Capítulo 9.
Nota del autor:
Este capítulo es para conocer mejor a Adelaida, el orígen de sus
traumas etc.....
Sin nada más que decir les deseo una tranquila y linda lectura 😊
Adelaida.
Me encuentro en una situación sumamente angustiante, sintiendo que estoy atrapada sin posibilidad de escape. Aunque mi mente se mantiene consciente y en alerta, mi cuerpo está paralizado. No puedo realizar los movimientos que deseo, ni tampoco puedo comunicarme de manera adecuada. En este estado de vulnerabilidad, escucho las palabras de la doctora.
Puedo sentir el tacto del látex presionando mi brazo, como si estuviera buscando algo.
Sin previo aviso, la doctora introduce algo a través de mis venas. Un líquido frío recorre mi cuerpo, como si mil serpientes venenosas se deslizaran por mi cuerpo, provocandome así un agudo pitido en mis oídos.
•••🥀•••
—¿Podrás perdonarme? —pregunta mientras me aparto, desesperada por huir de su mirada que me obliga a enfrentar la realidad que he ignorado.
—Me utilizaste —digo con voz temblorosa, las palabras salen llenas de rabia—. Me hiciste prisionera la noche de nuestra boda, me arrebataste mi libertad y me sometiste a un infierno de maltrato inimaginable.
Él niega con la cabeza y toma mi rostro entre sus manos.
—Eso aún no ha sucedido —susurra con malicia.
—¿Que?
Abro los ojos y de repente, un grupo de guardias me ataca sin piedad. Siento cada golpe, cada bofetada, cada insulto como cuchillos cortantes. Caigo al suelo, incapaz de resistir el dolor, y uno de esos hombres se acerca lentamente.
—¿No recuerdas quién soy? —me pregunta despectivamente, desafiante.
Reconozco su siniestra sonrisa, es uno de los culpables de mi traumática boda. Las imágenes de esa terrible noche vuelven a mi mente y la ira me consume.
—Tú, maldito —susurro, luchando por levantarme a pesar del dolor—. Intentaste agredirme.
—Y lo volveré a hacer, porque estás atrapada.
Mis intentos de gritar son sofocados. Las lágrimas amenazan con caer, pero se evaporan antes de tocar mi piel.
Un coraje desesperado surge de lo más profundo de mí y, en un acto de valentía, busco mi daga. El frío acero penetra el cuerpo de mi agresor y la sangre mancha mis manos, tiñendo mi vestido blanco con el rojo de la venganza.
—Tía Ayla.
Me acerco a su cama al no obtener respuesta de ella, y la angustia me invade al descubrir su cuerpo sin vida. Mis gritos desesperados se pierden en el eco de la habitación. De repente todo a mi alrededor se oscurece.
Cuerpos sin rostro yacen a mi alrededor, revelando mi mayor temor: la pérdida. Victoria, Elrik... sus nombres golpean mi pecho. Intento despertarlos, pero sus ojos permanecen cerrados, atrapados en un sueño del que no puedo rescatarlos.
Una nota en el vientre de ambos es como un puñal en mi corazón, una cruel advertencia de que mi realidad se desmorona. Corro desesperadamente en busca de ayuda, mis gritos se pierden en el aire, impotentes ante la traición y el dolor que me rodean.
Cada rama que se quiebra bajo mis pies resuena como un eco de los momentos de horror y angustia que he vivido en el en estos momentos.
En medio de esa oscuridad abrumadora, Alicent, cubierta de sangre, aparece ante mí.
Por un instante, un vacío existencial nos une, y una pregunta atormenta mi mente:
—¿Por qué te fuiste para luego regresar?
—Yo nunca regresaré. Por tu culpa.
Parece estar atrapada en una tristeza eterna y la culpa me consume. ¿Y si tiene razón? ¿Si todo lo que ha ocurrido es culpa mía?
—Mi valiente hija —susurra mientras acaricia mi rostro con ternura—. El tiempo se acaba.
—¿De que hablas?
—Estás a punto de morir —pronuncia mientras señala mi abdomen, y puedo contemplar cómo la sangre fluye incansablemente—. Tienes la opción de vivir y vengarte, o de morir y ser vengada.
Nota del autor:
Como dije antes este sueño refleja traumas y miedos de Adelaida y aquí dejaré algunos de ellos.
-La traición de Canrad el día de su boda.
-El maltrato sufrido cuándo la tomaron como prisionera (tanto físico como emocional)
-El intento de agresión qué sufrió.
-Todo lo que le pasó vestida de novia.
-La muerte de Ayla.
-El miedo de perder a seres queridos.
-El abandono de su madre, y la culpa que le hizo cargar desde muy pequeña (escapó la noche del asesinato de su padre, además de que Adelaida tenía sólo 7 años)
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