Capítulo 25: Orhan Vuelve a La Vida y Mahidevran Hatun
Había tenido un varón, sí, un niño que ahora estaba a punto de ser nombrado por el mismo Sultán que parecía como todos muy contento.
Estaban Safiye, Fahriye, mis padres, mis hermanos y todas las consortes, incluso Mahidevran que tenía los ojos vacíos.
Yo estaba en la cama apoyada contra el cojín, nerviosa pero aliviada de que todo hubiera acabado.
Cuando la boca de mi padre comenzó a pronunciar el nombre de mi hijo, todo el mundo y yo no nos pudimos creer lo que salía de sus labios.
Se me dibujo una sonrisa en el rostro mientras mi padre, llamaba Orhan al pequeño.
Entonces llego el turno de que cada presente hablará.
- Hija- me abrazó mi madre y después dejaba un amuleto de buena suerte el la cuna ocupada por el niño.- Muchas felicidades
Mientras yo le sonreía aparecieron Safiye y Fahriye que me miraban con orgullo. La mayor me dijo algo en el oído que me dejo irritada.
- Recuerdas la propuesta del día de tu boda. Hoy dime la respuesta.- después sonrió y dijo en voz alta- Que Allah bendiga a este Sultanzade.
Un tiempo atrás, jamás me imaginé a mi misma recibiendo bendiciones para un recién nacido por mis enemigas y más que esta estuviera dispuesta a enseñarme a ser la más poderosa. Por mucho que mi madre tuviese el control del harén, Safiye Sultan y su hija (que estaba a punto de dar a luz) tenían mucho más poder e influencia y además con el plus de que no tenían un cargo oficial.
Después fueron mis hermanos que me felicitaron alegres junto sus consortes y la pequeña Huricihan Sultan que tenía unos pocos meses.
Posteriormente le tocó a mi esposo que no cabía el la piel de la felicidad
Las esposas de mi padre fueron muy desganadas, especialmente Mahidevran que al oír el nombre que tendría mi hijo se acabó de recaer, recordando seguramente el nacimiento de mi querido hermano mayor.
Mientras todo seguía su curso en ese momento yo no paraba de pensar en en la respuesta que debía dar a mi tía abuela y me resultaba terriblemente tentadora. El día de la boda me ofreció ser su heredera y yo había pasado toda mi vida viendo como con una sola mirada infundaba respeto y elegancia. Fue mi heroína y aún en mi muy profundo interior tenía afecto y admiración por ella y también un poco en la prima segunda.
Al poco tiempo, todos se fueron y yo me quedé sola en mi cama con mis pensamientos y mi primer hijo.
- Rana- le solté cuando se estaba a punto de ir- me traes a mi hijo
- Por supuesto, Sultana- fue a la cuna, lo recogió con delicadeza, me lo entregó y se marcho poco a poco.
Obviamente aún no abría sus ojitos pero su rostro me derritió el corazón de amor y cariño y en ese momento me prometí cuidarlo con mi vida.
- Kösem- habló una voz femenina elegante desde la puerta- ¿Qué quieres hacer?
- Acepto, Sultana- suspiré
Safiye sonrió
Osman Pasha me miraba con los ojos muy abiertos a mi lado de la cama.
- ¿Quieres pasar aquí lo 40 días?- preguntó sorprendido por lo que le había dicho
- No exactamente- le agarré la mano- No haré los 40 días y me quedaré un tiempo más aquí para cerrar unos asuntos.
- Vale, querida- me sonrió de una manera especial
Los pasillos del palacio a menudo se convierten para muchos en un laberinto por sus muchos caminos sin embargo yo llevaba circulando por ellos acompañada de mis criadas toda la vida y no tenía problema para llegar de un lugar a otro como en este caso que iba al jardín desde el harén atravesando las partes que no pertenecían a esa institución.
Todo iba bien hasta que de dos pasillos a a mis lados aparecieron un par de muchachas, una en cada uno, de más edad que yo pero simples esclavas.
En ese momento sentí como la rabia se engrandecía en mi interior mirando con enfado a las mujeres solas que rápidamente me hicieron reverencia.
- ¿Qué os pensáis que hacéis?- pregunté
- Sultana..- habló Meryem
Alcé la mano con furia en señal de silencio.
- ¿Quién os a dado permiso para ir solas por los pasillos?- abrí mucho los ojos- Sois concubinas y esto no es territorio del harén y aunque lo fuera no podéis ir de está manera. Ambas conocéis bien las normas. Podría ser más aceptable si fuerais juntas pero encima separadas y solas por los pasillos.
- Pensé que al ser favoritas...- Sadika bajó la cabeza
- Yo también- dijo la otra
- Pensaba que eráis inteligentes pero ya veo que no porque creeis que me voy a creer eso- exclamé con desprecio- Quiero saber que escondéis. A mis aposentos ¡Ya!
Me puse a caminar y ellas me siguieron con rapidez.
Cuando llegue a los aposentos me senté con elegancia intentando sonreír para no causar curiosidad a las sirvientas que habían en los aposentos y indiqué donde se sentarían a mis cuñadas.
- Todos los sirvientes que se vayan, menos Meryem y Sadika- Tengo que reconocer que disfruté ese momento de humillación para ellas por mi enfado.
- Sultana- dijo Sadika
- Ahora decirme la verdad- les ofrecí unas tazas de te
- íbamos al jardín para hablar con un jenízaro que conocimos
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