03

                                                                        
—¿Entonces Nayeon y tu irán a una fiesta hoy? —Preguntó Kazumi a Momo mientras intentaba alimentar al pequeño Kyungwan, quien solo se divertía mientras escupía su comida.
                     
Era hora del desayuno y la gran familia estaba sentada alrededor de un pequeño comedor para seis en el que, de alguna
manera, lograban comer trece al mismo tiempo.

Nayeon amaba esto. No solo el hecho de tener una familia, sino el de ser tan unidos como para nunca darse cuenta de lo incomodo que era aquello.                  

—Si —Respondió con felicidad mientras se apresuraba a comer. Llegaría tarde a sus
clases en la universidad si tardaba demasiado—. Jihyo y Chaeng decidieron quedarse para hacer tontas manualidades.

—Increíbles manualidades —La corrigió Jihyo desde el otro lado de la mesa.                    
—Lo que digas, enana.
                   
—Supongo que irás con Heechul —Intuyó su madre.
                    
—Así es —Afirmó con una sonrisa. Camila lo odiaba, sentía que algo no estaba bien con él, pero si hacía a Momo feliz no le quedaba nada más que aceptarlo.
                   
—¿Y con quien iras tú, Nayeon?
                   
—Iré con Kai. Nada especial.
                   
Kazumi suspiró. Confiaba en Nayeon, pero en Heechul no tanto. El que la rubia la acompañara le daba mucha más tranquilidad.
                   
—Pensé que irías con esa chica del restaurante, Nay —Murmuró Akira extrañado tras el periódico que leía.                    
Su corazón se detuvo y sintió las mejillas arder cuando sus diez hermanos y Kazumi se giraron a mirarla con los ojos bien abiertos.
                   
—¿Cómo sabes... de eso? —Tartamudeó.
                 
—Estaba reunido con mi jefe en la mesa del fondo. Estoy seguro de que no me viste. Estabas demasiado ocupada mirando ese cuadro del panda... y a esa chica.
                     
—¡¿No pensabas contarme, Nay?! —Se escandalizó Momo.
                   
—Fue solo un almuerzo —Respondió apresuradamente—. No fue nada importante.
                   
O si lo había sido, pero no planeaba aceptarlo.
                   
—No parecía ser solo un almuerzo, Nay —Siguió su padre adoptivo. No podía verle el rostro, pero sabía que se estaba riendo de ella.
                   
—¿Es guapa? —Logró preguntar Kazumi.
                   
Aunque estaba avergonzada dio gracias por la actitud de sus padres. Años antes, cuando les había confesado su preferencia sexual, el ambiente de la casa se había mantenido tenso durante bastante tiempo. Terminaron aceptándola, por supuesto, y ahora eran incluso capaces de bromear con ella.
                   
Se sentía agradecida porque no todos corrían con la misma suerte.
                   
—Bastante —Afirmó. No podía mentir—. Deberías ver sus ojos. Son increíbles.
                    
—Deberías traerla a casa —Sugirió Dahyun, su hermana biológica, dulcemente. No había curiosidad en ella como en sus padres y hermanos adoptivos, ni enojo como en Dinah, solo el profundo deseo de ver a Nayeon feliz.
                   
—Solo almorzamos, Dubu. No es para tanto.
                     
—Yo creo que si lo es. Incluso pagó por ti —Se metió Akira, que parecía más interesado en Jeongyeon que la propia Nayeon—... Además, no creo que la forma en la que te miraba es algo que deberías dejar pasar.
               
—¡¿Cómo es que papá sabe más de tu cita que yo, Nayeon?! ¡¿Acaso no me quieres?! —Continuó reclamando la azabache.
                 
La rubia tomó un gran respiro y apoyó su frente sobre sus manos. Amaba a su familia, pero era agobiante.
                                       
                   
—Le hice un tatuaje hace unos meses y hace dos días regresó por otro. Me invitó a almorzar. Acepté. Hablamos. Me dio su número. Nos despedimos. Eso fue todo —Aclaró ya cansada de aquello— ¿Por qué tienen que hacer de todo una película?

—¡Dime que la llamaste! —Exigió Momo, ignorando así el resto de su discurso.

Nayeon resopló, pero aun así negó de inmediato.

Casi lo había hecho un par de veces, pero siempre que estaba por marcar sus hermanas o hermanos entraban a la habitación pidiéndole algún favor, y al volver el valor se marchaba.

—¿Cómo se llama, Nabong? —Era la única que le decía así, y le gustaba. Amaba a Momo, Jihyo y Chaeyoung y sus hermanos adoptivos, pero Dahyun era especial. Dahyun era el único vínculo que tenía con lo que realmente era.

—Yoo Jeongyeon —Respondió automáticamente.

Al decir su nombre recordó de forma automática sus expresiones, sus palabras, la forma en la que su cuerpo se movía con la gracia de un ángel, seduciéndola como un demonio.

Sonrió.

Sonrió porque le gustaba y lo sabía, pero no tenía idea de que hacer a partir de allí.

—Ve con cuidado ¿Está bien? —Le advirtió
Kazumi—. Jennie ya te hirió demasiado.

