Capítulo 13
"¡Nara, retrocede!" –gritó Legolas, saltando a sus pies antes de ocultar tras él a su esposa.
Estaba a punto de recoger su espada del suelo cuando se dio cuenta de algo. El cuervo no estaba solo. Un águila acababa de aterrizar al lado del ave, graznando a modo de saludo. Al ver esto, los dos elfos suspiraron de alivio. Era Hawkeye.
"¡Gallard, tonto! –gruñó Legolas-. ¡Deja de asustarnos así!"
Gallard cambió de forma y le sonrió a la pareja, divertido.
"Lo siento. No pude evitarlo. ¿Interrumpimos su... uh... 'conversación'?"
Legolas le lanzó una mirada asesina mientras Narasene se reía.
"Podemos seguir con la 'conversación' en otro momento –entonces se acercó al draq y le dio un rápido beso en la mejilla-. Nos alegramos de que estés bien. ¿La misión tuvo éxito?"
Legolas se acercó también a su amigo cuando su ira se transformó en curiosidad.
"Sí, Gallard, no puedo esperar para saber cómo fue. ¿Cómo están Aragorn y los demás? Pero antes de eso dime, ¿quién es... uh... tu amigo?" –dijo Legolas, inclinando la cabeza hacia el cuervo silencioso.
Gallard miró hacia donde Legolas señalaba y sonrió. Como si hubiera sido llamado, el cuervo se acercó volando y se posó a los pies de Gallard. Comparado con los otros shraqs que había visto, este era mucho más pequeño. Ni siquiera alcanzaba el tamaño de Gallard en su forma de águila.
Tras desplegar las alas negras, el cuervo se transformó gradualmente en la bella señorita que Legolas había visto en el gran salón de Tasqamaran. Con un vestido de seda negra que dejaba al descubierto casi la totalidad de su espalda, la dama shraq se enderezó y sonrió con timidez a los elfos asombrados.
"Hola. Soy Kylea" –dijo suavemente, presentándose.
Legolas y Narasene se miraron y se sonrojaron de vergüenza por haberse sobresaltado tanto. Gallard se rio al ver sus expresiones.
"Sí, amigos. Ella es mi... ¿cómo le dicen ustedes? ... 'novia'. No se preocupen. No muerde... ni secuestra a nadie y lo lanza al océano."
Tras enviarle otra mirada asesina por el comentario, Legolas murmuró:
"Bien. Por supuesto. Qué estúpido de mi parte."
Tras amonestar a su compañero con la mirada, Kylea dijo:
"Perdónale por su falta de tacto, Lord Legolas. Gallard puede ser un poco lento a veces."
"Él y Legolas –interrumpió Narasene-. Estos dos son muy parecidos. No solo en su aspecto, sino también en el comportamiento, ¿no crees? Me parece que no nos han presentado. Soy Nara, la muy paciente y benevolente esposa de Legolas."
Legolas puso los ojos en blanco ante las palabras de su esposa mientras ella abrazaba a la otra dama. Kylea devolvió el abrazo diciendo:
"Me alegro de conocerles al fin. Gallard me ha hablado mucho de ustedes."
"De cosas buenas, espero" –gruñó Legolas, todavía mirando a su amigo, ceñudo.
Eso solo causó que el shraq se echara a reír.
"Uh... no realmente."
Eso hizo que Legolas alzara el brazo para darle un golpe en la nuca.
"¡Oww!" –el elfo se detuvo al instante y gritó. Haciendo una mueca y murmurando maldiciones se miró el hombro herido.
"¿Todavía no se ha curado?" –preguntó Gallard, preocupado.
Sacudiendo la cabeza, Narasene llevó a su esposo a la cama e hizo que se sentara.
"¿Sin que deje de moverlo? No, todavía no" –respondió, con un suspiro de sufrimiento.
"Hey, ¡fuiste tú la que me retaste a ese maldito duelo de espadas!" –se quejó Legolas.
