Capítulo 10:
Caleb cayó de espaldas y me coloqué sobre él antes de apuntarle al cuello con la daga que había elegido como arma. Recuperó el aire y echó la cabeza hacia atrás. Me levanté con una sonrisa y le tendí la mano.
- Ha sido un buen combate - le dije.
- ¿Te estás quedando conmigo? Creo que esto es un nuevo record - respondió fatigado.
Me reí y le di un par de palmaditas de consolación en el hombro. La segunda fase de acceso a la Guardia de Minaria se llevaría acabo la semana siguiente y me tocaba entrenar con los otros aprendices. Caleb, Turan, Shor y yo eramos los únicos de la Guardia Oscura y Sebastian solía decir que seguramente ninguno pasaríamos la prueba.
- Como esta claro que estos enclenques no suponen un reto he traído a dos amigos para que te echen una mano - dijo Sebastian.
Detrás de él Christian miraba al suelo y Beck me sonreía amablemente.
- Beck - ordenó Sebastian.
Beck se hizo al frente y se quedó quieto frente a mí. Yo me coloqué y esperé la orden de Sebastin para empezar.
- Adelante.
Beck se lanzó hacia mí a una velocidad vertiginosa. Le esquivé por los pelos y traté de darle una patada alta pero atrapó mi tobillo sin titubear. Me hizo caer sin problemas pero al soltar mi tobillo me las apañé para apoyar las manos en el suelo y darme impulso para alejarme. En cuanto caí de pie ya tenía a Beck de nuevo frente a mí. Para ser tan grande era extremadamente rápido. Saqué la daga del cinturón y la lancé obligándole a inclinarse a la izquierda. Previendo como esquivaría me apoyé sobre su pierna en la que había apoyado el peso para esquivar y me subí a sus hombros aprovechando la inclinación de su cuerpo para hacerle caer. Detuvo la caída con el brazo pero fue suficiente para que me abalazara desde atrás daga en mano hacia su cuello. Debió adivinar mis intenciones y con un barrido del brazo libre me hizo caer. Ahora sabía como se sentían mis compañeros cuando les derribaba. El golpe me cortó la respiración y la mano de Beck se envolvió alrededor de mi cuello. Antes de que pudiera colocarse encima mío enrolle las piernas alrededor de su brazo. Empujé con los pies entre sus omóplatos obligándole a agacharse y empujé con mis caderas hacia arriba para levantar su brazo. Intentó soltarse pero cuanto más se movía más apretaba y más cerca estaba su brazo de partirse.
- Simulamos combates reales. No importa herir a los compañeros. Para eso estan las runas - dijo Sebastian.
No quería partirle el brazo. Solo era un entrenamiento.
- Simulemos que te parto el brazo - le dije a Beck -. Paso a mi siguiente movimiento.
Utilizándole para impulsarme me puse bajo el pero con la daga preparada para cortarle el cuello.
- Se acabó - dije.
Beck sonrió.
- Eres realmente buena.
- Tal vez la próxima vez puedas atacarme con todo lo que tienes - le reté.
- ¿Sabías que no estaba utilizando el 100% de mis habilidades?
- No llevas arma. Y aunque has atacado rápido siempre dudabas antes de hacer los movimientos. Eso me da más margen a mí y te permite a ti reducir tu fuerza.
- Buen análisis. Supongo que no has querido partirme el brazo por eso.
Asentí mientras me ponía en pie algo fatigada.
- Si la dejas ganar no aprenderá y no mejorará - le regañó Sebastian.
- Es mejor que la mayoría de aprendices y por lo que dicen de ella solo lleva aquí unas semanas. Si aprende así de rápido está lista - se defendió Beck.
- Christian. No te contengas - ordenó Sebastian.
Tomé aire e intenté normalizar mi respiración. No guardé la daga, presentía que la necesitaría rápido. Llevaba otra en la espalda y un cuchillo largo en la bota. Sebastian corrigió los fallos a los otros aprendices y volvió con Christian y conmigo.
- Adelante.
Christian desapareció y de pronto noté como el suelo me golpeaba la espalda y la nuca. La visión se me nublo y los sonidos me llegaban distantes, como si estuviese debajo del agua. Pero realmente es que estaba en el agua. Noté la fuerza de la corriente que me empujaba al fondo. Veía la luna en la superficie pero cada vez se alejaba más y más. Y oí una voz.
- Kendra...
Comenzó como un susurro.
- Kendra.
Repitió, pero esta vez más claro. Parecía que se acercaba a mí.
- ¡Kendra!
Desperté y me incorporé de golpe. No tuve tiempo de ver donde estaba antes de ponerme a escupir agua entre toses. Recuperé la respiración lentamente con la vista enfocada en mis manos que se apollaban en el suelo de tierra. Seguía en el campo de entranamiento.
- ¿Eso es agua? - oí que preguntaba Caleb.
- Todos seguid a lo vuestro. Aquí no hay nada que ver - gritó Sebastian.
- Respira. ¿Estás mejor? - me preguntó Beck que se encontraba a mi lado mientras me aplicaba una runa de curación.
El dolor por el golpe y la irritación en los pulmones por el agua se disiparon.
- ¿Qué... qué ha sido eso? - pregunté confusa.
Me senté en el suelo y eché la cabeza hacia atrás para mirar el cielo.
- Parecía... real.
- Tú me dirás. Christian te derribó y segundos después te incorporaste y te pusiste a echar agua - explicó Sebastian.
- Estaba en el agua. Creo que en un lago... Me estaba ahogando. Pensaba que era real.
