Capítulo 36
Estaba en la mejor parte de mi sueño, cuando un peso me cayó encima abrí los ojos de golpe, asustándome, pero solo se trataba de Lucía, en sus mallas y con el tutú puesto, mostrándome el mismo atuendo para mí.
— ¡Mami lo prometiste! Clases en casa todas las mañanas para no perder elasticidad.
Mostrándome sus zapatos de ballet, ella aún no sabía ponérselos.
— Está bien, está bien — bostezando— lo prometí, así que hagámoslo.
Me vestí a la velocidad de la luz, nos pusimos los zapatos y volamos hacia el baño para lavarnos el rostro, los dientes y peinarnos, Lucía adoraba su tomate bien organizado, le gustaba vestir así.
— ¡Iré a poner la música!
Corrió por el pasillo con mi móvil entre las manos, directo a la escalera.
— Cuidado mi amor, no vayas a caer.
— ¡Lo sé mami!
Bajó las escaleras, sentada, a toda velocidad y voló hacia el reproductor, conectando el móvil.
— Puse música en piano para clase de ballet mami.
Estirándose.
Corrí un poco los sofás e instalé la barra en el centro.
— Bien cielo, ahora vamos a estirar — colocándome frente a ella— Primero, con los pies a la altura de los hombros — mostrándole— Tocaremos el piso bajando lentamente.
— Eso es fácil mami.
Rio, ejecutando la acción.
— Ahora toca un pie, y después el otro.
Después de terminar los estiramientos de pie, sumando ejercicios de brazo, cuello, cintura y espalda, terminamos en el piso, para elongar, así, no causaríamos desgarraduras ni dolores innecesarios, ahora sí toca bailar.
— Muy bien mi pequeña bailarina, primera posición.
Hundiendo bien el estómago, juntó sus talones y colocó sus manos frente a su regazo.
— ¡Perfecto! Ahora quinta posición.
Cruzó sus piernas y levantó los brazos, formando bien sus arcos.
— Eres toda una experta, ahora vamos con la rutina que practicamos la última vez.
Colocando la canción desde el principio.
— Es muy buena.
Su voz sonó tan cerca de mí que terminé brincando de la impresión.
— ¡Mierda! — dando media vuelta— ¿Qué haces aquí todavía?
— Acabo de despertar.
Tenía un café humeante entre las manos.
— ¿Y los chicos?
— Probablemente siguen durmiendo.
— Mami ¿Lo hice bien?
Llegó hacia mí, emocionada, pero se borró su sonrisa en cuanto vio a Luca.
— Mami... ¿El señor se quedará a comer?
— No se quedará —Tajante— y el señor tiene algo que decirte.
Acercándome a Luca, susurrándole algo.
— Dile que no la odias.
— ¿Por qué?
Confundido.
— Porque sí. Dilo.
Viendo a la niña expectante.
— Niña — acuclillándose— yo no te odio ¿Qué te hizo pensar eso?
— Me llamo Lucía señor. No niña.
Cruzándose de brazos.
Oh... no, Lucía y yo tenemos el mismo temperamento, cuidado Luca.
Esto es divertido de ver.
— Lucía — se corrigió— yo no te odio ¿Qué te hace pensar esas cosas?
— Bueno... muchas cosas.
Uniendo sus manos, meciéndose de un lado hacia el otro.
— Para odiar a una persona, hay que conocerla primero, y yo no te conozco, así que es imposible que te odie.
— Exacto, no me conoce — cruzándose de brazos— y usted no me agrada.
— ¿Qué pasa tan temprano por la mañana?
Connor bajó las escaleras a paso lento, Oren tras él, rascando su cabello, aún medio dormido.
— ¡Clases de baile con mami!
Se le iluminó el rostro cuando vio a los chicos, lanzándose a los brazos de Oren.
— Vaya princesita, te ves preciosa con tus mallas.
La alagó Oren, cargándola.
— Buenos días tío Oren, buenos días papá.
Besando la mejilla de cada uno.
Dios... esta niña debería ser actriz, no se le va una.
— Yo creo que ya me voy.
Luca parecía incómodo.
— Yo creo que tú y yo tenemos que hablar. Ven por aquí, no quiero que Lucía escuche. Chicos ¿Pueden darle desayuno?
— Te haré tu desayuno favorito cielo.
Le dijo Connor.
— Ese es mi trabajo, yo cocino mejor que tú.
Le dijo Oren.
— ¡Un desayuno en familia! Que divertido.
Celebró mi niña.
Aproveché que no estaban viendo para arrastrar a Luca por las escaleras, directo al cuarto más próximo, el de Lucía, cerrando la puerta tras nosotros.
— Vaya... este lugar a cambiado mucho.
— Por supuesto. Es el cuarto de nuestra hija.
— ¿Nuestra?
¡Mierda!
— De Connor y mía.
Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.
