20

El sexto mes un accidente ocurrió.

Luego de la larga y tortuosa estadía de Jeongyeon en las frías montañas, la mayor y ella planeaban reencontrarse a las afueras de Moonlight Tattoos. La ocasión, sin embargo, no era tan romántica como ambas lo habían planeado.

Llevarían a Jiyoung a una revisión médica. Había contraído un terrible resfriado debido al frio, así que Jeongyeon decidió hacerla revisar cuando su padre sugirió que cuidara de la enferma mujer su hija mayor.

—¿Sabes dónde está Daniel? —Le preguntó Yuqi antes de que la tatuadora lograra salir de la tienda. Su cabello rojo resaltaba en el estudio— Salió hace unas horas a comprar algo, pero no regresó. Simon está preocupado. Incluso ha dejado sus cosas.

—¿Ya has intentando llamarlo?

—No contesta. También le escribí a Joy, pero ella sabe tanto como nosotros.

Joy y Daniel no tenían una relación oficial, pero era claro que había química entre ellos. Desde que Jihyo y él habían terminado no lo había visto sonreír tanto como lo hacía al estar la chica a su lado.

—Yo... realmente tengo que irme, Yuqi. Jeong me espera.

—Lo sé. No quería preocuparte. Seguramente se ha quedado dormido, o el tiempo se le ha pasado un poco.

—Es lo más seguro. Ya conocemos a Dan.

Pero, por esa misma razón, Nayeon presentía que algo no estaba bien.

—¿Puedes mantenerme informada, Yuqi?

—Por supuesto. Si ese idiota regresa incluso le daré unos cuantos golpes de tu parte.

—Me agrada la idea.

Rio al darse media vuelta, y, justo cuando estaba por irse, Yuqi volvió a llamar su atención.

—¿Realmente sigues siendo virgen con una novia tan sexy, Nayeon-unnie?

Nayeon rodó los ojos. Su amiga era una idiota.

Jeongyeon la estaba esperando a las afueras de Moonlight Tattoos recostada a su auto y con un cigarrillo en la boca. Usaba un vestido verde, además de zapatos a juego. Dos vendas decoraban sus muñecas, y el maquillaje que llevaba era menos intimidante que el de siempre.

Más que alegrarla, le dolió verla.

No había esperado a una Jeongyeon tan diferente. No había esperado un cambio de ese tipo.

—Realmente tengo la novia más hermosa del mundo —Fue lo primero que la pintora dejó salir de sus labios, y decir aquello fue más un acto involuntario que un intento de seducirla.

La tatuadora sonrió mientras dejaba salir un suspiro. Ella se veía diferente, pero no dejaba de ser la pintora de la cual se había enamorado.

Su exterior se había modificado un poco, tal vez demasiado, pero ella seguía allí. Su unicornio estaba allí.

—También es lo que pienso cuando te veo, Jeongie —Afirmó con una sonrisa antes de unir sus labios por unos segundos. Habían extrañado el contacto luego de tantos días.

Su aliento a humo de cigarrillo la invadió, y se peguntó mentalmente cuantos habría fumado antes del verla. Aun así, disfrutó del beso como lo había hecho con todos aquellos que había compartido.

Seguían siendo sus labios. Su sabor. Su calidez. Su tacto. Su cabeza seguía dando vueltas, girando en un mar de emociones incontrolables, e incluso sentía que el amor había crecido desde la última vez en la que le había visto.

—Te amo, Yeonnie. No puedes entender cuanto, pero lo hago —Su voz era sutil, delicada como una pluma, y su lengua acariciaba su nombre en un acto majestuoso—... Conté cada maldito día en esas montañas porque realmente deseaba volver a verte.

—Yo también te amo, Jeongie —Afirmó con una sonrisa que era solo para ella. La mano de la pintora, siempre inquieta, viajó a su mejilla para acariciarla— ¿Pensaste mucho en mí? Yo lo hice.

Aunque sus intenciones consistían en ser seductora, sin desearlo, un ligero rubor había aparecido en sus mejillas al admitirlo, así que escondió su rostro en el cuello de su novia para ocultarse.

—Te he dicho que conté cada maldito día, creo que... —Al principio no pareció captar su mensaje, pero finalmente una sonrisa pícara apareció en su rostro— Oh, eso. Sí, pensé mucho en ti. Todos los días, cuando podía, con desespero, y nunca parecía ser suficiente.

Y su charla habría continuado a las afueras de aquella tienda de tatuajes durante el resto del día de no ser por Jiyeon, quien, cansada de esperar, decidió sacar su cabeza por la ventanilla trasera del auto de su hija.

—Sé que este es un romántico encuentro y que se están divirtiendo, pero realmente necesito llegar a tiempo a mi cita. Estoy cansada de toser... Además, no quiero hacer esperar al atractivo doctor Brown.

