Capítulo 16

Los segundos se hicieron eternos esperando una respuesta de su parte. En cuanto solté la pregunta, Luca abrió mucho los ojos soltándome como si mi cuerpo lo quemara, abrió y cerró la boca repetidas veces, quizá sin saber que decir.

Creí que ya no respondería por como reaccionó, estaba tan avergonzada joder... hice el ademán de voltearme para darle la espalda, pero Luca tomó mi mano, llamando mi atención.

— Creo que estás un poco ebria.

— Estoy ebria, pero sé muy bien lo que estoy diciendo. Si no quieres responder... está bien, no es necesario que lo hagas.

Apoyando mi cabeza en la almohada, evitando el contacto visual.

— Es que yo... no sé lo que me pasa contigo — sincero— Al comienzo, me sentía en deuda por lo que te hice, pero poco a poco, te involucraste en mi rutina, me hiciste confiar en ti, me hiciste... relajarme, no necesito medicamentos contigo, sabes manejarme tan bien que causas el mismo efecto que el coctel de mierda que debo tragarme.

— ¿Entonces...?

Me tenía bastante ansiosa todo esto.

— Me agradas mucho más que cualquier otra chica, se podría decir que... que sí.

— Que sí qué.

Quería oírlo fuerte y claro.

— Puede que sí me gustes.

Mirando en otra dirección mientras lo decía.

Sus mejillas se tiñeron levemente de rosa, Luca sonrojado era una cosa nueva para mí.

— En ese caso puede que también me gustes — disfrutando de su momento de vulnerabilidad— Solo es una posibilidad, no te emociones.

Riendo.

Mi arrebato de nervios, lo hizo observarme con rostro pícaro, riendo conmigo.

— ¿Te estás riendo de mí mocosa?

Acomodándose sobre mí, separando mis piernas con su rodilla.

— Puede que sí ¿Qué harás al respecto?

Yo esperaba algo más sexual de su parte, pero todo lo que hizo fue llevar sus manos a mi abdomen, comenzando a hacerme cosquillas sin dejarme respirar, y con lo cosquillosa que era joder... No pude evitar reír como desquiciada, siendo consciente de que las personas en el exterior podían oírnos.

Escuchen como me lo paso bárbaro con Luca.

No es tan malo como todos creen y se los demostraría.

— ¿Sigues teniendo frío?

Recostándose en su lugar otra vez, agitado por la actividad.

Yo también tenía que recuperar el aliento luego de ese inesperado ataque.

— Ya no gracias a ti, pero... — levantando los sacos, enlazando mis piernas con las suyas, rodeando su cintura con mis brazos— Cuando me enfríe, comenzaré a temblar otra vez, creo que, por mi seguridad, debería dormir cerca de ti.

Deslizó sus manos dentro de la camiseta, acariciando mi espalda.

— Está bien, si es por tu seguridad, no podré negarme — con tono juguetón— Me encantaría calentarte de otras maneras, pero estas malditas tiendas joder... no quiero que toda la pandilla escuche tus deliciosos gemidos, esos me los guardo para mí.

— Cuando lleguemos a la casa entonces... quiero tus bonitas manos de collar.

Levantando mi mirada, observándolo directo a los ojos, lamiendo mi labio inferior con lentitud.

— Mieerdaa — gimió por lo bajo— No digas esas cosas cuando no puedo tocarte — apretándome el trasero con fuerza, pegando mi pelvis a la suya, sintiendo su pene erecto— Me estás provocando y bien sabes que no soy bueno manteniendo el control.

— ¿Se puede saber... quien te pidió controlarte?

Lamiendo mis dientes superiores con una media sonrisa dibujada en mis labios.

— Pueden escucharte afuera, o pueden ver nuestras sombras.

Mordí mi labio, tenía un punto.

— Mieerdaa... — repitiendo su expresión— Dejame ver algo, no escucho ruido afuera.

Saliendo de los sacos y desenredando mi cuerpo, consciente de que tenía el trasero bien levantado, dándole una generosa visión desde su posición, abrí un poco el cierre sacando mi cabeza.