— El color es muy bonito, no hay rastro de que yo haya estado aquí antes.
— Al grano. Aparece de nuevo por aquí y llamaré a la policía — viendo su mano— esa es mi taza.
— Lo sé. Es la misma que usabas cuando vivía aquí.
Encogiéndose de hombros.
— ¿No te importa que diga que llamaré a la policía?
— No mucho — encogiéndose de hombros— el problema es que después de quedarme aquí y ver los álbumes que probablemente Oren te obligó a hacer, no te creo mucho el hecho de que Connor sea el padre de Lucía, por las fechas, sumando que esa niña se ve exactamente igual a mí ¿Creías que ibas a engañarme?
Palidecí.
— ¿Qué dices?
— Lo que escuchaste. ¿La tuviste de todas maneras? ¿Ella es nuestra hija?
La música de fondo que Lucía no apagó era tan melancólica que iba perfecto con el momento.
— Creí que podría ocultártelo — ya no podía esconderlo, creí que nunca lo sabría— Después de todos, era un error ¿No? — Mirándolo mal— Dijiste que lo abortara, te faltó lanzarme el dinero en la cara y arrastrarme fuera de la casa, me abandonaste.
— Creí que lo ibas a abortar, creí que era lo mejor para ambos.
Seguía con la misma maldita idea en la cabeza.
— ¿No te produce nada ver a Lucía? — dolida— Ella sabe que eres su papá maldita sea, y cree que la odias, vieras cómo lloró anoche hasta dormirse ¿Por qué demonios te apareces de nuevo? No te necesitamos. Estábamos perfectamente bien sin ti.
Al borde de las lágrimas.
Ver a mi hija sufrir me partía el corazón.
— ¿Ella lo sabe?
Sorprendido.
— Me escuchó hablando en Rusia con una amiga, así se enteró. Le dije que no te necesitábamos, que no eras su papá, sólo éramos nosotras dos, pero es una niña y tiene curiosidad, por eso se te acercó ayer, le dije que no lo volviera a hacer.
Dejó su café sobre el tocador y acomodó su cabello notoriamente contrariado.
— Voy a dejar a Blake. Haré todo lo posible por ganarme a esa niña, no quiero que crea que la odio, no es así, ni siquiera la conozco.
Esa perra de Blake... aprovechadora.
Reí sin gracia.
— ¿Te estás escuchando?
— ¿De qué hablas?
Confundido.
— En tu voz no hay ni siquiera una pisca de cariño, dices "esa niña" como si fuese algo sucio, suena como si lo hicieras por obligación.
— Es que no me has dado otra opción, no me avisaste de... ¡De nada! ¡¿Cómo no se te ocurre llamarme para decir "oye hijo de puta, tenemos una hija"?!
— ¡Por favor! No te hagas la buena persona ahora ¡Querías que la abortara! ¡No querías saber nada de mí! Y para que sepas, tu maldito dinero lo ocupé en ella.
— Casi cinco años ¿No pensabas decirme nada nunca?
— No tenía por qué hacerlo, repito, nosotros no teníamos relación — a este punto ya estaba llorando— ¿Por qué demonios tenías que estar aquí? Tú debías estar en México, muy lejos de nosotras.
— ¿Seguías mi carrera?
— Es difícil no verte cuando apareces seguido en televisión.
— Tú también apareces seguido, la niña estaba contigo en ocasiones, pero como dabas tantas clases, y siempre estabas rodeado de mocosos, creí que era una de tus alumnas.
Así que él también me observaba a la distancia...
— Ya hiciste llorar de nuevo a mi mami...
Lucía estaba junto a la puerta, sujetando el pomo.
— Se nos escapó, me la llevo enseguida.
Oren tenía un trozo de pan en la boca, estaban desayunando y probablemente sí que se les escapó.
— ¡No! — se corrió ella— Mami está triste, yo tengo que defenderla del señor malo.
Abrazándose a mi pierna.
— Lucía — este se acuclilló frente a la niña— yo sé que en realidad soy tu papá, y quiero pedirte que por favor seas consciente y me des una oportunidad, yo no sabía nada, estoy aprendiendo de toda esta mierda.
Ella me miró asustada por la forma golpeada con la que Luca habla.
— ¡Ay mierda! Aquí se armó la gorda —Oren se golpeó el rostro con la mano extendida— Voy por Connor.
— Mami, él me está hablando feo.
Tirando de mi tutú, pidiendo que la cargara.
— No está enojado contigo cielo — mirando mal a Luca— sólo no sabe hablar.
— Jessa, no le metas más mierda en la cabeza ¡Soy su papá joder!
Lucía se tapó los oídos comenzando a llorar.
— No grites joder — cubriendo su cabeza— Los niños son perceptivos, a Lucía jamás nadie le ha gritado ¿Cómo vas a ser un buen papá si no eres capaz de controlar tu temperamento?
