CAPÍTULO 6
SEVIKA
Estaba fumando un cigarrillo mientras terminaba de atender algunos asuntos que Silco había ordenado, pero francamente no podía sacarla de mi mente; no conseguía olvidar como se sintió tenerla contra mi pecho mientras temblaba y la sensación de calidez que me recorrió el cuerpo cuando se inclinó buscando más contacto, como si pese al odio que decía sentir, se sintiera segura a mi lado y eso me gustó, el poder protegerla, el saber que estaba a salvo y que sin importar quien se interpusiera, yo iba a protegerla; ¡Mierda! ¡¿Qué estaba pensando?! ¡No podía sentir nada por ella! ¡Solo era una mocosa exasperante a la que casi siempre deseaba estrangular!
Estaba caminando, perdida en mis propios pensamientos cuando sin saber porque terminé en uno de los edificios abandonados en la parte industrial de los carriles y la risa que escuché, sin saber exactamente porque, me obligó a desviar mi camino, entrando a uno de esos desastrosos lugares y encontrándome con una imagen que sin duda iba a permanecer mucho tiempo en mi cabeza.
Aurora estaba ahí, con unos pantalones ajustados y un top que solo cubría sus pechos dejando su plano abdomen al descubierto mientras se entretenía disparando; su puntería era excelente y la rapidez de sus movimientos era impresionante, tanto que consiguió encenderme y calentarme más de lo que esperaba; no tenía ninguna duda de que la deseaba, porque estaba claro que no era capaz de apartar los ojos de ella y muchos escenarios diferentes se reproducían en mi mente.
- ¿Qué quieres? - preguntó bruscamente y eso me hizo reaccionar
- Nada, solo pasaba por aquí
- No solo se pasa por aquí
- Pues yo lo hice, no es mi culpa que tengas malos escondites
- No buscaba esconderme - refutó antes de volver a disparar dando justo en el centro del blanco
- ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar con Jinx?
- Necesitaba un descanso
- De esa loca, por supuesto que te creo - dije y ella frunció el ceño
- No la llames así
- Es lo que es, está loca
- Y culpa de quién será... - murmuró y se giró para volver a disparar
- Culpa a la cobarde de su hermana - dije y el agarre que mantenía sobre el arma aumentó
- Vi no es cobarde - dijo molesta
- ¿No querrás decir era? ¿Está muerta o lo olvidaste?
Noté mi error inmediatamente y la tristeza que inundó sus ojos me golpeó con demasiada fuerza; ella bajó el arma, guardándola con lentitud y luego se alejó sin volver a mirarme.
- Aurora... - dije siguiéndola, pero cundo toqué su brazo, se giró para lanzarme un golpe
- ¡No vuelvas a tocarme! - gritó y me sujeté el rostro en dónde ella me había golpeado - Gracias por recordarme el horrible ser humano que eres, Sevika, casi lo había olvidado - dijo con rabia
Antes de que pudiera pensarlo mejor, me abalancé hacia ella y nuevamente tomé su brazo mientras intentaba inmovilizarla, pero sin duda era buena peleando y estaba tan furiosa como un animal salvaje.
- ¡Suéltame, maldita sea! - gritó lanzando patadas
Me costó someterla, pero cuando lo hice, la imagen de ella debajo de mi cuerpo, con mi pierna entre las suyas y mis manos sosteniendo sus muñecas sobre su cabeza, envió descargas eléctricas por todo mi cuerpo y lo dilatadas que estaban sus pupilas sólo aumentó mi deseo.
- Suéltame - pidió removiéndose debajo de mí
- No deberías moverte así - dije sin soltarla
- ¡Vete al diablo, Sevika! - gritó furiosa, con ese fuego en los ojos que últimamente me fascinaba
- Lamento lo que dije - admití y por un segundo, dejó de pelear
- Ella era mi familia...
- Lo sé... - murmuré soltándola poco a poco y me hice a un lado permitiéndole que se sentara
- ¿Por qué lo traicionaste? - preguntó bajando la voz
- Pensaba que era lo mejor; solo quería lo mejor para los carriles...
- Los perdí a todos... y yo... me quedé con ustedes, con Silco, contigo... - murmuró lentamente
- Lo hiciste por Jinx - intervine intentando apoyarla
- Sí... porque la quiero, porque es mi familia, pero... debería odiarlos y no puedo - dijo y comenzó a llorar - Silco mató a Vander, pero también cuido de Jinx y de mí; él nos hizo esto, pero también ha intentado que seamos felices, nos ha protegido - dijo apegando sus piernas a su pecho mientras temblaba - Y tú, lo traicionaste, nos traicionaste a todos, pero... me protegiste de ese sujeto y sé que has intentado cuidarnos incluso si te hacemos enojar; cuidas a Jinx, me cuidas a mí y... yo... no sé qué es lo que siento
- Aurora...