"No hables y déjame bajarte la hinchazón –le dijo Narasene con firmeza. Legolas abrió la boca para responderle, pero vio la mirada preocupada de su esposa y en su lugar le preguntó a Gallard-: Dinos, ¿qué pasó? ¿Cómo fue todo?"
Tras sentarse en la silla cercana, Gallard comenzó a hablar.
"Kalden está muerto."
Narasene hizo una pausa en la curación del hombro de su esposo mientras que Legolas miró la cara inexpresiva de Gallard, notando el tono frío que había empleado. El príncipe elfo asintió.
"¿Así que ahora Tasqamaran te pertenece?"
Gallard miró a Kylea, que ayudaba a Narasene empapando una toalla de agua.
"Gallard es el rey ahora –dijo suavemente, pasándole el paño a la dama elfa-. Y mi padre es ahora su prisionero."
Los dos elfos alzaron las cejas y miraron a Gallard, atónitos. Tras fruncir el ceño hacia Kylea, Gallard dijo:
"Para ya. Hemos hablado ya del tema. Vamos, deja de llorar."
"¿Quién dice que esté llorando?"
"Bueno, ¿y entonces qué es esto?" –preguntó Gallard, tocando la lágrima en la mejilla de Kylea.
"Se me ha metido algo en el ojo, eso es todo."
"Oh, ¿en serio?"
"Sí, en serio."
"¡Deténganse los dos! –interrumpió Legolas cuando las cabezas de la pareja empezaban a acercarse. Gallard y Kylea lo miraron, interrogantes, y el príncipe elfo suspiró-. Pueden seguir con su 'conversación' más tarde. Quiero oír qué pasó en la misión, si no les importa."
Kylea tuvo la decencia de sonrojarse y Gallard arrugó el ceño.
"Bien –contestó, separándose de Kylea-. ¿Qué quieres saber?"
"Desde el principio. Especialmente cómo murió Kalden."
"Está bien" –encogiéndose de hombros, Gallard se sentó en una silla, pero antes de que el draq pudiera empezar a hablar, Narasene urgió a su esposo para que terminara de quitarse la túnica. Legolas, que se encontraba algo reticente, le lanzó una mirada significativa a Kylea.
Kylea se dio cuenta y se echó a reír.
"No te preocupes, Lord Legolas. Ya estoy acostumbrada a ver piel masculina. Gallard siempre se pasea por ahí solo en calzones."
Legolas enrojeció y Gallard sonrió.
"Tiene razón. Vamos, Legolas. No hay de qué avergonzarse."
Murmurando para sí, Legolas dejó que Narasene le quitara la prenda.
"¡Y ahora empieza a hablar de una vez, maldito draq!" –gruñó, intentando ocultar su vergüenza por estar medio desnudo delante de una dama que acababa de conocer mientras su esposa le atendía.
¡Y vaya dama más hermosa! Pensó Legolas, involuntariamente. El vestido de seda negra que llevaba Kylea era casi transparente, mostrando sus bonitas curvas. Y Legolas nunca había visto tanta piel femenina expuesta, exceptuando a Narasene, por supuesto. El vestido dejaba la mayoría de sus hombros y espalda al descubierto, probablemente para dejar salir sus alas cuando se transformaba en cuervo. Fijándose mejor, Legolas pudo distinguir el color de sus ojos, marrón oscuro, con sus ojos enmarcados por largas pestañas. Y esos ojos le sonreían, divertidos.
Al ver cómo Legolas miraba a Kylea, Narasene señaló:
"Kylea es muy hermosa, ¿verdad, esposo mío?"
Gallard estalló en carcajadas y Legolas se sobresaltó, sonrojándose por la broma de Narasene.
"Habla, Gallard –dijo, mirando a su esposa de soslayo-. Ahora."
Cuando paró de reírse, Gallard empezó a contar todo lo que ocurrió desde que llegaron a Tasqamaran.
"Alcanzamos la costa al tercer día –explicó-. Todo iba acorde al plan, exceptuando la banda de shraqs con la que nos encontramos. Pero Gwaihir y los suyos hicieron un buen trabajo deshaciéndose de ellos."
