Batalla final~Therion (Corregido)

[Narra Therion]

Unas horas antes...

Estaba en palacio junto a mis hermanos, aburrido de las típicas charlas que siempre llevaban me fui a mi habitación.

Era la más grande del palacio, con una enorme cama en el centro de ésta con hermosas sabanas de seda y plumas, el techo era alto y alumbrado por una lámpara de araña con toques de oro, paredes pintadas de un azul celeste, a la derecha de la cama había puesto un gran espejo decorado con unas figuras en forma de serpientes que mostraban sus afilados colmillos, como era de esperarse de mí en ellas escondía afilados puñales por si alguien entraba a atacarme, no eramos los más queridos, aún sin gente aquí. Suspiré y me senté en una mesa cubierta por un gran montón de papeles, una pluma y tintero, a mi izquierda tenía una pequeña estantería con una breve selección de los mejores libros de hechizos que había encontrado.

Situé mi mano izquierda, decorada por grandes anillos y mis largas uñas pintadas de negro, en uno de los libros con tapa roja de terciopelo con un gran título pintado de negro "Almas de cielo", ese el único libro que tenía allí que no tratara de magia, a ese le tenía alto aprecio.

Recuerdo que cuando era niño, al ser el mayor de todos me regaló por mi dieciochoavo cumpleaños, no siempre fui como era ahora. Antes de que faltara nuestro padre yo era alegre, pero cuando eso pasó todos cambiamos.

Tras recordar brevemente como eramos una familia feliz saco una hoja de papel y comienzo a escribir en ella con la pluma negra que tenía en un pequeño vaso hecho a mano por mi hermano cuando era pequeño.

" Querida madre,

Tal vez sea esta la última carta que leas mía, lo que vamos a hacer hoy puede costarnos la vida, pero es por ello que quiero que sepas que jamás nos hemos olvidado de ti. Yo aún mantengo ese viejo libro que nos contabas cuando eramos niños y que me regalaste al cumplir los 18 años. Lamento decirte esto, pero Dark se esta volviendo loco, intentamos darle lo que quería pero escapó. El amor que siente tu hijo por esa diosa es mucho mayor del que pensábamos, no sé si podremos escapar de su locura, ni siquiera sé si ella volverá y lo arreglará todo, tal vez sea demasiado pronto para enviarte esto, pero si no llegamos a volver a hablar quiero que sepas que te queremos.

Mama, ¿recuerdas ese verso que decía?

Oh linda doncella, tú eres como mi alma y sin ti perdería completamente mi vida, yo solo soy tuyo y quiero que tú seas solo mía.

Mama, lamento esto pero si muero quiero que tengas este libro.

Te queremos, Therion."

Abrí la ventana y tras silbar un cuervo vino volando y se aposó en la mesa.

—Ven pequeño, necesito que le lleves esto a mi madre. —le puse la carta en una mochilita que llevaba en su delicado cuello y luego se fue alzando el vuelo—

Una vez vi que iba a su destino me levanté y fui al espejo enorme que tenía en la otra parte de la habitación. Iba vestido con una larga capa que cubría mis pies y rostro, odiaba verme a mí mismo, pero esa vez quizás sería la última vez que me veía. Quité despacio la capucha de mi rostro y sin mirarme aún me quité la capa entera tirándola al suelo. Cuando miré el espejo vi mi cabello corto y azul, el flequillo tapaba parte de mi ojo derecho, éstos eran de color verde esmeralda, mi pálido rostro solo estaba colorido por pequeños rastros de maquillaje borroso, bajo mi capa llevaba un vestido negro y mis alas plegadas hacían a su vez de su bello manto para mi espalda. Cuando me desnudé entero vi que tenía mi delgado cuerpo lleno de cicatrices debido a los experimentos que realizaba de vez en cuando, desnudo con botas de tacón avancé hacia la ventana y cuando miré vi algo extraño, silencio. Había un silencio muy extraño aquí, mis hermanos habian dejado de hablar a voces y reinaba la calma, aún extrañado decido irme al baño que está a la derecha de mi cama señalado por una puerta blanca, al entrar me miré en el espejo que colgaba de la pared, arriba del grifo y tras apartarme el flequillo vi que tenía una marcada cicatriz, lo tapé con mi mano, era cálido. Me aparté todo el cabello y lavé mi cara con abundante agua, cuando terminé oculté esa cicatriz con mucho maquillaje y luego peiné mi cabello hacia atrás, aunque siempre había una mecha que volvía a su sitio. Me quité las botas y me metí en la ducha, casi terminando escuché un grito que parecía de mi hermano Alexander, alarmado terminé rápido y tras ponerme las botas y un pantalón negro con una camisa blanca y una chaqueta larga miré el escritorio y el espejo de serpientes. Dudé pero decidí ir primero a por el libro, lo escondí en mi chaqueta y luego agarré una daga.

