Capítulo 12:
No puede ser. ¡Otra vez no!
- Solo quiero disculparme - dijo Nate.
Sebastian se echó a reír.
- ¿Y esa actitud de repente?
- Mi reacción de esta mañana estuvo fuera de lugar. Solo me preocupo por Kala.
- Puedes ir a llorarle a otro. Yo tengo cosas que hacer.
- No... ¡espera! - le detuvo Nate.
Sebastian, que había comenzado a andar apartándole de un empujón, se detuvo en seco. Aunque estaba de espaldas, pude ver que se miró la runa del brazo que volvía a ser imperceptible. Como acto reflejo, yo también miré la piel vacía de mi muñeca. No le hizo falta darse la vuelta para entender que estaba allí.
- Bastardo hijo de puta - gruñó segundos antes de lanzarse a por Nate.
Nate cruzó los brazos de forma defensiva y trató de alejar la daga con la que le apuntaba Sebastian. Había arañado levemente la piel y unas pocas gotas cayeron al suelo.
- No hace falta pelear. Solo quería disculparme - suplicó Nate.
- No conseguirás engañarme. Sé que jueguecitos te traes entre manos y no funcionará.
Cuando terminé de recorrer el pasillo para alcanzarles, me abalancé sobre Sebastian para tratar de separarle. No se movió un solo milímetro.
- Basta ya. Solo se está disculpando. Déjalo - le pedí.
- Creo que se te olvida que aquí las órdenes las doy yo. No intervengas - me dijo con tono autoritario.
- Kala, por favor, aléjate por tu bien - me pidió Nate con tono de preocupación.
Pude ver como sus ojos me suplicaban que no interviniese. Sabía que sería inútil pero de nuevo intenté agarrar el brazo de Sebastian y apartarlo de Nate al que seguía apantando con la daga.
- Ni si quiera esta usando su arma - le hice ver a Sebastian.
- Que no use la espada no significa que no use armas. Y te he dado una orden, aprendiz. Si aún no eres Guardiana y ya desobedeces una orden directa del líder de tu Guardia, tal vez deberías replantearte tus posibilidades.
Me separé. Menudo día de locos llevaba.
- Sebastian - le supliqué -. Por favor.
Pareció dudar y noté un ligero temblor en su pulso, casi imperceptible.
- No desobedeceré tu orden, eres mi superior. Pero debo pedírtelo una vez más. Por favor, para - le supliqué.
Hasta ese momento, Sebastian no me había dirigido la mirada pero entonces sus gélidos ojos se cruzaron con los míos.
- Silencio - susurró antes de decir dos palabras más que no alcancé a entender.
Cuando quise preguntar que había sido eso, las palabras no salieron de mis labios. De nuevo intente preguntar y nada. Traté de gritar y maldecir para de mi boca no salía un solo ruido. Gesticulaba exageradamente con los labios y trataba de gritar, sin embargo, las palabras no salieron. Sebastian se concentró de nuevo en Nate pero había dicho que obedecería su orden y lo decía en serio. Me molestaba como a la que más, pero Nate me había pedido que no interviniese y Sebastian me había dado una orden directa.
- Malditos Redstone - gruñó entre dientes.
Nate estaba muy ocupado deteniendo la daga con ambos brazos cruzados y no vio venir el puñetazo. Instintivamente traté de advertirle, aunque fue en vano. Con el primer golpe, Nate pareció no immutarse, su rostro apenas se movió. Pero había bajado la guardia y su brazos a penas le cubrían. En unos segundos, Sebastian susurró unas nuevas palabras y su siguiente puñetazo, que de nuevo atinó en la mandíbula de Nate, pareció llegar con mayor fuerza. Como si una fuerza increíble le empujara, Nate cayó al suelo de golpe y sus brazos temblaron al intentar levantarle.
- ¡Sebastian! - gritó una voz a mi espalda.
Me giré y me encontré con James, el líder de la Guardia Escarlata con el que ya había coincidido en otras ocasiones.
- ¿Debo recordarte que si atacas a uno de mis hombres, me atacas a mí?
- Solo estamos hablando. De hombre a hombre - contestó sarcásticamente.
- No puedes resolver todos tus problemas apuñalando a la gente.
- Puede que todos no, pero este sí.
- Sebastian, no me obligues a encerrarte de nuevo.
- Me traen sin cuidado tus amenazas, James.
