CAPÍTULO 8

SEVIKA

No podía dejar de mirarla, desnuda, con las marcas de mis manos por toda la piel, con mordidas en su cuerpo y el cabello desordenado que enmarcaba su rostro dándole un aire angelical que distaba mucho de todo lo que hicimos anoche; se veía perfecta, tan etérea que parecía irreal, cómo si solo fuera un sueño, pero el dolor de mis músculos era un recordatorio de lo real que había sido todo, aunque todavía no estaba segura qué pasaría de ahora en adelante.

Quizá lo mejor sería ir cada una por su lado; olvidar lo que pasó entre nosotras y seguir con nuestras vidas, sin duda eso sería lo más sensato, pero no podía imaginarme haciendo eso; no podía imaginarme ignorarla y sin duda no iba a poder olvidar todo lo que hicimos anoche.

-        Ten tu crisis más tarde - murmuró Aurora acurrucándose contra mi pecho - Necesito calor - dijo haciéndome sonreír

No tenía idea de qué hora era y honestamente no me importaba; disfrutaría este momento con ella, ya luego me preocuparía por el resto; así que, sin dudarlo más, la envolví con mi cuerpo y cerré los ojos dejándome arrastrar por el sueño con la suavidad de su piel contra la mía.

Horas después volví a despertar, pero permanecí acostada mientras Aurora continuaba durmiendo y una verdad que intenté ignorar durante un largo tiempo al fin salió a la luz; anoche no quería parar, no fui capaz de pensar en nada más que en ella y eso iba más allá del deseo o la lujuria por la que solía acostarme con otras mujeres; porque ahora que la sentía cerca, no quería volver a estar sola.

-        No vas a volver a dormir, ¿verdad? - murmuró acurrucándose entre las sábanas

-        Tenemos que trabajar - respondí y finalmente abrió los ojos

-        No quiero - dijo haciendo un puchero con los labios

Diablos realmente me tenía, porque no podía ser que ese simple gesto me pareciera tan adorable; ¿Dónde quedó todo el odio y mis ganas de discutir con ella?

-        ¿Eres así cuánto te despiertas? - pregunté y ella sonrió con malicia

-        Solo cuando me han follado hasta la inconsciencia - dijo acercándose a mis labios y no pude contener las ganas de besarla

-        Pequeño demonio...

-        Prefiero cuando me dices ángel... - murmuró contra mis labios

Si no me levantaba, ambas nos quedaríamos en esa cama por el resto del día porque sin duda ella sabía cómo encenderme y verla tan dispuesta, acostada sobre la cama con las sábanas rodeando su cuerpo solo aumentaban mis ganas de volver a tenerla gimiendo debajo de mí hasta que perdiera la consciencia.

-        ¿Te duchas conmigo? - preguntó con una sonrisa y sin duda esa proposición fue algo imposible de rechazar

Al final, Aurora se salió con la suya y volvimos a follar en la ducha y luego en la cama antes de que finalmente la obligara a vestirse para ir a cumplir con el trabajo que habíamos descuidado, aunque en el segundo en que pusimos un pie en la oficina de Silco, la sonrisa de Jinx me hizo saber que ella sabía perfectamente dónde habíamos pasado las últimas horas y antes de que se atreviera a soltar alguno de sus impertinentes comentarios, obtuve las órdenes de Silco y salí dispara de su oficina dejando a Aurora completamente confundida.

Tenía mucho con lo que lidiar antes de la entrega que se llevaría a cabo el día del progreso de Piltover y decidí centrar mi atención en el trabajo antes de que mis pensamientos vagaran muy lejos de ahí, exactamente hacia una hermosa chica de ojos azules que me traía hecha un desastre, pero a medida que pasaban las horas y era momento de volver a la oficina de Silco para dar mi informe, empecé a ponerme nerviosa.

-        Sevika, ¿Todo listo para la entrega? - preguntó Silco una vez que puse un pie en su oficina

-        Todo está en orden - declaré con seguridad

-        Llevarás a Jinx y a Aurora contigo, ellas se encargarán de vigilar la carga

Esa era una terrible idea y no por la habilidad de ambas porque incluso yo podía admitir que las armas de Jinx funcionaban muy bien, el problema era su cabeza y el desastre que siempre parecía seguirla, algo que Aurora de alguna forma siempre terminaba justificando y defendiendo como si las acciones de Jinx no fueran de por sí demasiado peligrosas.

