Capítulo 8.


Mi sueño es interrumpido por la voz insistente de Clarissa, quien abre las cortinas dejando que la luz del sol entre en la habitación.

De inmediato me tapo con el edredón, para protegerme de la molesta luz, ya que anoche me quedé hablando con Lesart a altas horas de la noche y todavía no confirmó mis sospechas sobre si su padre es realmente Siden, el jefe del grupo al que trabajaba. Tan solo me duché y me quedé dormida.

—Venga, despierta de una vez. Hoy tienes prueba de vestidos —dice Clarissa con un tono impaciente—. ¿Duermes boca abajo?

Asiento.

—¿Prueba de qué? —pregunto con curiosidad y preocupación, alzando mí cabeza del edredón.

Clarissa no pudo contener una sonrisa llena de complicidad.

—Prueba para elegir tu velo de boda —responde sin entusiasmo.

Las palabras "velo de novia" y "boda" crean un dolor inmenso en mi cicatriz. Veo que Arthur se está tomando este matrimonio muy en serio.

Miro alrededor y notó la ausencia de Celis.

—¿Y Celis?

—La han trasladado a otra habitación porque ahora eres la prometida del heredero —dice con cierta resignación.

—¿Y eso quien lo ordenó?

—Arthur.

Me levanto de la cama para acercarme a Clarissa.

—¿Y quién es Arthur para dictar estas órdenes? —cuestiono con mis ojos arrojando una mezcla de desafío y asombro.

—Es el príncipe heredero y tu eres su prometida.

Mi mente, llena de ira, no puede evitar preguntarse qué tipo de persona es este desgraciado que parece creer que el mundo a su alrededor está sujeto a sus órdenes. Pero sé que debo callar todas las preguntas y opiniones, ya que mi temor es más grande que cualquier deseo de rebelión. Cualquier error podría significar la vida de Elrik y me niego a ser yo la responsable de su pérdida.

Clarissa se prepara para responder, pero mi mirada cortante y amenazante la detiene en seco. Ahora soy consciente de que, a pesar de ser solo la prometida del estúpido príncipe en este palacio, tengo el verdadero poder en mi interior. Ellos lo saben, aunque no lo demuestren, y ese hecho solo aumenta mi enfado.

—Por cierto, no estaré presente durante la prueba de vestidos —agrega Clarissa, antes de poder esbozar una sonrisa amarga.

Ya lo que me faltaba, estar con un grupo de desconocidas...

                          •••🥀•••

Mi alcoba se encuentra repleta de puros vestidos blancos, una imagen que me provoca escalofríos. Estoy convencida de que Arthur ha hecho esto para hacerme sufrir, algo que disfruta enormemente.

Decido subirme a un taburete y hacer algunas medidas sobre el vestido que llevo puesto, antes de que me traigan una serie de perchas con vestidos blancos. La modista se acerca a mí con cierta cautela.

—Si vas a usar un vestido con corsé, te recomiendo que no lleves sujetador —me advierte.

—Dirás si llego a casarme —comento en forma de broma, aunque la modista me mira perpleja, como si hubiera dicho una barbaridad—. Sólo estaba bromeando.

—Ah, comprendo.

En este lugar, el humor no parece ser algo que capten fácilmente, aunque normalmente lo utilizo para hacer frente a situaciones como estas.

—Es hora de que te pruebes un vestido —ordena la modista.

De inmediato, cambio la expresión de mi rostro.

Por favor, que esto termine pronto, no puedo soportarlo. Tomo cualquier vestido y entro al vestidor con esa excusa, pero en realidad es para poder respirar y calmar los escalofríos.

Olvídalo, ya lo has superado, no puedes complacerlos de esta manera.

Me cambio y salgo con el vestido puesto, es bastante sencillo, casi podría pasar como un vestido normal si no fuera por el cuello alto y el encaje. Me paro frente al espejo y lo observo detalladamente, bueno, digamos que no es la gran cosa del mundo, pero me da igual, solo quiero que esto termine de una vez.

La modista se acerca y me coloca una tiara de perlas en forma de círculo, asegurándola con un velo.

—El blanco hace que tus ojos resalten mucho más —comenta amablemente. No sé cómo responder a un cumplido, si sonreír o simplemente dar las gracias.

—Me gusta este, será el vestido —miento con entusiasmo falso—. Pueden irse ya.

Inmediatamente, todos me hacen caso y comienzan a recoger. Yo, por otro lado, me quito la tiara y el velo.

—Pero es el primer vestido que te pruebas —dice Eile, la sustituta de Clarissa.

—Me da igual —respondo, mientras salgo de la alcoba—. Al fin aire fresco de verdad.

—¿A dónde vas? —me pregunta mientras me sigue. ¿Dónde voy a ir?

—A pasear fuera del palacio, si te parece —contesto irónicamente.

—No puedes salir sin el permiso de tu prometido.

Qué pesada es ¿Cuándo van a traer de vuelta a Clarissa? Y ya estoy cansada de escuchar la palabra "prometido".

—¿Nadie te ha dicho alguna vez que eres un poco intensa? —le pregunto a la mujer, lo cual provoca que gruña como si la hubiera ofendido.

Paso junto al salón y una voz me llama.

—¡Adelaida! —es la voz de Arthur. Me quedo quieta para poner los ojos en blanco. Si fuera mi vida la que estuviera en peligro, ya estaría más que muerta. Pero en este caso, es Elrik con quien me amenazan.

Decido volver hacia atrás.

—¿Qué quieres? —pregunto mientras entro al salón.