Salí en silencio pero ligero, cuando llegué al fin al largo pasillo que estaba Alexander recogiendo las pertenencias de la chica vi que Dark empuñaba un cuchillo del que chorreaba sangre, apresurado regresé a mi habitación y cerré con el pestillo por dentro. No podía creer que hubiera matado a su propio hermano, sabía que no tardaría en venir a por mí. Miré todo mi alrededor y tuve la idea de crear un doble mío, recuerdo que solo necesitaba un poco de mi sangre y una foto mía, odiaba las fotos pero tuve que sacarme una lo antes posible. Cuando iba a hacer el ritual escuché pasos y vi que una sombra se paraba enfrente de la puerta, me quité las botas y las lancé con cuidado a fuera del palacio, luego tiré el libro y luego mi capa con capucha. Terminé apresurado y dejé a mi doble allí, cuando escuché y vi que la puerta comenzaba a temblar, sin pensármelo dos veces salté por la ventana para antes de caer extender las alas y no lastimarme antes de tiempo. Cogí todo y lo escondí en una parte cercana en el bosque, allí solo lo encontraría yo, lo que peor me supo fue no haberme acordado de dárselo a mi madre y de no poder salvar a Alexander. En este momento solo podía pensar en mantenerme con vida.

Corrí a la entrada principal del palacio y tras entrar recordé que había una obertura lo suficientemente grande y discreta para esconderme.

Mientras estaba escondido escuché los gritos de mi marioneta.

—Maldita sea, Dark. ¿Qué a pasado? —apretando mi mandíbula no sabía que hacer, mi hermano estaba muerto y, el otro no sabía que le pasaba—

Mientras pensaba vi a mi hermano cerrar todo el palacio, ahora que podía verlo mejor tenía algo distinto en sus ojos y, su rostro también estaba empapado de sangre.

—Mierda Dark. —susurro para mí mismo—

Cuando se vuelve a ir yo me asomo e intento abrir desesperadamente la puerta pero se había llevado la llave consigo. Escuché como fuera comenzaba a llover, seguramente llevaba allí escondido una media hora.

De pronto un ruido que parecía de una ventana alertó mis sentidos... alguien había entrado.

—¡Arandel! —la voz de Dark retumbó en el palacio—.

—¿Arandel? No puede ser... ¡maldita sea! ¿Qué hace ella aquí? —alarmado decidí salir de mi escondite—

Busqué en los bolsillos de la chaqueta uno de mis anillos que era para hacerme invisible pero me acordé que estaba en mi cuarto junto a mis otras joyas, tenía que llegar allí como fuera y, la única opción era subir sin ser visto o subir por las escaleras y colarme por una de las ventanas que había. La segunda opción me pareció mejor.

Corrí hasta la escalera con la daga en mi mano y cuidadosamente ascendí por la escalera central hasta llegar al amplio pasillo que, a la derecha estaba una escalera para subir a los cuartos y antes de esta había una ventana, a la izquierda estaba un pasillo largo donde mediante una pequeña puerta se entraba al torreón y otra escalera que llevaba donde estaba el cuerpo de mi hermano y que seguramente se encontraba la diosa. Tras pensarlo unos minutos...

—Dark...siento decirte que yo... —la voz de Arandel se escuchaba más cerca, si quería decir lo que temo que iba a decir empeoraría la situación, así que decido ir corriendo hacia la ventana y tras romperla con mi cuerpo y salir al exterior voy a mi cuarto para coger todas mis joyas y meterlas en mis bolsillos, luego me pongo el anillo que me hace invisible y tras abrir cuidadosamente la puerta y cerrarla de nuevo para ir corriendo al lugar donde provienen los gritos veo que esta con Terea.

— Siente decirte que esta conmigo. —mis ojos se abren como platos y me quedo por un segundo inmóvil, no puede ser, seguro he escuchado mal—

Vi como mi hermano los miraba con odio y supe que era cierto lo que habían dicho, cuando vi la expresión de Dark completa pude apreciar que lo poco que quedaba de él iba a ser eliminado, bajé mis ojos hasta la mano con la que sostenía el cuchillo y vi como se transformaba en una espada negra, al volver toda mi atención hacia su cara vi que su hermoso cabello negro cambiaba a un rubio ceniza y de sus ojos lloraba una especie de sangre negra, alertado por la situación me quedé con ellos para ver que sucedía, en caso de que necesitaran ayuda yo les daría un escondite.