En un pestañeo, James se había abalanzado sobre Sebastian y trató de darle un puñetazo. Sin apenas moverse, Sebastian se inclinó y giró ligeramente para esquivar el puño de su adversario. Me acerqué a Nate y le ayudé a sentarse contra la pared.
- Te pido esto como amigo. No me obligues a mandarte a las mazmorras de nuevo.
- Sabes que en unas horas Kael me dejara salir.
- No puedes esperar librarte siempre de todo. Las acciones tienen consecuencias.
- He pasado mala noche, no estoy para tus discursitos de moral.
- No es ningún discurso. Trato de ayudarte.
Sebastian gruñó y esta vez fue él quien atacó primero. Al igual que en mi pelea con Christian, los movimientos eran tan rápidos que eran casi imperceptibles a la vista. Me disponía a ponerme en pie cuando Nate me agarró de la muñeca.
- No vayas - murmuró antes de quedarse inconsciente.
Sebastian le había dado un buen golpe. La mandíbula tenía mal aspecto y de la boca caía un pequeño hilo de sangre. No sabía muy bien que hacer. No podía hablar debido al hechizo y no podía intervenir debido a la velocidad de sus ataques. Aún así me abalancé hacia ellos, dispuesta a interponerme. Si tan solo pudiera detenerlo todo. Ante aquel pensamiento, noté un cosquilleo en la nuca y de pronto, Sebastian y James se congelaron en el tiempo. Me terminé de acercar a ambos. Teniendo en cuenta las explicaciones de Kael, era probable que supiera hechizos y sin controlarlos, alguna parte de mi subconsciente los llevara a cabo. Toqué el hombro de James y me concentré para intentar devolverlo a la normalidad, aunque antes me aseguré de quitarle la espada para evitar que le sacara un ojo a alguien accidentalmente. Terminó de lanzar la estocada pero debido a que no tenía espada, solo golpeó el aire.
- ¿Qué? - preguntó mirando la mano vacía y después a Sebastian, que seguía congelado.
Le tendí la espada y la cogió lleno de dudas.
- ¿Esto es obra tuya?
Asentí a modo de respuesta.
- ¿Cómo..?
Alce la mano para detenerle y traté de indicarle con gestos que no podía hablar. Me señalé los labios y seguidamente señalé a Sebastian. James no pareció entenderlo. Sabiendo que no podría hablar, traté de explicárselo con palabras y efectivamente no emití una sola sílaba.
- Sebastian y sus hechizos... Tengo una solución temporal pero este tipo de hechizos solo puede deshacerlos quien los conjura.
Me tendió una mano y extendió la palma hacia arriba. Hice lo mismo con la mano libre de runa, ya que aún tenía la que me obligaba a decir la verdad en una de las palmas. Dibujo una runa con su pluma. Había oído que era raro que en la Guardia Escarlata usaran runas. La pluma era blanca con pequeñas motas de color púrpura. Terminó la runa en mi mano y después dibujo la misma runa en la suya.
«Ahora podemos hablar telepáticamente» le oí decir en mi cabeza.
«Puedo llamar la atención de Sebastian para que te sea más sencillo atraparle. No sé que le pasa pero esto es mucho hasta para él.»
«No es la primera vez que busca pelea con otro Guardián. Supongo que para tí si es novedad. ¿Qué propones? Será difícil llamar su atención si no puedes hablar.»
«Puedo tratar de acercarme.»
«Dudo que sea buena idea. Es probable que solo te aparte.»
«Por probar no tenemos nada que perder. Aunque me dio una orden de no intervenir.»
«Aunque el sea tu líder directo, como yo soy uno de los cindo líderes de la Guardia, nuestras órdenes están al mismo nivel. Normalmente no nos involucramos en otras Guardias, hay muchas normas en contra de ello. Pero en este caso si puedo ordenarte que me ayudes a detenerle y ante la normativa, mi orden estaría por encima de la suya.»
«Pues ordéname ayudarte. Si no funciona, pensaré algo más y te lo diré a través del vínculo de la runa.»
Me acerqué a Sebastian y me coloqué a su espalda. Coloqué una mano en su hombro y tras confirmar que James estaba preparado, me concentré para devolver todo a la normalidad. Sebastian volvió a moverse y James detuvo su ataque.
- Kala, ayúdame a detenerlo. Es una orden - especificó.
