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La respiración se me cortaba al tenerla entre mis manos. Rápidamente la deje en la pequeña mesa de café blanca en donde había varios alimentos más, no podía abrirla, los nervios me carcomían la carne sin piedad. Tal vez los más nerviosos eran mis padres, que al igual que yo, no sabíamos muy bien cómo reaccionar a ese sobre blanco y muy bien perfumado con detalles dorados y un sello rojo con el logo de una mariquita en él. Vento Aureo, ese era el bello nombre de la escuela más prestigiosa de toda Italia. Quien se graduar de allí tendría prácticamente la vida resuelta, las universidades y diferentes empresas, literalmente se asesinaban entre ella solo para tener el honor de acoger a un alumno de su categoría.

Obviamente, era una escuela llena de niños alfas ricos, que una escuela de ese calibre haya elegido a alguien como yo había sorprendido tanto a mis padres como a mí. Ninguno de los tres habíamos entendido el por qué había dos sobres de esos en la correspondencia, porque decía el nombre de mi padre y el mío en la otra.

Papá tomo una gran bocanada de aire, y después de haberse atado su cabello plateado tomo la carta que más cerca tenia. Tome la mano de Bruno, ambos mirando cómo es que Leone partía el sello rojo y extraía el papel de allí. La respiración se nos había cortado en cuanto escuchamos como se aclaraba la garganta para comenzar a leer. – Sr. Bruno Bucciarati, gracias a su renombrada labor en el ámbito educativo, nos complace anunciarle que queremos tener sus talentos literarios enseñando en nuestra institución. Si desea aceptar nuestra humilde oferta de trabajo, le pedimos amablemente que venga al edificio para una entrevista formal de trabajo. Si está interesado, discutiremos más a fondo los detalles. Atte. La dirección de Vento Aureo. – Ni siquiera deje que el recién nombrado pudiera soltar el aire de sus pulmones, tanto como papá y yo saltamos de alegría hacia el para felicitarlo como era correspondido. Besos morados podía notarse con facilidad en su mejilla izquierda mientras que yo atacaba la derecha, sentía lo saladas que estaban por no haber logrado retener sus llantos de felicidad. Sus risas eran el más bello sonido que pudiera haber escuchado alguna vez.

– ¡Estoy muy orgullosa, padre! – Dije separándome de él al ver cómo es que el otro adulto acaparaba sus labios en un apasionado a la par que tierno beso. No pude evitar en sonreír al ver como ambos se reían entre aquella bella muestra de amor, en todos los años que habíamos estado juntos como familia siempre habían sido un poco reservados con ese tema frente a mí, salvo cuando papá regresaba muy cansado a casa y lo único que quería era a mi padre y que yo me pusiera los audífonos, cosa que así sin objeción al conocer bien con quienes vivía.

– ¡Leamos la otra! – Dijo con emoción él omega tras separe del tercer beso que se estaban dando. Tomo la carta entre sus manos y luego se la entregó al de cabellos plateados con emoción mal retenida, su sonrisa era realmente angelical mientras me besaba la frente deseándome mucha suerte.

Nuevamente, papá se aclaró la garganta para después abrir el otro sobre y comenzar a leer con su profunda voz. – Srta. _______ Abbacchio, le comunicamos con mucho orgullo y emoción que usted fue seleccionada por nuestro directivo por el programa de becas. Sus notas son impecables, su comportamiento esplendido, seria todo un honor para nosotros que viniera a estudiar a nuestras instalaciones. No se preocupe por el dinero, todos los gastos están pagados, debe venir a nuestra institución en cuanto el ciclo lectivo esté concluido. Usted tendrá un lugar especial aguardándola el próximo año, si así lo quiere usted. Lamentablemente, el uniforme será lo único que deberá pagar, todo lo demás como libros, material de estudio, comidas, actividades extra, etc. Estará completamente cubierto por la beca, si quiere seguir con ella deberá ganársela, significa que para seguir con esos privilegios usted debe estar tan bien como lo ha hecho hasta ahora. La esperamos con los brazos abiertos y una sonrisa en el rostro, por favor, comuníquenos su decisión lo más pronto posible. Atte. La dirección de Vento Aureo. – Al terminar de leer la carta nos miramos entre nosotros con una expresión seria que claramente no pudimos mantener por mucho tiempo. Nuestra alegría era demasiada, esto significaba un mejor futuro para todos nosotros.