— Aush.

Protesté.

Luca acababa de golpear mi trasero con su mano extendida.

— Lo estás haciendo a propósito.

Mordiendo mi labio, regresé al interior de la tienda, observándolo con coquetería.

<<Calentureo vendría mejor a la situación>> pensé.

— No hay tantas personas, solo están los ebrios y drogadictos, dudo mucho que noten lo que está pasando aquí.

— No voy a arriesgarme a que hablen de ti, de mí ya hablan lo suficiente.

Tirando de mi brazo, recostándome a su lado otra vez.

— Pero esa erección debe ser muy dolorosa.

Deslizando mi frío dedo por esta, viéndolo temblar.

Uuh... me gusta jugar con fuego.

— Si sigues tentándome, lo próximo que tendrás que darme será esto.

Apretando una de mis nalgas con una de sus manos.

Ok... estaba comenzando a quemarme.

— ¿Quieres que mañana no pueda caminar?

— Será un placer cargarte a todas partes... o dejarte encerrada aquí, conmigo.

Uuuh estaba hablando en serio. Mi trasero corría peligro.

— No tenemos lubricante.

— Puedo hacerlo funcionar.

— Será una noche difícil — quitándome la camiseta— ¿Y bien? — alzando una ceja en su dirección— ponte a trabajar.

Se incorporó sorprendido.

— ¿De verdad?

— Sí — encogiéndome de hombros— No sé que tienen los hombres con hacerlo de esta manera, realmente no me importa, pero sí es incómodo, así que, por favor, no seas como la última vez y trátame con gentileza.

— No te prometo nada — lamiendo sus labios, sujetando mis caderas, colocando mi trasero justo frente a su rostro— No suelo tener mucho autocontrol, ya pediré las disculpas correspondientes.

— Luca, lo digo en serio.

Las piernas me temblaron cuando sentí el primer contacto de su lengua con mi entrepierna, las bragas volaron hace un momento en algún lugar de la tienda.

— Yo también castaña — Depositando un beso sobre mi vagina— ¿Quién está en problemas ahora? Y peor... por decisión propia.

— Voy a arrepentirme de esto.

***

A la mañana siguiente, odiaba hasta a los malditos pájaros que cantaban felices desde las copas de los árboles, me dolí absolutamente todo, y como Luca es un idiota sin control y con batería de sobra, tuvimos sexo hasta que el sol se asomó por el horizonte, no tenía fuerza en las piernas y cualquier tipo de movimiento era un suplicio.

Recuérdenme no intentar hacerlo por detrás un día antes de mis prácticas, porque no podría ir.

— ¿Sigues molesta?

Preguntando temeroso desde su rincón de la tienda, le dije que, si me ponía una sola mano encima, le arrancaba los dedos a mordiscos.

— ¿Qué parte de ya no puedo más no entiendes?

Observándolo con mi mejor rostro de perra emputada.

— Es que se sentía tan bien que no podía parar...

— ¡Pues tú te sentías bien! ¡A mí me perforaste el culo!

— ¿Para qué me dices que sí si ya sabes cómo me pongo?

Hizo un mohín que me resultó bastante adorable, parecía un niño regañado.

— Porque creí haberte dicho que fueras gentil.

— Yo no soy gentil.

— Más te vale traerme el desayuno, escucho ruido afuera.

— Preguntarán por ti, no quiero salir solo, me mirarán demasiado.

— ¿Me ves en condiciones de poder levantarme y caminar como si nada?

— Yo creo que todos están escuchan nuestra conversación, estás gritando.

Me miró cauteloso.

— ¿Mi desayuno?

Alzando una ceja.

— Sí señora...

Tomando su ropa vistiéndose con rapidez.

— ¿Algo en especial?

— Lo que tenga menos calorías.

— ¿No crees que quemamos las suficientes anoche?

Sonriendo pícaro.

Me incorporé con rapidez, golpeando su brazo con la fuerza suficiente para que le doliera, pero a la que le dolió fue a mí.

