CAPÍTULO 2
SEVIKA
Esa mocosa me tenía harta; era imposible de soportar y trabajar junto a ella era insufrible; no se tomaba nada en serio, jamás actuaba con madurez y siempre encontraba la forma de salirse con la suya; era odiosa e insoportable, pero al mismo tiempo, era excelente en lo que hacía; Silco tenía razón en eso; nadie podía igualar la habilidad de Aurora con el arco o con los cuchillos; ella era infalible al menos en ese aspecto y realmente letal, pero verla coquetear con esos vigilantes me dejó un sabor amargo en la boca y una sensación de asco en el estómago; no era ciega y podía admitir que Aurora era hermosa, sin embargo, también era muy conocido el hecho de que disfrutaba usando a las personas a su beneficio y lo que tenía de hermosa, lo tenía de manipuladora.
Después de que completamos el trabajo, fui a darle mi informe a Silco mientras Aurora desaparecía, aunque era mejor para mí porque realmente no tenía más ganas de lidiar con ella y después de terminar con mi trabajo por el día de hoy; me dirigí al burdel para relajarme un poco, sin embargo, la imagen que me encontré me dejó prácticamente en blanco y por más que lo intenté, mis pies me llevaron a uno de los asientos más escondidos desde dónde podía ver lo que estaba sucediendo.
Era un maldito demonio vestido de ángel; tan hermosa que a simple vista era entendible que todos estuvieran locos por ella, pero por más que se veía angelical, yo la conocía perfectamente y sabía lo que estaba haciendo ahora, solo buscaba una presa con la cual divertirse y si bien yo no estaba interesada en convertirme en eso, nada me impedía disfrutar de la vista.
Aurora era preciosa, con ese cabello lila que siempre solía traer sujeto en una cola alta y que en ocasiones me provocaba la fantasía de tirar de ella para obligarla a obedecer; su piel era tersa y clara, casi perfecta a excepción de un tatuaje en sus costillas que llegué a apreciar en una ocasión y sus ojos eran de un azul muy claro, tan profundo que cuando te miraba, sentías que te veía por dentro, pero lo que tenía de hermosa lo tenía de insoportable, aunque quien sabe y podría encontrar la forma de evitar que hablara y disfrutar de otra clase de sonidos.
¿Se podía desear a alguien y odiarlo al mismo tiempo?
Porque realmente la detesta, pero al mismo tiempo no era capaz de dejar de mirarla, en especial en momentos como este dónde se movía con la música usando ropa que dejaba poco a la imaginación; era un maldito demonio con cara de ángel y sin duda deseaba probarla, aunque eso fuera lo último que pudiera hacer; la observé mientras bebía un par de tragos y cuando ella comenzó a bailar restregándose contra un sujeto, perdí el control que me caracterizaba y tomé a una de las chicas que pasaban por ahí, sentándola en mis piernas antes de comenzar a acariciarla mientras mis ojos seguían perdidos en esa provocadora, pero en el momento en que la perdí de vista decidí simplemente hacer lo que había venido a hacer y me dirigí a una habitación con la chica en mis piernas.
- Sevika... - murmuró aquella mujer, pero no tenía ganas de escucharla y me limité a arrojarla sobre la cama y abrir sus piernas para acomodar mi cuerpo golpeando directamente en su centro
- No hables - ordené y terminé de retirar la escasa tela que la cubría
Estaba furiosa y sentía la ira en un estado tan puro que sumado a la frustración errática que sentía, no conseguí mantener el control y me desquité con aquella chica de forma violenta, perdiendo la cuenta de cuantas veces se corrió en mis manos mientras mi mente solo me recordaba a aquella provocadora que no dejaba de ser la fuente del más profundo deseo y odio que podía sentir en mi interior, pero cuando finalmente me aburrí, solo dejé el pago sobre la mesa, cubrí a aquella chica con una manta y salí de la habitación para volver a mi departamento, aunque justo antes de hacerlo, escuché una voz que me obligó a detenerme.
- Ya te dije que no quiero
- Vamos, muñeca, te deseo tanto
- Pues yo no quiero, suéltame...
- Vas a ser mía quieras o no, como si las putas no estuvieran acostumbradas a follar - escuché decir a un hombre y prácticamente me fui contra la puerta encontrándome con la peor imagen que pude llegar a imaginar
Aurora estaba sobre la cama, con el vestido que antes usaba bastante destrozado y un hilo de sangre bajando por sus labios mientras un maldito vigilante estaba casi sobre ella, con los pantalones abajo y bastante drogado; Aurora se veía indefensa, como jamás imaginé verla y eso fue lo que me enfureció; ella siempre se mostraba fuerte, no dudaba antes de atacar y siempre se defendía, pero ahora su mirada solo estaba cargada de miedo y por más que nos lleváramos muy mal entre nosotras jamás sería capaz de dejarla sola en una situación como esta, por lo que sin pensarlo mucho golpeé a ese vigilante dejándolo desmayado en el suelo y me acerqué cuidadosamente a Aurora que temblaba sobre la cama.
- Sevika... - murmuró sin dejar de temblar y noté otra cosa
- ¿Estás drogada?
- Él... me dio algo... no sé... me siento mal - murmuró nerviosa
Me quité la capa y la cubrí delicadamente intentando no hacer movimientos fuertes para no asustarla, pero antes de hacer algo más, pedí su permiso con la mirada y una vez que ella asintió, la tomé con cuidado, cubriéndola bien con la capa mientras ella se ocultaba contra mi pecho.
