Capítulo 22

Abrí los ojos lentamente, dificultándome un poco la vista las luces encendidas del cuarto, pero apenas logré enfocar, vi a la enfermera inyectar lo que sea que tuviera entre las manos en la intravenosa de mi mano buena, la otra la tenía enyesada y las piernas en su mayoría vendadas, me dolía el rostro a horrores, quise tocarme, pero aún sentía el cuerpo demasiado pesado para eso, me dolía todo, absolutamente todo el cuerpo.

Los recuerdos de lo sucedido con la pandilla de Ángeles Caídos comenzaron a llegar a mi memoria en dolorosos torbellinos, fue inevitable no llorar. Fui violada, de la manera más terrible de todas, ahora me preguntaba ¿Cómo seguían adelante las mujeres luego de esto? Yo sólo quería morir, sentía vergüenza de mí misma, de mi cuerpo, de mi existencia en este mundo.

— Está bien, estará todo bien — la enfermera tomó mi mano acariciándola, observándome con lastima— Se le hicieron todos los exámenes pertinentes, el ADN de sus... de sus...

— ¿De mis violadores?

Mi labio temblaba, estaba tan asustada, sintiéndome sucia, culpable... rota...

— Sí, el ADN de sus violadores fue enviado a revisión, pronto estarán todos tras las rejas, usted es muy valiente, una sobreviviente — acarició mi cabello— No tendrá que volver a ver el rostro de Luca Ross, se lo llevó la policía, él está a salvo, y la policía está esperando afuera para que le dé más nombres ¿Conocía a sus agresores?

— Pero Luca no me hizo nada, él me salvó, lo llamaron para molestarlo, en cuanto él supo dónde me encontraba, fue por mí y me salvó, él me sacó de ese maldito lugar — sin entender nada— Él es bueno, los malos son los chicos que tienen una calavera con alas blancas y aureola, ellos me secuestraron y me violaron, tengo sólo un nombre, un testigo.

— ¿Puedo hacer pasar a la policía? Cuéntele lo mismo que me contó recién.

— Sí, claro, pueden pasar.

La enfermera hizo pasar a la policía, estuvimos cerca de una hora hablando de lo sucedido, me vi en la obligación de contar con lujo de detalles lo sucedido, agradecía el gesto de que enviaran policías mujeres para este trabajo, era más fácil narrarles a ellas lo sucedido, luego les dije el nombre de Tyler Prest, que se jodiera con toda su pandilla de mierda, él no hizo nada para ayudarme.

Y ya que mi pandilla de Diablos quedó descartada y libre de todos los cargos, y que yo tenía permiso de recibir visitas, mi cuarto comenzó a llenarse con rapidez, Oren fue el primero en llegar, mostrándome su ojo amoratado e inflamado, junto con unas magulladuras en su mejilla, lanzándose sobre mí para abrazarme mientras lloraba desconsoladamente.

— ¡Perdóname! Todo es mi culpa, debí estar más atento, si yo hubiera estado al pendiente...

No pude evitar el llorar de nuevo, me sentía muy vulnerable en estos momentos.

— No fue tu culpa... no... no lo fue...

— Jess, perdóname por todo Jess — Connor apareció después, acariciando mi cabello— No debimos dejarte sola, todos sabemos que todo el mundo odia a Diablo, y que los vieran tan juntos... agh... perdóname por esto, de verdad no sé cómo mirarte a la cara, me siento tan avergonzado...

— La avergonzada soy yo... créeme...

Carson y Ramona llegaron después, luego Jason, Sam y Caleb, todos hablaban al mismo tiempo, así que se me dificultaba seguir el ritmo de la conversación, lo que hacía muy agotador estar despierta, en algún momento, terminé durmiéndome, demasiadas voces, demasiado por un día.

**

¿Cuánto tiempo he estado dormida?

Para cuando volví a despertar, Luca estaba dormido en una silla, tomando mi mano con delicadeza, apoyando su cabeza en la cama, parecía cansado, tenía el rostro lastimado y notorias ojeras bajo los ojos, parecía cansado.