Estoy casi segura de que mi rostro debió ser todo un poema, porque Luca abrió mucho los ojos y se apresuró a salir de la tienda tomando su camiseta y zapatos en el proceso.

— Nunca más por el culo, nunca más.

Regresando a mi posición, arrepintiéndome de todo.

Pero al menos sé la respuesta que tantas vueltas daba en mi cabeza.

Luca siente cosas por mí.

— Buenos días preciosa. Diablo me dijo que te trajera esto ¿Estás bien?

Oren entró a la tienda, quitándose los zapatos y dejándolos en el exterior, entregándome una pastilla y una botella de agua.

— Buenos días ¿Qué es eso?

Sentándome de lado para recibir lo que me daba.

— Pastillas para el dolor ¿Te hizo daño anoche? Estaba muy enojado...

Tembló.

— Ah no, no es eso — tomándolas, eran dos y las necesitaba— Es que se le pasa la mano y no entiende el ya no puedo más.

— Espera... — sonriendo pícaro— No te puedes sentar, haces muecas para todo, te duele el cuerpo — acarició su barbilla— ¡Tuvieron sexo anoche!

Cubrí su boca con mi mano con rapidez, probablemente todos escucharon eso.

— Sí, tuvimos sexo, pero no grites.

Quitando mi mano con lentitud.

— Para que te duela como te duele, tuvo que haber sido por detrás ¿O me equivoco?

Rodé los ojos.

— No te equivocas, pero joder... ese hombre no entiende el no puedo más, ahora está consiguiéndome el desayuno porque mis piernas no tienen la fuerza para mantenerme.

— Te entiendo amiga — posando su mano en mi hombro— Se siente tan rico, pero al momento de necesitar ser independiente... literalmente no valgo nada, Marcus tiene que hacerlo todo por mí, hasta bañarme si no quiere que me parta la cabeza en la bañera.

— Agh te entiendo tan bien — imitando su acción— pero ellos están completamente bien y sonrientes, como si nada hubiera pasado ¿No crees que es injusto?

— Muy injusto — asintiendo— La próxima vez, métele la botella por el culo para que sepa lo que se siente.

Luca abrió la tienda, alzando una ceja en dirección a Oren.

— Te escuché.

Fue todo lo que dijo.

— Pues que bien — respondí— Porque la próxima vez, si no entiendes el que ya no pueda más, te meteré lo primero que encuentre por el culo, estás avisado.

Abrió mucho los ojos.

— Jess... lo siento ¿Cuántas veces más quieres que me disculpe?

Extendiendo hacia mí un pocillo con cereales y leche.

— Las veces que sean necesarias para que esto me deje de doler.

Oren no pudo aguantar la risa, lo que causó una mirada molesta de mi pelinegro fanático del sadomasoquismo, se tomó muy en serio lo de que quería sus manos de collar.

— Ya, sonríe más, no seas un pesado.

Clavando mi índice en su costilla, sonriéndole.

— Pero...

— ¿Quieres que deje de estar de mal humor o no?

Sonrió.

— Si quiero...

— Entonces dame un beso.

No muy convencido y mirando a Oren de reojo cada cierta cantidad de segundos, se acercó a mí, plantando un corto beso sobre mis labios, y cuando se alejó, le guiñé un ojo a mi amigo.

Luca no es como todos piensan, y si es así de atento y amable frente a otras personas, podré hacer que cambien de parecer respecto a él.

— A la mierda, amaestraste al perro.

Oren llevó su mano a la cabeza con notorio asombro.

— ¿A quien llamas perro?

Dijo Luca molesto.

— Pues a ti perro de tres cabezas — le contestó— ¿Quieres que te soben la pancita?

Este apretó los dientes, sonrojándose.

— Podría sobarte otra cosa si quieres.

Mirándolo sonriente.

No estaba en condiciones, pero las bromas en doble sentido siempre hacían que su humor mejorara, y lo hizo, porque estiró la frente en segundos, desviando su atención hacía mí.

Bien. Mi siguiente meta es hacer que este chico sea mi novio, ya lo he decidido.

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