-        Puedo resolverlo sola

-        Las llevarás a ambas - sentenció y tuve que tragarme mi reclamo

Silco podía ser imparcial siempre y cuando no se tratara de ellas, porque si bien era duro con ambas y les exigía lo mejor, no tardaba en justificar sus errores ni en hacer lo necesario para mantenerlas felices, sin importar el costo; por un lado, podía llegar a comprenderlo, él las crió y se encargó de convertirlas en lo que eran ahora, aunque Aurora no era tan pequeña como Jinx cuando ambas llegaron con Silco y eso hacía que la relación de ambos aún fuera tensa por momentos, pero de todas formas, Silco las quería y las mantenía a salvo, incluso cuando eso a veces significaba poner a todos los demás en riesgo.

-        Bien - acepté con molestia

-        Sevika, ¿cómo va todo con Aurora? ¿Te has encargado de que no esté en peligro? - preguntó y por un segundo no supe qué responder

Silco me mataría si supiera lo que había pasado entre Aurora y yo; él pediría mi cabeza si supiera que habíamos follado, porque por más que ella no quisiera admitirlo en voz alta, era como una hija para él y eso la ponía fuera de los límites; Silco me pidió protegerla y se tomaría como un acto de traición el hecho de que me hubiera acostado con ella.

-        Me he encargado, nadie le pondrá una mano en cima - aseguré y tuve que tragarme el añadir que yo pensaba seguir haciéndolo

Una vez que terminé de resolver algunos asuntos con Silco, salí de la oficina encontrándome directamente con Aurora que estaba sentada en el bar con un vaso en la mano mientras un idiota intentaba coquetear con ella; se veía preciosa, con un pantalón que se le pegaba a las piernas y un top de manga larga que estaba segura que se había puesto para disimular las marcas que había dejado por todo su cuerpo, aunque a pesar de sus esfuerzos, todavía podía apreciar el leve color violáceo de mis dedos alrededor de su cuello.

-        ¡Largo! - ordené mirando con rabia al sujeto que estaba peligrosamente cerca de Aurora y ella sonrió al verlo correr

-        Si vas a espantar a todos los que se me acerquen, no lo tendrás muy fácil, Vika - repitió ese apodo que ahora sonaba dulce en sus labios

-        No deberías dejarlos acercarse tanto - respondí y su sonrisa se hizo más grande

-        ¿Celosa? - preguntó y se llevó el vaso a los labios para beber su contenido de golpe y mirarme de una manera muy intensa

-        Vamos - ordené y fue una sorpresa verla obedecer tan mansamente mientras salíamos de la última gota

Caminamos un par de calles antes de que tomara su brazo y la empujara contra una pared, oculta en la oscuridad de los callejones y pude ver sus pupilas dilatarse ante la fuerza con la que la estaba tomando, algo que sin duda no iba a pasar por alto y en el momento en que ataqué sus labios como había deseado hacerlo todo el maldito día, la sentí derretirse en mis brazos, con una suavidad que nunca creí posible.

-        Vika... - jadeo cuando mis manos bajaron por su cuerpo y en el momento en que coloqué una de ellas entre sus piernas, disfruté de la forma en que mordió mis labios para reprimir un grito

Esta vez fue Aurora quien casi me arrastró hasta mi departamento y estuve tentada a reír por la desesperación en su rostro; al parecer no fui la única que pasó todo el día pensando en la increíble noche que tuvimos y ese maravilloso despertar.

Después de las primeras dos rondas, ambas estábamos mucho más tranquilas y sin duda disfrutaba de tenerla en mis brazos, sin discutir ni terminar gritándonos como siempre solía suceder y aunque teníamos que hablar de manera seria, ninguna parecía dispuesta a romper esta pequeña burbuja en la que nos habíamos encerrado.

-        ¿Qué pasa a partir de ahora? - preguntó girándose a mirarme

-        Guardamos el secreto, nos olvidamos de esto y seguimos con nuestras vidas - respondí y sus ojos se abrieron de golpe

Aurora cerró los ojos y se apartó, la sentí retraerse, lo que terminó por destrozarme y finalmente acepté que eso no era lo que quería y sin duda moriría si no podía volver a tocarla.

-        Eso es lo correcto, es lo que deberíamos hacer, Ángel - admití con nervios - ¡Diablos! le juré a Silco que te protegería justo de lo que yo te estoy haciendo - dije y ella abrió los ojos observándome con cuidado en absoluto silencio - No soy buena con las palabras y joder, no tengo idea que me has hecho, pero no soy capaz de alejarme de ti y no quiero hacerlo

-        Sevika...

