13

Luego de ese beso no eran algo, pero tampoco nada. Ellas estaban en la muy incómoda y despreciable mitad.

—Iremos al estudio, pero no te pintaré aun —Murmuró la castaña mientras caminaban hacia la puerta del fondo tomadas de las manos.

—¿Sabes que eso significa que no me verás desnuda?

—Sí —Afirmó—, y realmente no me importa —Agregó con cierta indiferencia.

—No puedo creer que hayas dicho eso...

—Yo tampoco —Dijo con una dulce sonrisa, su mirada avergonzada fijándose unos segundos en el suelo—. Realmente debo quererte mucho.

Y, sin permitirle decir nada más, Jeongyeon la arrastró hacia el interior de la habitación que Nayeon ya conocía.

—¿Que haremos ahora, Jeongie? —Quiso saber con cierto nerviosismo—. Si quieres ir directamente al próximo paso debes saber que no estoy lista y...

—¡Yeonnie! —La reprendió—. Solo quiero hablar... No quiero tener sexo contigo aún. Yo tampoco me siento preparada, y es extraño. Desvestirme frente a los chicos que contrataba como mis modelos no era tan difícil.

—¿Jamás has estado con mujeres? —Preguntó mientras se sentaba en la cama, adoptando de inmediato la típica pose seductora que usaba cuando Jeongyeon la pintaba. Y no lo hacía para provocarla, sino porque ya estaba acostumbrada a hacerla—. Siempre te refieres a ellos, pero nunca a ellas.

—Hubo varias; la mayoría prostitutas... Pero con ellas era distinto, pues cuando teníamos sexo si lo quería. Me arrepiento de haber estado con ellos, Yeonnie, pero no con ellas.

—Lo comprendo... —Murmuró, y era cierto.

Y dolía aunque aquellas relaciones fuesen cosa del pasado.

Dolía porque alguien más había besado a Jeongyeon, y alguien más la había abrazado, y alguien más la había tocado, y a Jeongyeon le había gustado.

—La primera fue Sharon , la prostituta por la cual mi tío pagó para subirme el ánimo. Luego, al empezar a pintar, iba al prostíbulo y seleccionaba a mis modelos. Si me gustaban lo suficiente les pagaba el doble para que me concedieran sus favores al terminar...

—¿Entonces jamás has tenido novia?

—No realmente... Al principio iba al prostíbulo constantemente y pagaba por el servicio de Sharon . Le contaba cosas, y ella escuchaba e intentaba hacerme sentir mejor. Pensé que teníamos algo, pero una noche la vi bailándole a un chico mientras lo abrazaba como lo hacía conmigo, y me di cuenta de que ella realmente no me escuchaba ni me consolaba. Ella estaba allí por el dinero, y yo estaba allí por ella, porque necesitaba sentirme querida de alguna forma.

Suspiró. Aquello dolía, pero quería escucharla. Sabía que era importante.

—Luego salí con Irene, quien trabajaba todos los sábados en un club de striptease. Duramos una semana... Finalmente salí con Jisoo, que también trabajaba en un prostíbulo. No me importaba su trabajo, pues era solo eso: trabajo. Además, yo solo necesitaba sentir que tenía a alguien... Me dejó por un chico luego de dos meses.

—¿Las amaste?

La pintora negó de inmediato, y no sentía vergüenza alguna.

—Solo he amado a una chica en toda mi vida, y esa soy yo misma —Contestó con un suspiro antes de sentarse al lado de Nayeon y deslizar su mano sobre su pierna, para que así sus dedos terminaran rozándose con los de la mayor.

La pintora parecía nerviosa, y Nayeon pudo percibir los ligeros temblores que parecían estar acompañándola mientras pensaba si era lo correcto tomarle la mano.

Para despejar sus dudas fue Nayeon quien la sujetó fuertemente, y la pintora admiró el gesto como si no existiera nada más hermoso en el mundo.

—Lo siento, Yeonnie. Yo... no sé cómo llevar esto de las relaciones. No sé cómo funcionan.

—Si debo ser sincera, yo tampoco lo sé.

Ambas rieron, pero había cierta incomodidad en el aire.

