Capítulo 37
Las noticias volaban rápido en esta ciudad, antes de poder echarme a morir en mi burbuja, aprovechando mis momentos de soledad antes de que Lucía me bombardeara a preguntas junto con Connor y Oren, tenía a Tom en la entrada principal, parecía agitado, dijo que Connor lo había llamado contándole lo que estaba pasando, el hombre estaba preocupado.
— Si lo buscas a él, acaba de irse.
Secando mis lágrimas que seguían cayendo, esto no es para nada como lo imaginé.
— Vine a verte a ti ¿Cómo estás cielo?
Acariciando mi cabello y mi rostro, observándome con detenimiento, como si buscara algo que estuviera mal.
— No lo sé, la verdad... Luca sigue siendo el mismo idiota de siempre. Dio que me quitaría a la niña — Tom se alarmó— Pero luego se retractó diciendo que no sabría que hacer con ella, dijo que vendría uno de estos días, ni siquiera le importó.
Entramos a la casa, tomando asiento en el sofá, sus brazos eran cálidos y reconfortantes, me transmitía seguridad, como los abrazos que un padre debía dar.
— Luca tiene serios problemas desde que te fuiste Jessa, no estoy justificándolo ni nada por el estilo — acariciando mi cabello— Pero él tomó la costumbre de autolesionarse cada vez que algo se sale de sus manos ¿Se mostró neurótico ahora? ¿Bipolar?
— Esparcía su veneno y luego se disculpaba para volver a cagarla otra vez, caminaba por el cuarto y se jalaba de los pelos, me gritaba y luego volvía a disculparse.
Suspiró.
— Él no está bien, él... la noticia debió caerle como un balde de agua fría, siempre que regresábamos a casa, aquí, decía que jodió su oportunidad de ser feliz en la vida, estaba muy arrepentido de haberte pedido algo cómo eso, fue un estúpido impulso que lo llevó al fondo del pozo. Estoy seguro de que ahora se siente horriblemente arrepentido por dejarte a ti y a Lucía, esa pequeña niña tiene un brillo especial, sé que tocó el corazón frío de mi hijo — hablando con dolor y amor— Ahora debe estar autocastigándose por dejarte sola todo este tiempo, por perderse casi cinco años de la vida de su hija.
— Desearía que así fuera, que esté lamentándose todo el tiempo que pudimos haber disfrutado juntos, sus primeros pasos, sus primeras palabras, sus dientecitos, su primera clase de ballet... él se lo perdió todo, y lucía... ella siempre quiso conocerlo, creía que su papá era genial, pero todo lo que hizo al verla fue... asustarla, yo no sé si quiero que él esté cerca de mi hija, no me siento segura dejándola cerca de él.
— Hablaré con él ¿De acuerdo? Le ayudaré a cambiar, le ayudaré a ser una persona más amable, así que Jessa... te lo ruego en su nombre, por favor... permítele ver a su hija, a él le hace falta un poco de amor en su vida, le hace falta calor humano, él ha estado tan solo...
— Tan solo que tiene novia nueva — cruzándome de brazos— no quiero decir que esté mal, sólo me molesta que la novia nueva sea la zorra que intentó meterse entre nosotros una vez, por mí que él haga lo que quiera.
— ¿Te molesta eso? ¿Tienes sentimientos por Luca aún?
Sequé mis lagrimas una vez más, tomando un pañuelo de la caja ratona.
Los mocos y el llanto parecían ser mejores amigos.
— No — tajante— Claro que no. Pero si él ya sabe de la existencia de Lucía, y su procedencia... él y yo tendremos que vernos la cara toda la vida, y no sé si estoy preparada para eso.
— Lucía es todo lo que importa ahora cielo, los problemas que puedan existir entre ambos deben dejarlos a un lado, Lucía merece tener a su padre en la vida, y Luca debe dejar de ser un idiota y comenzar a tratar con más tacto a las personas a su alrededor, sé que se llevaran bien, sólo dales tiempo.
Hablamos largo y tendido con Tom, me aconsejó y me contuvo hasta que no tuve más lagrimas que derramar, y antes de marcharse, dijo que hablaría con Luca, lo aconsejaría como lo hizo conmigo ahora.