-        No sé qué hiciste para derribar mis muros, pero ahora que estás aquí, no voy a dejarte ir, nadie volverá a tocarte, ángel, eres mía - declaré tomando su cintura con mi mano mecánica mientras ella volvía a sonreír

-        ¿No más idas al burdel? - preguntó sin apartar sus ojos de los míos

-        No deseo a nadie más que a ti - aseguré y ella se acercó nuevamente a mis labios

-        Soy tuya, Vika, porque yo tampoco estoy dispuesta a dejarte ir...

La atraje a mi cuerpo haciéndola reír y todo se sintió perfecto; tal vez todavía nos quedaban cientos de problemas pendientes, pero por ahora era feliz al tenerla aquí a mi lado, acurrucada entre mis brazos donde sabía que estaba a salvo y con lentitud fui recorriendo su cuerpo, memorizando el sonido de sus gemidos y la forma en que sus músculos se tensaban para recibirme; ella estaba hecha para mí y me encantaba ser quien controlara su placer; verla llegar al clímax mientras gemía mi nombre y marcar su piel sin tener que reprimirme; ella me fascinaba y escucharla decirme que era mía sólo aumentaba mis ganas de poseerla hasta el punto en que sólo existiéramos nosotras dos.

Los siguientes días fueron los mejores de mi vida; por la mañana despertaba con Aurora a mi lado, después de una noche llena de sexo hasta dejarnos agotadas; desayunábamos juntas y ella siempre conseguía hacerme sonreír; ya no discutíamos y cuando lo hacíamos encontrábamos la forma de arreglarlo en la cama, en dónde ella siempre se rendía ante mis caricias y terminaba cediendo el control, dejándome poseerla como quisiera y obedeciendo mis órdenes como jamás imaginé que fuera capaz de obedecer; después de eso, cada una se encargaba de su trabajo y mientras yo pasaba el día lidiando con algunos idiotas o encargándome de algunos de los negocios de Silco, ella tenía sus propias tareas que usualmente llevaba a cabo con Jinx, lo que me mantenía tranquila al saber que por más loca que estuviera la peliazul, jamás permitiera que alguien dañara a Aurora y cuando el día finalizaba, me encontraba con ella en la oficina de Silco para dar el informe y justo después ambas nos dirigíamos a mi departamento en el que disfrutaba de tenerla en mi cama o en cualquier lugar cuando terminábamos cediendo ante la desesperación, pero hoy era diferente; era el día del progreso y teníamos un encargo pendiente, algo realmente importante que requería nuestra completa atención y justo por eso me había mantenido apartada, supervisando que todo se llevara a cabo perfectamente hasta que la llegada de los malditos firelights arruinó mi día.

Uno de ellos lanzó una bomba en mi dirección que me cubrió con cristales que se solidificaron a mi alrededor manteniéndome fija contra una pared y luego se desató el caos; ellos tenían la intención de quemar todo el brillo, pero en el segundo en que enviaron a uno de sus hombres abajo, Jinx y Aurora se encargaron de acabar con ellos.

Los disparos, las explosiones, el caos y el desastre siempre seguían a Jinx a donde iba y las cosas no tardaron en empeorar; ambas salieron en medio del humo causado por las explosiones y empezaron a luchar contra los firelights; podía ver a Aurora luchar con fuerza, sometiendo a todos los que intentaban atacarla y las cosas realmente marchaban bien hasta que Jinx perdió la cabeza y se quedó paralizada observando a una chica de cabello rosa que terminó por soltar la bengala directamente sobre el brillo, incendiando el lugar con rapidez mientras Jinx continuaba sujetándola, perdida en su propia mente y en el momento en que finalmente la asesinó, comenzó a disparar como loca en todas direcciones, tan perdida en sus propios demonios que no se dio cuenta que por poco nos daba a todos nosotros, incluida a Aurora a quien prácticamente cubrí con mi cuerpo en cuanto pude librarme de esos malditos cristales.

-        ¡Debías vigilar la carga! - le grité a Jinx en cuanto dejó de disparar y ella me miró como una niña perdida

-        Jinx... ¿estás bien? - preguntó Aurora acercándose a esa loca sin mirarme y tomó sus manos para comenzar a revisarla

-        Ella está bien - dije mordazmente - La que podría estar lastimada eres tú - dije y ella frunció el ceño

-        Lo siento... - murmuró Jinx y Aurora simplemente la abrazó

-        Todo está bien, Pow Pow, todo está bien...

Me enfurecía lo que Aurora estaba haciendo; pudo morir por culpa de Jinx, alguno de esos disparos pudo herirla de gravedad o a alguno de nosotros, pero por supuesto que su maldita prioridad era esa desquiciada chica de azul.

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