Jeongyeon rió ante las palabras de su madre y abrió la puerta del copiloto para que su novia entrara. Una vez en su sitio la pintora tomó su mano, brindándole así un calor conocido que realmente había necesitado.

—Lamento que mi madre nos interrumpiera, Yeonnie. Está ansiosa por ver al protagonista de todas sus fantasías sexuales. A veces creo que enfermó a propósito.

—¡No digas eso frente a Nayeon! —Exclamó la mujer con gran vergüenza— ¿Qué pensará de mi ahora?

—No te preocupes, mamá. Nayeon te entenderá, incluso yo lo hago. Si no fuese amante de las vaginas, yo también tendría fantasías sexuales con él.

Fue unos minutos antes de llegar del hospital que Nayeon recibió una llamada de Kazumi.

—¿Hola? —Había nerviosismo en la voz de su madre tras la línea. Algo no iba bien.

—¿Qué sucede?

Y esperaba con el corazón en la mano que ella le dijera que nada malo estaba pasando.

—Jihyo tuvo un accidente. Sana y ella estaban en el auto cuando un ebrio se saltó una señal —Podía escuchar sus sollozos descontrolados. Podía sentir el corazón roto de una madre desconsolada.

—¿Están bien? ¿Jihyo está bien? —La rubia comenzaba a angustiarse.

Su madre prefirió no darle una respuesta.

—Por favor, Nay. Ven pronto.

Y la llamada finalizó con una madre preocupada y una hermana que no sabía exactamente lo que estaba sucediendo.

Respiró hondo, buscando así deshacer el nudo que se había formado en su garganta. Su visión comenzaba a tornarse borrosa.

Cuando volteó la mirada descubrió que Lauren la estaba viendo con una evidente preocupación en los ojos.

—¿Sucede algo, Yeonnie?

—Por favor, Jeongie, conduce rápido.

Daniel ya estaba en la sala de espera cuando Nayeon, Jeongyeon y su madre llegaron. También Momo y Chaeyoung. Ninguno parecía tenerle buenas noticias.

—¿Cómo está Jihyo? ¿Y qué tal Sana? —Fue lo primero que logró preguntar a sus hermanas, quienes mutuamente limpiaban sus lágrimas.

—No lo sabemos —Contestó la peli-rosa entre sollozos—. Mamá ha estado hablando con los médicos durante mucho tiempo, pero nadie quiere decirnos nada.

El nudo en la garganta de Nayeon se hacía cada vez más insoportable.

—Papá está en casa con los demás, pero no deja de llamar. Está muy preocupado —Le contó Momo. Intentaba contener sus lágrimas, pero cada segundo una rebelde gota de tristeza resbalaba por su mejilla.

—El auto de Sana es un desastre, Nayeonnie. Deberías verlo... Es horrible.

Pero no quería verlo, ni imaginarlo, ni pensarlo. Lo único que ella deseaba era que su hermana estuviera bien.

Sin poder retener más sus lágrimas se dejó envolver por los brazos de su novia, quien en silencio intentó reconfortarla. Jiyeon acarició su espalda antes de hablar.

—Yo iré a comprar un café. Creo que sobro aquí —Anunció la mujer con sutileza—... Te estaré esperando, Jeongie.

—Allí estaré.

Cuando Jiyoung se fue, Momo se armó de valor para presentar una falsa sonrisa ante la pintora.

—Hola, idiota. Ese vestido te queda terrible.

—Gracias, Hirai. No esperaba nada más de ti.

Pero, en medio de todo esto, Jeongyeon tendió su mano hacia la chica más alta para hacerle entender que ella no iba a dejarla sola.

—Por la forma en la que Momo habló de ti pensé que serías más... intimidante —Era Chaeyoung, quien, al igual que su hermana adoptiva, intentaba mantener sus sentimientos dentro.

—Lo soy, lo juro. Esta solo es mi fase de novia preocupada.

La peli-rosa, entre lágrimas, se rió de ella.

—Es adorable, Momoring.

—Gracias. Supongo que tú eres la única hermana adoptiva de Nayeon que no se comporta como una idiota.

Nayeon sonrió entre sus brazos. La castaña sabía cómo animar un ambiente tan pesado como aquel sin convertirlo en una fiesta.

—Me quedaría más tiempo, pero debo irme —Anunció la pintora con cierta melancolía mientras sujetaba las manos de Nayeon para alejarlas de su cuerpo. Su agarre se sentía como el último esfuerzo de dos polos opuestos de un imán para no separarse, y sus ojos la miraban mientras le preguntaban en silencio si todo estaría bien—. Llámame si algo sucede, Yeonnie.

—Lo haré.

—Está bien. También puedes escribirme, lo cual sería mucho mejor. Mi móvil hace un sonido gracioso cuando me escriben y mucha gente se molesta. Es un espectáculo.