—Está bien.

—¿Por qué llevas ese abrigo, Nayeon-yah? —Preguntó Jihyo mientras ayudaba a Momo con la cremallera de su vestido negro—. La fiesta será en la casa de SeulGi y habrán más de cien personas en un salón que fue diseñado para veinticinco. Estoy segura de que habrá calor.

Kang SeulGi estudiaba junto a Momo en la universidad. No se llevaban muy bien, pero no iban a perderse una buena fiesta por eso.

—Tengo que cubrir mis brazos. Si uno de mis clientes va a esa fiesta arruinará mi carrera.

—Puedes hacerte uno de henna, Nayeonnie —Sugirió Chaeyoung encogida en hombros.

Por supuesto, no habría sido la primera vez en la que Nayeon se veía obligada a hacer algo así. Solía recurrir a este método cuando debía ir a la piscina, e incluso una vez debió usarlo cuando una cliente muy desconfiada le pidió ver sus brazos para dejarse tocar por su aguja.

—Olvidé la plantilla en el estudio —El proceso de hacerse un tatuaje falso era complicado, sobretodo porque debía estar ubicado siempre en el mismo lugar. Además, debía encargarse de que siempre fuera el mismo diseño, pues no podía aparecer un día con calaveras y un mes después con hermosas rosas.

—Eres una idiota, Nay —Soltó Momo sin más.

Cuando las dos estuvieron listas buscaron la aprobación de sus hermanas, quienes simplemente sonrieron complacidas ante tal visión.

—¿Creen que le guste a Heechul? —Cuestionó la azabache con nerviosismo.

—Le va a encantar —La alentó Chaeyoung.

—¿Qué tal tú, Nayeon-ssi? ¿No quieres saber que tan bien te ves? —Esa era Jihyo.

—Mi cita es Kai. No me importa. Le gustará más el vestido que yo.

—Pero podrías conseguir a alguien allí. No lo sé, SeulGi tiene amigas bastante lindas —La tentaba Momo con una sonrisa. Estaba cansada de que su pobre hermana fuera la solterona del grupo.

—Realmente no me importa. No quiero conquistar a ninguna chica hoy, lo siento.

—¿Y si esa chica fuera Yoo Jeongyeon? —Chaeyoung, la peli-rosa elevó una ceja.       
                            
Nayeon se rio en su cara.

—Créeme, no existe ninguna posibilidad de que Jeongyeon esté allí.

Nayeon se ajustó el abrigo sobre su corto vestido rojo antes de entrar a la que era la enorme casa de Kang SeulGi.

Al entrar al salón las luces estaban apagadas, los reflectores encendidos, la música a alto volumen y los vasos de bebidas en manos de cada uno de los invitados.

Respiró hondo. El humo de los cigarrillos no podía faltar, y tampoco el típico olor a sexo de toda fiesta en casa.

—Iré a saludar a SeulGi. Tú quédate acá, o conoce a alguien, o haz algo... —Esa era Momo.

—¿Y qué pasa si no quiero?

Heechul, el chico debilucho y de cabello rizado que se había mantenido detrás de las chicas, fue hacia Momo y rodeó su cintura con sus muy delgados brazos.

—Puedes venir con nosotros. Tengo unos amigos que...

—Es lesbiana, idiota —Le recordó la azabache bastante enojada. Siempre debía recordárselo.

—Oh, no importa, también tengo unas amigas que...

—Kim, simplemente váyanse.

Y así fue como, milagrosamente, Momo y su estúpido novio la dejaron en paz. O casi en paz, pues aun debía deshacerse de Kai, ese chico pálido que se aferraba a su brazo para no salir corriendo hacia un grupo de chicos muy guapos.

—Cariño, sé que soy tu cita, pero ¿te importa si voy a bailar un rato? —Al parecer él iba a ponerle las cosas fáciles— Juro que jamás había visto a alguien tan encantador.

Im se volteó a mirar hacia donde lo hacía Kai, y descubrió así a un chico pelinegro que lo saludaba tímidamente.

—Ve con él. Yo estaré bien.

—¿Segura?

—Segura.

Y con un gritito de felicidad Kai salió corriendo a los brazos de aquel chico, quien lo miró con sorpresa.

Nayeon entonces, al verse sola, caminó hasta la barra y pidió un vaso de agua. No tenía nada mejor que hacer.

A su lado un chico con olor a alcohol y la bragueta abajo la miró descaradamente. Arrastrando las palabras le ofreció un poco de su bebida.

—Es solo vodka, preciosa. Lo prometo.

Nayeon se negó y se alejó lentamente. Aquello, claramente, no era solo vodka.

Una hora después seguía en el mismo lugar. Momo bailaba con su novio, Kai intentaba conquistar a aquel joven haciendo unos movimientos extraños, en los rincones los jóvenes tenían sexo sin pudor alguno y allí, en la barra, Nayeon simplemente observaba.

Y, entonces, escuchó aquella voz.

—¿Fantaseando con mujeres desnudas, Nay?