—¿Es que ya no... me amas? —asustado temí por mi hermano, pero ya no podía hacer nada por él- Entonces no es necesario que me contenga—

—¡Hey Dark! ¿Estas bien? ¿Qué te sucede? —Arandel parecía asustada pero no se echó atrás—.

—No soy Dark. —entonces... mi hermano había creado una nueva persona o...—

—¿Qui Quién eres entonces? —La voz de ella me hizo salir del trance y volví mi atención a ellos—.

—Me llamo Raiden. Dark es mi reencarnación.

¿Raiden? Tal vez sea...Raiden, el que conozco, fue un antiguo nigromante que gobernaba sobre la muerte, él era uno de los más peligrosos, mi madre me contó un día que era capaz de poseer cuerpos que estaban ya muertos y también otros que habian caído en el odio. Parece que mi hermano no fue lo suficientemente fuerte para no caer.

—¿Reencarnación? —veo como ella esta cada vez más intrigada en eso, mala elección Arandel, muy mala—

—Dark es mi reencarnación, aunque muchas veces deja que le posea. Se siente delicioso cuando me dejó por primera vez hacerlo, cuando eso sucedió él estaba en un poblado muy lejos de aquí. Él me pidió ayuda cuando tú te alejaste y como consuelo yo le di una libertad que muchos desearían. —eso confirmó mis sospechas de que se trataba de otro nigromante—

Esa escena cada vez se me hacía más terrible y peligrosa, ambos jugaban en un terreno que no conocían y yo no podía rebelar mi presencia, mucho menos ahora. Mientas que Arandel parecía en trance pensando de sus cosas o intentando encajar las piezas, Raiden elevó su espada y cuando creía que le iba a dar a Arandel vi que Terea se puso en medio, eso le causó una terrible herida cerca de su cuello. Cuando ese ser soltó una sonora carcajada veo que Arandel esta alarmada.

—Lástima, la próxima no fallaré. —me estaba comenzando a dar cada vez más lástima esos dos, ya no estaba mi hermano por ningún lado—

Sabía que era hora de que me marchara, tenía que indicarles el lugar seguro lo antes posible.

Cuando la volví a ver poco tiempo después vi que llevaba a rastras a Terea y que ese ser les seguía muy de cerca.

—Por aquí —les susurré desde mi escondite. Cuando giró su cabeza parecía algo confusa, eso me hizo gracia pero mantuve mi expresión seria—

—¿Therion? N no puede ser... — frotó sus ojos como si hubiera visto un fantasma—.

—No soy una alucinación,¡¡Vamos rápido! No os queda mucho tiempo, debemos de escapar antes de que sea demasiado tarde —cuando vi que asentía salí para ayudarla a tirar de Terea hacia nuestro escondite—.

—Gracias —escuché como me susurraba aún extrañada—

Cuando la volví a mirar pude apreciar que disimuladamente miraba mi cuello, parece que mataron a mi doble y buscaba alguna cicatriz.

—Oye Therion - le miré extrañado- ¿No estabas muerto?

—Uh? Te refieres al hechizo que usé para crear un doble ? - ya no pude aguantar la risa, que hizo eco en la estrecha grieta- Soy yo, no estoy muerto, puedes comprobarlo por ti misma - sonreí seductor y le cogí una mano para llevármela a mi pecho y luego besar cada uno de sus nudillos, al hacerlo pude apreciar que se estremecía y no parecía de algo horroroso.

—Para, Therion, esto no tiene gracia. Tu hermano esta...- levanté mi mirada y comprobé que buscaba a mi hermano.