— Luca... despierta Luca...

Apreté su mano levemente, asustándome cuando dio un brinco y me observó con enormes ojos.

— ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? ¿Quieres que llame a la enfermera? Duermes demasiado, no sé si eso esté bien, dormiste un día completo cuando llegaste aquí, por cierto, llegaron tus padres, pero les pedí que no te molestaran, no sé si hice bien, no sabía si querías verlos.

Hablando atropelladamente, nervioso.

— ¿Cómo estás?

Fue todo lo que dije.

— ¿Cómo estoy yo? ¿Por qué me preguntas esa estupidez? Eres tú la que salió lastimada, eres tú la que lleva tres días en el hospital, pasando más tiempo dormida que despierta.

— ¿Cómo estás? Supe que estuviste en el calabozo de la policía.

— Sí... mis amigos policías y yo tuvimos un rato agradable — acariciándose el mentón, supongo que lo golpearon— Querían sacarme información sobre cómo te había violado, cuantas personas llevé y qué fue lo que te hice.

Suspiró.

Todo el mundo creía que él era el malo.

— Les dije que me salvaste, les dije que tú fuiste por mí, no eres el malo.

— Es que yo sí soy malo, pero tú no lo quieres ver, por cierto, se llevaron a tu amigo del ballet, el de los Ángeles ¿Cómo se llamaba?

— Tyler.

— Ese mismo. Se lo llevó la policía ¿Tú diste su nombre?

— Por supuesto. Que se pudra en la cárcel el hijo de puta ese.

Acarició mi cabello y estiró mi entrecejo.

— No te enfoques en odiar, enfócate en seguir adelante, recupérate, descansar, ver series, comer calorías, todo lo que no puedes hacer mientras bailas, entregué tu licencia en la academia, es por tiempo indefinido, así que...

— Mierda... — cerré los ojos— Todo lo que he entrenado se perderá...

— Lo siento Jess... lo siento tanto... — dejándose caer en la silla, tomando mi mano cuidadoso— Prometo no volver a dejarte sola, no te perderé de vista, es más, no pienso ponerte en peligro otra vez, no volverás a ir al pacto de la calavera.

Me quedé en silencio.

La verdad es que no tenía ganas de discutir sobre esto, aún no tenía claro si quería volver a ir o no, solo quería tiempo para mí, alejarme de todo y de todos.

— ¿Jess?

Ladeando la cabeza, acercándose un poco.

— Lo siento ¿Qué decías?

— Decía que mañana podrás volver a casa, le pediré el auto a Sam para venir a recogerte.

— Se supone que esta es mi semana de las compras, necesito que me lleves al supermercado y...

— No te preocupes, hice las compras por ti, me encargaré de todo lo que necesites.

— No tienes que ser mi niñero, puedo hacer mis cosas, no es necesario que...

— Claro que debo ayudarte, es mi culpa todo lo que te pasó, todo es mi culpa, así que sí seré tu niñero.

— Fue culpa de esos bastardos animales enfermos.

— ¿Recuerdas lo que te dijimos la primera vez que nos viste? ¿Qué pasaría si te veíamos con ellos?

La piel se me erizó.

— Me... violarían.

— Y hablábamos en serio, aunque ahora me resulta algo repulsivo y asqueroso, jamás haríamos algo así, no después de lo que te pasó, no después de... de que yo mismo te expusiera a eso.

— Luca, creo que no estamos llegando a ninguna parte con esta conversación, estoy cansada y...

— ¿Cansada? Duermes todo el día joder, llevo más de veinticuatro horas contigo ¿Y diez minutos es todo lo que podemos hablar? ¡No es suficiente!

Estaba perdiendo el control otra vez.

Supongo que no ha tomado sus medicamentos.

— No grites, te sacarán de aquí.

— ¿De verdad estás cansada o solo no quieres hablar conmigo?

De pie frente a mi cama, apretando los puños con fuerza.

— Estoy... estoy cansada, enserio.

— Es que no te creo, tu cara me dice lo contrario ¿Qué pasa?

