Episodio 4

Miré hacia mi ingle y efectivamente había una llamativa mancha de cálida humedad, me había empapado mis bragas y mis pantalones, quise cubrirme con cierta vergüenza, Fernanda me miró con desconcierto, levantó ambos brazos al cielo. 

- ¡Isabel, por favor! ¡Una adolescente podría comportarse así, pero tú no! ¡Sabes que no es la primera vez que te veo excitada! - 

 - ¡Pero Fernanda...me siento tan...tan... - 

- ¡Por favor, Isa! ¡Te has calentado, es una cosa natural! ¡De seguro has pensado en tú hijo! ¿Verdad? ¿Quieres que te "Ayude" también a ti? - 

Fernanda me miraba con ojos expectantes y brillantes, yo ya conocía esa mirada suya. 

 - ¡Oh, Fer tengo que irme! - 

- ¿Estás segura? Deberías irte a casa a cambiarte?, de todos modos huelo tu olor y es un aroma maravilloso -

Me levanté y Fernanda lo hizo al mismo tiempo, quedamos de frente y ella se acerco a mi para besarme, un beso suave que inmediatamente se transmitió en un intercambio de saliva muy sabroso. La mano de la ella se poso en mi nuca y me retuvo para meter su lengua suave en mi boca, entonces supe que no me iría a casa. Sus pechos presionaron los míos y me hicieron emitir un gemido audible. Su mirada clara derrochaba pasión y yo me entregué a esos ojos adictivos que me recorrían por entero, en segundos abrió mi blusa y aflojó mi sostén, mis senos se derramaron mostrando mis pezones enormemente erectos. Se inclinó a chupar mis pezones mientras luchaba por abrir el cierre de mis pantalones, sus dedos magistralmente desabotonaron mis pantalones y bajaron la cremallera, sentí la punta de sus dedos metiéndose entremedio de mi tanga. 

 - Me encanta tu olor siempre hueles rico a sexo a tus fluidos! -

No dije nada, solo me dejaba acariciar por sus manos y dedos que exploraban cada centímetro de mí, no sé cómo ella se había desvestido casi por completo, más de una vez nos habíamos juntado Fernanda y yo, con ella aprendí lo bello que es estar con otra mujer. 

- No es de extrañar que tu hijo te deseé, solo mírate! -

Fernanda me saco los pantalones, luego agarró y bajó con sus dientes mi delgada y pegajosa tanga, la tiro soltándola. Gemí y abrí mis piernas para ella.

- ¡Por favor, Fernanda!, ¡Cómete mi panocha! ¡Cómetela ya! -

Fernanda comenzó a lamer mis muslos, recogiendo parte de los fluidos que emanaban de mi concha, luego me quitó mi diminuta tanga y mi conchita mojada sintió el calor desnudo de su lengua, lamió lentamente entre mis labios vaginales para luego rodear mi clítoris y comenzar a torturarlo con lengua y dedos. Agarré un puñado de sus rizados cabellos y comencé a restregar mi concha en su rostro, la empuje sobre mi vagina, moví mi ingle de arriba abajo, la sentí gemir y agarró mis glúteos tirándome hacia ella que placer estaba sintiendo en esos momentos.

Su lengua ya conocía mi cuerpo y sabía donde chupar y lamer para alcanzar todos los lugares de mi dulce conchita que me producían una corriente eléctrica en todo mi cuerpo, agarré su cabeza con mis dos manos y la metí por entero en mi ingle, luego me corrí lanzando un gemido y chillido liberatorio, por fin me desahogaba, sentí que las vibraciones de mi chocho se transmitían a Fernanda y la vi estremecerse en su propio orgasmo, desnudas como estábamos, nos fuimos abrazadas al baño, acaricié el maravilloso cuerpo de Fernanda imaginando fuesen sus hijos que la follaban, quería preguntarle más cosas, que me contara más de sus andanzas con sus hijos, le folle el culito diciéndole que era la verga de Manuel la que le rompía el culo y logré que se corriera como loca, después de recompensar nuestros cuerpos con otros par de orgasmos, me vestí y me fui a casa cavilando sobre las confesiones de Fernanda, de cierto modo me preocupaban y me excitaban enormemente.

Llegué a casa y comienzo a inspeccionar, me doy cuenta de que los calzoncillos de mi hijo tienen trazas de algo reseco y pegajoso, yo lo había notado con anterioridad, pero no me había llamado particularmente la atención, ahora después de la conversación con Fernanda, todo me resulta sospechoso y curioseo todas las prendas de mi hijo, me viene a la cabeza que quizás mi hijo también me espía mientras duermo, me parece algo descabellado, pero ya no lo descarto.

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