—¿Diferente? Él ya no es el mismo, nos dimos cuenta poco después de que te escaparas, —cuando ella me miró nuestros ojos se cruzaron y un mechón rebelde cayó entre mis ojos, por suerte la cicatriz se mantenía oculta— su carácter había cambiado mucho y casi nunca salía de su cuarto. Cuando se enteró de que te había capturado salía constantemente para quedarse frente a tu puerta, sin ningún valor para abrirla y decirte lo mucho que te amaba. Entonces pensé que si yo podía mantenerte cautiva para siempre aquí él cambiaría y volvería a ser el mismo de siempre. Pero entonces tuviste que fastidiarlo todo y se convirtió en lo que acabas de ver. Decía que si cumplía tu venganza hacia nosotros lo amarías de nuevo y volverías, en una cosa no se equivocó, en que volverías, pero estaba equivocado en pensar que lo amarías como antes. Mejor dicho, y esto es algo que me lleva rondando la cabeza durante siglos ¿Alguna vez llegaste a amarlo? —no traté en disimular mi fría mirada, calculé mucho las palabras para no decirle que estaba poseído por otro nigromante y que no tenía remedio. Su rostro formó arrugas pensando una respuesta, eso me hizo reír de nuevo y pareció que la hizo volver a este momento— No respondas si no quieres —miro en dirección del otro— tendríamos que curar a Terea antes, creo que no me amarías ni a mí nunca —era algo cierto, una vez llegué a amarla, pero ya no, al menos esas palabras le harían cambiar un poco esa expresión que tiene—.

—Therion —me impactó que me llamara tan de repente— ¿Acaso tú también me amabas? —su expresión parecía confusa—.

—No te hagas la importante Arandel. — cuando escuché los pasos de mi hermano dejé de sonreír y di paso a la seriedad— Ya viene.

—¿Arandel? Solo quiero que volvamos a estar juntos — sus pasos estaban mucho más cerca y por el otro ruido, como de metal, sabía que llevaba la espada arrastrando por el suelo—.

—No habléis, si lo hacéis nos descubrirá —susurré, se que se había dado cuenta de la tensión de mi voz, siendo el mayor cargaba con la culpa de la muerte de mi hermano y la de mi padre, madre no lo sabía pero yo tuve la culpa de que muriera, y ahora estoy a punto de perder todo, cuando la miré y vi que asentía volví mi mirada hacia fuera para intentar ver su sombra—.

Los pasos que parecían que venían hacia nosotros fueron confirmados por su sombra, imagino que al ver que no estábamos se fue. Creo que Arandel estaba algo incomoda, ya que no paraba de moverse.

—Therion, no has respondido a mi pregunta.

—¿Cuál era? —intenté que mi voz fuera lo más seria posible—.

—¿Tú me amas o amabas de verdad? —vi que sus ojos buscaban mis labios—.

—Tal vez...—sonreí al ver que sus ojos no se apartaban de mis labios, tras humedecerlos seguí hablándole, no la amaba pero si que la amé una vez, quería seguir divirtiéndome, al fin y al cabo, seguramente moriría hoy— Pero eso ya no importa, creo que has conseguido a quien amar —miré de reojos a Terea— aunque... si muere podría darte otra respuesta más certera. —cuando capté por completo su atención, sin hacer ruido vocalicé— Te amo.

—Entonces tú...

—Cuando mandé que fueran a por ti no fue con una mala sino con la intención de tenerte a mi lado y hacer que mi hermano volviera a ser el de antes, lástima que ahora uno esté muerto y el otro en una completa locura —pretendí ocultarlo pero no pude, la tristeza era ahora mayor que antes— creo que deberé acostumbrarme a estar solo, ya ni siquiera puedo estar en este palacio, todos los recuerdos que se crearon aquí desaparecerán junto a él y a...—sin darme cuenta noté como mis ojos se humedecían y las lágrimas los asaltaron, hasta llegar a mis mejillas, vi como Arandel trató de consolarme abrazándome—.

—No vas a quedarte solo, —cuando nos separamos yo sequé mis lágrimas y vi su sonrisa. Era falsa, no le llegaba a los ojos— pero antes tenemos que salir de aquí y llevar a Terea a un hospital y rápido.

—Eso sería genial, pero yo no puedo marcharme de aquí, no puedo abandonar a mis hermanos — me puse en pie y cuando me aseguré que no estaba por allí salí, la puerta principal ahora estaba abierta— debéis marcharos antes de que regrese, me encargaré de destruir esto de una vez. —Arandel sonríe y coge a Terea— Os alcanzaré luego, ahora marchad.

—¡Therion! —me detuve y le respondí dándome la vuelta para verla— Dime —no sé porque pero estaba llorando, o al menos eso me pareció— Ten cuidado —sonreí para acto seguido asentir y luego subir por la escalera central de nuevo—.

Una vez llegué a la primera planta la inspeccioné cada habitación, pero no lo encontré, decidí ir a la segunda planta y volver a mi cuarto y al de mis hermanos...Seguramente esté allí.

