Capítulo 17:
- ¡Yo lo mato! - bramó Sebastian.
- Cálmate, por favor - le pidió Kael.
Kala aún estaba inconsciente en una de las camas de la Sala Blanca y el líder de la Guardia Celeste se había visto obligado a poner un hechizo alrededor de la cama para que nadie escuchara la discusión. James llegó en ese momento.
- ¿Por qué cuando a los de la Guardia Oscura se os dice que algo es peligroso os tiráis hacia ello como si regalaran dulces?
Kael y Sebastian miraron a su amigo sin comprender. James tardó unos segundos en darse cuenta de sus miradas pues trataba de examinar que tan grave eran las heridas de la joven. Algo avergonzado se frotó el revuelto pelo rubio y se sonrojó ligeramente.
- Me preguntó por Tyrion. Dijo que gurdaría el secreto y no puede mentir. Le conté su sanguinario expediente en los entrenamientos. Pensé que eso la mantendría alejada. Aunque me han dicho que no ha estado nada mal.
- Ha lanzado dos hechizos de defensa seguidos estando herida - comentó Kael.
- ¿Y si no llega a descubrir que puede? ¡Ese pequeño margen es lo que me ha permitido llegar a tiempo!
- Piensa que esto es un punto a tu favor en la vista con el rey - comentó Kael.
- No me gusta hablar mal de un especialista a mi cargo pero es cierto. Ha atacado directamente a una de tus subordinadas cuando el árbitro había dictaminado que el combate estaba finalizado.
- Como le vea voy a rajarle ese sucio cuello que tiene - gruñó Sebastian apretando los dientes.
- Veremos cuanto tarda Kala en recuperarse pero lo mejor sería que fuerais a la misión cuanto antes. James, busca alguna misión que encomendarle a Tyrion también. Cuanta mayor sea la distancia entre vosotros mejor - dijo Kael.
Los tres se giraron hacia Kala cuando se movió ligeramente soltando un ligero gemido de dolor.
- Deberíamos dejarla descansar - dictaminó Kael.
- Me encargaré de Tyrion y aunque sirva de poco, hare un informe del incidente para que quede en su expediente.
Kael asintió y tras deshacer el hechizo de privacidad, se despidió con una ligera inclinación de cabeza. James miró a su amigo aún pendiente de los movimientos de la joven y decidió no interrumpir, considerando que su trabajo ya estaba hecho.
******
- Despierta, princesa - oí que me susurraba Sebastian al oído.
Gruñí somnolienta y me acurruqué en las cálidas sábanas.
- No querrás perderte tu primera misión - comentó con tono divertido.
- Cinco minutitos más - gruñí aún entre el sueño y la consciencia.
Fue entonces cuando caí en que Sebastian estaba realmente ahí. Tumbado a mi lado en la cama de mi habitación. Me incorporé de golpe y dado que se había quedado ligeramente inclinado sobre mí, nuestras frentes chocaron dolorosamente. Me llevé la mano a la zona dolorida.
- Auch - se quejó Sebastian.
- ¿Qué haces aquí? - pregunté entre molesta y sorprendida.
- Te has quedado dormida. Lo cual es sorprendente dado que eres tú quien siempre interumpe mis mañanas. He pensado que esta vez era mi turno.
- Pues has pensado mal. Que dolor - me quejé.
Me di cuenta entonces de que había empezado a mirarme algo más insistentemente. La fina tela del camisón era ligeramente traslúcida y caía sobre la piel dejando poco a la imaginación. Le di un fuerte empujón que le tiró de la cama aunque se levantó entre risas.
- Dame un minuto y estoy lista - informé abandonando la calidez de las sábanas.
Me dirigí al armario y saqué el uniforme y la capa. Estaba a punto de cambiarme cuando vi que Sebastian seguía allí observando mis movimientos.
- ¿Te importa? - le pregunté alzando ambas cejas.
- En absoluto - contestó con su media sonrisa llena de malicia.
Cogí una bota y se la lancé aunque pudo esquivarla fácilmente.
- Largo - insistí malhumorada.
Con una lentitud exasperante abandonó por fin mi habitación. Me vestí rápidamente bajó la sensación de que podía verme de alguna manera a través de la puerta de madera oscura. No tardé en reunirme fuera con él mientras terminaba de trenzarme el pelo castaño. El incidente del entrenamiento con Tyrion había ocurrido hacía 4 días y aunque desde el instante en que desperté me había encontrado perfectamente, Sebastian se había negado a dejarme entrenar. Al menos la misión seguía en pie. Había convencido a Kael para que al menos me permitiera entrenar con hechizos y me presentó a uno de los profesores que me ayudó a perfeccionar los hechizos básicos. Al precer tenía un don innato para ello. La mesa de la Guardia Oscura estaba bastante vacía desde hacía unos días y aunque me habría gustado desayunar acompañada de Nate, desde el entrenamiento me había estado evitando. Vi como se levantaba y aunque no había terminado de desayunar le seguí. Tuve que llamarle para que se detuviera a la altura de la puerta del comedor.
- No he podido hablar contigo desde aquel día.
- Perdona. He estado algo ocupado - se disculpó sin mirarme.
- ¿Estás bien?
- Perfectamente.
Su tono era algo frío y distante, y durante unos segundos vi que se fijaba en algo a mi espalda. Como si hiciera una leve comprobación. Me giré y vi a Sebastian beber lentamente sin apartar la vista de nosotros.
- ¿Es por él? ¿Te ha dicho algo? ¿Es que te ha amenazado? Si es así, te aseguro que no puede hacer nada contra ti.
- No tiene nada que ver. Lo siento, debo irme - dijo dándome la espalda.
Tenía claro que algo sucedía y que el que sería el futuro líder de mi guardia había metido las narices de por medio. Me giré hacia él y le analicé con la mirada. Dejó la copa plateada sobre la mesa y me lanzó una media sonrisa mientras se reacomodaba de forma poco decorosa sobre su silla. Fruncí el ceño y le lancé una mirada cargada de veneno. Con los puños cerrados con fuerza y la mandíbula apretada, abandoné el comedor sin terminar de desayunar. Sebastian tenía la mala costumbre de meterse en medio pero lo peor era como parecía disfrutarlo. No me agradaba la idea de tener que pasar los siguientes días con él en una misión. Me dirigí de vuelta a mi cuarto para prepararme. La chica del baño tenía razón, la distancia entre el comedor y las habitaciones no era suficiente para que la runa de custodia fuera dolorosa aunque si para que escociese ligeramente. Para la misión que nos esperaba no debía llevar el uniforme, por lo que me habían proporcionado un conjunto más adecuado. Unos pantalones marrón oscuro, una camisa blanca y un corset de cuero. Resultaba mas cómodo que los que llevaban las damas bajo los vestidos ya que su función no era la de encoger la cintura y alzar el pecho sino la de proteger. También me proporcionaron una cota de malla ligera para llevar debajo de la armadura de cuero, unas botas bastante cómodas y una capa gruesa con capucha. Me sentí algo pesada a pesar de que la cota de malla era más ligera de lo que eran habitualmente las de acero, por ello decidí dejarla en la habitación. Noté como la runa de custodia desaparecía de mi piel y opté por marcharme antes de cruzarme con Sebastian. De todas formas quería hablar con Kael sobre la misión.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top