— Ya llegué, ya estoy aquí.
Entró Connor al cuarto, viendo la situación.
— Princesa ¿Vamos por un helado?
— Mami ¿Puedo ir con el tío Connor?
— Claro mi amor — besando su coronilla— Ve a divertirte con los tíos — viendo a Oren— Todo está bien.
— ¿El señor no te hará daño?
Mirando de reojo a Luca.
— No cariño, él no me hará nada tú tranquila, ve con ellos.
Entregándosela a Connor.
— Te llamo más tarde.
— No te preocupes por nada, llámame si necesitas algo.
Besó mi mejilla, y se fue con Oren cargando a Lucía en brazos.
— ¿Te das cuenta la imagen que estás formando en su cabeza sobre ti? — observándolo con decepción— Ella está asustada, tiene cuatro años Luca ¿Qué pretendes?
Se paseó por el cuarto, jalando de sus cabellos.
— ¿Crees que es fácil digerir esta información?
— Lo hiciste peor la primera vez — cruzándome de brazos— no. Espera. Definitivamente esta vez lo hiciste peor, asustaste a mi hija y eso no te lo voy a permitir.
— No fue mi intención, es que yo... yo no sé cómo tratar a los niños, no me gustan, jamás estoy alrededor de ellos.
— Pues entonces vete y sigue haciendo tu vida, porque si seguirás gritándole y hablándole de esa forma, no dejaré que la veas.
— Puedo demandarte por no decirme nada de ella durante estos años — señalándome— no me tientes Jessa, porque puedo quitártelo todo.
En ese momento sí sentí el verdadero terror.
¿Quiere quitármela? ¿Eso intenta a decir?
— No serías capaz...
— Pruébame. Prueba hasta qué punto llega mi paciencia.
Me vi en la obligación de tomar mis manos para evitar que temblaran como lo hacían.
— No si yo te demando primero ¿Cómo una persona como tú podría cuidar una niña? No sabes nada sobre ella, tienes problemas de ira, eres una mierda como persona, probablemente sigues con lo mismo, paseándote de cama en cama, golpeando a quien se te cruce ¿Quién me asegura a mí que no le levantarás la mano cuando te exaspere?
Golpeó la puerta con su puño con tal fuerza, que hizo saltar un par de astillas, agrietando la dura madera.
— Sigues siendo el mismo Diablo de siempre — dolida— tus arrebatos te llevarán a la ruina.
Llorando.
No puedo creer que esté diciendo todas estas cosas.
— No sé en qué estaba pensando — calmándose— No te la voy a quitar, puedes estar tranquila con eso, no sé qué demonios haría con una niña, no sé como lo haces — suspiró— ¿Puedo venir cuando las cosas estén más tranquilas? Al menos quiero intentar acercarme a ella.
— Claro — cruzándome de brazos, mirando en otra dirección— Ven otro día, intentaré hacer que no te tenga miedo, pero no prometo mucho, es tan obstinada como tú. Le gusta Paw patrol, el rosado, y los tutús con brillos. Esas son sus tres cosas favoritas.
— ¿Qué es eso de Paw patrol?
— Sus dibujos animados favoritos, tráele algo de ellos y te aseguro que te perdonará.
— Gracias por eso — caminando hacia la puerta— yo... ya me voy, tengo que reunirme con alguien ahora.
— Si.
Sólo quería que se fuera.
Este encuentro jamás debió suceder.
— Terminaré con Blake. Intentaré ganarme a Lucía.
— No tienes que dejar a tu novia por nosotras, no te necesito.
Aclaré.
— Pero quiero hacerlo, una relación vacía no tiene peso si se trata de Lucía, ella dijo que mi novia era fea y pesada — sonriendo— cuanta razón tiene — yendo hacia el pasillo— te llamaré uno de estos días para saber si puedo venir.
— Anota mi nuevo número.
Sacó el móvil y me lo entregó, teclee y guardé el número, llamándome para que quedara registrado.
— Bien. Estamos en contacto.
Dijo. Y entonces se fue.
— Mierda... que desastre resultó todo esto...
Sentándome en el piso.
Tenía mucho miedo que por uno de sus arrebatos sí intentara quitarme a la niña, Luca es impredecible.
¿Qué haré si ese día llega?
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¡HOLA MIS NIÑAS! LES TRAJE UN CAPITULO MÁS LARGO ESTA VEZ EN COMPENSACIÓN POR EL ANTERIOR, Y CON UN MONTÓN DE EMOCIONES QUE ME DEJARON CON EL CORAZÓN EN LA MANO.
¿CREEN QUE LUCA ACTUÓ MAL? ¿CREEN QUE ES UNA POSICIÓN CORRECTA DESPUÉS DE HABERSE ENTERADO AÑOS DESPUÉS?
QUIERO CONOCER SU OPINIÓN.
LAS LEOOOOO
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