Despacio y en silencio avancé volviéndome a cada momento, al llegar al salón le vi sentado dando la espalda a la puerta.

—Me alegra que no te matara, le dije que no te hiciera daño —la voz de Dark volvió a sonar como la suya misma— ¿No vas a pasar? —gira la cabeza en mi dirección, camino despacio y me sitúo frente a él de forma desconfiada—.

—¿Dark? —asiente— ¿Qué te a pasado? ¿Dónde está Raiden?

—Él no está ahora, solo tú y yo. Hermano, yo no quería que os matara, todo se me fue de las manos y ahora... Ahora Arandel no me ama.

—Ella no lo hace, pero —su mirada fue como una apuñalada para mí, sus ojos volvían a sangrar— veo que ya se a vuelto a ir.

—Therion, tu hermano me pidió que no te matara, en cambio, me ordenó que lo matara a él en cuanto tú huyeras, mi objetivo no era el de matarte, sino el de asustarte para que huyeras lo más lejos posible. Tan solo soy una marioneta en este momento, en cuanto él muera yo también lo haré, ya no tengo otro cuerpo al cual poseer, ni siquiera me queda el mío propio.

—Raiden, entonces a Alexander...

—Esa vez si que fue Dark, en ese momento yo no hice nada, él quería conseguir a esa chica pasara lo que le pasara —mis ojos se abrieron como platos—.

—Entonces él a decidido su propio destino... —un asentimiento confirmó mi pesadilla—¿Puedo despedirme antes ?

—Ya no puede volver, si le quieres dejar una carta puedes hacerlo, no desea despedirse así, sabes que le haría daño.

No lo pensé dos veces y comencé a escribirle a mi hermano.

"Soy Therion,

Querido hermano, Raiden me dijo que planeas suicidarte, cuando vuelvas yo no estaré aquí pero quiero que sepas que te quiero, siempre te hemos querido todos.

Aún recuerdo cuando eramos pequeños y tú me pedías que te contara ese libro tan complicado que me regaló nuestra madre ¿Te acuerdas de que trataba? Era la historia de un joven príncipe que deseaba conseguir el amor prohibido de la princesa del pueblo del sur, pero sus padres no les permitían estar juntos. Recuerdo que te encantaba la parte cuando ambos terminaban juntos y decidían fugarse, me pedías que te lo contara todas las noches para dormir.

Pero al final del cuento el príncipe se vio obligado a separarse de la princesa y ella se puso triste, Arandel también tendrá esa gran pena cuando se entere de lo que ha pasado. ¿De verdad quieres hacerlo?

Espero que des marcha atrás y podamos volver a ser los mismos de antes, dos hermanos y ser una familia feliz.

Con amor, tu hermano."

No me fue necesario escribir más ya que escuché como Raiden susurraba para sí y luego en voz más alta dirigiéndose a mí.

—Dark va a venir, es el momento Therion. Cuando termine podrás entrar a por su cuerpo.—sus ojos llenos en ese momento de pena me miraron y se enfrentaron a mi mirada triste y gélida— Therion, cuando termine quiero que quemes todo este lugar, así no podré causar más daño a nadie, estoy arto de eso. Coge todo lo que puedas y destrúyela —asentí—.

Antes de salir me acerqué al cuerpo de Dark y acaricié su mejilla.

—Hasta siempre, hermano —las lágrimas aparecieron de nuevo hasta llegar a mis labios, al entrar saboreé una mezcla salada. Era incapaz de parar de llorar, la añoranza, la tristeza y el horror me dejaron temblando—

Cuando ya iba a salir la voz de Dark me hizo volver la vista, cuando miré tenía un arma apuntando su cabeza y con la voz quebrada no pude impedirlo, un disparo hizo que su brazo cayera y el arma diera un ruido sordo al dar con el suelo. No podía más, estaba completamente solo. Ellos estaban muertos y ya no tendrían salvación.

Apresurado fui a por su cuerpo y cuando lo tuve entre mis brazos las lágrimas cayeron sobre su rostro.

—Dark... no pude salvarte, ¡No pude salvaros! —mi voz se quebró por completo, era el momento de cogerlos y largarnos de ahí—

Lo agarré y salí corriendo en busca de Alexander, cuando pasé por su cuarto vi que la puerta estaba entornada, el cuerpo de mi otro hermano estaba allí. Sosteniendo una foto de los tres junto a nuestros padres; eramos una familia feliz...Hasta hoy. Cogí la foto y a mi hermano y lancé una botella de gasolina, con un encantamiento mío creé un fuego que comenzó a abrasar completamente todo, sujetándolos bien corrí hacia la ventana y salté sin pensarlo, cuando gibamos cayendo abrí mis alas, al momento en el que iba a descender se me hizo ver a Arandel intentando entrar, es por eso que bajé y comprobé que era cierto, era ella.