- No puedes hacer eso - discutió Sebastian.
- Sabes que sí.
Me abalancé sobre Sebastian y traté de apartarle de James. Como si solo fuera un bicho molesto, me apartó sin dificultad. Al ser solo aprendiz, no se me permitía ir armada. Traté de subirme encima de Sebastian aunque me costaba mucho seguirles el ritmo. Aunque me agarré a su espalda y traté de reducir su movilidad con una llave, dio una ágil voltereta y se deshizo de mí. Caí de lado al suelo y noté como un par de costillas se fracturaban. El dolor me recorrió el pecho y aunque no podía hablar, un gemido escapó de mis labios. Sebastian se giró hacia mí y detuvo a duras penas el ataque de James.
- Joder, te dije que no te entrometieras - gritó lleno de rabia.
«Tengo una idea» le dije a James.
«¿Estás bien?»
«Unas costillas rotas. Me las he visto en peores situaciones durante los entrenamientos.»
«Puedes echarte atrás cuando quieras.»
«Esta vez estoy segura de que funcionará. Tienes que conseguir que te lance la daga o desarmarle. Y asegurarte de que yo salga herida.»
«¿Qué? ¡Es una locura!»
«Cuando me ha tirado se ha parado unos segundos. Si acabo herida de algo más grave se detendrá el tiempo suficiente para que le detengas.»
«Ya estás herida de algo grave.»
«Puedo con ello y prefiero que esto acabe antes de que hiera a alguien más. Está completamente fuera de sí.»
Despues de un largo silencio me llegó la respuesta.
«Está bien.»
De un empujón se apartó de Sebastian, dejando varios metros entre ellos. Me coloqué a su espalda buscando algún punto ciego.
- Sabes que estamos bastante igualados, podemos tirarnos así un buen rato - dijo Sebastian.
- Pues termínalo - le retó James.
«Prepárate.» me advirtió James.
Sebastian sacó otra daga y mientras se acercaba corriendo apuntándole con una, lanzó la otra. Perfecto. James la desvió hacia mí y yo me coloqué para que me golpeara sin herir ningún órgano vital. La daga alcanzó la piel bajo la clávicula, muy cerca del hombro. Aunque dolió como mil demonios, no era realmente grave.
«Golpe limpio.» le avisé.
Solté un gruñido algo exagerado y me eché hacia atrás asegurándome de chocar con un bonito jarrón que tristemente se hizo añicos contra el suelo. Ante el ruido, ambos Guardianes se detuvieron. Sebastian vio la herida en el hombro y como había predicho, esta vez se detuvo por completo.
- Kala - murmuró.
«¡Ahora!» le di la señal a James que precía haberse distraído con la situación.
Golpeó a Sebastian con la empuñadura en la nuca y con un movimiento rápido sacó la pluma y dibujo una runa en el aire sobre la espalda de Sebastian que dejó de moverse.
- No es como su hechizo de sueño pero bastará. ¿Estás bien? - me preguntó.
«Bastante mejor que este jarrón» bromeé.
James se rió y levantó a Sebastian. Parecía como si estuviera en trance. Tenía la mirada perdida y obedecía a todos los movimientos de James.
- Voy a pedir que venga alguien a por vosotros.
Trazó una runa en el aire y dos guardianes escarlatas asomaron por el pasillo.
- Llevad a Kala y Nate a la Sala Blanca - les ordenó antes de desaparecer con Sebastian.
- Señorita, ¿puede caminar? - me preguntó uno de los guardianes.
Asentí. Caminó a mi lado, pendiente a cada segundo de que no tropezara o estuviera a punto de caer. La Sala Blanca no esta lejos, por suerte. Cuando entramos, dos gurdianes llevaron a Nate a una camilla y otro se acercó a hablar conmigo.
- Por aquí, por favor.
Le seguí hasta una camilla y me senté como de costumbre. Arrancó la daga y fruncí el rostro como respuesta al dolor. Dibujó la runa de curación en el cuello y cuando el dolor desapareció, me permitió irme. Busqué a Nate y me acerqué para comprobar que estaba bien.
- Seguramente despierte en un rato. No hay nada de que preocuparse - me aclaró uno de los guardianes cristalinos que le había atendido.
Le agradecí con una sonrisa y cuando traté de decir un gracias recordé que no podía hablar. Si quería evitar volverme loca iba a tener que recuperar el habla.
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