Supongo que tiene razón, debía darle la oportunidad de ser un padre, no se lo merece, pero Lucía siempre quiso conocerlo, no puedo hacerle esto a ella.
**
Para cuando mi familia llegó, yo tenía la sala ordenada, el almuerzo andando y mi ropa cambiada, Connor subió directamente al segundo piso con Lucía para cambiarle de ropa, Oren en cambio vino hacia mí con su cara de vieja chismosa.
— ¿Y bien? ¿Qué pasó?
— Mal, todo mal, Luca... según Tom, está teniendo muchos problemas internos, que no les tomara mucha importancia a sus cambios de humor constantes. Luca dijo que me quitaría a la niña, luego se retractó, hablaba de ella sin ningún tacto, sin importancia... y yo... yo no sé que hacer...
Cargándome en el mesón.
Me dolía la cabeza, han sido demasiadas emociones por un día.
— Veamos como resultan las cosas, sé que Luca es un hijo de puta, pero quizá cambie por Lucía, la niña nos cambió a todos ¿No crees?
— Quizá el efecto de tener unos pies pequeñitos corriendo por ahí lo hagan abrir los ojos — masajeando mis cienes— Tom dice que Luca está autolesionándose desde que me dejó, eso sí me dejó preocupada, él no merece mi preocupación, pero no puedo evitarlo...
— ¡Mami! ¿Ya se fue el señor malo? ¿Te hizo algo?
Abrazó mi pierna, observándome con preocupación.
— Hola mi amor — cargándola en brazos— Él no es malo, solo estaba sorprendido — dije que lo ayudaría a que ella no le tuviera miedo. Lo intentaría al menos— Se acaba de enterar que tiene una preciosa hija, estaba asustado de que tu no lo quisieras.
— Pero me gritó... y te hizo llorar...
Tomando mi rostro.
— Él no quiso hacerlo cariño, a Luca... tu papá, lo conozco hace mucho tiempo, él se emociona constantemente y alza la voz sin darse cuenta, no te estaba gritando, estaba conteniendo toda su emoción porque tú eres muy preciosa y él estaba demasiado feliz.
— ¿De verdad? — con una amplia sonrisa en el rostro— Entonces ¿Ya puedo decirle papá al señor? ¿Me das permiso?
— Es tu papá — sonriendo con nostalgia— Dile como tú quieras.
Rascó su barbilla.
— Mejor le pregunto cómo puedo decirle, y si puedo darle un abrazo — emocionada— ¿Cuándo va a venir otra vez mami? ¿No te pones triste si le doy un abrazo?
— Yo estoy bien cielo, tú no tienes que preocuparte por mí, yo debo preocuparme por ti — dándole un beso esquimal que la hizo reír— Le preguntaré cuando vendrá de nuevo y te contaré ¿Bueno?
— ¡Sí! — bajó de mis brazos, comenzando a correr por la sala— ¡Mi papá me quiere! ¡Mi papá me quiere! ¡Mi papá me quiere!
Gritando y bailando por todas partes, celebrando algo que debería ser muy natural para otros niños.
Tomé el móvil y la grabé, enviándole el video a Luca.
"Cumplí mi parte del trato. Ya no está enojada contigo, es más, está muy ilusionada con que la vuelvas a visitar, no la cagues."
No me sorprendió de nada ver las dos palomitas azules en el chat, vio el video, pero no fue capaz de enviar una respuesta.
¿Cómo debería sentirme al respecto?
A él no le interesa ni un poco ser padre, ya apareció frente a Lucía ¿Cómo le decía yo ahora que su papá no está interesado en verla? Dijo que vendría un día de estos, pero no me dijo cual, no sé cuando vendrá o si realmente lo hará y no se mandara a cambiar cómo cuando le conté que estaba embarazada.
— ¿Oye estás bien?
Connor acarició mi brazo, susurrando.
— Estoy bien, no te preocupes.
Apartándome de su lado, vigilando que la comida no se quemara, es lo único que me faltaría para que el día siguiera siendo una mierda.