Apenas si había pegado ojo durante la noche. La barriga me dolía por culpa de los nervios y tenía ganas de vomitar. Si bien la reciente noticia me emocionaba mucho, esta era una oportunidad de oro que no debía desperdiciar, pero aun así la duda en mi crecía. Era una oportunidad de oro, podría hacer mi sueño de convertirme en escritora realidad gracias a la ayuda y el prestigio de la escuela, pero para una omega como yo destacar entre tantos alfas sería complicado. Tampoco era muy buena socializando, y como mi padre dice, mi aroma es muy agradable. Mista, como es un alfa me lo había confirmado, así que era el quien me protegía de otros degenerados en la escuela. Pensar en que estaría completamente sola en esa escuela me hacía tiritar de miedo.

– No estarás sola, _______. – Me respondí mientras llenaba mis pulmones de aire. – Padre estará contigo ahí. . .pero él también es un omega, y uno muy atractivo. – Negué para mí misma. No puedo estarme excusando por lo que soy de nacimiento, soy una omega ¿y qué? No significa que tenga que tener miedo o ser malditamente sumisa. Ya lo había decidido, terminaría mis estudios en esa prestigiosa escuela con la cara en alto.

Cerré los ojos ignorando el nudo que se formaba en mi estómago por culpa de los nervios que aun florecían en mí. Si quería destacar y cumplir mi sueño debía de ser fuerte. Tengo a mis padres que me apoyan y estoy segura que a pesar de las distancias seguiría con mis dos amigos cuidándome y apoyándome. Ahora, con más calma, tenía una sonrisa en el rostro y la conciencia tranquila, finalmente mis ojos se cerraron y logre conciliar el tan anhelado sueño.

Baje las escaleras más rápido que todas las mañanas, aun sentía la adrenalina corriendo por mis venas, era una sensación entre aterradora y maravillosa, apenas había pasado una noche desde la noticia y aun así no podía retener las ganas de empezar ya. Ahora que lo notaba, papá Leone había despertado realmente temprano el día de hoy, se encontraba preparando un desayuno digno de dioses mientras miraba las noticias en el pequeño televisor de la cocina. Realmente parecia el más emocionado de los tres, era raro verlo sonreír tanto como lo hacía hoy o soltar un olor tan dulce para un alfa, pero lo encontraba simplemente encantador.

– Buenos días, bella durmiente. – Le saque la lengua ante ese apodo y el me devolvió el gesto, sabía que odiaba que me llamara así y por eso lo hacía cada mañana.

– Buen día papá, y que conste que la "bella durmiente" se despertó con cara de zombi con depresión. – Respondí sentándome en la mesa mientras él me traía mi capuchino favorito con trozos de chocolate rayado por encima junto a unas tostadas con nutella. Él sí que sabía cómo levantarme el ánimo tras una pésima noche. – ¡Eres el mejor! – Dije tras darle un beso en la mejilla con todo el amor del mundo, el solo soltó una risilla mientras me acariciaba la cabeza.

– Lo sabe muy bien, cariño. – La voz de padre no me sorprendió tanto, lo había sentido desde el otro lado de la habitación. Me separe un poco del alfa, para ver como su dulce omega se acercaba a él dándole un beso mucho más lento en su mejilla, comenzando a bajar por su cuello mientras desprendía su aroma.

– (No me digas que está en celo.) – Tome mis cosas y me fui hacia la sala, mientras escuchaba como papá se reía con fuerza al verme salir del cuarto toda roja. – Jamás, jamás, jamás, estaré de novia, jamás.

– ¡ESO NO TE LO CREES NI TU, CIELO! – Escuche a padre responde a mi susurro desde la cocina.

– ¡Si tienes novio lo matare! – Respondió más dominante mi padre. Celoso, no, claro que no. – ¡Soy muy joven y apuesto como para ser abuelo!

– Déjala, ¿No te gustaría que alguien la protegiera y cuidara de ella? Ya no es cachorra. – Los oía discutir mientras venían a la sala para que todos desayunáramos juntos antes de irnos hacia la escuela.

– Yo la protegeré, aún es solo una cachorrita. – Tanto como padre y yo rodamos los ojos. Tenía 15, casi 16, no era una cachorrita en nada, incluso había tenido mi primer celo a los trece años. Papá podía ser un poco sobreprotector cuando quería, padre también, pero en menor medida.

Hoy al parecer tendría que ir caminando a la escuela, papá llevaría a padre hacia la escuela para la ansiada entrevista de trabajo. Tras desearle suerte una vez más me despedí con la mano mientras caminaba a paso rápido hacia mi colegio. Si tenía suerte, podría encontrarme con mis dos amigos antes de llegar.