Completamente sorprendida la chica giró su mirada en dirección a la profunda voz de Yoo Jeongyeon, quién se sentó a su lado con elegancia. Llevaba un vestido holgado color azul, estaba descalza y tenía un cigarrillo encendido entre los labios. Sus ojos se veían realmente seductores bajo los reflectores, y sus piernas...

—Si estás fantaseando conmigo ahora mismo incluso podría enseñarte un poco —Se ofreció antes de apagar su cigarrillo en un cenicero cercano. Im tragó saliva lentamente.

No había estado fantaseando con Jeongyeon, por supuesto, pero eso no quería decir que no quisiera verla.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó. Necesitaba alejar aquellas fantasías de su mente.
                                         
—Kang me invitó. Cree que es mi mejor amiga o algo así. Lo que no sabe es que pienso que es una perra... Estoy acá solo por el alcohol y las tatuadoras bonitas.

Nayeon bajó la mirada de inmediato y se sonrojó ante tales palabras.

—¿Acaso hay alguna otra tatudora en este lugar?

—Solo tú —Afirmó—. Y si hay otras te aseguro que son bastante feas.

La rubia rio nerviosamente y desvió su mirada a los pies descalzos de la pintora. No estaba dispuesta a mirarla a los ojos estando tan avergonzada.

La piel de sus pies era tan pálida como la del resto de su cuerpo, tal vez tan tersa como la de un bebé, y sus dedos eran delicados y perfectos. Sus uñas estaban bien recortadas y pintadas pulcramente de negro, no desastrosas como la de sus manos.

—Si te estás preguntando por qué no llevo zapatos la respuesta es sencilla: Amo demasiado mis pies como para que tengan ampollas —Susurró casi con aburrimiento, moviendo sus dedos lentamente, como si estos estuvieran danzando al compás de una canción muy distinta a la que se escuchaba en ese momento—... Y si no te lo preguntabas entonces supongo que era un buen momento para confesarte el irremediable amor que tengo hacia ellos.

—En realidad, yo no...

—¿No crees que hace demasiado calor como para llevar abrigo, Nayeon? —La interrumpió, claramente no deseando saber lo que había estado a punto de decir.

—No tengo calor.

Claro que sí lo tenía, pero su trabajo estaba en riesgo.

—Estás hecha una ducha, Im —La castaña no parecía querer bromear, pero aun así había una cierta gracia en sus palabras que la hizo reír—. Créeme, si no te quitas eso ahora mismo es posible que termines desmayándote.

¿Acaso era preocupación eso que había en su voz? ¿Acaso eran esas sus manos cálidas intentando quitarle el abrigo con delicadeza?

—Lo siento, tengo que irme un momento —Dijo bruscamente mientras se alejaba de Yoo, reacomodaba su abrigo y daba media vuelta.

No quería dejar a Jeongyeon sola, pero definitivamente necesitaba salir para tomar aire fresco y quitarse ese estúpido abrigo sin que nadie la viera.

Se abrió paso entre la gente con cierta torpeza, tropezando varias veces y viéndose obligada constantemente a pedir perdón a las molestas parejas.

Cuando estuvo fuera respiró profundamente y caminó hacia una banca algo alejada de la casa de SeulGi. Había una farola sobre la banca, y sobre la farola la luna y las estrellas.

Se quitó el abrigo con un suspiro. Respiró hondo cuando sintió la brisa de la noche refrescándola y abrazando su cuerpo como si quisiera cantarle algún tipo de canción de cuna.

Miró al cielo.

Era una noche hermosa.

—Esperaba encontrar tatuajes aterradores, Nayeon, o al menos uno vergonzoso —La tatuadora se alarmó al escuchar su voz. ¿Qué hacía ella allí?—. Aun así, es una grata sorpresa.

No sabía si eran aquellos ojos miel mirándola fijamente o la situación en la que se encontraban, pero Nayeon estaba paralizada.

Respiró hondo cuando vio a Jeongyeon sentarse a su lado y sacar un cigarrillo de entre sus pechos. Su vestido seguía viéndose como sacado de la tintorería, sin ningún tipo de arrugas o suciedad, y sus pies permanecían a la intemperie.

Tembló nerviosa cuando ella le dirigió una mirada y sonrió con el cigarrillo entre sus labios.

—¿Tienes un encendedor?

Se negó de inmediato. Ella no fumaba.

—Bien —Suspiró en forma de derrota antes de sostener el cigarrillo entre sus dedos. La pintora hizo silencio unos segundos antes de volver a hablar—. No te vayas. Iré a mi auto, buscaré el encendedor y volveré.

Nayeon simplemente asintió y tragó saliva al verla marchar.

¿Cómo iba a explicarle aquello? ¿Cómo iba a convencerla de no decirle a todas las personas que Im Nayeon, una tatuadora en crecimiento, no tenía tatuajes?

Namjoon la despediría. Perdería su honor y la confianza de los clientes. Ya no tendría más oportunidades.

—Estoy jodida —Murmuró.

En esos momentos creía que tenía razón.

Holaaa, este capítulo es para Sahyonist ♡ La kiero mucho mi amiga 2Yeonista, la mejor muak 😓

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