Capítulo 24 | Lealtad

Lo dicho por Drake retumbó en mis oídos y tuve que darle vueltas en mi cabeza un par de veces para comprender su petición.

Quería que matara a Kevin.

Miré el cuerpo inconsciente del exmiembro de los Arcturus atado al árbol. Tenía algunos moretones y sangre, pero respiraba. Veía su pecho subir y bajar; e incluso creía que, si me concentraba lo suficiente, sería capaz de escuchar su corazón.

¿Iba a tener abrir su pecho y arrancárselo?

Me había salvado la vida en varias oportunidades. Se volvió mi apoyo y evitó varios quiebres emocionales durante nuestra estadía con el Clan del Norte. Recordaba las pláticas fingidas y los besos falsos. Guardaba con aprecio sus palabras de aliento, sus consejos y su apoyo con Drake. En circunstancias normales, podía denominarse como mi amigo.

Posé mi atención en Drake. Sus ojos me observaban con una sombra oscura sobre ellos; lejos de ser el Drake que me abrazó la noche anterior. Me retaba, me ordenaba y me amenazaba con un castigo de no obedecer. Era la expresión de estar a punto de matarme ante la más mínima equivocación. Supe que no habría forma de evadir su petición, mucho menos frente a sus fieles seguidores.

Drake sacó del interior de su chaqueta un puñal y me lo ofreció. Con el peso de la mirada de todos sobre mí, especialmente la del castaño, tuve que tragarme mis emociones y aceptarlo sin titubear.

Kevin era un traidor, el responsable de mi captura, y mi instrucción era acabar con él. No había otra manera.

Cada una de las muertes que cargaba sobre mis hombros volvió a hacerse presente conforme me acerqué a mi excompañero. Recordé esa sensación de desconexión de la realidad para no verme afectada, así como los estragos posteriores debido a suprimir la culpa por un prolongado tiempo. Él iba a unirse a mi lista de pecados y sabía que sería de los que más me atormentaría.

El público se volvió inexistente para mí. Solo existía la Vanessa asesina y su nueva víctima.

Luego de confirmar su estado de inconsciencia, abrí su camisa destruyendo los botones con la punta del puñal. Aparté un poco más la tela para dejar a la luz su pecho pecoso y con vellos. Como si se tratara de una sentencia del destino, su lunar blanco, indicio de ser un Hijo de Diana puro, quedaba justo en el lugar donde debía hacer el corte.

Los Malditos de Aithan, incluso los Descendientes de Imm, eran capaces de arrancar un corazón con solo sus garras. Yo requería de ese puñal y de mantener el control sobre mí para lograrlo. Estaba bien reflejar cierta indecisión por tratarse de alguien a quien apreciaba, sin embargo, no podía ser tanta como para hacerles dudar sobre mi ciega lealtad hacia Drake.

Con ambas manos, hundí la punta del arma justo en el lunar. Lo sentí avanzar por las capas de piel y ni siquiera con la sangre emergiendo mi firmeza tambaleó. Kevin se sacudió y gimió un poco, mas no despertó. Supuse que era obra de Zigor.

Halé hacia abajo. Con la hoja metálica realicé la incisión con la apertura correcta para conseguir mi cometido. La silenciosa cascada escarlata descendió por su abdomen y ensució los bordes de tela que tocaba. Segura de mi trabajo, estiré la mano para regresarle el puñal a Drake, sin mirarlo. Mis ojos no podían desprenderse del cuerpo de Kevin desangrándose.

Respirando hondo, separé los pliegues de tejido e introduje la mano en la apertura. Mis dedos fueron los primeros en dar con las palpitaciones de su corazón moribundo. Sujeté el órgano todavía funcional en mi mano y lo arranché de un fuerte tirón. Agradecí que el movimiento hubiese sido suficiente.

Sostuve el corazón de Kevin por unos segundos, mientras se detenía por completo. Yo estaba cubierta de sangre hasta un poco más arriba de la muñeca; de la sangre de mi amigo, pero no me permití sentirlo. Sin detenerme a ver el hoyo que dejé en la cáscara mortal de Kevin, giré y le mostré a todos la prueba de mi lealtad.

Drake aplaudió.

—Maravilloso —dijo—. Sabía que no me decepcionarías.

Me sonreía, pero ese gesto no iluminaba sus ojos aún.

Los presentes también me alabaron con brevedad e incluso se disculparon por haber dudado de mí.

—Muy bien —siguió Drake para callar al público—, espero que con esto ya no vuelvan a dudar de ella y que estén convencidos de que haría cualquier cosa por mí, por nosotros, por nuestra causa. Igual tú, Zigor. ¿Satisfecho?