Unas manos me sujetaron de las costillas mientras subían y bajaban lográndome hacer reír lo suficientemente fuerte como para que un par de personas se giraran a ver que me sucedía. Mis mejillas enrojecieron por completo al escuchar como Mista se reía por la travesura de Narancia.

– ¡Hola, ______! – Grito el muchacho de ojos violetas mientras me abrazaba con fuerza tras haberme hecho pasar semejante vergüenza. Lo empuje un poco mientras le tiraba de cabello en forma de reproche. – Lo siento~ No me pude resistir. – Era imposible enojarse con el sí sonreía de esa manera. Rodé los ojos y le salude devuelta con un pequeño beso en la mejilla y luego un fuerte abrazo.

– Buen día Narancia.

– ¿Y yo estoy pintado?

– ¿Escuchas a alguien, Nara? – Dije mientras le guiñaba un ojo y él sonreía pícaramente.

– No, creo que fue el viento ______. – Ante el puchero de nuestro apestoso amigo nos pusimos a reír un poco antes de reanudar nuestra marcha hacia la escuela. – Que raro que no tengas la cabeza metida en un libro ¿Nada interesante para leer? – Su tono burlón solo me hizo inflar las mejillas a modo de reproche sin contestarle todavía. Necesitaba pensar bien cómo es que les diría sobre mi beca en esa escuela tan prestigiosa, no quería dejarlos solos, y conociendo a Mista, sabía que haría un escándalo.

Narancia un omega era dos años mayores que yo, Guido en cambio era tres, pero todos íbamos al mismo salón. Al principio me buscaban por ser la hija del profesor más dulce de todos, pensando que los ayudaría en los deberes, cosa que hice, pero luego la amistad se fue formando. Claro, que Mista primero trato de cortejarme, pero al ser horriblemente rechazado, decidió no molestarme más, pero eso no le hizo evitar desarrollar un laso fraternal conmigo y Nara, tanto así que nos protegía a ambos de cualquiera que nos mirara con malas intenciones. Los tres tenemos gustos tan diferentes, que hablar de una de mis más grandes paciones con ellos se me hacía técnicamente imposible, pero el cariño y las risas no faltaban.

– Y entonces me hizo pis en la mano cuando la agarre. – Termino de contar Mista a algo que no le había prestado atención por estar con la cabeza metida en otro lado. Al ver mi rostro ambos hicieron silencio, el omega de cabello alborotado parecia un poco preocupado.

– ¿Estas bien? Tu olor me dice que estas estresada. – Casi salto por aquella confesión de mi amigo de ojos morados, que me miraba tan preocupado como podía estarlo.

Sonreí de lado mientras deje de caminar, tratando de pensar en las palabras correctas para explicarles. Ahora que lo pensaba sin la euforia del momento de ayer, mi cabeza podía pensar mucho más en frio. – Tengo que decirles algo, algo importante. – Listo, tras haberse mirado con preocupación ambos, cada uno me tomo de un brazo para luego salir corriendo hacia la dirección contraria de la escuela. – ¡¿Qué diablos hacen?!

– ¡No vamos a hablar en la escuela! ¡Tu cara nos dice que es algo muy importante!

– ¡No desayune!

– ¡Así!

– ¡Que!

– ¡Vamos!

– ¡A!

– ¡Una!

– ¡Cafetería!

– ¡A!

– ¡Hablar! – Su manera de terminar las frases el uno del otro me asustaba e intrigaba. No había palabras para discutir cuando a ese par se le metía algo en la cabeza, por más que me escucharan renegar por mi asistencia perfecta arruinada, me llevaron literalmente a rastras hacia la cafetería que siempre solíamos frecuentar.

Ambos animales se pidieron casi todo el menú para comer en nuestras horas de clase. La camarera que nos conocía nos miró con una ceja alzada al conocer nuestros horarios de escuela, pero tras rodar los ojos fue hacia la cocina para pedir la bestialidad de alimentos de estos dos. Yo solo había pedido un café simple, para tener algo con que excusarme y pensar a la hora de hablar.

Ambos no paraban de mirarme esperando explicaciones, me sentía un poco oprimida gracias al fuerte olor que desprendía Mista. Odiaba sentirme tan sumisa, odiaba esa parte de mi naturaleza. – No es grave. . .

– Comunícaselo a tu cara, no creo que se haya enterado. – Fruncí con levedad el ceño mientras inflaba un poco mi mejilla izquierda. Las miradas intensas de esos dos se relajaron en cuanto los múltiples platos de comida habían sido cuidadosamente colocados frente a ellos.

– Vamos, empieza. – Ordeno Mista.

