Capítulo 21 | Unión

Los días siguientes parecieron ser parte de un sueño. Me reí a más no poder con mi hermana, añoré viejos tiempos, y mi corazón se enterneció cada vez más con cada gesto de Ethan. Alan me concedió el poder revelarle a Hannah la identidad de su sobrino y el tiempo transcurrió viendo películas, comiendo dulce y jugando cualquier juego posible. Incluso llegué a tener períodos en los que me desconectada por completo de mis preocupaciones. Ni ser sospechosa de conspiración, ni poder ser juzgada en cualquier momento, ni Drake, perturbó mi respiro de la realidad.

En ocasiones Alan se nos unía, pero, sin ser capaz de deducir el porqué, no parecía estar a gusto con la presencia de Hannah. Él intentaba ocultarlo, sin embargo, yo podía leer a través de su acto. Teníamos poco tiempo a solas, y llegué a suponer que debía tratarse de eso. Intercambiábamos sutiles muestras de afecto, mas no era igual que cuando contábamos en privado.

Sentí que era complicado mantener el balance entre los tres. Quise dedicarle más al rubio, no obstante, mis prioridades eran otras. Creí durante demasiado tiempo que dos personas que amaba estaban muertas y deseaba recompensar lo perdido, a pesar de saber que no borraría el pasado. Confiaba en que Alan entendería, pero no estuvo de más hacer un comentario al respecto.

—Puedes quedarte otro rato si quieres. No estoy tan cansada y últimamente no hemos podido hablar mucho los dos solos —dije.

Hannah se había ido hacía poco con Ethan. Hizo el favor de llevarlo a la recamara de Paula, porque era tarde y mañana tendría práctica de transformación temprano con los demás pequeños de la manada. Alan se había quedado para informarme que pronto tendría que presentarme ante Los Tres, quienes me explicó habían reencarnado y crecido de forma acelerada. Ellos decidirían si me otorgaban la inmunidad, o no.

—No creo que sea buena idea. Estoy algo cansado.

Alan se puso de pie, con toda la intención de marcharse. Yo terminé de acomodar sobre la mesa unos juguetes que Ethan olvidó y me interpuse en su camino. No entendía por qué desaprovechaba ese momento juntos. Al parecer no era Hannah quien lo hacía comportarse distante.

—¿Qué pasa, Alan? —pregunté directamente, estudiando sus facciones.

Había una tormenta en sus ojos. Me miró con indecisión, la mandíbula tensa y el corazón agitado. Había algo que temía decirme, mas no dejaría que lo guardara. Todo lo referente a Hannah, a Drake, a mi hijo, a él y a mí, me interesaba. Eran varias personas dentro de mi radar de preocupación, así que las probabilidades de que tuviera que ver con ellos era alta.

—Dime —insistí—. Si no lo haces, creeré que simplemente estás dejando de quererme.

Estaba jugando sucio. Lo sabía. No obstante, ya había tenido suficiente con Drake ocultándome cosas y, en una situación más delicada todavía, con mucho más que perder, me exasperaba pensar que podía estar ocultándome información importante. Éramos un equipo, así que él no tenía por qué callarse cosas por protegerme, o por tratar de resolverlas por su cuenta.

—¿Es verdad que has bebido sangre humana? —soltó.

Su interrogante trajo los recuerdos de la fiesta del profesor y cómo perdí el control. Él había visto algunas de las peores versiones de mí, pero jamás una como esa. Me asustó que se decepcionara de mí, porque, a diferencia de él, yo no lo hice por supervivencia. Sí, me habían obligado a tomar un poco, mas el resto yo misma decidí extraerlo. Ellos me arrojaron al abismo y yo me solté del borde para terminar de caer.

—¿Quién te dijo eso?

Lo rodeé para estar espalda con espalda y así evitar enfrentar una posible mirada de reproche. Me destrozaría que Alan me viera como un monstruo.

—Me llegó una foto por correo. Estaba dentro de un sobre y solo tenía mi nombre —explicó.