El brujo caminó entre la multitud para quedar frente a mí. Me escaneó de arriba abajo con sus brillantes ojos amarillos. Después, tomó el corazón de mi mano.

—Lindo. Eres una experta —dijo. Miró a Drake—. Estoy satisfecho.

Zigor arrojó el órgano al suelo y lo pisó hasta hacerlo trizas. Un humo negro salió del corazón mientras lo hacía y dejó atrás cenizas del mismo color.

No me moví. Esperé una nueva instrucción. Además, temía que, si lo hacía por voluntad propia, mi máscara se fracturaría y me dejaría al descubierto.

—Mira detrás de ti, Vanessa —indicó el brujo.

Lo hice, me enfoqué en el cadáver de Kevin. Sin embargo, ya no era Kevin quien se encontraba atado al árbol. Su semblante había cambiado por completo, incluso su tono de piel, su cabello y contextura. No era Kevin, sino un aldeano.

—¿Qué es esto? —pregunté dando unos pasos para asegurarme de no estar imaginando cosas—. Olía a Kevin, y también...

—Era un humano que planeada escapar para venderle información a nuestros enemigos. Zigor usó su magia—respondió Drake—. Él era tu prueba, no Kevin. Él no nos traicionó.

Lágrimas. Las lágrimas rompieron mis barreras con la potencia de un tsunami. Sofocar lo producido por asesinar a Kevin era manejable, pero las inesperadas emociones de descubrir que no había sido así, no pudieron ser controlarlas de inmediato. Descendieron por mis mejillas y no pude voltear en ese estado.

—Retírense —ordenó Drake.

Con la vista fija en el rostro del lugareño muerto, oí a los subordinados irse. Los Descendientes de Imm, sin poder exponerse al sol, se refugiaron en la casa, mientras los Malditos de Aithan sí se retiraron.

—Esto era necesario —agregó el castaño—. Ya sé por cuál bando te decidiste.

Me sequé la humedad con un manotazo. No había cabida para la vulnerabilidad en esas circunstancias.

—¿Quién le reveló nuestra ubicación a los Cephei? ¿Corinne? —pregunté—. O, ¿nos siguieron cuando dejamos esa tienda el día de la pelea? ¿A dónde fueron ustedes?

Drake estudió mi rostro. Ya por lo menos no parecía tener intenciones de matarme.

—Fue la llamada que le hiciste a Alan, pero nosotros supimos exactamente cuándo vendría y huimos, solo que decidí dejarte atrás para que te capturaran. Tenías que regresar para ver la nueva realidad y comprender que perteneces a mi lado.

—Pude haber muerto.

—No lo hiciste. Si alguien puede ser capturado por ellos y salir victorioso, esa eres tú. Eres de las mejores. Además, necesitaba estar seguro de tu lealtad y que le demostraras a todos hasta dónde eres capaz de llegar por mí.

Sentí impotencia por no poder gritarle en ese momento que era un monstruo. ¿Cómo podía jugar así conmigo? Josh me torturó por proteger sus secretos y la culpa fue de él por haberme entregado. No le preocupó lo que pudo haberme pasado.

Pero me tragué los reclamos, porque sabía que no tendrían validez para él. Defender lo nuestro, o lo que sea que él se dijera para minimizar el remordimiento, ya había dejado de ser importante. La única prioridad era convertirse en inmortal y tener al mundo rendido a sus pies.

¿Sí iba a ser capaz de salvarlo, incluso con tanta oscuridad en su alma?

Escuché unos pasos y miré en esa dirección mientras ideaba una respuesta. Kevin se acercaba por el sendero hacia nosotros. Desaceleró al vernos allí afuera y el buen humor que cargaba fue removido de su expresión. Pudo haber sido él el muerto.

—Espero que ya no tengas dudas de mí y que mis sacrificios no sean en vano —le susurré a Drake—. Vine por mi cuenta. Nadie me trajo de regreso obligada. A pesar de las contradicciones que pueda sentir, mi vida lleva tiempo siendo tuya.

Lo que percibí en sus ojos fue justo lo que quise despertar. No estuvo de más recordarle tantas cosas, que incluso el mismo Zigor pudo haber ensombrecido. Yo no era ninguna aparecida y debía comprender que esas pruebas no tenían cabida dentro de nuestra historia.

No contestó.

Kevin cruzó la cerca e ingresó al jardín.

—¿Pasó algo? ¿Quién es ese sujeto? —preguntó—. ¿Eso es sangre, Vanessa?

El brujo fue hasta él y le dio unas palmaditas en el hombro.

—Vanessa técnicamente acaba de matarte para demostrar su lealtad, lobito. Así que agradece no ser un traidor, porque ella te hubiera arrancado el corazón sin dudarlo... —Para hacer énfasis en sus palabras, Zigor le dio unos golpecitos en el centro del pecho con sus dedos. Luego, soltó una risita.