Al ver que no estaba de ánimos para hablar, simplemente se alejó, poniendo la mesa en silencio.
— Creo que te hace falta una relajadita ¿No crees? ¿Bebemos esta noche cuando Lucía se vaya a la cama?
— Trato hecho, necesito relajarme — señalándolo— ¿Tienen algo fuerte para beber aquí?
— ¿Bromeas? Tenemos todo un arsenal de alcohol y cosas para comer, las malas costumbres no se olvidan de un día para el otro.
— Esas son buenas noticias, hoy quiero olvidar lo que pasó por la mañana, así que beberé hasta que me de sueño, hoy no tomaré esas malditas pastillas.
— Anoche tampoco las tomaste, la caja estaba aquí abajo.
Abrazándome por la espalda mientras daba vuelta la carne en la sartén.
— Emocionalmente estaba agotada, me dormí en instantes, eso es bueno ¿No crees?
— Es muy bueno, quizá Luca debería venir más seguido para perturbar tus nervios si eso te hará dormir como corresponde.
— Ni de coña.
— Quizá es justo lo que necesitas. Bien sabes que no lo has olvidado.
— Es solo el padre de mi hija.
— Siempre se verán, siempre compartirán festividades, estarán en sus primeros días, le darán la charla cuando tenga su primer novio, y estarán el día de su boda, y así. Siempre tendrán que encontrarse, y a ambos se les nota que se mueren por dejar el orgullo y la culpa para comerse la boca.
De reojo, vi como Connor nos miraba mientras ponía la mesa, probablemente pendiente a nuestra conversación.
— Luca no me conviene.
— Connor tampoco.
— ¿Qué dices?
Sonrojándome.
Oren siempre ha sido bueno leyéndome la mente.
— Connor es un buen partido y todo eso — restándole importancia— Pero la piel es de quien la eriza Jessa, él no te produce nada, no te enciende, no te alborota las hormonas, tu papaya no ruega por ese salchichón ¿Piensas ser infeliz toda tu vida solo porque él es buena persona?
Al menos respetaba el código de nada de groserías.
— No veo fallas en tu lógica — admití— Pero... entre Luca y yo no hay futuro, él es... es muy...
— ¿Muy el amor de tu vida?
Negué repetidas veces apagando la sartén.
— Nunca será el amor de mi vida.
Tajante.
— Como dice alguien por ahí, nadie tiene dominio sobre el amor, pero él domina cosas.
Dijo Connor, posicionándose a nuestro lado.
— ¿Qué quieres decir?
Viéndolo.
— Dice que lo entendió todo — Aclaró Oren— Él sabe que no es el hombre para ti, sabía que, en algún momento, si Luca y tú se encontraban otra vez, las chispas del amor encenderían la llama nuevamente.
— Han estado leyendo muchos libros de ficción — soltándome del abrazo de Oren— A lavarse las manos, voy a servir.
— Por mí no te preocupes — sonrió Connor caminando de espaldas— Tú siempre serás mi mejor amiga, nunca hice las cosas con dobles intenciones, quiero mucho a Lucía como para dar un paso en falso y dejar de verla por ello.
— No eres un ángel carajo — lo empujó Oren— Eres un diablo, recuérdalo hermano, y tú — señalándome— Soy gay, pero podría sacrificarme por si necesitas un polvo de emergencia, solo deja que me cubra los ojos.
Reí ante sus ocurrencias. Él siempre tenía comentarios de este tipo para alivianar el ambiente.
¿Qué haría sin este par de idiotas en mi vida?
— ¿Qué hay de comer mami? Muero de hambre.
Secándose las manos en mi ropa.
— Carne y papitas cuadradas con kétchup.
— ¡Mi favorito! — celebró— ¿Podemos tener un perro?
Su habilidad para cambiar de tema era impresionante.
Así son los niños supongo.
— Claro ¿Por qué no? Tenemos patio grande y no viajaremos lejos otra vez, hagámoslo.
— ¿Podemos ir a adoptar uno hoy?
— Después de almuerzo iremos.
— ¡Sí! — celebró— ¡Tío Oren! ¡Tío Connor! ¡Voy a tener un perro!