Me abracé y noté que temblaba. Regresó la sensación de tener a Drake encima de mí en medio de toda esa sangre. Quería que se detuviera, pero a la vez me decía que en el fondo eso era lo mejor que podía pasar. El olvido, la euforia y la ilusión que estar en el paraíso. Imaginar ver la escena desde afuera me dio asco hacia mí misma. Y lo peor fue que una parte deseaba revivirlo; solo que no estuve segura si se limitaba al sabor de la sangre.

—Sí lo hice —murmuré.

De repente tuve sus brazos envolviéndome desde atrás y su frente adherida a la parte trasera de mi cabeza. Buscó mantener en su lugar los pedazos que corrían el riesgo de desmoronarse.

—Tu reacción es más que suficiente para recordarte que no eres un monstruo —dijo.

Fue sencillo, pero con un impacto abrumador que me hizo soltar unas lágrimas. Permanecí en sus brazos, aceptando la calidez del gesto. Si alguien podía entenderme, era él.

No pude evitar pensar en lo asustado que debió estar cuando tuvo que asimilar su nueva necesidad de beber sangre. Fue poco después de haber sido mordido por Bryan, así que no solo había tenido que afrontar el haber dejado de ser humano, sino también volverse dependiente de esa sustancia vital.

También, recordé su expresión cuando lo descubrí luego de aquel combate imprudente que tuvo que Fred. De cómo me sentí culpable por haberle temido, porque, a pesar de ello, seguía siendo el mismo chiquillo menospreciado por los demás. Él no escogió eso y fue agradable, como consecuencia de todo lo que enfrentó después, verlo más fuerte.

—Tal vez sí lo soy —repliqué—. Solo que eres demasiado bueno para darte cuenta.

Ante eso, removió sus brazos y avanzó para quedar frente a mí. Me sorprendió colocando sus manos en mis hombros y apretándolos. Tuve que despegar la vista del suelo para posarla en él. No había rastro del Alan preadolescente, sino que era completamente el Alan hombre. Transmitía seguridad, determinación y anhelo.

Hipnotizada por él, paré de pensar en la oscuridad que habitaba en mí. Solo él ocupó mi mente. Solo la visión de él acortando la distante para unir nuestras frentes. Su aliento se mezcló con el mío, enviando escalofríos por mi cuerpo.

—En el fondo sigue estando la dulce chica que me trató con cariño cuando nadie más lo hizo. Solo estás pasando por un mal momento y aquí estoy para apoyarte, así como tú lo hiciste.

—Si supieras todo lo que...

—Shh... Estás aquí conmigo y le doy gracias a Diana por eso.

Busqué sus labios.

No entendía cómo lo hacía, pero era capaz de utilizar las palabras correctas para tocar mi alma. Corrompida, o no, podía sentirme a salvo porque lo tenía a él. Si Alan podía ver lo bueno en mí, si me amaba como lo demostraba, entonces yo todavía tenía esperanza.

Respondió al beso con delicadeza y tomándose el tiempo de hacerme sentir cada roce. Era como si estuviera cuidadosamente curando mis heridas. Quise quedarme así, envuelta en su refugio.

Con la mente ida, una punzada en el abdomen me hizo interrumpir el beso. Él me observó todavía reflejando lo inmerso que estuvo en el acto. Estuve a punto de ignorar el dolor, etiquetándolo como cólico, mas se intensificó al extremo de tener que apoyarme de Alan para no acabar en el suelo.

—¿Qué ocurre? —preguntó alarmado.

No pude contestar, porque otra provino un poco más hacia el costado de mi cadera. Hundí los dedos en su brazo para no quejarme. Sentí humedad en la mano con la que hice presión en el lugar. Al retirarla unos centímetros, vi la sangre. Drake estaba siendo lastimado.

—Mierda —exhaló.

Alan me apartó y me llevó hacia la cama. También la había visto. Mi camiseta se había manchado.