Kevin mantuvo una expresión neutra y cuando el ser sobrenatural lo soltó, se ocupó de estirarse el suéter. Después avanzó y me dio un abrazo.

—Qué bueno que estés de regreso y viva. Si debo escoger a alguien para que me saque el corazón, sería un honor que lo hicieras tú.

Le devolví el abrazo y me permití inhalar su aroma. Durazno. Asesinarlo hubiera sido devastador para mi alma. Los lazos más fuertes se forjaban en los tiempos más difíciles, así que en ese contexto él era mucho más que un simple amigo.

—¿Qué te dijo el profesor? —cuestionó Drake interrumpiendo nuestro momento.

—No se había percatado de que el mapa había sido robado, pero no lució molesto, solo sorprendido de tu ingenio. Te dará más recursos a cambio de que lo incluyas en la excursión. Su propósito de vida habrá sido cumplido una vez vea la flor con sus propios ojos. También promete dejarla para ti y tus planes.

—¿Ya saben dónde está? —intervine.

—Sí, el diario que conseguimos en Nome nos dio muchas pistas y ya sabemos dónde está —respondió Drake.

—¿Y dónde es eso?

—No te adelantes, caramelito. Pronto lo sabrás.

—Entiendo. Si ya terminé aquí, me gustaría ir a desayunar —dije.

Acababa de llegar, así que no podía presionar para obtener información. No entendía qué tanto le afectó lo que le dije a Josh, o si siquiera le había hecho así sean cosquillas a sus planes. Debía asumir una vez más el papel de la paciente pareja sometida.

—Puedes ir. Escoge lo que quieras de la cocina y luego empaca —replicó—. Acompáñala, Kevin. Si Thomas la mira así sea un segundo, me dices para arrancarle otro dedo.

Lo último lo dijo lo suficientemente alto como para que los vampiros dentro de la cabaña escucharan. El castigo —si lo hubo— de la noche anterior no fue suficiente para apaciguar la ira de Drake. Mis heridas habían sanado, pero sabía que, sin importar las acciones del castaño, Thomas no me dejaría en paz, a menos que muriera.

Fu a la cabaña junto a Kevin. Lo mejor a simple vista hubiera sido darle un breve beso a Drake, reafirmando que las cosas volvían a estar en orden, sin embargo, sentir cierto enojo por el engaño estaba bien.

Los Descendientes de Imm estaban en la sala. Todos, excepto Thomas, jugaban cartas y no se movieron ante nuestro ingreso. No obstante, el pelinegro cerró el libro sobre su regazo y se quedó quieto. En el trayecto hacia la cocina, esperé que en cualquier instante alzara la mirada para cruzarse con la mía, pero no lo hizo.

—Cuando Bryan me dijo que habías vuelto, creí que estaba bromeando —comentó Kevin sentándose en el taburete.

—Aproveché el descuido de Alan para escapar y manipulé a Paula para que me acercara lo más posible. Sabía que darían conmigo.

—Eres buena usando tus encantos.

Le mostré una sonrisa falsa y me dediqué a buscar el cereal.

—No seas tan dura con Drake —añadió—. Se preocupó mucho por ti e incluso tuvimos una pelea con un grupo de Arcturus cuando el tiempo se le hizo eterno. Pero nadie sabía dónde te tenían.

Detuve mi búsqueda para apoyarme del mesón de granito que dividía la cocina del comedor.

—Josh está manejando esto de forma personal para limpiar el apellido Aldrich. Casi se le pasa la mano y muero. —Efectué una breve pausa para analizar lo salido de mi boca y la reacción de Kevin—. Entiendo la posición de todos aquí, pero creo que he demostrado que no soy una traidora y espero haber recuperado la confianza de Drake, porque, con cada tortura que soportaba, comprendí que tenías razón. Drake está poniendo al mundo de cabeza por mí y lo mínimo que puedo hacer es retribuirle de la misma manera.

Y era cierto. Salvar a Drake de sí mismo iba a hacer un acto en nombre del amor que alguna vez le tuve. Solo yo podía hacerlo.

Kevin también se quedó examinándome en silencio. En momentos como ese, como el que tuvimos en la azotea en Archonage, me preguntaba si acaso una de sus tareas era vigilar que me mantuviera coherente con las palabras que salían de mi boca. Él era un experto y yo igual; así que nadie mejor que él para arruinar mi teatro. Tal vez jugábamos un juego silencioso de intentar descubrir las verdaderas intenciones del otro.

—Me alegra que por fin hayas encontrado tu centro —declaró y se puso de pie—. Vamos, te ayudo a preparar algo bueno.