- Creo que ese golpe ha sido más fuerte de lo que ha parecido - dijo Beck.
- No. No estaba inconsciente - interrumpí.
- Deberíamos ir a hablar con Kael - dijo Sebastian.
- ¡No! Estoy bien y el informe puede esperar. Quiero seguir entrenando.
Beck me miró algo preocupado y después desvió la mirada hacia su líder.
- Entonces no entiendo que haces ahí sentada - me regañó Sebastian.
- Tal vez sería mejor que descansara - aconsejó Beck.
- Si la princesa quiere entrenar pues que entrene - contestó sarcástico mostrando su media sonrisa.
Me puse en pie y miré a Christian.
- Otra vez - le reté.
Sebastian le dio la orden con un gesto de la cabeza. No aparté los ojos de él pero de nuevo despareció y de nuevo acabé en el suelo. Si no podía seguirle, no tenía sentido mantener la daga fuera. La guardé en una funda que tenía en la cadera y me puse en posición defensiva. Christian esperó paciente a que le diera de nuevo la señal.
- Adelan... - no había terminado de hablar cuando algo me empujó al suelo.
Maldita sea. Era demasiado rápido. Estas eran las habilidades de la Guardia Oscura. Repetí el combate una y otra vez pero duraba lo mismo que mis compañeros aguantaban conmigo. Seguramente Beck podría acabar conmigo tan rápido como lo hacía Christian. Esta vez, cuando Christian fue a derribarme sentí... algo, un impulso. Un instinto, una voz interior que me gritaba que me empujaría al suelo con un barrido de piernas. Todo parecía ir a cámara lenta. Vi a Christian colocarse frente a mí agachado mientras hacía el barrido. Intenté saltar hacia atrás pero no fui suficientemente rápida.
- Otra vez - gritó Sebastian.
Beck le susurró algo y él contestó. Respiré hondo, me centré en mi respiración algo agitada, me centré en cada músculo de mi cuerpo, en cada gota de sudor que recorría mi piel, en las manos cerradas en puños. Y puse mi vista sobre Christian. Le analicé, le observé y me concentré en cada uno de sus movimientos. Estaba quieto. Respiraba con calma. Debía ser mi imaginación pero sentía como si pudiera escuchar sus latidos, su pulso calmado, sus respiraciones profundas y tranquilas.
- Adelante - dijo Sebastian.
A pesar de la velocidad de sus movimientos que me impedían verle algo dentro de mí sentía su presencia. Aún oía sus latidos. Levanté el brazo derechó para apartar un puñetazo, me giré hacia donde sentía su presencia y salté hacia atrás. Noté su aliento a mi espalda y me agaché esquivando una patada. Oí su corazón acelerarse pero fue un cambio casi imperceptible. Seguía sin verle pero su presencia seguía ahí. No sabía como pero podía presentir sus movimientos. Como si pudiera verlos antes de que los llevara a cabo. Intenté alejarme de él pero cuando aún estaba saltando supe que caería de nuevo. Me agarró por los hombros desde atrás y tiró con fuerza obligándome a caer de espaldas. Derrapé unos metros debido a la fuerza. Di un puñetazo al suelo frustrada y entonces note dos cosas. Una que mi brazo derecho estaba bastante dolorido especialmente en el codo y dos que mi brazo izquierdo no respondía a las órdenes de mi cerebro. Me incorporé y me di cuenta de que estaba dislocado. Lo siguiente en lo que caí es que todo el patio estaba en silencio. Miré a mi alrededor. Todos observaban con ojos abiertos. Miré frenté a mí. Christian me analizaba con la mirada y me pareció percibir no solo sorpresa sino algo de curiosidad en sus ojos. Me puse en pie pero el dolor del brazo dislocado se acentuaba cada vez más.
- Necesito que alguien me recoloqué el brazo - dije en dirección a Sebastian.
- Lo mejor será que vayamos a la Sala Blanca - dijo después de unos segundos.
Todos seguían en silencio. Todos seguían mirando.
Seguí a Sebastian y noté las miradas clavándose en mí.
- No oigo como entrenáis. ¡Vamos! ¡No he dado permiso para descansar! - regañó Sebastian a los presentes.
Aunque trataron de moverse la mayoría no apartó la mirada hasta que desaparecí en dirección a la Sala Blanca.
- ¿Qué les pasa?
- Digamos que no muchos consiguen pararle un solo golpe a Christian.
- Es bueno pero supongo que los de alto rango de las Guardias lo son.
- Nadie ha ganado a Christian. Nunca.
- ¿Ni si quiera tú?
Sebastian se rió.
- Ni si quiera yo. Pero Kael es mejor que yo y tampoco le ha ganado. Ni con todas sus runas y hechizos.
- Tú también sabes hacer hechizos. Utilizaste uno de sueño conmigo.
Me miró de reojo sin saber muy bien a donde quería llegar pero sin borrar su sonrisa de autosuficiencia de sus labios.
- Lo había olvidado.
- Seguro que sí - me mofé.
- En cuanto salgamos de aquí iremos a hablar con Kael. Seguimos sin saber que ha pasado antes. Y como diga algo por haber esperado, tú asumirás la culpa - dijo señalándome acusatoriamente con el dedo antes de abrir la puerta de la Sala Blanca.
Me mordí el labio para evitar sonreír. Una pequeña parte de mí se alegraba de que hubiera vuelto a la normalidad después del incidente de esa mañana pero jamás le dejaría saber tal cosa. Se las daría de importante y ya le era muy fácil encontrar motivos para hacerlo.
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