Capítulo 2
Legolas se despertó al escuchar a Narasene cantando. Se alzó sobre los codos y sonrió al ver a su esposa sumergida hasta el cuello en la bañera que estaba en la esquina más alejada de la habitación. Tras apartar las sábanas, Legolas salió de la cama y se le acercó desde atrás.
Narasene se echó a reír al sentir los traviesos dedos de su marido sobre sus brazos desnudos.
"Buenos días, querido esposo."
"Buenos días, mi señora esposa" –contestó, besándola.
Ella alzó una mano y la colgó de su cuello.
"¿Te unes a mí?"
Legolas volvió a besarla antes de alejarse a regañadientes.
"Me encantaría. Pero si lo hago me costará irme para atender mis deberes."
"Eres el señor de estas tierras, pero hasta tú necesitas tiempo para ti mismo" –dijo ella, haciendo un adorable puchero.
"Tienes razón, pero no hoy, corazón –Legolas rebuscó en su armario en busca de una túnica limpia tras su aseo matutino-. Además, tengo que ver cómo le va a nuestro invitado."
Narasene se puso en pie y salió de la bañera. Legolas se quedó inmóvil y jadeó ante la vista de su encantadora esposa.
"Si intentas seducirme lo estás consiguiendo" –murmuró, casi sin aliento.
Sonriendo tímidamente, Narasene cogió su túnica de satén y se la puso, para alivio y decepción de su marido. Entonces se acercó a él lentamente y cogió la túnica que sostenía.
"Permíteme ayudarte a vestirte, mi señor."
Legolas tragó saliva mientras ella comenzaba a quitarle los pantalones de dormir.
"Uh... ¿ayudarme a vestirme o... a desvestirme?"
Ella solo se echó a reír como respuesta.
Media hora después, el príncipe finalmente salió de la habitación totalmente vestido y sonrojado. Su esposa lo había casi echado de la habitación, diciendo:
"Te veré esta noche, mi señor. Todavía tenemos... err... asuntos que atender."
Legolas permaneció allí de pie, mirando la puerta cerrada con una sonrisa idiota.
"Mujeres..." –murmuró, riéndose, para luego dirigirse hacia la habitación de invitados.
Ya habían pasado dos días desde que habían recibido al inesperado visitante. Las heridas del hombre se veían empeoradas por el vil veneno del dardo, que se había extendido por todo su cuerpo. Afortunadamente, el sanador contaba con la cura para dicho veneno. Tras horas dándole el antídoto, 'Hawkeye' mejoró gradualmente. Su fiebre alta había bajado y había dejado de gemir y retorcerse.
Tras saludar a los guardias que vigilaban la puerta, Legolas entró en la habitación y se encontró con que el paciente seguía dormido. Observando al hombre, el príncipe no pudo evitar sentir la confusión de toda la situación, sin poder creerse lo que ocurría.
El 'Hawkeye' que conocía era un águila majestuosa, con plumaje dorado y afiladas zarpas. Gimli le había dado el ave hacía casi treinta años para ayudarle a sobreponerse a un accidente que le había costado su inocencia y dignidad. El enano sabía del poder sanador de la piedra manyan que Legolas poseía en ese entonces, aquella que había estado en su cuello al nacer como manyan, dándole el poder de sanar con su toque, pero que le había sido arrebatada hacía unos cien años. Una bruja le había arrancado la piedra del cuello, haciendo que perdiera su habilidad.
A sabiendas de la debilidad de Legolas por los animales indefensos, Gimli había estado seguro de que el príncipe usaría la piedra para curarle el ala al águila, sanándose a sí mismo en el proceso. Pero Legolas había tardado casi una semana en hacerlo, hasta después de haber intentado suicidarse, con el águila como único testigo.
Afortunadamente, Lady Galadriel de Lórien se las había arreglado para devolverle el sentido. Legolas se había curado lentamente de su depresión y se había recuperado de la experiencia. Finalmente, había empleado la piedra manyan para curar al águila, y desde entonces, Hawkeye volaba por toda Arda para volver con el príncipe de vez en cuando. Y así fue como su amistad floreció, tras años de conocerse.
Y qué amistad tan extraña ha resultado ser, pensó Legolas mientras continuaba observando, pensativo, al hombre que decía ser su alado amigo.
La puerta se abrió después de que alguien tocara y un alto guerrero elfo entró. Era Béregund, la mano derecha de Legolas.
"Buenos días, su alteza -saludó el elfo con una sonrisa. Entonces inclinó la cabeza hacia el hombre de la cama-. ¿Todavía no ha despertado?"
Legolas negó con la cabeza.
"Pero su condición sigue mejorando. Tiene suerte de que el dardo no le acertara en el corazón o la historia sería distinta."
Béregund se quedó pensativo mientras miraba al paciente.
"Puede que esto suene raro, alteza, pero es casi igual que tú."
Legolas se echó a reír.
"Lo sé. Es el pelo, ¿no? Es del mismo color y longitud. ¡Deberías haber visto la cara de mi esposa al verlo!"
El otro elfo también se echó a reír. Y ahí fue cuando Hawkeye comenzó a removerse. Los dos elfos se acercaron a la cama, observando atentamente cómo el hombre abría los ojos. Él los miró, confundido, hasta que los reconoció y sonrió débilmente.