Gallard siguió contando cómo la flota de Aragorn había rodeado el fuerte. Le dijeron a Kalden y los shraqs que se rindieran para evitar más derramamiento de sangre, pero como esperaban, Kalden se negó. Con un ejército de shraqs, se había lanzado al ataque desde la torre, cambiando de hombre a ave a placer.
El hogar de Gallard era una fortaleza difícil de conquistar si no conocías sus puntos débiles, pero él lo hacía, así que guió a sus compañeros, rompiendo la defensa de los shraqs y haciendo que entraran en pánico y se confundieran. Tras una hora de salvaje batalla entre hombres, elfos y aves, Tasqamaran fue recuperada.
Después de eso y tras capturar a un herido Kalden, Gallard lo había observado durante mucho tiempo, luchando contra el impulso de clavar sus garras en el cuello de su tío por matar a su familia. Pero, en su lugar, Gallard había ordenado que lo liberaran y le entregaran una daga. Kalden había mirado el arma y comprendió lo que debía hacer según las leyes de Tasqamaran por el crimen de traición al reino y la familia real.
"¿Entonces Kalden se suicidó?" –preguntó Legolas, encogiéndose ligeramente cuando Narasene ató el último nudo del vendaje de su hombro.
Gallard asintió, con una mirada dura como el acero.
"Se cortó el cuello, como dictan las leyes que debe hacerse, pero deseé haberlo hecho con mis propias manos –gruñó, apretando los puños-. La sangre de Kalden se derramó en el suelo, en el mismo lugar en el que se derramó la de mi familia. Sus muertes han sido vengadas. Y aún así..."
Ante esto, la voz de Gallard flaqueó e inclinó la cabeza para mirarse las botas, parpadeando para contener las lágrimas. Kylea se le acercó en silencio y le apretó el hombro con cariño. Gallard pareció recuperar las fuerzas, la miró, le sonrió y se giró hacia Legolas.
"¡Deberías haber visto a Aragorn y los gemelos durante la lucha! ¡Los pillé sonriendo como idiotas muchas veces mientras atacaban! ¡Creo que lo estaban disfrutando!"
"¿Entonces están todos bien? –preguntó Legolas-. ¿No están heridos?"
"Están bien, al igual que Faramir y Lord Celeborn –respondió Gallard, todavía sonriendo-. Aragorn recibió una herida seria en el muslo gracias a una de las garras de los shraqs. Pero él solo se echó a reír, diciendo que llevaba tiempo esperándolo. En serio, Legolas, ¡creo que se ha vuelto loco!"
"¡Entonces yo tenía razón! ¡Estaba aburrido!" –exclamó Legolas, haciendo que ambos estallaran en un ataque de risa.
Narasene intercambió miradas exasperadas con Kylea y suspiró.
"Pues yo creo que son ellos dos los que se han vuelto locos –dijo, tomando a la otra dama del brazo-. Vamos, Kylea. Déjame presentarte a Arwen y vamos a decirle que su esposo está de camino a casa tras haberse divertido atacando el reino de su amigo."
Tras oír eso, Gallard y Legolas se rieron con más fuerza, para molestia y diversión por parte de las damas. En la puerta, Narasene y Kylea se detuvieron. Se quedaron allí un momento, mirando a sus respectivas almas gemelas, sonriendo con cariño.
Bueno, una no podía dejar de sonreír ante la atractiva visión de dos príncipes de cabello dorado tan parecidos que podían ser confundidos con gemelos. Los dos seguían riéndose como locos, ajenos al hecho de que seguían medio desnudos, con solo sus leggings y botas, conformando una espectacular muestra de atractivo masculino para las dos damas.
"¿Kylea?" –preguntó Narasene de repente.
"¿Sí, mi señora?"
"Me alegro de que nos pertenezcan."
Kylea se echó a reír, asintiendo.
"Tenemos mucha suerte, ¿no crees?"
Narasene observó a su nueva amiga.
"¿Suerte? Umm... creo que no. ¡Sobre todo porque mi esposo decide hacer todo lo que le digo que no haga!"
