Capítulo 13.


Adelaida.

Por fin me he liberado de Clarissa. A decir verdad, todavía estoy enfadada con ella por haberme drogado. Podría haber muerto en el proceso, pero gracias a Dios no sucedió. Además, ayer, ella fue la única que cuidó de mí cuando me di cuenta de que mi herida se abrió de nuevo debido al esfuerzo físico que hice. Pero ya les contaré más sobre eso en otro momento.

No puedo encontrar a Victoria en la capilla. Mientras me acerco a una pared, escucho a ¿Lesart? discutir con alguien. Me pongo de espaldas a la pared para escuchar la conversación.

-¿Te gusta Dilara? -Espera, ¿es Celis? ¿Y qué tiene que ver Victoria con esto? Mejor me entero-. Porque yo veo que no había razón para consolarla.

Vamos a reflexionar sobre la información. Celis está celosa porque Lesart consoló a Victoria, ¿pero por qué tendría que estar celosa si está comprometida con Esard y no tiene relación alguna con Lesart?

-¿Qué quieres que dejara a la pobre chica tirada? -reprocha Lesart refiriéndose a Victoria-. Se un poco comprensiva, acaba de enterrar a su madre.

-Pues yo veo que estaba bien -contesta Celis.

No puedo creer lo que estoy escuchando. Vine a buscar a Victoria y me entero de esto. Me aferro a la pared para escuchar más de su conversación.

-Tú ves solo lo que te conviene -contesta Lesart.

-¿Quieres discutir? -pregunta Celis desesperada.

-Ni ganas de discutir tengo contigo.

Esto está siendo demasiado intenso, no entiendo nada.

-Entiéndelo, estás comprometida con alguien al que consideraba como mi hermano, así que ahora vive tu vida con él.

-Lesart -grita su nombre desesperada.

Me es imposible sorprenderme. ¿Lesart y Celis? Como nunca me di cuenta.

Me doy cuenta de que a través del vidrio se puede ver casi todo, así que cualquier persona que esté afuera o que entre al techo me reconocerá.

Tomo lo que queda del velo y me cubro la mitad de la cara. Estoy lista para seguir escuchando la conversación de Celis y Lesart, pero de repente, mi plan se arruina por culpa de Marcus. Se da cuenta de mi presencia y se ríe, estando a centímetros de mí.

Solo puedo lanzarle una mirada de odio. 

-Deberías tapar tu mirada, así nadie te reconocería. De lo contrario, cualquiera puede hacerlo.

-Hay algo que me intriga -respondo bajándome el velo-. ¿Quién mierda pidió tu opinión?

Se posiciona frente a mí. Estoy en un callejón sin salida, me encuentro acorralada contra la pared. Trato de evitar su mirada cada vez que me observa, pero es imposible no hacerlo. Sus ojos tienen una combinación sutil de marrón que se desvanece en un verde grisáceo, y aunque ya lo he mencionado, no puedo evitar fijarme en ellos.

No seas tonta, Adelaida.

-¿Desde cuándo debo pedir permiso para decir la verdad? -inquiere.

-Hasta donde sé, solo has dicho mentiras para molestarme. Ninguna verdad ha salido de tu boca.

-¿Entonces soy un mentiroso porque tu mirada me parece única, y es única?

Trato de no caer en las artimañas de Marcus, pero lo ha dicho de una manera que me es imposible creerlo.

-¿Esto es una mentira tuya para recuperar el vade ese que te robé? -pregunto para desviar hacia otro tema-. Yo tampoco sé dónde está.

Deja de mirarme directamente a los ojos.

-Adelaida -dice seriamente.

Odio hasta la forma en la que dice mi nombre.

-¿Qué? -pregunto intentando mantener la calma.

-Sigo teniendo tu daga y si no averiguas dónde se encuentra el vade, te olvidas de ella.

La voz de Marcus resuena en mi cabeza, afilada como la hoja de mi daga. Intento reprimir el nudo de furia que se aprieta en mi garganta y opto por forzar una sonrisa. ¿Quién se cree para amenazarme de esa manera?

-Te voy a dejar las cosas claras, a mí nadie me amenaza -le reprocho, con la determinación que mi voz apenas puede esconder.

-Fue una advertencia, pero te lo puedes tomar como una amenaza -sentencia Marcus, antes de darse la vuelta para retirarse, con una sonrisa. -Escuchar conversaciones ajenas no es lo tuyo -lanza antes de desaparecer por el pasillo.

Guardo mi enfado en el interior mientras aliso nerviosamente los pliegues de mi vestido. Marcus puede haberse llevado su amenaza con él, pero continúa flotando en el aire como una sombra indeseada. Entonces aparece Esard con alguien que no reconozco aunque está vestido con un uniforme a prueba de balas.

-Adelaida -saluda Esard-. Este es Gero Ibaiak, tu guardia personal, es decir, tu guardaespaldas.

Lo que me faltaba, tener una sombra siguiéndome todo el día. Genial, ahora tendré una sombra siguiéndome todo el día. Como si el matrimonio impuesto no fuera suficiente, ahora esto.

-Gero Ibaiak, "gero" significa después en euskera y "ibaiak" significa ríos, un nombre peculiar -comento.

-Así es -responde Ibaiak.

-Gero principalmente te acompañará durante las visitas a Elrik, y en otras salidas, como dar decretos.

Mierda, esto lo podría arruinar todo.

-Bueno, mañana comenzará con su trabajo. Nos despedimos entonces -se dan la vuelta para irse.

-Esard, ¿de casualidad sabes dónde está Dilara?

••🥀••

Victoria está sentada en el jardín.

-Te estaba buscando -digo mientras paso por la hierba.

-Eso me dijeron -responde con una débil sonrisa. Decido no mencionar a su madre y me siento a su lado-. ¿Dónde estuviste?

-Escuchando a Lesart discutir con Celis -respondo jugando con las flores.

-¿Por qué discutían? -pregunta con curiosidad.

Me recuesto en la hierba. Es la primera vez en semanas que siento paz en mi interior.

-Fue por ti -Victoria alza las cejas en sorpresa-. Celis reprochaba a Lesart por haberte consolado, algo que no entendí.

Victoria se tumba junto a mí.

-Solamente me rompí a llorar y Lesart fue amable conmigo -admite.

-Pues Celis está que echa chispas -comento.

No puedo sacar de mi cabeza lo que Marcus me dijo:
¿Entonces soy un mentiroso porque tu mirada me parece única, y es única?

Me tapo el rostro con las manos. No, seguramente solo quería manipularme.

-Así que Celis y Lesart -dice Victoria alzando una flor, y sé que está preocupada-. Sospechaba algo.

-¿Cómo así?

-El día que fui herida, noté algo extraño entre ellos -explica. Victoria me pide que siga hablando.

-Estoy segura de que esos dos tienen algo -confieso con desgano, me sorprende como Victoria tensa la mandíbula-. Pensé en una conspiración.

Victoria se sienta de inmediato.

-Hora de tus teorías de conspiración.

-Creo que Lesart y Celis tenían algo, pero Celis lo dejó por Esard.

-Tu teoría no es del todo cierta -responde Lesart apareciendo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top