Sentándose otra vez, respirando rápidamente, estaba intentando contenerse.

— Nada, no es nada Luca.

— No me mientas Jessa, a mí no por favor, sé que... sé que no soy bueno para ti, pero quiero cambiar, quiero ser mejor, pero todo lo que me rodea no me está ayudando.

— Es que...

— No te juzgaré. Te prometo que todo estará bien, no me enojaré ni nada por el estilo.

— Bien... escucha... — lamí mis labios— Es que... perdí las ganas de... querer hacer cosas, siento vergüenza de hablar con personas que saben lo que me pasó, todos me miran con lastima, odio que me vean de esa manera, yo... no quiero hacer nada, no quiero hablar, no quiero salir... simplemente no quiero hacer nada.

Solo se acercó, besó mi frente, luego mis labios con delicadeza, sonriéndome triste.

— Saldremos adelante juntos, no te dejaré sola — acariciando mi cabello— todo estará bien, te prometo que intentaré mejorar, seré mejor persona, no dejaré que nadie jamás vuelva a ponerte las manos encima.

Me acerqué a él, dejando que sus brazos rodearan mi cuerpo, sintiéndome segura, sintiendo ese calor familiar que derretía el hielo que me consumía.

***

Las horas pasaron más rápido de lo que imaginé, para cuando desperté, ya tenía la orden de alta que Luca firmó, él era mi guardián ya que no me llevaba bien con mi familia.

Reuní mis cosas, Luca colgó mi bolso en su hombro, y salimos juntos del hospital, él siempre sujetando mi cintura, temiendo que algo me sucediera en el camino hasta el auto. Me estaba tratando con más delicadeza que de costumbre, lo cual se me hacía bastante extraño.

— Tu cuarto está ordenado, compré tus medicinas por adelantado, también instalé un dispensador de agua en tu cuarto para que tengas agua fría siempre que quieras, y compré todas tus cosas sanas que tanto te gustan — subiendo al auto luego de ayudarme a subir a mí— he visto tutoriales de cocina, cómo tienes una de tus manos rota, será difícil hacer las cosas que siempre haces.

— Gracias Luca, por todo... no pensé que fueras así de dulce la primera vez que te vi ¿Puedo pedir un favor?

— Todos los que quieras preciosa, haré todo por ti.

Saliendo del estacionamiento del hospital.

— ¿Puedes lavarme el cabello? De verdad necesito que me ayudes a darme un baño.

— Claro que sí, lo haremos en cuanto lleguemos a casa, luego podrás descansar.

Suspiré agradecida, esperando pacientemente hasta que estuvimos en casa.

— ¡Bienvenida!

Gritaron todos los de la casa apenas Luca abrió la puerta, dejándome entrar primero.

— Les dije que no estarías de animo para celebraciones, pero como siempre, no me escucharon.

Bufó Luca nada contento con la situación.

— Chicos... gracias por todo esto — sonriendo incómoda— Pero estoy algo cansada, yo... sólo quiero ir a descansar, tomar un baño y relajarme.

— ¿Estás enojada? ¿Sigues enojada? — Oren se acercó cauteloso— Sé que todo es mi culpa, deja que pague por mi error, ni siquiera nos dejaste ir de nuevo a visitarte ¿Por qué?

— Porque no quería ver a nadie, no es sólo contigo... no eres sólo tú.

— No la hostiguen — Luca rodeó mis hombros con su brazo— Jessa no está bien, necesita tiempo, así que déjenla en paz, ella sabrá cuando dejarlos entrar otra vez.

Me guio hasta las escaleras, directamente a mi cuarto, me ayudó tomando mi pijama y unas bragas limpias, dirigiéndonos hasta el baño, desnudándome sin segundas intenciones, sin miradas lujuriosas, más bien... me observó todo el tiempo con culpa, con lastima...

— ¿Estamos bien?

Pregunté temerosa, dentro de la bañera repleta de agua, viéndolo lavar mi cuerpo.

— Estaremos mejor, eso te lo prometo.

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