– Recibí una carta ayer de Vento Aureo, quieren que estudie en su institución el próximo año. – Al levantar el rostro pude ver como sus ojos estaban grande como platos, Narancia tenía la boca abierta y podía ver un poco de su pastel de fresa azumándose por allí. Solté un sonoro suspiro de alivio, había estado comiéndome la cabeza con su reacción durante toda la noche, pensé que harían un escándalo pero ambos estaban callados.

Las manos de Narancia tomaron las mías entre las sus mientras me miraba con sus ojos al borde de las lágrimas una hermosa sonrisa alumbrando du rostro. – ¡Estoy tan feliz por ti! ¡Es una muy buena noticia! ¡Eres el orgullo de nuestra escuela!

– ¡Claro que sí! Sabía que lograrías cosas grandes, _______, aunque no imagine que Vento Aureo te escogiera tampoco me sorprendo, eres capaz de cosas grandes. – En cuanto Mista miro mi rostro pareció asustarse un poco. – ¡¿Por qué lloras?! ¡¿Dije algo malo?! – Negué con la cabeza mientras limpiaba las lágrimas que se resbalaban por mis mejillas.

– Para nada, Guido, estoy muy feliz. – El soltó un suspiro de alivio mientras acariciaba mi cabeza despeinándome en el proceso. – Pensé que se molestarían por tener que sepárame de ustedes.

– Confieso que me voy a preocupar mucho dejándote sola, a merced de alfas desgraciados. . . . – Ahora parecia de mal humor. – Eres una omega muy linda ______, cuida tus espaldas. – Asentí con una pequeña sonrisa mientras él me devolvía el gesto, parecia más calmado, pero aun desprendía un aura de preocupación.

Nuestras miradas fueron hacia Narancia, quien subía su taza de café con leche con una sonrisa deslumbrante. – Bridemos por nuestra señorita de oro~

Aquellas simples palabras fueron suficiente como para relajarme por completo, levantando mi taza de café la choque con la suya brindando como él lo había pedido. Mista rodo sus ojos e hizo lo mismo con nosotros dos mientras reía para sí mismo. – Por ______, la próxima gran escritora que pasara a la historia.

– Rogamos a dios que las adaptaciones de tus libros a las películas no sean terribles. – Y tras soltar una breve carcajada todos tomamos el líquido de nuestra taza.

El resto de la mañana fue ir de aquí para allí, y de allí para aquí. El cine, alguna que otra tienda de ropa, tratando de sacar a Nara de las tiendas electrónicas antes que derroche fortunas en otro equipo de audio, librerías a los cuales le obligue a entrar prácticamente mientras que yo aumentaba el poco espacio que había en mi habitación para hacer esa cosa.

– Arribas las manos, están arrestados. – Prácticamente salte ante la voz de mi padre detrás de mí. Al darme vuelta con la piel de gallina, pude ver como sus violáceos ojos se volvían dorados, estaba enojado y mucho al parecer. Mire mal a su compañero que no podía ocultar sus risas tapando su boca con la mano. – ¿Qué diablos haces aquí?

Mire con terror a mis dos amigos que prácticamente estaban temblando tras mi espalda. Me sentía aterrada, no podía dejar de temblar como un flan, papá termino por suspirar mientras se acomodaba su gorra.

– Vamos Abba, no seas tan duro con tu cría, a su edad tú y Bucciarati- Pero el pobre beta no pudo continuar su discurso, el alfa prácticamente lo había fulminado con la mirada. – No dije nada. – Se apresuró a decir.

Tras soltar un suspiro de molestia me miro alzando una ceja. – Que sea la última vez, ¿Entendido? – Acaricio mi cabeza mientras soltaba una pequeña risilla, ante este simple gesto sentí como mis músculos se relajaron por completo. Papá tomo la bolsa en donde tenía los libros que recién me había comprado, y tras darme un beso en la frente comenzó a caminar hacia su patrulla. – Es la última vez que te cubro. Es hora del almuerzo, ¿Te parecería si comemos juntos? – Asentí con una sonrisa para luego despedirme de mi par de amigos, que prácticamente casi me asfixiaban entre sus brazos.

Me subí a la parte detrás de la patrulla. La música que sonaba en la radio era hermosa, y me hacía sentir en mi propio video musical mientras miraba por la ventana. No pude evitar tararear sin despegar los ojos de la ventana. Mi futuro cambio drásticamente de la noche a la mañana, ahora solo podía esperar con ansias el cierre del ciclo lectivo para iniciar mi nueva educación en esa prestigiosa escuela.

Capítulo 1 Fin.

Ni pregunten por que el omegaverse, sólo disfrutenlo

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