Después de comer fui a empacar, satisfecha con la escena de la cocina. Sabía perfectamente que íbamos a ser oídos por todos, por lo que lo usé como estrategia adicional. Estaba enfocada en mi propósito y actuaría con mayor determinación que antes. No habría otra oportunidad.

Mi habitación y mis pertenencias todo ese tiempo permanecieron intactas. Empaqué rápido y me quedé esperando a que fueran por mí —como me indicó Kevin— tendida en la cama. Tenía que pensar bien en mis acciones hasta entonces y planificar las siguientes, planteándome distintos escenarios.

Al rato, un Maldito de Aithan vino por mí y nos reunimos con los demás en el jardín, exceptuando a los vampiros, quienes permanecieron en la sala. En sol seguía brillando, así que no podrían ir con nosotros.

Sin hacer preguntas, avancé detrás de Drake como los demás hacia la calle principal del pueblo. No tardé en deducir que nos dirigíamos a la casa del profesor. Recorrido el camino correspondiente, pasando por el final de la localidad y avanzando por la pradera, la majestuosa edificación fue tan impactante como la primera vez.

Como si hubiera percibido nuestra presencia, cuando llegamos a la fuente, Wallace salió de las entrañas de su hogar, escoltado por tres de sus estudiantes. Su estilo de vestir ya no era extravagante, sino que era la esencia de su pasado aventurero. Estaba listo para ir de cacería o de excursión.

—Mi estimado Drake, qué bueno que hayamos podido llegar a un acuerdo —dijo mientras bajaba los escalones para recibir al castaño. Le extendió su mano—. Dentro de poco haremos historia.

—No me salgas con sorpresas y será así —le respondió aceptando el apretón de manos.

—Solo soy un fiel servidor. Si me desvió, con gusto te daré mi existir mortal.

Había modificado su trato hacia Drake. Estaba siendo más respetuoso y halagador con sus palabras. Seguro era consciente y testigo del poder que había estado adquiriendo. Todavía me intrigaba cómo le había ido con la reunión con el Jefe Regional Cazador.

Wallace le pidió a una de las chicas que fuera por su equipaje y a otra que nos guiara al garaje anexado a la casa para la inspección de los transportes. Se haría por la entrada externa.

—Es un encanto tenerte de vuelta, hermoso capullo —me dio la bienvenida el profesor esperando que los demás se desplazaran para quedar rezagado conmigo—. Lindo color de cabello, aunque prefiero el rubio.

Acercó los dedos para pretender tomar unas hebras de mi cabello, pero me retiré de su alcance asqueada. Yo no era una de sus muñequitas.

—Vanessa —me llamó Drake, quien nos observaba desde el acceso del garaje.

—¿Cómo está Julie? —le pregunté a Wallace.

No me había olvidado de ella, ni de lo que leí en esa carpeta. La sensación de querer protegerla, al igual que al resto de las chicas, continuaba latente. Saldría del asunto de Drake y hablaría de aquel lugar para destruir a ese desgraciado.

—Está... castigada, pero, como creo te dije antes, no hablo sobre mis propiedades con las propiedades de otros —murmuró antes de alejarse e ir primero hacia Drake.

Miré hacia la casa y pensé en que Julie podía estar en cualquiera de esas habitaciones pasándola muy mal. Con los antecedentes del profesor, sabía que sus castigos no debían ser ligeros, ni siquiera para «su más grande tesoro». Sentí impotencia por no poder hacer nada en ese momento y prometí en silencio de nuevo que yo sería parte de la caída de Wallace Amundsen.

Drake dijo mi nombre otra vez y fui a unirme con los demás.

No tardaron mucho en acabar con los preparativos. Dos camionetas blancas todo terreno y con vidrios ahumados serían nuestros vehículos. Para no perder la costumbre, me indicaron que yo iría en una distinta a la de Drake y el profesor, junto a Kevin, dos Malditos de Aithan y Wendy, la chica de cabello azul que trabajaba para Zigor en el bar.

—¿Ningún Descendiente de Imm vendrá con nosotros? —pregunté antes de ocupar el asiento del medio.

—No, tonta —respondió Wendy, ya dentro de la camioneta, antes de que alguien más pudiera hacerlo—. Los Pólux jamás aceptarían Descendientes de Imm en su isla. ¿Acaso no te enseñaron nada los Cephei durante tu formación?

La nueva información fue tan impactante que obvié su contesta altanera. Posé mi atención en Drake, quien me observaba apoyado de la puerta del copiloto. No contradijo a Wendy. Y, por la elección de palabras de la susodicha, entraríamos a la isla como invitados, a pesar de ser unos traidores. La Enamorada de la Noche estaba en territorio Pólux y ellos apoyaban a Drake. 

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