—¿Nos besamos para romper la tensión? —Preguntó la rubia mientras intentaba disimular el temblor de su voz.

—Sí, pero si no quieres que sea en los labios está bien. Puedes elegir el lugar... Aunque si tu prefieres que te bese los labios, pero no precisamente los de tu boca, no...

—¡Jeongyeon!

—Está bien, lo siento. Solo bromeaba. Pero sí, besémonos...

Y Nayeon lo hizo con una sonrisa que cualquiera habría pensado iba a ser eterna.

—¿Qué somos, Jeongie? —Preguntó luego de separarse de aquel beso, una mirada oscura encontrándose con un par de universos verdes.

—En el ámbito biológico somos individuos. Según el registro civil somos Nayeon y Jeongyeon. Para la sociedad somos lesbianas. En el área laboral soy una pintora y tú una tatuadora...

—Jeongyeon, detente —Rio al cubrirle la boca con la mano —. Sabes a lo que me refiero —Agregó con cierta severidad.

Jeongyeon asintió con algo de tristeza.

—No me considero romántica. En realidad, lo único que conozco de romance lo aprendí de Howe: "Si quieres una chica buena ofrece dos cabras a su padre. Si quieres al amor de tu vida ofrécele tu corazón"

La pobre estaba divagando.

—Howe terminó esa frase con algo incoherente que tenía que ver con murciélagos, así que no se si debo ofrecerle mi corazón a la chica o a su padre, pero...

—Ve al grano, Jeongyeon.

—Realmente quiero estar contigo, Nayeon. Quiero poder llamarte mi novia algún día, presentarte a mis padres y todo eso... Pero no estoy lista, Yeonnie. Aun me da miedo estar tan enamorada de ti. Entiendo que no sea lo que busques, pero puedo ofrecerte un "por ahora". Puedo ofrecerte lo mejor que tengo.

Nayeon no necesitó pensar dos veces en las palabras de Jeongyeon para hablar.

—Quiero todo lo que puedas ofrecerme, Jeongyeon. Lo demás puede esperar.

Y mientras la volvía besar supo que no mentía. Lo demás realmente podía esperar.

Cuando Jeongyeon finalmente decidió pintarla, Nayeon se dio cuenta de que se veía hermosa mientras lo hacía, casi como un ángel plasmando en una nube las imágenes de sus viajes. Siempre se veía hermosa, en realidad, pero ese día había algo en ella que simplemente brillaba.

De vez en cuando Jeongyeon la miraba más de la cuenta, pero no a sus pechos o a su entrepierna como antes, sino a sus ojos. Definitivamente algo había cambiado.

—Me gustas, Jeongyeon.

La pintora rió nerviosa.

—Yo también me gusto —Aceptó con un encogimiento de hombros—... Y me gustas tú, lo cual es extraño. Nunca me habían gustado dos personas tan increíbles a la vez.

Lo curioso de las casas es que puede llegar el momento en el que la consideres hermosa, pero en cuanto otra persona la mire junto a ti comenzarás a encontrar todos los defectos en su exterior. Aquella mancha de pintura, esa grieta en el cristal, esa tabla podrida en el techo...

Nayeon vivía en una casa humilde y pequeña, pero esto no quiere decir que fuese fea, sucia o que estuviese cayéndose a pedazos.

Había cinco habitaciones para trece personas, muchos ambientes pequeños y muebles de segunda mano... Aun así, la rubia se había sentido agradecida desde su llegada solo por tener una cama, comida y un techo, lo cual reemplazó el escondite de sus padres biológicos en el basurero bajo las mantas de papel periódico.

Ese día, sin embargo, no se sintió tan afortunada por tener aquellas paredes desgastadas y ese techo mal pintado.

—Esta es mi casa —Dijo a Jeongyeon, quien se había ofrecido a llevarla hasta allí.

De repente Nayeon deseaba que hubiese césped, un bonito buzón, un segundo piso, ventanas corredizas...

—Sé que no es grande y bonita, pero supongo que-...

Jeongyeon la hizo callar con un beso.

—Es una bonita casa, Yeonnie. Se ve bastante acogedora —La reconfortó—... Por cierto, eres la primera chica a la que llevo hasta su casa en mi auto. Tienes un punto por eso.