Legolas escuchó a su esposa, la miró y cayó de espaldas en la cama, rugiendo de risa otra vez.
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Eldarion, hijo de Aragorn, miró al guerrero elfo que lo sostenía y dibujó una sonrisa desdentada.
"¡Mira! ¡Sonríe! –exclamó Legolas, emocionado-. ¡Me está sonriendo!"
Narasene miró a su esposo y al bebé que tenía en brazos.
"Un bebé de apenas dos semanas todavía no sabe sonreír, mi amor. Solo son gases."
"¡No lo son! –protestó Legolas-. ¿Qué clase de teoría es esa?"
De pie cerca de la pareja, Lady Éowyn oyó la discusión y se rio.
"¡Esa es la misma respuesta que me dio Faramir al contarle lo mismo! –la señora de Emyn Arnen ajustó el gorro de bebé en la cabeza de su hijo de ocho meses y le sonrió a Narasene-. ¡Hombres! ¡Son tan cabezotas!"
"Ey. Te he oído" –Faramir entró de repente en la habitación de bebés con una sonrisa y se dirigió hacia su esposa y su hijo, abrazándolos. El pequeño Boromir comenzó a darles empujoncitos, molesto al verse aplastado entre sus padres.
"Vamos. Déjamelo a mí" –pidió Faramir, estirando los brazos hacia el niño. Sosteniendo a su hijo con un brazo, Faramir se le acercó y besó la mejilla regordeta del niño. Desafortunadamente, Boromir eligió ese momento para poner en práctica su nuevo juego, morder.
Faramir se sobresaltó cuando su hijo cerró su boca sin dientes sobre su nariz y los otros se echaron a reír al ver cómo el hombre intentaba liberarse.
"Entonces podemos confirmarlo. Le están saliendo los dientes" –dijo Éowyn, riéndose, secando la nariz húmeda de su esposo y la boca babeada de su hijo con un pañuelo.
"¿Todos los bebés hacen eso?" –preguntó Legolas, mirando a Eldarion alarmado y preparándose para huir si intentaba morderlo.
"La mayoría de los bebés humanos –respondió Thranduil, que acababa de entrar con Celeborn detrás de Faramir-. Pero la verdad es que conozco a un bebé elfo que me mordió la pantorrilla una vez" –dijo, lanzándole a su hijo una mirada significativa.
El príncipe enrojeció al instante cuando todos se echaron a reír. Aún así se las arregló para decir:
"¿Quién, padre? ¿Kel?"
"No, él no –respondió Thranduil, sacudiendo la cabeza con una sonrisa-. Tu hermano siempre fue un buen bebé, hasta donde yo recuerdo."
"¿De verdad? –interrumpió Celeborn-. ¡Pero yo recuerdo que el bebé Keldarion mordió mi pantorrilla la primera vez que lo llevaste a Lórien a mostrármelo!"
Todos volvieron a romper en carcajadas. El alegre sonido alcanzó el pasillo, haciendo que otras personas sonrieran al oírlos. Mientras tanto, escaleras abajo, la gente de Gondor organizaba la ceremonia de presentación del heredero recién nacido. Iba a ser una gran celebración, con un gran festín y un baile.
Hacía una semana desde que la flota de Aragorn había vuelto de Tasqamaran. La herida del rey se había curado con los cuidados de la Reina Arwen y el hombro de Legolas por fin había sanado también. En el instante en el que Narasene le dio el visto bueno, Legolas se había quitado el cabestrillo y había cogido su arco y sus flechas para correr al establo. Se había montado en uno de los caballos de Rohan y había partido a toda velocidad hacia los Campos de Pelennor.
"¡Voy a practicar!" –les había dicho antes de marcharse, más feliz que si acabaran de liberarlo de la cárcel.
"Hey, ¿qué es tan divertido?" –los gemelos de Rivendel aparecieron en la puerta de repente, mirando al grupo con curiosidad.
Celeborn los miró y dijo:
"¡Y aquí están los dos enanos crecidos que una vez me mordieron las orejas a la vez!"
