XIII

Al día siguiente, los nueve DexHolders despertaban tras una noche de sueño recuperativo. Diferentes ideas o planes pasaban por la mente de cada uno, las emociones también eran diferentes, pero se desarrollarían después, ya que otro ataque de los malos se estaba desarrollando a tempranas horas.

Crystal contaba con el apoyo de Silver para defender la región Johto, mientras que Blue tenía la ayuda de Sapphire y Ruby. Estos dos combatían espalda con espalda.

–Estos malditos, no alcancé a dormir lo suficiente.– Se quejó Sapphire mientras le daba indicaciones a Rono para atacar a quién sea.

–¿Tengo ojeras, Sapphire?– Ruby preguntó preocupado por su apariencia a su amiga.

–Si.– Respondió Sapphire sin darle mucha importancia. La apariencia no era algo que le importara mucho, también servía para molestar a Ruby.

–¿Me veo muy mal?– Preguntó Ruby horrorizado buscando un espejo en su mochila, no podía salvar la región en mal estado.

–Ruby, para mí, siempre te ves bien.– Las mejillas de Sapphire hicieron lo suyo tornándose rosas.

–Eso no es bueno, digamos que tu gusto no es el mejor.– Ruby ignoró la pequeña confesión para preocuparse de él.

Por otra parte, Crystal y Silver estaban rodeados de Sneasel y Dratini listos para atacar. Arcapeon y Gyarados eran los encargados de defender a sus entrenadores mientras ellos hablaban de algo importante.

–Encontré una falla en su conclusión.– Anunció Crystal quién analizó lo dicho en la noche por Silver, lo mismo que Ruby anunció al otro lado.

–¿Cual?– Preguntó Silver preocupado. Esos tipos podrían hacer cualquier cosa y estar desprevenidos no sería bueno.

–Más que separarnos, estos tipos quieren que nosotros atraigamos a Red, así no se dan el placer de subir y aquí lo atrapa un ejército.– Respondió Crystal con un toque irónico demostrando su desagrado hacia el equipo.

–Tiene sentido, pero si Gold y Yellow volvieron con las manos vacías, dudo que Red baje.– Comentó Silver siguiendo la lógica de lo que había visto y escuchado, ya que Blue le informó de la llegada de la rubia.

–Aún así, no sabemos porqué quieren a Red y qué es lo que planean hacer del todo.– Señaló Crystal agachándose para esquivar un ataque por parte de un Sneasel.

–En todo caso, nunca hemos sabido bien el plan de nuestros rivales, así que sólo preocupémonos de detener esto.– Finalizó Silver tomando otra pokeball de la que salió Kingdra.

–Bien.– Asintió Crystal aceptando la idea y tomando la pokeball de Chanpeon para apresurar la causa.

En el monte Plateado, el sol brillaba con intensidad impidiendo que cierto joven de ojos verdes pudiera seguir durmiendo. Se levantó del sillón para ver dónde estaba Red. Este último entraba a la casa después de haber alimentado a sus Pokémon afuera.

–Creo que tenemos una conversación pendiente.– Comentó Green de forma sutil para no hacer enojar a Red.

–Si.– Asintió Red tomando asiento tranquilamente. En la mesa habían tostadas para desayunar.

–Te escucho.– Indicó Green sentándose al frente y tomando una tostada para su hambriento estómago.

–Tenías razón, pero no al cien por ciento.– Empezó Red. Su voz era tranquila y suave, aunque había cambiado en los cuatro años.

–Tienes tus razones para haber actuado así, y para eso vinimos, para saberlas y arreglar la situación.– Green comprendía la situación de Red, y también hablaba con tranquilidad para saber el porqué.

–Me cansé de las batallas.– Indicó Red a lo que Green puso una cara de enorme confusión y sorpresa.– ¿Disfrutarías entrenar sin Pokémon?

–Eso no sería entren... ya comprendí.– Al asociar ambos casos, Green comprendió la idea, pero dejaría que Red se explayara y todo quedara bien resuelto.

–Ya no había nadie en la región que pudiera vencerme, y tener batallas sabiendo que ganaría sin mucho esfuerzo no tenía mucha gracia.– Explicó Red rascándose la nuca con una mueca en su rostro.

–Entonces decidimos venir a entrenar aquí.– Recordó Green la situación de hace un par de años.– ¿Lo recuerdas?

–Si, tu eras el único que podría vencerme, pero no fue así. La pelea fue aburrida, y ahí fue cuando ya no le encontré sentido a luchar contra personas.– Respondió Red recordando la última batalla contra su mejor amigo y rival en la que ganó 6-1.

Todo empezaba a tener sentido para Green. El lograba comprender la visión de Red, y se sentía aliviado. Red por su parte, también estaba más relajado al saber que lo comprendían y se había descongelado.

–¿Si ya no puedes desarrollarte en lo que eres bueno, qué haces?– Preguntó Red para que Green se pusiera aún más en sus zapatos.

–Amigo, te comprendo.– Green se levantó y sonrió. Red hizo lo mismo y ambos estrecharon sus manos.

–Gracias y lo siento.– Red estaba agradecido pero a la vez apenado, sabía que había hecho un gran daño difícil de arreglar.

–No hay problema, pero ahora, tenemos que ir a solucionar otros problemas antes de que sea tarde.– Indicó Green refiriéndose al ataque de NeoLyce y las reacciones de los demás.

Pero ya era demasiado tarde...

El mediodía estaba en todo su esplendor. Una fría brisa proveniente del monte Plateado estremecía las hojas de los árboles así como los mechones de cabello de un joven que se encontraba en el Encinar.

Entre la frondosidad del lugar, el silencio y un frío ambiente, Gold permanecía frente a una pequeña casa de madera, en dónde su mirada estaba clavada.

Esta vez, sus ojos particularmente de color dorado brillaban con una intensidad jamás vista anteriormente. Estos reflejaban sus emociones, las cuáles había guardado durante los últimos años. Respiró profundamente, tenía miedo y lo sabía bien. Estaba ansioso, pero a la vez indeciso.

–Celebi.– Con una voz firme pero delicada nombró al Pokémon legendario con la intención de llamarlo.

No hubo respuesta, al menos de que una brisa cálida de viento, contraria a las demás fuera alguna forma abstracta de contestación. Gold no quitó sus ojos de la casa en honor al guardián del bosque conocido corrientemente como Celebi.

–Ayúdame. Por favor.– Parecía que un nudo se formaba en su garganta aunque estaba decidido.

Las puertas de la pequeña casa se abrieron con una fuerte luz que cegaría a cualquiera a no ser que se cubrieran los ojos con el antebrazo como Gold lo hizo. Cuando la luz se disipó, Celebi, el guardián del bosque estaba mirando fijamente al jovencito.

No hubo necesidad de palabras, solo una mirada que reflejaba los pensamientos bastó para que Gold se perdiera en el tiempo con el Pokémon tipo planta/psíquico.

El solo quería irse a tiempos mejores y hacer como si nada había pasado.

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