se sonrojó, su cara ardía y el único ojo visible que tenía dirigió su mirada a otro lado.
—Por supuesto, es para que no sientas más frío... ¿O es que ahora tienes más calor? — Abel sabía lo que decía. Aún así, después de decir esto, sus mejillas rosadas se tornaron salmón, hasta llegar a un rojo envuelto.
Ambos chicos estaban con los nervios a flote, uno que otro se topaba con la mirada del contrario y volteaban inmediatamente, más rojos que antes.
Por un lado, Abyss sentía como su corazón se aceleraba. Y no era desde hoy, o la semana pasada. Ya era por un largo tiempo. Y él sabía, que cuando hacía un acto de servicio, sea necesario o no hacia Abel, lo hacía con toda la dedicación posible. Aún así, era un manojo de nervios cuando Abel (necesariamente, sí.) se lo devolvía.
Y lo negaba, y lo quería evitar, pero el ojirosa era insistente. Y no podía hacer más que acceder y dejar que su corazón se llenará con el sentimiento de que Abel era realmente la primera persona con la que lograba tener un sentimiento, la primera en hablarle, en ayudarlo, en simplemente acompañarlo en la miseria de lo que era su vida.
Por otro lado, Abel sentía que realmente quería dedicarle todo a Abyss, no solo porque se sentía bien a su lado, o porque había descubierto que realmente le gustaba. Sino porque él sabe que Abyss merece todo lo bueno de este mundo. Quería ayudarlo a que vea ese lado de luz que existía, y que le había enseñado su difunta madre, y que hace un buen tiempo no tocaba. Porque, Abyss era tan suave, cómo alguna vez lo fue su querida madre.
Y así, mutuamente se comunicaron (ambos no lo sabían). Abyss subió a la cama del de mechas violetas, deshizo la cama y cuando pestañeó, las luces estaban apagadas, la habitación era negra y ciertamente azul marino, por la oscuridad de la noche y la luz de la luna.
El frío se empezó a sentir, y el de coleta se acostó mirando a la pared. Cabe aclarar que ambos se estaban dando la espalda. Puede que estén nerviosos, se gustan mutuamente, ambos duermen en la misma cama por petición de Abel, ambos quieren decir muchas cosas, acariciar las manos del contrario y tal vez dedicarse uno que otro beso mientras duermen abrazados entre caricias.
Pero, esto era un comienzo. El aire era sofocante y la habitación se sentía pesada, como si rebosara de sentimientos y emociones cerradas queriendo salir o ser transmitidas. Cansado de esto, Abel se volteó, mirando el techo.
—Abyss, quiero tu consejo. — Comenzó. Aún así, Abyss iba a contestar de vuelta pero el peligris lo interrumpió. —Sé que no sabes nada del amor, y esas cosas. ¿Qué significa cuando las acciones de una persona hacen que mi estómago gire y mi corazón palpite como si fuese a morir? —
Abyss se quedó perplejo.
—P-Pues... — Menso, te está pasando lo mismo que a Abel, Abyss. — Si t-tú mismo acabas de decir que no sabes nada del amor, l-lo que sientes probablemente es atracción romántica hacia alguien.. — Habló un poco desanimado.
—¿Romántica? ¿No es laboral? o, ¿Tampoco es amical? —
—Tal vez no... Si sientes que dedicarías hasta tu propia vida por esa persona, no en sentido platónico, puede ser amor. Si sientes que cuando te mira a los ojos te sientes intimidado o nervioso y tu corazón hace un revuelo, puede que sea amor. Hay muchas probabilidades... Lo siento, no sé que hablo. — dijo Abyss tapándose la cara de la vergüenza.
—Ya veo... Entonces, Abyss... —
—¿Sí? —
—Creo que me enamoré de tí. — Soltó. La habitación volvió a estar en silencio. — Creo que te amo... No hay problema con eso, ¿Verdad? —
Abyss sintió su corazón casi salirse de su pecho, o tal vez desbordarse en un río de sangre. Las palabras recientes dichas por Abel recorrían su cabeza una y otra vez. ¿Es esto realmente cierto? ¿Está pasando de verdad? ¿No se habrá quedado dormido?
