Equivocado
Llegué quince minutos antes. A pesar del frio y la llovizna.
Espere en la puerta, veinte, treinta minutos más, hasta que entré y tomé la mesa que daba a la ventana. Porque a mí me gustaba esa mesa y estaba seguro que sería la favorita de Penny.
Pero Penny no llegaba así que ordene una taza de té, no la bebí. Solo quería mantener mis manos encima, con la esperanza de que el vapor hiciese que dejara de temblar, no precisamente por el frio.
Hora y media después alguien se sentó frente a mí. Era ella, con el cabello mojado, cayendo sobre sus mejillas, casi cubriendo su rubor.
Sollozando.
Me asusté.
Y solo entonces, después de escuchar lo que tenía que decir, pensé que Bukowski pudo equivocarse.
Nadie puede salvarte sino
tú mismo
A veces no basta de sí mismo para salvarse.
Y quien haya pasado por eso, puede estar de acuerdo conmigo.
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