Mientras hablábamos un estruendo nos hizo callar de pronto y...

— ¿Qué es ese ruido?

Un gran estruendo hizo que temblara el suelo bajo mis pies provocando que casi cayera, por suerte Sombra bajó del cielo a gran velocidad y me agarró antes de caer de bruces. Sus brazos al rededor de mi cintura parecían hechos de un metal que no se rompería ni se soltaría por nada en el mundo; su cuerpo también irradiaba un calor muy profundo.

— ¿Estas bien? — levanté la vista y vi que mi rostro estaba a escasos centímetros del suyo; ya que estaba un poco agachado para cubrime—.

— Sí... creo que sí... —cuando toqué su espalda noté algo en mi mano, al mirarla pude ver como un líquido rojo cálido y viscoso la cubría— ¡ Terea! ¿Qué te ha sucedido? 

Sangre, la sangre de Terea empapaba mi mano como un disfraz para ella,

—No es nada, solo es un rasguño por culpa de una barra de metal que cayó cuando te protegí, pero se curará en breve, no te preocupes.

Se que no era así, pero ver como se hacia el fuerte para no preocuparme  hizo que me percatara más de ese calor que le provocaba a mi cuerpo por dentro ¿Sería amor? ¿Enserio puedo volver a amar? No lo creo.

Cuando me separé de su cuerpo, pude ver como en la calle los coches que estaban aparcados ya no estaban; solo quedaban sus huellas y cuando miré más adelante vi que estaban volcados sobre las casas o comercios, los vehículos y casas ardían en llamas debido a los fuertes impactos.

—Esto debe de ser obra de Dearís. Estoy seguro que es por lo que me has contado; seguro que Dark ya sabe donde estás, quizás sería bueno que nos marcháramos de esta cuidad. Ve a tu casa y esta noche a las diez iré a por ti, ten todo preparado, cuando vaya nos iremos lejos de aquí. Te llevaré conmigo; en este lugar ya no estás a salvo.

—Esta bien... Esta noche nos veremos. Esta es mi dirección. —cogió el papel y se lo guardo—

Después de eso me fui a casa y...