- Quiero odiarte, pero no puedo - dijo poniéndose de pie lentamente - Solo aléjate Sevika, es lo mejor - murmuró antes de salir corriendo
Me quedé en el suelo, observando el lugar por el que se fue sin saber qué hacer; ni siquiera estaba segura de porque diablos me importaba, pero lo hacía y negarlo sería algo idiota, además de inútil; ¿sentía algo por ella? No, eso era imposible, ambas nos odiábamos, siempre intentábamos hacernos la vida miserable o al menos así era antes de ese maldito beso; ¿cómo hacía para sacar el sabor de sus labios de mi cabeza? ¿Cómo hacía para no recordar lo suave que se sentía en mis brazos? ¿Cómo me quitaba esta sensación de encima? ¿Cómo podía dejar de pensar en ella?
- Parece que te dejaron muy mal - escuché de pronto y levanté el arma apuntándole a la loca de Jinx
- ¡¿Desde hace cuánto estas ahí?! - grité y ella sonrió
- No iba a dejar a Aurora sola después de lo que sucedió - admitió mientras se colgaba de una de las vigas
- ¿Ahora la sigues? - cuestioné y su sonrisa se extendió
- Yo debería preguntarte lo mismo
Realmente no soportaba a esa loca peliazul, siempre se metía en donde no debía y se dedicaba a sabotearlo todo en lugar de colaborar; era un dolor de cabeza constante y un problema, pero hace mucho había aprendido que intentar razonar con ella era inútil, tanto como intentar atrapar el humo con las manos.
- Pasaba por aquí y ya - dije poniéndome de pie, pero no le di la espalda, después de todo, Jinx era todo menos confiable
- Se siente mal
- ¿Qué? - cuestioné confundida
- Tiene pesadillas; casi no duerme porque no quiere que lo sepa, pero tiene pesadillas - dijo y su expresión de preocupación alteró algo en mi interior
Jinx estaba preocupada por Aurora y pese a lo poco que confiaba en ella y lo loca que pensaba que estaba, si había alguien de quien ella siempre se preocupaba era de Aurora y si estaba diciéndome esto, la situación debía ser seria.
- No puedo perderla también - murmuró nerviosa - ¡No cállate! ¡Ella no me dejará! ¡Estará bien! - gritó mirando a un costado y suspiré
Jinx era inestable y por eso siempre me pareció peligrosa; su mente era un desastre y constantemente arruinaba las cosas porque no podía poner sus pensamientos bajo control y se dejaba llevar por las voces en su cabeza, pero también tenía que reconocer que era sumamente inteligente y que pese a todo el desastre que ocasionaba siempre buscaba que Aurora estuviera a salvo y en este momento, eso era lo que me importaba.
- ¡Jinx! - grité para hacerla reaccionar
- No puedo perderla... - siguió murmurando, peleando con las voces en su cabeza y me acerqué a ella para forzarla a volver a centrarse en la realidad
- No vas a perderla, no dejaré que nada le suceda - aseguré y ella me miró a los ojos fijamente, tanto que casi retrocedí
- ¿Por qué? - preguntó dejándome helada - ¿Por Silco o porque lo harás? No te agradamos, no te importa lo que nos suceda, nos odias - me acusó, pero en lugar de la ira o la locura habitual que siempre veía en sus ojos, ahora había miedo
Tal vez nunca comprendería o soportaría a Jinx, pero entendía porque Silco y Aurora siempre intentaban protegerla; Jinx podía ser una desquiciada capaz de volar a cientos de personas entendía pedazos, pero era inestable y frágil, tanto como lo fue hace años cuando Silco la sujetó en sus brazos después de la muerte de Vander.
- No las odio - admití con lentitud - No me agradas y realmente creo que eres un problema, Jinx, pero...
- Pero no piensas lo mismo de Aurora
- Yo no dije eso - negué frunciendo el ceño
- Pero es así, ¿verdad?
- Jinx... - empecé con a amenazar, pero ella solo sonrió
- Si la lastimas de alguna forma, no quedarán ni tus cenizas para recordar - dijo como si fuera algo normal - Te despedazaré tan rápido que ni siquiera podrás gritar
Antes de que pudiera decir algo más, ella se alejó, trepando entre las vigas dejándome mucho más confundida que antes, pero con una cosa clara en mi cabeza; Aurora me preocupaba y necesitaba entender porque o realmente terminaría por volverme loca, así que, sin perder más tiempo, decidí seguir mi camino y distraerme como más me gustaba hacerlo.
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