Es bastante grande, está pintado de blanco y tiene dos sillones. Lo que más resalta es el suelo blanco de mármol, y el traje de Eile.

Pongo mi atención de vuelta en Arthur. Me doy cuenta de que no está solo, está acompañado por Marcus. Puedo sentir cómo me examina, mira el velo detalladamente, revisa si tengo un anillo en la mano y me mira fijamente a los ojos, como si estuviera preguntando algo. Me pone tan nerviosa que decido apartar la mirada.

—¿De verdad vas a ponerte este? —pregunta Arthur.

—Sí, es el mejor que me he probado.

—Eso es mentira, es el primero y único que se ha probado —la interrumpo amenazándola de forma discreta.

—Chismosa —le reprocho indignada—. Además, ¿a quién le importa quién va a llevar el velo? ¿Yo, tú o Arthur?

Ambos permanecen en silencio, hasta que Marcus rompe el silencio.

—Yo iré a ver a mi hermana —dice levantándose. Mientras tanto, intercambiamos miradas.

—Que Adelaida te acompañe, seguramente ella sabrá dónde está su nueva habitación.

—No hace falta —dice mientras nos intercambiamos miradas.

Eile nos mira durante unos minutos, analizándonos a Marcus y a mí.

—Pero príncipe... —dice.

—¿Qué pasa? —miro alrededor para intentar no mirar a Arthur.

Marcus se da la vuelta para irse y siento un impulso que no puedo ignorar. Rápidamente, lo alcanzo y lo agarro del brazo. Él se sorprende al darse la vuelta y me mira con desconcierto.

—Te acompaño —le digo con determinación.

—¿Segura? —pregunta él.

—Así es —respondo mientras pongo mis manos en su espalda, empujándolo ligeramente.

Menos mal que encontré una excusa para salir de ese salón. Sin embargo, decido detenerme y confesarle la verdad.

—No sé dónde está la habitación nueva de Celis, solo lo usé como excusa para salir —le digo desesperada.

—¿Te vas a casar con él? —pregunta en tono serio, ignorando por completo mi respuesta anterior.

Suspiro y salgo hacia el jardín, esperando que él me siga para evitar ser escuchados. Camino rápidamente hasta detenerme frente al embalse.

—Veo que no vas a responder —comenta él.

—Ni que te importara —digo mientras me doy la vuelta.

—Tienes razón, no debería haberte preguntado —admite.

—¿Entonces por qué preguntas? —le cuestiono con sarcasmo.

—Es que nunca te entiendo —dice desesperado.

—Pues no es mi problema que no puedas entenderme —respondo con un tono sarcástico.

Él se acerca lentamente, su mirada desafiante.

—¿Por qué siempre tienes ganas de pelear? —me pregunta, deteniéndose a pocos pasos de distancia.

—Creo... creo que es porque... no sé cómo tratar de otra forma contigo —logro balbucear finalmente.

Suspiro y vuelvo a mirar hacia la puerta, deseando que esta discusión termine de una vez por todas.

—No entiendo cómo puedes ser tan pesada —dice él, acercándose aún más.

—Y yo no entiendo cómo puedes ser tan tú —le contesto sin mirarlo.

Un silencio incómodo se instala entre nosotros, solo interrumpido por el viento agitando las hojas de los árboles.

—Sabes que no me gustas, ¿verdad? —me suelta él con una sinceridad impactante.

Su afirmación me toma por sorpresa y finalmente me enfrento a él, mirándolo directamente a los ojos.

—No es como si yo te quisiera tampoco —le respondo con frialdad.

Una sonrisa amarga se dibuja en su rostro y me doy cuenta de que nuestras palabras están lastimándonos mutuamente.

—Bueno, odio que no respondan a mis preguntas, así que te lo preguntaré otra vez y me da igual lo que pienses después.

—Es porque yo misma acepte —no pienso decir

Mis palabras parecen golpearlo, dejándolo en silencio por un momento. Sus ojos me escudriñan intensamente, como si estuviera buscando la respuesta en mi mirada. Hay algo en su expresión que no puedo entender, algo nuevo y desconocido.

—Deberías aprender a mentir mejor —dice, dando media vuelta para alejarse. En ese instante, Arhur se acerca rápidamente hacia mí.

En ese momento en que levanto el pie para alejarme de Arthur, todo cambia súbitamente. Un estruendo ensordecedor eclipsa mi mundo y una inesperada corriente de dolor atraviesa mi abdomen, dejándome sin aliento. Es una bala.

Intento gritar, pero la intensidad del dolor y la sensación de invasión sofocan cada palabra. Todo se vuelve confuso y desorientador, y el paisaje se desvanece ante mis ojos. La madera bajo mis pies resbala peligrosamente, y sin poder evitarlo, caigo al agua.

El dolor se mezcla con la sensación del agua fría mientras mi sangre se esparce en el agua.

—Príncipe Arthur, las rebeliones han comenzado. Exigen la liberación de su verdadera reina —escucho decir a alguien en medio de la oscuridad que me envuelve.

—¿Cómo? —pregunta Arthur, su voz llena de incredulidad y confusión.

En un acto de desesperación, lucho con todas mis fuerzas para alcanzar la superficie, pero mis esfuerzos resultaron en vano. La falta de oxígeno empieza a afectar mi cuerpo y mi visión se vuelve cada vez más borrosa.

Veo cómo el vestido se tiñe de rojo. En un último intento por resguardarme de la pesadilla que me rodeaba, cierro los ojos, preparándome para lo inevitable, hasta que alguien me saca.

Dato curioso:

Les recomiendo ir al prefacio y leer lo que dijo Dayra al final, ya que eso está unido con esto.

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