Me senté justo a tiempo, porque surgió una nueva herida en mi muslo derecho. La experiencia era diferente. Las heridas quemaban.

—Iré por los guardias. Olivia tiene que venir.

—Espera —gemí.

Una cortada apareció a lo largo de mi brazo y no pude sofocar el quejido. A través de todo, veía a Alan impotente por no saber qué hacer. No quería que se fuera.

—No me dejes sola —agregué—. Solo aprieta mi mano. Ya pasará.

Supo que no era el momento de hacer preguntas e hizo lo que le pedí.

Estaba segura de que en cualquier instante la escena llegaría a su fin y que Drake saldría victorioso. No íbamos a morir. No así. No ahora. Tal vez se había topado con unos cazadores, o incluso con unos Hijos de Diana que le estaban dando problemas. Sin embargo, no era tan fácil de matar. Eso yo lo sabía. Simplemente acabaría con ellos y continuaría con sus planes.

Otra apuñalada se manifestó en mi abdomen e hizo necesario un cambio de sábanas. Lo que sí me estaba preocupando era la cantidad de sangre perdida. Creía que no era normal que saliera tanta y ya comenzaba a sentirme un poco mareada. Me tumbé por completo sobre el colchón y apreté la mano de Alan.

—Vanessa, voy a tener que ir.

—No. Todavía no.

Luego de unas cortadas más, y ya casi desvaneciéndome, el ataque secó. Me quedé unos minutos en espera de una herida nueva. Pero, sin que sucediera, me reincorporé con ayuda del rubio. La habitación dada vueltas.

—Necesito unas vendas y algo con mucha azúcar —dije—. Y no le digas a nadie de esto, por favor.

—¿Por qué?

—Porque no van a creer que las heridas que le hacen a Drake se reflejan en mí.

Se quedó plasmado al principio, digiriendo lo dicho. Sin embargo, dejó el resto de interrogantes para después. Me acomodó mejor sobre la cama y fue por lo requerido.

Durante la espera, me dormí por un momento, hasta que otra hoja invisible cortando mi piel sacudió el sueño. En la palma de mi mano una carita triste fue dibujada. Tuvo que haber sido un mensaje de Drake.

Alan trajo en un bolso más de lo que le solicité. Me quitó la ropa con cuidado y limpió la sangre con una toalla húmeda. Desinfectó las heridas, las vendó y me ayudó a ponerme la pijama. Todo lo realizó en silencio.

—Vas a tener que sentarte en la silla mientras cambio las sábanas.

Asentí y le aseguré que podía ir por mi cuenta, solo que a paso lento. Casi me caigo, pero él estuvo ahí para evitarlo. El muslo todavía me dolía y las heridas tardarían en sanar.

Vi a Alan mientras arrancaba las telas que cubrían la cama. Las tiró a un lado y se detuvo a meditar sobre algo antes de seguir con su trabajo. Sacó unas nuevas del armario y al poco tiempo terminó.

—¿Desde cuándo pasa lo de Drake?

—Ya tiene tiempo.

—¿Tienen efecto bilateral, o solo sufres tú?

—Yo absorbo lo que le hagan él. No es recíproco.

—¿Y si muere?

—Yo también lo haré.

—Maldito malnacido.

Me llevó otra vez a la cama. Acomodó las almohadas para que quedara más sentada que acostada.

—¿Por qué no puedo decirle a los demás? —preguntó—. ¿Por qué no me lo habías dicho? Josh y todos los demás lo quieren muerto. Si ellos supieran...

—Piensa, Alan. No lo creían. Lo verían como si quisiera defender a Drake. Además, no pararan su venganza por mí.

—Tienes razón. Ya pronto será la audiencia con Los Tres. Por lo menos así te otorgarían inmunidad y podrás dejar este lugar y...

Tosí. Me cubrí la boca con la mano hasta que pude controlarlos. Me alarmé al ver rastros escarlatas en la palma. Tenía heridas internas que no se cerraban aún.