—Entonces te escribiré.

Jeongyeon simplemente la besó antes de abrazarla con fuerzas, tal y como lo había hecho la tatuadora cada vez que su corazón se rompía.

—Espero que todo salga bien.

Pero la frase no parecía estar dirigida solamente a la tatuadora.

La tatuadora se acercó a Daniel con delicadeza. Todos sus hermanos adoptivos, quienes habían llegado poco después que ella, se reconfortaban entre sí.

Daniel, en cambio, no tenía a nadie.

Lo abrazó sin preguntarle si podía hacerlo, y el pelinegro recibió este gesto como si realmente lo hubiese necesitado. Se alejó para mirarlo a los ojos, esos que eran cubiertos por una cortina azul llena de dolor contenido, y descubrió lo desgarradores que pueden ser los ojos de aquel que sufre por amor.

—¿Estás bien, Dan?

Él lo pensó antes de contestar.

—No lo creo —Respondió el chico alto mientras se cruzaba de brazos.

—¿Quieres hablar?

Él asintió. Parecía que realmente necesitaba hacerlo.

—Me preocupo por ella, Nay, y el que aun la ame no significa que estoy desesperado por salir con ella de nuevo. En realidad, no quiero volver a hacerlo. Soy feliz con Joy. Pero me preocupo, Nayeon, me preocupo porque ella me importa... Y odio que esto le suceda.

—No eres el único que lo odia —Afirmó.

—Lo sé —Asintió con tristeza—. Jihyo está en una etapa memorable de su vida, Nay. Jamie la hace muy feliz, realmente muy feliz, y amo saber eso. Lo juro, hemos hablado un par de veces y jamás había visto una sonrisa tan pura en su rostro, ni siquiera cuando estaba conmigo. Es casi mágico —Lo decía con una alegría melancólica, de esas que fácilmente pueden tocarse en un piano para crear una deliciosa melodía—... Y no lo entiendo.

—¿Qué no entiendes?

—¿Por qué la vida ataca de esta forma a las personas que están en su mejor momento?

Sin poder evitar pensar en una particular pintora, Nayeon se hizo la misma pregunta.

Kazumi llegó hasta ellas cuando la charla con los doctores hubo terminado. Sus mejillas conservaban restos de secas lágrimas, sus ojos estaban rojos y aun podía notarse la sombra del dolor que antes había decorado sus facciones.

—¿Cómo está ella?

—Ha despertado —Les notificó con una sonrisa de alivio que solo una madre puede plasmar en su rostro—. Tiene unos cuantos moretones, heridas y fracturas, pero estará bien. Sana también. Esto no ha sido más que un susto terrible.

Nayeon casi comenzó a llorar allí mismo debido a la felicidad que sintió con la noticia. Daniel, quien se había acercado al grupo para escuchar a la madre de la pequeña chica, dejó escapar un suspiro lleno de tranquilidad.

—Podremos entrar a la habitación pronto. Sana está allí. Se ha roto un brazo, pero insistió en estar junto a Jih. Realmente la quiere, y no esperaba algo así luego de todos los dramas de Dinah...

—Está bien, puede que me excediera un poco, pero no sucederá más. Me sentí mal al recordar que nuestra última charla antes del accidente fue, en realidad, una discusión.

Nayeon sonrió levemente. Saber que el drama entre sus hermanas estaba por terminar la hacía sentir muy aliviada.

Kazumi se fue poco después para llamar a Akira, cuyo grito se escuchó a través del altavoz.

—Tal vez estaba ciega —Reflexionó Momo. No podía perdonarse el hecho de haber discutido con Jihyo por algo tan estúpido como un chico—. Tal vez no pensé que si Sana la hacía feliz debía de existir una razón.

—Hablamos un par de veces. Créeme, realmente ama a Jihyo —Le aclaró Daniel con una sonrisa de no era más que sincera. Él solo quería que la chica fuera feliz, incluso junto a otra persona.

—Me pregunto cómo será. Aún no hemos podido presentarnos —Dijo la tatuadora con cierta curiosidad.

Ahora que su hermana estaba fuera de peligro se permitía pensar en cosas como esas.

—Es una chica adorable, créeme.

Las palabras de Daniel resonaron en el corredor, y los ojos de las tres hermanas se volvieron para mirarlo. Dos pares con sorpresa, un par con enojo.

Chaeyoung golpeó la cabeza de Daniel, y tal vez lo hizo con demasiada fuerza.

—Ellas aún no lo sabían, idiota.

—¿Por qué no nos habías contado, Jihyo-yah? —La interrogó Nayeon con suavidad mientras acariciaba el cabello de su hermana, quien se veía pequeña y frágil en aquella camilla de hospital.

