XV

–Ruby... ¿Ese es Red-sempai?– Preguntó Sapphire con gran asombro caminando cerca del gimnasio con su amigo.

–Es él.– Confirmó Ruby tras ver definidamente al sujeto con ayuda de sus lentes. También estaba sorprendido.– ¿Esto es bueno o malo?

–No lo sé.– Respondió Sapphire poniendo una mueca para luego tomar su PokeGear y marcar.– Le avisaré a Crystal.

Solo un paso hacia el interior del gimnasio le bastó a Red para ser atrapado por algo viscoso y fuerte. Se trataba de Ditty, quién no tenía piedad al igual que su rápida entrenadora con el chico. Ira, odio y desesperación caracterizaban el ambiente silencioso.

–Vaya, vaya.– Blue se acercó lentamente a su presa con una sonrisa cínica y una mirada maliciosa.– Miren quién decidió volver.

–Ho-hola Blue...– Saludó Red con dificultad por la presión que ejercía el Pokémon sobre él y el miedo que sentía.

–Blue.– Green intentó intervenir para disminuir la fuerza de Ditto pero no fue posible.

–Green, silenciate.– Interrumpió Blue dedicándole una mirada asesina de unos segundos para luego mirar a Red.– ¿Qué te trae por aquí?

–Vengo a... disculparme.– Respondió Red intentando con los brazos evitar ser tragado por la masa rosa que poco a poco lo cubría.

La vista de Yellow se iluminó al escuchar lo recientemente mencionado por Red. Su corazón empezó a acelerarse y una mezcla de emociones empezaron a darle vida a su organismo. Blue volteó a mirarla fríamente, provocando que todos los sentimientos dentro de su corazón, uno a uno se fueron eliminando.

Esbozó una media sonrisa, pues su amiga tenía razón. Esa sonrisa correspondía a una máscara de lágrimas de odio hacia el chico que más de una vez jugó con su corazón, aunque fuese inconscientemente.

La mente de Red era un verdadero enredo. No sabía qué es lo que las chicas pensaban. No lograba interpretar los rostros ni las palabras. Tampoco podía hacer contacto visual con Green para pedirle ayuda, simplemente estaba en la incertidumbre.

Un fuerte puñetazo en el estómago puso en orden sus ideas. Ditto lo había liberado, sin embargo tenía dos Pokémon frente a él. Wigglytuff y Blastoise, ambos listos para atacar. En una batalla, las emociones del entrenador son transmitidas por los ataques de los Pokémon, y eso era exactamente lo que Blue tenía pensado hacer.

–¡Te odio!– Gritó Blue soltando toda su ira acumulada a través de un Hidrocañon y un Doble Filo.– ¡Ojalá nunca te hubiera conocido maldito!

–Argh.– Bien golpeado, Red se quejó intentando levantarse para poder hablar con Blue. Los ataques dolían, y las palabras también.

–¿Sabes como fueron estos cuatro años?– Preguntó Blue empezando a llorar de furia. Su voz tiritaba mientras sus Pokémon preparaban más ataques.– ¡Claro que no porque eres un estupido egocéntrico!

–¡Blue deténte!– Exclamaron Yellow y Green simultáneamente al ver como Red era atacado nuevamente.

–Yo no soy tan débil como ustedes para caer a los pies de este inepto con tan solo un par de palabras.– Blue estaba sorda a causa de la ira. Cuatro años acumulados estaban siendo expulsados dolorosamente.

–B-Blue, e-escúchame.– Pidió Red tirado en el suelo bastante malherido. Necesitaba hablar y razonar con la chica.

–¿Qué tal si hablamos en cuatro años más?– Una pequeña risa salió de la boca de Blue, quién empleaba ironía combinada con un Doblebofetón, obsequio de Jiggly.

–¡Escúchame de una vez!– Aerodactyl defendió al impaciente chico de ojos rojos que poco a poco se ponía de pie.– Blue, tienes tus razones para actuar así, pero entiende que... Yo también tengo las mías.

Green asintió apoyando a Red y Yellow esperaba ansiosa saber las razones. Blue rendida se dedicó a escuchar. No guardó a sus Pokémon porque a la mínima ridiculez, atacaría de nuevo sin piedad.

–¿Todos buscan su razón de existir, no?– Red dio una introducción para explicar todo a sus más cercanos y así hacer bien las pases.– Pues, yo creía haber encontrado la mía.

–Al punto Red.– Blue no tenía paciencia, y cruzada de brazos esperaba las razones precisas.

–Me sentía como un muñeco, destinado a probar que era el campeón de la Liga, el entrenador más fuerte. Mi existencia se basaba en eso, y bien, intentaba hacerlo de la mejor forma posible.– Relató Red centrándose para no enojar más a la chica.

–¿Un muñeco?– Preguntó Yellow hablando después de bastante rato. Ella buscaba comprender a Red.

–Si, lo único que hacía era ganar batallas sin mucho esfuerzo.– Respondió Red de forma breve pero asertiva.– Entonces, fui por un desafío mayor, el monte Plateado.

–Pero ya habías entrenado allá.– Señaló Blue refiriéndose a varias ocasiones en las qué el joven había ido.

–Así es, pero decidí ir a la cima, para que sólo los que pudiesen llegar hasta dicho lugar me retaran y tener batallas de mayor nivel, dignos para mis Pokémon.– Explicó Red pasando su mano lentamente por la piel de su Pokémon que le servía de apoyo físico.

–Arrogante.– Murmuró Blue tras oír lo último. Digamos que fue una muestra de la actitud antigua de Red.

–Lo siento.– Se disculpó Red rascándose la nuca preocupado mientras suspiraba para continuar.– Sin embargo, los entrenadores, que por cierto eran muy pocos, no lograban derrotar a ninguno de mis Pokémon.

–Uno se aburre Blue. La vida sería absurda si seguimos y seguimos algo que no cambiará. En esos casos, es uno el que debe cambiar.– Yellow tomó la palabra para realizar una analogía y dar a entender que entendía a Red.

–Pero...– Blue no estaba del todo de acuerdo, pero al menos estaba más tranquila y civilizada.

–Durante estos cuatro largos años, Red estuvo bajo una máscara de arrogancia y frivolidad para olvidar sus deseos de buenas batallas.– Green utilizó su llave maestra, la máscara, ya que Blue sabía perfectamente lo que era tener emociones bajo una máscara que demostraba lo contrario.

–Blue, es verdad que no vi como ustedes sufrieron estos cuatro años... Pero, yo tampoco lo estaba disfrutando.– Red empezaba a finalizar su razonamiento de manera melancólica.– Si me aleje, fue para no hacerles más daño de lo que les hice.

La castaña no quitaba sus ojos de los de Red. Analizaba y comprendía su razonamiento, pero su orgullo y su corazón no le permitían perdonarlo. Había mucho daño acumulado dentro de ella, y el rencor no se hacía esperar. Soltó un suspiro que fue interrumpido en la mitad por la entrada dramática de cuatro sujetos conocidos.

–¡Chicos, Gold desapareció!– Indicó Crystal mitad preocupada, mitad exaltada, a lo que se sumó un poco de enojo al ver a Red frente a sus ojos.

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