Hace mucho tiempo, cuando los pingüinos empezaron a llegar a la isla a la que bautizaron como “Club Penguin” , algunos de esos pingüinos decidieron irse a vivir a las montañas. No estaban de acuerdo con los demás pingüinos. Por lo tanto,  emprendieron su viaje, cruzaron ríos, bosques, se adentraron más allá de las montañas, buscando un lugar donde crecer y formar una gran tribu… Pasó el tiempo, y los pingüinos que construyeron una ciudad no sabían sobre la tribu de las montañas…Solo se contaban leyendas, rumores…Que nadie creía posibles. Los de la tribu, en cambio, sabían que había pingüinos en otra parte de la isla…Pero no tuvieron el valor de correr aventuras a descubrirlo.

Pasaron meses y años, hasta que un día, nació una pingüina a la que llamaron Paige.  Ella tenía muchos amigos, era una pingüina valiente, soñadora, curiosa y aventurera. Era muy querida en su tribu. Siempre le gustaba jugar a las aventuras con sus amigos. Un día, la pequeña Paige escuchó historias sobre los pingüinos de la otra parte de la isla…Las playas, la vida en aquel lugar…Etc. Desde las montañas más profundas de Club Penguin no se veía nada de eso. Paige soñaba con que algún día, iría a ese lugar que ahora mismo solo parecía un sueño lejano.

Paige creció. Y fue entonces cuando decidió que quería irse  de aventuras, a descubrir nuevos lugares. Se ha estado preparando para ello toda su vida. Sus padres sabían que llegaría el día en que la joven Paige decidiera irse muy lejos…Sin saber si sobreviviría o no. Pero Paige estaba decidida. Nada la detendría ahora. Se despidió de su gente, con la que estuvo desde que nació, fue duro para ellos…Y para ella. Les prometió que encontraría un lugar mejor para vivir….La vida en las montañas era algo dura.

Cuando Paige emprendió su viaje no miró atrás, no se detuvo. Salió en el amanecer de un día soleado y vivo. Iba sola, pero no tenía miedo. Estaba preparada. ¿Qué aventuras le espera? ¿Habrá peligros? Eso se preguntaba ella constantemente.

Estaba cansada, llevaba horas caminando, escalando, arrastrándose… Así que acampó cerca de un río. En la oscuridad de la noche se oían ruidos, había ojos que la observaban. Se limitó a hacer una hoguera y a comer las provisiones que tenía. Era demasiado arriesgado seguir el camino ahora. Antes de dormir, mirando a las estrellas, pensó en sus padres, sus amigos…La gente que se preocupa por ella. No podía pensar en otra cosa. Pero nunca se arrepintió de haber elegido su destino. Se quedó profundamente dormida en unos minutos… Hasta que se despertó por el tacto de una criatura peluda. Se asustó un poco. No sabía que era aquello…Tan solo veía unos ojos mirándola… Ella se quedó inmóvil y cayó en un sueño ligero.

El amanecer en las montañas era algo espectacular. Paige se despertó suavemente por los rayos de sol. Una criatura le observaba de cerca, pero se alejó rápidamente. Ese animal estaba hambriendo, y herido. Era azul, adorable y peludo.

Paige: No tengas miedo, pequeño… ¿Estás herido? *Se acerca*

La criatura se alejó, se le veía la tristeza en la cara. Paige le dio algo de comida, y el animal se acercó más a ella. Paige la pudo curar. Y cuando ella quiso continuar su viaje, ese adorable animal la siguió. Por lo que, Paige le dejó ir con ella.

Pasaron las horas, y se empezó a formar unas nubes tan negras que anunciaban que iba a pasar una larga tormenta. De repente empezó a hacer mucho viento, viento y nieve… Una combinación poderosa. Paige y su nuevo amigo tenían que encontrar un refugio…Pero no veían ninguno. Paige no podía más, estaba agotada, y aunque era una pingüina, esa tormenta de nieve era demasiado para ella….Tenía que continuar…Pero no tenía fuerzas…Cayó a la nieve…Empezó a verlo todo borroso…Cerró los ojos…Pudo con ella la fuerza de la naturaleza…¿Sería el fin de su aventura? ¿Lo dejó todo para ello?

(Continuará)