Contándole cómo se lo imaginaba a sus tíos, moviendo sus manos en todas direcciones, explicándoles cómo hay que darle la comida, y cuantas veces cambiarle el agua, que Nicolai, el hijo de Katherina tenía uno y lo cuidaba de esa manera, y como si fuera poco, a mitad de su conversación, comenzó a hablar ruso, dejando impresionados a los chicos por su facilidad de lenguaje.
¿Nunca han escuchado que los niños son una esponja? Por eso, le hablaré en ambos idiomas hasta que los incorpore totalmente en vida diaria, le servirá de mucho saber idiomas cuando comience a viajar y hacer su vida.
**
Tal y como le prometí, luego de almorzar, los chicos se encargaron de limpiar la cocina mientras nosotras nos cambiábamos de ropa, Lucía quería que vistiéramos igual, así que tomamos una jardinera azul y una polera blanca con líneas amarillas debajo, unas zapatillas blancas y estábamos listas, lavamos nuestros dientes, un poco de perfume y bajamos hacia la primera planta.
— Iremos a la perrera para adoptar un perrito ¿Necesitan que les traigamos algo del centro?
Anunciando a los chicos, tomando las llaves del auto.
— Yo al menos no necesito nada — Dijo Oren, secando los platos— Disfruten su paseo.
— Yo tampoco quiero nada, que se diviertan.
Sonrió Connor.
— Volveremos en unas horas — tomando mis lentes de sol— estoy segura de que Lucía se enamorará de todos los perritos y nos tomará tiempo elegir.
La niña se despidió y voló por la puerta principal, parándose junto al auto, la senté en su sillita, asegurando los broches y poniendo a Billie Eilish, cantamos a todo pulmón hasta llegar al dichoso centro, donde buscamos un lugar para estacionarnos y caminar los metros restantes hasta la dichosa perrera, un lugar triste, donde los perros eran abandonados por sus dueños maltratadores ¿Por qué no cambiar la vida de uno de estos pequeños?
— Mami ¿Por qué todos los perritos están llorando?
Caminando por el extenso pasillo, viendo todas las especies de celdas donde los tenían.
— Porque todos quieren ir a casa contigo — mentí— Todos quieren ser elegidos.
Ella no necesitaba saber lo triste que estaban todos estos pequeños bebés.
— Pobrecitos... lo siento mucho perritos, es que yo solo puedo llevarme uno...
De pronto paró.
Viendo con atención a un pequeño perro atado al final de la celda, muy pequeñito, y temblaba, parecía tener frío, o miedo, porque se encogía cada vez que los perros grandes se le acercaban.
— Mami llevémonos ese perrito, tiene miedo, y no puede caminar porque está amarrado, en casa nunca estará amarrado y le pondremos ropa para que no pase frío ¿Cierto?
La mujer que nos acompañaba, observó al perro que señaló mi hija, sonriendo.
— Ella es Lulú, sus dueños la mantenían encerrada en un pequeño cuarto porque no toleraba que ensuciara por todas partes, les molestaba que ladrara, la rescatamos en pleno invierno, estaba lloviendo, y el jardín donde la mantenían no tenía techo, ella estaba mojada y ladraba afónico, estaba muy enferma cuando la trajimos.
— ¿Puedo llevarla a casa señorita? — preguntó Lucía, tomando la ropa de la mujer— Le juro que ella estará en casa conmigo, dormiremos en la misma cama y la bañaremos con agua calentita, mami dijo que le compraría la mejor comida que encuentre.
— Es una chihuahua muy afortunada nuestra Lulú, al parecer, ya encontró una familia.
Era hembra, una chihuahua pequeñita e indefensa de no más de un año, su pelaje blanco estaba gris, quizá hace cuanto tiempo no tomaba un baño, o quizá los perros de aquí no le daban mucho espacio para recostarse en los lugares limpios de la celda.
— Mami ¿Podemos llevarla?
Observándome esperanzada.
— Claro que sí cielo, Lulú será tu nueva compañera.
— ¡Un miembro nuevo a la familia! Ahora seremos Tío Oren, Tío Connor, Tú, Lulú y yo — Enumerando— ¡Le haré un dibujo cuando lleguemos a casa!