Su pierna estaba rota, tenía una venda en el hombro y había rasguños por todo su cuerpo, pero, considerando la gravedad de aquel accidente, sin duda alguna había tenido suerte.

—Tenía miedo, Nayeon-ssi. Mucho miedo —Reconoció—. Lo sabes, sabes lo que se siente. Ese montón de pensamientos, esa idea de que algo debe ir mal en ti, esa sensación de que no te conoces ni a ti misma... Sé que mamá y papá te aceptaron, sé que no son malas personas, sé que nuestra familia es increíble, pero el miedo seguía allí. Me recordaba que me amaban una y otra vez, pero nunca llegué a tener el suficiente valor. Yo me temía a mí misma.

La tatuadora la miró a los ojos para expresar lo mucho que entendía cada una de sus palabras, e incluso en ese momento en el que ya todo había salido a la luz, su hermana aun escondía sombras de inseguridad.

—Además, con todo el asunto de Daniel, no quería que la odiaran. Sana-ssi es importante para mí, Nayeon, y realmente no quería perderla por haber sido demasiado idiota.

Minatozaki Sana, la hermosa chica de cabellos rojizos que había estado hablando con Momo a solo unos pasos, se volteó a mirar a su novia cuando escuchó su nombre.

—Eres una idiota, sí, pero una adorable. No me habrías perdido por eso —Sus manos se unieron, y Nayeon se preguntó con una tierna sonrisa si Jeongyeon y ella tenían esa mirada de amor incondicional en los ojos cada vez que estaban juntas.

Momo, quien no podía soportar ese tipo de interacciones amorosas, decidió interrumpir el momento.

—Jihyo, sé que prometí no enojarme contigo de nuevo, pero volverá a suceder si no me dices cómo es que Chaeyoungie sabía de todo esto y yo no.

Chaeyoung rió ante tal pregunta.

—Somos compañeras de manualidades, Hirai Momo —Respondió la morena al rodar los ojos—. Las compañeras de manualidades no guardan secretos entre ellas.

Y fue así como Jihyo ganó una nueva compañera.

El auto de Jeongyeon estaba silencioso, demasiado para su gusto. Jiyeon tenía la mirada perdida, La castaña mantenía respiraciones pesadas y Nayeon se sentía demasiado incomoda como para no presentir que algo terrible sucedía.

—¿Qué tal les ha ido a ustedes?

Jeongyeon suspiró antes de sujetar su mano para darle un poco de tranquilidad. Nayeon negó. Ni ese pequeño contacto se sentía bien en ese momento.

—Nada. El doctor Brown ha dicho que el resfriado tardará un poco en marcharse, solo eso...

—¿Solo eso?

—Está bien. También me hizo un pequeño chequeo, pero juro que no sentí ningún tipo de atracción sexual hacia él. Eso solo me pasa contigo.

Pero, aunque en su voz estaba ese toque típico de humor, la tatuadora sabía que todo lo que decía escondía una gran mentira.

—¿Jeongyeon, estás-...?

La pintora la interrumpió con seriedad antes de que pudiera continuar.

—¿Por qué siempre haces preguntas que odio responder?

Aunque Jeongyeon odiaba responder, cuando ambas llegaron al departamento de la pintora y se abrazaron con melancolía, la tatuadora supo que debía esforzarse por preguntar una vez más.

—¿Estás bien, Jeongyeon?

Ella la abrazaba con fuerzas, sintiendo que caía. No sabía dónde estaba la mente de Yoo, qué tan fuerte era su sufrimiento, pero la sentía alejarse poco a poco, así como las libélulas que rápidamente se pierden en un jardín repleto de flores.

Y en aquel jardín las flores empezaban a marchitarse.

—Necesito que dibujes... —Ignoraba su preocupación nuevamente y, sinceramente, Nayeon comenzaba a cansarse de preguntar. Comenzaba a cansarse de intentar ayudar a esa que no quería ayuda—. Dibuja la libélula más hermosa que jamás hayas hecho, y píntala con tantos colores como puedas. Quiero que sea digna de ser un tatuaje.

La tatuadora sin tatuajes frunció el entrecejo ante esto.

—Amor... ¿Estás bien?

Comenzaba a cansarse, pero pensaba que valía la pena preguntar una vez más. Valía la pena por ella.

La pintora no respondió en ese momento, sino cuando la tatuadora estuvo dormida entre sus brazos, soñando con mundos de fantasía que Lauren lentamente había olvidado entre pesadillas que todas las noches le atormentaban.

—Lo siento, Yeonnie, pero voy a marcharme pronto.

6 capítulos y se acaba esto... No me lo creo aún, ayuda estoy chillando TT

pd: Acá explican el por qué las chicas pensaban que Sana era hombre, en realidad es un detalle mínimo pues, pero espero lo entiendan JDDHSJ

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