¿Es una farsa? ¿O un chiste?
Su rostro llegó a un rojo que fácilmente se podría notar con la luz de la luna. No tan suave, no tan fuerte. Su cuerpo comenzó a temblar. ¿Es por la emoción? ¿O estaba muy nervioso? No quería comenzar a tartamudear, como le pasaba cuando estaba cerca de Lemon o Love.
¿Qué debía responder? Quiere corresponderle, está tan nervioso que puede desmayarse y levantarse en tres días después. ¿Desde cuándo Abel sentía esto por él? Debió haberlo guardado por mucho, cómo lo hizo cuando descubrió que se cortó el brazo mientras cortaba uno que otro tomate cherry.
—A-Abel.. Creo que también te amo.. — Susurró de vuelta.
No hubo respuesta. Abyss comenzó a asustarse, volteó la mirada hacia el contrario, para descubrir que este estaba profundamente dormido.
Oh vaya, se sentía tan cálido. Cómo una mañana de primavera. Su corazón estaba cálido, su piel también, porque su mano estaba siendo tomada por la de Abel. Suavemente, trató de tomarla de vuelta.
Era tan cálido, cerró sus ojos. Tal vez esta puede que haya sido la mejor noche de su vida. No podía esperar hasta mañana.
Y claro, obviamente amaneció. Abyss comenzó a despertar del sueño más largo de su vida. Lo primero que notó al abrir los ojos, era que estaba siendo abrazado por el mismísimo Abel.
¿Acaso iba a morir? ¿Esto era el cielo? ¿Merecía esto?
Sintió además cómo su cabello estaba suelto, no tenía más esa coleta amarrada. Su cabello caía por sus hombros y terminaba acomodado a sus espaldas. Su cabeza estaba siendo acariciada por el contrario. Abel debe estar despierto.
—Oh. Lo siento, ¿Esto te incomoda? — Susurró Abel.
El peliceleste no podía aguantar más. Tomó todo el valor que le quedaba y se abalanzó ante Abel. Ambas manos descansaban en el pecho del contrario, mientras que el ojirosa envolvió uno de sus brazos a su espalda.
—Soy un idiota... Pensé que te gustaba otra persona... Abel, ¿Desde cuando sientes esto por mí? — Susurró Abyss.
—Puede que sea desde que sentí que no merecías lo que viviste. Y no eres idiota. Deja de llamarte así, me duele. —
—No puedo creer que te preocupes por mí... —
—Siempre lo hago... —
Abyss rió entre las sábanas y suspiró.
—Abel, ¿Puedo besarte? —
La cara del mencionado volvió a ponerse roja. Sus ojos brillaron con el sol matutino entrando por el ventanal. Por unos segundos lo pensó, y luego sintió que era estúpido pensarlo. Mando todo al diablo y en vez de que el de cabellera larga lo besara, él se encargó de tomar su rostro y depositar un suave beso en sus labios.
Cómo era su primer beso (De ambos), empezó algo torpe. Cuando se separaron, volvieron a unirse sin dudar y esta vez, tomaron algo de ritmo. Abyss trató de suavizarlo un poco pero Abel ya lo había hecho, y se sentía reconfortante. Volvieron a separarse.
—Te amo, Abel, lo siento por mucho... — dijo nervioso el ojiazul.
—Deja de disculparte por cosas tontas y volvámonos a besar. —
Se dedicaron finalmente unos diez minutos a besarse, y ambos se alistaron para asistir a clases, sin poder olvidar lo que pasó la noche anterior y esta mañana.
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Subí a ao3 este fic en san valentín y me quede pensando si lo subo aquí en Wattpad. Aún así, lo hice.
MÍRENSE MASHLEEE, no se van a arrepentir, y si ya lo viste (supongo que eres del fandom si lees este fic) pues solo queda esperar a que anuncien la tercera temporada y ver a Domina y Levis (tmb delisaster) (MANGA SPOILERS)
Eso es todo, me desconecto hasta otra ocasión!
—Luci_D
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