—¡Arandel! ¿Qué haces aquí? Te hacía ya en marcha al hospital con Terea —estaba completamente sudando e intenté volver a encontrar el consuelo en ella. Una vez llegué al suelo escondí mis alas y me puse a ver como ardía el palacio— Ya no me queda nada, Arandel, debimos de habernos portado mejor contigo, éste es nuestro castigo por lo que te hicimos.

—Tú no has hecho nada, fue tu hermano Alexander quien...—me costó hablar pero no quería que se diera cuenta de lo que había acabado de presenciar; la muerte de mi hermano—.

—También fue mi culpa, yo le dije que fuera a verte el día que murió tu hermana, sabía que hacia mal en mostrarle lo que su prometida hacia a escondidas de él, pero me veía obligado como hermano, —no quería mirarla a ella ya que se daría cuenta de toda la tristeza que me embargaba por completo— cuando llegó y os vio sucedió lo que ya sabes, a Dark lo mantuvo preso y me dijo que lo cambiara, por desgracia no supe desobedecer a su roto corazón y cuando conseguí cambiar a Dark...—hice un descanso ocultando más mis emociones— Cuando lo conseguí ya no volvió a ser el mismo, se encerró para siempre en su propia mente. Cuando supo lo que Alexander te había hecho, también a tus hijos, él cayó en una rabia que no creerías y le escuché decir que algún día se vengaría por ti para luego ir en tu busca, pero no resultó como esperaba. Al encontrarte al fin y decirle que no lo amabas le hizo pensar que tendría que haber matado antes a su propia familia. Y ahora —paro de contemplar el fuego y desvió mi mirada hacia los cuerpos de mis hermanos, cuando lo hago las lágrimas vuelven a atacarme— ellos están...—un estruendoso ruido nos hizo volver la mirada hacia el palacio, ya estaba completamente destruido—.

—Therion... —veo como ella también comienza a llorar— debemos irnos.

—Lo sé, pero...¿vale la pena que marche contigo? Quizás ya no podamos salvar a ninguno, ni siquiera a Terea, ambos lo hemos perdido todo.

—¡Oh! Es cierto Terea, lo dejé en el bosque, creo que aún respiraba, si él vive puede que tus hermanos también lo hagan, debemos darnos prisa.

—Puede que tengas razón, lo último que se pierde es la esperanza, que, por alguna razón creo que ya he perdido —me limpié las lágrimas y tras coger los cuerpos alcé el vuelo, sabía que tenía que volver a por las cosas que había tirado por la ventana horas antes pero...ahora lo importante era intentar salvar a alguien— yo soy más rápido, si llego antes puede que lo salvemos ¿Dónde está? —una vez me dio las indicaciones fui lo más rápido que podía a por Terea—

Tardé un poco en llegar, desde las alturas era algo complicado el encontrarlo, cuando vislumbré lo que parecía ser su cuerpo bajé en picado sin tener en cuenta la fuerte presión que recibirían mis músculos. Al alcanzar el suelo me acerqué corriendo y le tomé el pulso, era débil pero aún tenía. Entonces caí que no le había tomado el pulso a mis hermanos. Una vez lo hice comprobé que, como sospechaba, Dark estaba muerto y Alexander...

—Therion...ayudame herma...—la voz de Alexander fue como un suspiro de esperanza para mí, pero tan pronto como apareció se evaporó—.

—Te salvaré, lo prometo.

—No prometas lo que no puedas cumplir —una voz femenina y acalorada hizo que me girara... Era Arandel—

—¿Cómo dices? —ella me dedicó una sonrisa antes de coger a Terea y a Alexander— Dejame a mí —me entregó a mi hermano Dark y luego lo cogí —.

—Therion, no quiero presionarte, se que ya tienes bastante, pero será mejor que nos demos prisa, si tardamos más quizás no salvemos a ninguno —asentí y de nuevo abrí mis alas, ésto me cansaba pero era por una buena causa, una que jamás pensé que haría.

—Yo me adelantaré con los tres, tú espera y volveré a por ti.

—¡Espera!¿Crees que podrás conmigo también? Ahora —su voz parecía decidida y a pesar de que eso me dejaría más daños accedí—

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