"Parece... que voy a vivir."
Legolas se sentó en la cama y observó los familiares ojos dorados de Hawkeye.
"Lo harás."
Entonces, de repente, entró un sirviente con una bandeja de comida.
"Lady Narasene desea que el paciente desayune cuando se despierte" –dijo, dejándola sobre la mesa de noche.
"Dile a mi esposa que le agradezco su atención –respondió Legolas. Entonces añadió con una sonrisa ladeada-. Y por favor, dile que echaré de menos sus besos durante todo el día."
Estupefacto, el sirviente parpadeó varias veces y luego se giró hacia Béregund en busca de ayuda. El guerrero solo se echó a reír y lo acompañó hasta el pasillo. Cuando se quedaron solos, el elfo y el hombre se miraron con atención.
Hawkeye se sentó más derecho, con una mueca de esfuerzo. Entonces miró la bandeja de la mesa y arrugó el ceño.
"No quiero sonar desagradecido, pero, uh... no tengo mucha hambre."
Legolas sonrió.
"Te entiendo. He estado muchas veces en cama y sé cómo el apetito te falta. Pero mi esposa me despellejará si no te terminas la comida" –dijo el elfo, llenando un vaso de agua.
"Tu matrimonio ha hecho maravillas, Lord Legolas. Estás más feliz de lo que recuerdo. Pareces satisfecho" –dijo Hawkeye, aceptando el vaso. Tomó un sorbo con cuidado y luego se lo acabó rápidamente.
"No tendrás hambre, pero se nota que estás sediento" –comentó Legolas, divertido, cuando Hawkeye le pidió más.
El hombre se encogió de hombros.
"Tengo la garganta seca. Lo último que recuerdo es volar sin descanso durante un día entero."
Legolas lo miró con atención.
"Creo que es algo más complejo que eso y me gustaría que me lo contaras todo, pero más tarde. Primero me gustaría saber quién eres en realidad, empezando por tu verdadero nombre."
Hawkeye se quedó en silencio y apretó el vaso con los dedos durante un minuto para luego dejarlo en la mesa.
"Me llamo Gallard –comenzó-. Bueno, Príncipe Gallard, en realidad. Soy el menor de los siete hijos del Rey Fallon de Tasqamaran."
Legolas se quedó estupefacto.
"¿Eres hijo de un rey? ¿Tasqamaran? Pero eso es... ¡Creía que el reino era un mito!"
"No lo es... al menos no lo ha sido durante muchos siglos –dijo Hawkeye, o Gallard, con una sonrisa triste-. Pero ahora está a punto de convertirse en uno."
El príncipe elfo se puso en pie en silencio y se acercó a la ventana abierta, pensando en las palabras de Gallard. Miró al exterior y se fijó en las actividades que se llevaban a cabo. Los centinelas cambiaban de turno, mientras que un grupo de guerreros cabalgaba hacia las puertas que daban al bosque para su patrulla diaria. Podía escucharse a los sirvientes que plantaban y regaban el jardín, a los que atendían a los caballos en el establo y a los que lavaban las baldosas de mármol del patio hasta que resplandecían bajo el sol. Algunas parecían actividades aburridas, pero los elfos disfrutaban al hacerlas. Cantaban mientras trabajaban de forma armoniosa y tranquila.
Legolas se alegraba de que su pequeño reino floreciera bajo su mandato y se sentía orgulloso al ver que la colonia de elfos que había formado se convertía en un refugio para aquellos que quedaban en la Tierra Media en espera del momento perfecto para navegar a Valinor. Como él.
"Eres un hombre, pero también un ave –dijo Legolas, tras un largo silencio. Entonces volvió a enfrentarse a Gallard. Apoyó la espalda contra la ventana y cruzó los brazos-. ¿Qué eres exactamente?"
Gallard se mordió el labio antes de responder.
"Soy un draq, un cambiaformas que puede cambiar de hombre a águila. Tasqamaran es nuestra fortaleza y hogar."
Legolas volvió a preguntar:
"¿Pero por qué nunca te habías mostrado como hombre ante mí?"
"Me siento más cómodo en forma de águila –dijo Gallard suavemente-. Me da más libertad y espacio. Además, nunca he cambiado de forma delante de alguien que no sea de mi gente –entonces se le empañaron los ojos de lágrimas-. Aunque ya no queda nadie."
Legolas se acercó a la cama y volvió a sentarse.
"¿Qué ha ocurrido? ¿Y quién te disparó? ¿Cómo has acabado así?"
Gallard apretó los puños sobre las sábanas.
"Fue Kalden, el hermano más pequeño de mi padre –dijo, con los dientes apretados y las mejillas húmedas-. Atacó nuestro reino con un ejército de shraq, los cuervos cambiaformas, y... asesinaron a nuestro rey. Todos mis hermanos... fueron asesinados también... y solo quedé yo... Solo yo..."
O_O ¡¿Hawkeye es un príncipe?! ¡Y han asesinado a todos los suyos! ¿Qué pasará? ¿Vendrán sus enemigos a terminar el trabajo? Yo veo a Legolas demasiado feliz hasta ahora XD
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