Emocionada.
— Su hija es muy alegre, tiene muy buen ojo para los animalitos tristes, sé que Lulú podrá superar todos sus miedos con ella.
— Es un don que tiene mi pequeña, espero que su luz logre llegar al corazón de la perrita.
— Esperen en la habitación contigua, le daremos un baño y su vacuna, prepararemos los documentos mientras ella está lista para ir a casa.
Asentí y llevé a Lucía a la otra sala, rellenando una pila de documentos, aceptando un par de visitas para que vieran que la pequeña Lulú estaba en buenas manos, fue un gran detalle que dejaran a Lucía firmar también, así, ella se sentía parte de esto, se sentía importante, tenía una responsabilidad, ella no podía estar más feliz.
— ¡Lulú!
Saltó de su asiento, viendo que la perrita cruzaba las puertas dobles con un arnés rosado puesto.
— Cuídala mucho cariño — le dijo la mujer— ella necesita mucho amor y mucho cariño para dejar de temerle a las personas.
— Igual que mi papá.
Respondió la niña.
La mujer la miró con confusión, pero yo entendí completamente a qué se refería.
Luego de esa incómoda escena, salimos de la perrera con Lulú entre las manos, apenas salimos, se acostó en el piso y no pudimos hacer que caminara, las personas simplemente le aterraban, y sin querer que la pobre pasara por un mal momento, la cargué en brazos, manteniéndola bien cerca de mi pecho, quería que confiara en mí, ella estaría bien, sería feliz con nosotras.
De camino a casa, la perrita se acostó en las piernas de Lucía mientras esta le acariciaba el lomo, Lulú parecía cómoda ahí, cerrando sus ojitos, disfrutando de la sensación.
— ¿Crees que a los tíos les guste Lulú? Yo ya la amo.
Dijo Lucía.
— Sé que sí, ella se ganará el amor de todos.
Tomando a la perrita, bajando a Lucía del auto con mi mano libre.
— Vamos adentro, hay que mostrárselas.
La seguí todo el camino hasta la puerta principal, viéndola tocar el timbre repetidas veces, Oren abrió la puerta, su cara me decía que algo iba mal, apresuré el paso para entrar a la casa, viendo a Luca sentado en el sofá, a su alrededor, un montón de merchandise de Paw Patrol, todo lo que pudieran imaginar, desde mochilas y cuadernos, hasta peluches, tazas y platos.
— ¿Qué es todo esto?
Pregunté perpleja.
— No sé en qué estaba pensando cuando dije que vendría otro día, yo nunca debí salir de la casa — levantándose— Perdóname Jess, volví a hacerlo, volví a meter la pata.
— No es a mí a quien deberías pedirle disculpas.
Acariciando a Lulú, intentando tranquilizarme.
— Lucía — acuclillándose frente a la niña— ¿Me perdonas por ser un tonto? Estaba muy sorprendido cuando supe que era padre de una niña tan bonita, me cuesta demostrar mis verdaderas emociones cuando estoy asustado o sorprendido, pero de verdad... estoy muy feliz de que tú existas, estaría muy feliz si tú... me permites estar en tu vida.
Se me apretó el pecho.
El Luca que soltaba palabras bonitas siempre fue mi debilidad.
— ¿Puedo llamarlo papá?
Preguntó mi niña sin soltar mi pierna.
— Nada me haría más feliz, te juro que me ganaré tu cariño y tu perdón, por estar lejos tanto tiempo.
— ¡Papá!
Lanzándose a los brazos de Luca.
Este cerró los ojos, con el rostro cargado de alivio mientras abrazaba a Lucía.
— Al parecer, todo está saliendo bien — Oren me abrazó— Luca se comportó mejor de lo que yo esperaba.
— Él dijo que quiere ser un buen padre — Complementó Connor, abrazándome desde el otro lado— Dijo que haría todo lo humanamente posible para ganarse el perdón de ambas.
De ambas...
Eso estaba difícil.
Pero estaba feliz de que Lucía sintiera que su papá la quería, y que este se lo demostrara.
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