—Te traje algo que no te gustará, pero sé te ayudará. Quizá no aguantes otro episodio como ese en estas condiciones.

Sacó del bolso un termo y me lo ofreció. Antes de agarrarlo, supe que en su interior debía haber sangre. Quería que la tomara para acelerar el proceso de sanación.

Lo sujeté con fuerza y mi pulso tembló. Recordé la explosión que generaba en las papilas gustativas al ser probada y cómo me hizo sentir invencible. Mi boca se llenó de más saliva y no pude evitar humedecer mis labios. Ansiaba poder probarla, pero a la vez me repetía lo incorrecto que era. Beber sangre no podía ser la solución. Actuar como un monstruo no debía serlo.

—¿De dónde la sacaste? —susurré. A penas podía respirar o articular palabra. Solo me imaginaba la sangre.

—Wyatt me incluyó en una lista para recibir bolsas de sangre cada cierto tiempo. Es la misma que usan los cazadores con los Descendientes de Imm que tienen acuerdos con ellos. —Abrió el envase por mí, y la imagen de la sustancia me desarmó. La quería. La necesitaba—. Nadie murió para conseguirla. Fue donación voluntaria. No estás haciendo algo malo, solo sobrevives.

Lo miré angustiada por mi indecisión. Lo que decía tenía sentido y le restaba culpa a lo que estaba por hacer, pero una vocecita en mi interior continuaba negándose. Se suponía que beber sangre estaba prohibido, que era antinatural. Por más que Drake lo hubiese defendido y Alan lo justificara, yo continuaba sintiéndolo como incorrecto.

—Vamos —me alentó—. Yo vigilaré que no pierdas el control.

La acerqué a mi boca y tímidamente tomé un poco. Supo bien desde el comienzo y mi organismo se emocionó de volverla a ingerir. El remordimiento no tardó en desaparecer, al igual que el termo en vaciarse. Mi pulso de aceleró y una corriente de energía recorrió cada parte de mí. Todo lo negativo se fue, solo se mantuvieron las ganas de sumergirme por siempre en ese mar de euforia.

—Quiero más —gruñí, sintiendo molestia por que se agotó la bebida.

—No, no quieres —respondió firme arrebatándome el termo de las manos—. Con eso bastará.

Estuve por quejarme e incluso exigirle que siguiera saciando mi sed. Por suerte, permanecía lo suficiente lúcida como para notar que esa no era mi yo normal, sino la bestia enjaulada que existía dentro de todos nosotros. Me contuve y concentré en mi respiración, conservando la compostura y agradecida por tener a Alan allí.

—Me quedaré contigo esta noche. Claro, si no te molesta.

Fue un alivio que tomara esa iniciativa, porque no quería estar sola. Alan ayudaba a mantener mi lado oscuro a raya.

—Déjeme pedir que nos busquen algo de comer. Siempre es bueno para recordar que en parte seguimos siendo humanos. Ya mañana pensaremos qué hacer. No dejaré que Drake te destruya.

Prometiendo que volvería rápido, se marchó. Mientras tanto, yo me arropé y busqué la mejor forma de acomodarme en la cama. No tenía demasiada hambre, pero no rechazaría su gesto.

Sintiendo los efectos positivos de la sangre en mi cuerpo, tomé una decisión: tenía que volver con Drake. Quisiera, o no, mi destino estaba atado al suyo, y así sería hasta que nuestro lazo se rompiera. No podía quedarme ajena a lo que sucedía a mi alrededor si él en cualquier momento sería capturado, o peor.

Había tenido suerte de no tener el episodio frente a Ethan. No me perdonaría que su mente inocente quedara marcada con esa imagen sangrienta. Aunque me doliera en el alma alejarme de mi hijo de nuevo, al igual que de mi hermana y de Alan, mi mejor opción era apegarme al plan de detener o salvar yo misma a Drake. De lo contrario, no tendría paz, porque viviría temerosa de en cualquier momento poder morir. 

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