"¡¿Qué?!" –gritaron Elladan y Elrohir, totalmente avergonzados.
Todavía riéndose, Legolas se acercó a sus amigos y dijo:
"No se preocupen. Solo contaba viejas historias, como mi padre."
Todavía algo escépticos, Elladan los miró a todos arrugando el ceño hasta que anunció.
"La ceremonia está a punto de empezar. ¿Todos preparados?"
La mayoría se movió hacia la puerta. Legolas arregló el traje ceremonial de Eldarion mientras que Narasene le ajustaba a él el fluido manto que llevaba. El príncipe miró a su padre con desagrado cuando éste le ajustó la corona plateada a la cabeza. Como siempre, el rey elfo ignoró la molestia de su hijo.
Siguiendo las costumbres de Gondor, Aragorn había elegido a Legolas y Narasene como padrinos de su hijo. Durante la ceremonia, la pareja de elfos tendría que prometer proteger y cuidar a Eldarion si el rey y la reina de Gondor murieran antes de que llegara a la edad adulta. Pero Legolas y Narasene no necesitaban esperar a que creciera para hacer eso mismo. Ya hacía tiempo que se habían enamorado del pequeño humano.
Tras terminar los últimos arreglos, partieron lentamente hacia el gran salón, donde todos esperaban. El Rey Elessar y la Reina Arwen acababan de sentarse en el trono. El Rey Éomer y su esposa embarazada, la Reina Lothiriel, también estaban sentados al lado de Gimli el enano y el Príncipe Imrahil. El señor de Dol Amroth amonestaba a su hijo más joven, Amrothos, que flirteaba con una bonita chica de Gondor que estaba sentada a su lado.
Cuando Legolas y compañía entraron, todos los invitados se pusieron en pie. Los juglares comenzaron a cantar en una esquina del gran salón una bonita balada que hablaba de la alegría por una nueva vida y un nuevo futuro.
El grupo se detuvo delante del trono y se inclinaron respetuosamente ante el rey y la reina. Tras eso, Faramir condujo a su esposa hasta sus respectivos asientos, al lado de los recién casados Rey Gallard y Reina Kylea. La pareja les sonrió, emocionados por la extraña ceremonia.
Legolas y Narasene se subieron a la tarima del trono. Se apoyaron en una rodilla y entonces Aragorn se puso en pie y los miró afectuosamente.
"¿Aceptan el honor de permanecer a nuestro lado por el bien de nuestro hijo?"
"Aceptamos ese gran honor" –respondió la pareja, sonriéndose el uno al otro.
"Entonces de pie, muestren al nuevo heredero de Gondor a su gente" –les dijo Aragorn mientras ayudaba a Narasene a volver a ponerse en pie. Legolas se alzó con elegancia y recibió un par de besos en las mejillas de parte de Arwen.
Dándose la vuelta, Legolas se enfrentó a la multitud.
"¡Contemplen! –anunció, alzando al bebé sin esfuerzo para que lo vieran-. ¡Les presento al heredero al trono de Gondor, su real alteza el Príncipe Eldarion, hijo de Aragorn!"
Todo el mundo comenzó a aplaudir hasta que el ruido se envolvió ensordecedor. Todos estaban de pie, aplaudiendo, riéndose y abrazándose unos a otros. Algunos hasta lloraban de alegría.
Legolas bajó al bebé, miró a su esposa y se inclinó para besarla. Tras ellos, el rey y la reina de Gondor se sostenían de la mano, sonriendo orgullosos al ver a su hijo en brazos de su mejor amigo. Su hermano.
La gente de Gondor se regocijó durante esa noche y los días posteriores, celebrando el nacimiento de una nueva vida.
Y así, un nuevo futuro comenzó.
¡Y aquí llegamos al final de otra historia! La verdad es que este final sería ideal para la serie, pero afortunadamente todavía quedan nuevas aventuras.
Parecía la escena del Rey León otra vez jajaja
Próximamente: El Temperamento del Mar. 'Legolas y el mar no son los mejores amigos imaginables precisamente. Y, un día, el mar muestra su temperamento...'
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