Nayeon rió. Olvidaba que Jeongyeon era fácil de impresionar.

Aun sonriendo bajó del auto. Sabía que si no lo hacía terminaría quedándose con ella.

—¡Yeonnie! —La llamó desde el interior—. Pensé que me desearías buena suerte.

La tatuadora la miró con las cejas enarcadas.

—¿Suerte? ¿Para que la necesitas?

—Voy al funeral de mi tío —Admitió—. Alguien tiene que recordar a los asistentes lo muy idiota que fue.

Percibió la tensión en el ambiente al momento de entrar a casa. Toda su familia estaba sentada en los sofás del salón, y ninguno parecía realmente muy feliz. Ni siquiera el pequeño Kyungwan.

Pero no estaban molestos con ella, sino con Jihyo.

—¡Nayeonnie, que bueno que has llegado! —Exclamó la pequeña mayor con un suspiro de alivio—. Yo...

—¿Qué sucede, Hyo?

No fue ella quien respondió.

—¿Quieres saber por qué esa pequeña idiota dejó a Daniel? —Momo no parecía contenta— ¡Mira! —Y le tendió el móvil de Jihyo, en el cual podía leerse una conversación bastante romántica con un tal Sana.

Lo peor de todo: La conversación había sucedido días antes de que la pareja terminara.

—Nayeon, puedo explicarlo... —Sus ojos estaban cristalizados, y por primera vez desde que había llegado notó sus mejillas húmedas. Había llorado antes.

—Eso has dicho desde que llegaste, pero no has explicado nada —Era Kazumi, quien la miraba con seriedad. Nayeon jamás la había visto molestarse hasta tal punto con Jihyo, tal vez porque ella era de las chicas que no daban problemas.

—No puedes jugar así con los sentimientos de la gente. Lo sabes —La reprendió Akira.

Jihyo suspiró antes de hablar.

—Lo sé, pero... Conocí a Sana en el trabajo. No quería enamorarme, pero lo hice. Nos vimos en secreto unas cuantas veces, lo admito, pero juro que nada pasó hasta que terminé con Daniel, y cuando lo hice incluso le expliqué a él lo que sucedía. No quería romperle el corazón... no demasiado.

—Felicitaciones, idiota. Lo hiciste —Gruñó Chaeyoung.

Nayeon, quien apenas podía procesarlo todo, miró a Jihyo completamente desconcertada.

—¿Lo hiciste? ¿Se lo dijiste a Daniel?

—Sí. Pensé que ya lo sabías, Nayeonnie... Él... Yo realmente no sé lo qué piensa de mi ahora. Seguramente cree que soy una perra o algo peor.

—Yo no lo sabía. Me dijo que había sido una decisión de ambos —Murmuró—... Y te ama demasiado como para pensar que eres una perra o algo peor.

Jihyo la miró asombrada, y ahora sí que se veía triste.

—¿Puedes decirle que lo siento?

—De eso ya te habrás ocupado tú, supongo.

—Sí, pero...

—Pero —Interrumpió Kazumi, quien ya estaba cansada de todo eso— si realmente terminaste con él antes de hacerle daño no creo que debas sentirte tan mal. No puedes controlar el amor, supongo, aunque sea un amor muy idiota.

—Yo solo espero que no hayas cometido un error, Jihyo —Dijo Akira.

La pequeña no pudo resistirlo más, así que comenzó a llorar. Se fue de allí para que no la vieran, tal vez demasiado avergonzada de sus acciones.

—¿Qué hay de ti, Nay? —Le preguntó Momo desde el sofá. Aún estaba claramente enojada, pero era obvio que no buscaba discutir con la pobre tatuadora— ¿Alguna nueva noticia de locos amores?

¿Sería lo correcto hablar en una situación como esa?

¿Sería lo correcto hablar de algo que apenas empezaba?

¿Sería lo correcto hablar sobre su beso con Yoo Jeongyeon?

¿Sería lo correcto hablar?

—Nada que deban saber —Afirmó con una tímida sonrisa antes de irse de allí.

2/4

Después de este viene mi capítulo favorito, wuuu.

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