Nunca antes me había fijado en lo delgada que era y lo delicada que parecía; se sentía ligera en mis brazos y ahora que estaba temblando, asustada por lo que había sucedido, no parecía la chica odiosa que disfrutaba peleando conmigo, al contrario, por primera ve estaba viendo un lado de ella completamente desconocido.
- Te llevaré con Jinx
- No... - murmuró mirándome brevemente y noté algunas lágrimas empañando sus ojos - Jinx lo matará
- Se lo merece - respondí con dureza
- Eso solo empeorará las cosas...
Ella tenía razón, pero odiaba dejar la situación así y dejarlo salirse con la suya, aunque por ahora la prioridad era llevar a Aurora a algún lugar seguro y ayudarla a tranquilizarse.
- Bien - acepté sin ganas y me dirigí a mi pequeño departamento
Jamás imaginé que la traería aquí, en especial a ella, pero el verla tan vulnerable y asustada me había ablandado un poco y el saber que no tenía a dónde ir fue razón suficiente para traerla al lugar más seguro que conocía; mi casa, aunque seguramente mañana me arrepentiría de esa decisión.
Cerré la puerta de una patada y me dirigí al mueble, dejándola con más cuidado del que esperaba mientras ella se envolvía en mi capa y me miraba con una expresión mortificada en el rostro; sin perder ni un segundo, tomé una botella de Whisky que siempre tenía guardada y serví dos vasos antes de volver a tomar asiento a su lado.
- ¿Qué sucedió? - pregunté entregándole el vaso mientras ella me observaba con desconfianza - Aurora, si quisiera hacer algo malo, ya lo hubiera hecho, estás a salvo aquí
- Me cuesta creerlo... - murmuró y sabía exactamente porque lo decía
No le llevaba muchos años a Aurora; la verdad es que cuando Vander estaba vivo me había cruzado en más de una oportunidad con ella y con Vi; después de todo, ellas eran de la misma edad y solían meterse en algunas peleas; pero después de lo qué pasó; ella no tuvo más opción que quedarse con Silco y de alguna forma me culpaba por ello.
- Me dio algo de beber y yo... estaba distraída...
- ¿Distraída? - cuestioné con confusión; eso no era propio de ella
- Si que disfrutaste la noche, ¿no? - preguntó y eso me tomó desprevenida
Quizá era porque seguía drogada o tal vez me estaba volviendo loca, pero algo en su tono de voz me hizo dudar y fue cosa de un instante, un pequeño desliz que Aurora no hubiera tenido si estuviera en sus cinco sentidos, pero alcancé a ver como sus ojos se desviaban a mis brazos y luego bajaban al resto de mi cuerpo, lo que, sin poder evitarlo, me hizo sonreír al haberla atrapado en el acto.
- Bueno, tenía que sacarme a un demonio de la cabeza
- ¿Qué? - preguntó confundida y reí un poco
- ¿Qué sucedió después de que bebiste eso? - pregunté cambiando el rumbo de la conversación
- Estaba mareada y me llevó a esa habitación; no quería acostarme con él; es un idiota
- Usualmente son tu tipo - respondí y su mirada se endureció
- Como si tu buscaras algo mejor...
- Quienes se acuestan conmigo nunca tienen quejas
- Cierto, porque eres tan irresistible - dijo molesta y me acerqué peligrosamente hasta quedar a centímetros de su boca
- No podrías caminar en días, ángel y tu cuerpo me recordaría para siempre
La acorralé con mi cuerpo lo que finalmente la hizo tensarse y sonreí al notar como sus ojos bajan a mis labios; porque para decir que me odiaba tanto, justo ahora parecía lo contrario, aunque yo no me encontraba en una situación diferente, porque en el segundo en que me acerqué recordé las escasas telas que la cubrían bajo mi capa y no pude evitar que el deseo se extendiera en mi cuerpo, sin embargo, está noche Aurora había tenido suficiente y lo que necesitaba era descansar; estaba vulnerable y ni siquiera yo era tan idiota para aprovecharme de ella en esta situación.
- ¿Quieres quedarte en el sofá o prefieres la cama?
- ¿Qué? ¿Por qué? - preguntó enrojeciendo y francamente el sonrojo en sus mejillas me pareció extremadamente dulce, aunque no pude evitar preguntarme que tan dulce sería en otra situación
- Tuviste una noche difícil, necesitas descansar - sentencié con calma y ella se quedó mirándome en silencio
- ¿No me deseas? - preguntó y reí ocasionando que frunciera el ceño
- Cuando estés en tus cinco sentidos te arrepentirás mucho de haber preguntado eso
Ella se levantó furiosa con el rostro de un adorable color rojo, pero al dar un paso adelante, volvió a tambalearse y tuve que sujetarla por la cintura para evitar que cayera al suelo.
- Te llevaré a la cama, ángel, espero que mañana no quieras matarme por eso
- Te odio... - murmuró cerrando los ojos
- Sí, eso suena más como tú
Una vez que llevé a Aurora a la habitación; le retiré la capa y los retazos del vestido que prácticamente no cubrían nada de su cuerpo y no pude evitar detenerme un segundo a mirarla, pero no tarde en entrar en razón y la metí bajo la colcha asegurándome de que estuviera bien cubierta para después salir de la habitación y dejarme caer en el sofá con un nuevo vaso de whisky en la mano.
¿Qué diablos estaba sucediendo?
Pero aún peor... ¿Qué sucedería mañana?
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