Capítulo 24: Sadika Hatun, Desgracia De La Muerte y La Alegría De La Vida
Si Mehmet no quería tener en su harén a Sadika Hatun, yo le buscaría otro príncipe. Se me vino a la cabeza Orhan pero sabía que el tenía suficiente con Rabia Hatun. Ahora solo me quedaba una opción y antes de que me diera cuenta ya estaba tocando varias veces la puerta de mi otro hermano mayor.
Hermana- me sonrió con calma
- Ahmed, quiero hablar
- Pues habla- río
- Quería regalarte una mujer a tu harén- me senté en un sofá con elegancia- Una muy especial y hermosa, una que destaca y ilumina la presencia a cualquiera. Se llama Sadika.
Esa descripción tuvo el efecto esperado en la mirada de mi hermano que se ilumino con gracia.
- ¿Es del harén de padre?
- Si pero le pediré permiso para tomarla y la mandaré a tus aposentos.
Dicho y hecho. A mi padre no le importo que tomara de su harén a una muchacha que yo describí como de el montón y pronto, esa misma noche, todo estaba listo para que Sadika entrara a los aposentos de mi hermano Ahmed.
- Estás bellísima, Hatun- me acequé sonriendo a ella
- Gracias, Mi Sultana- me miró brillante- No la defraudaré
Esa misma noche, mientras yo conversaba tranquilamente con mi madre, Atike entraba en los aposentos de Ahmed quedando encantada con el brillo y juventud del joven príncipe y viceversa.
Su ambición se junto con el comienzo de una semilla de un amor que dentro de poco estallaría hacía Ahmed y llenaría de dolor su vida pero que solo el tiempo diría si valdría la pena.
Más adelante, en un futuro muy próximo, Sadika se juró mentalmente luchar por amor y poder como ella pensaba que harían las otras Hatun's.
¿Porqué en teoría todas las consortes amaban con locura a los príncipes?
Pero, Meryem...Meryem amaba más el poder.
No siempre pasa lo que queremos y ese día, cuando ya tenía nueve meses de embarazo, de repente todo mi mundo se cayó al abrir un puerta.
Bueno, técnicamente, yo no abrí la puerta, lo hizo un Aga que pasaba por ahí y vio que nadie abría la puerta a nuestros toques en la madera y nosotras (mis criadas y yo) no la podíamos abrir desde fuera. En ese momento lo vi como un salvador y después lo vi como una maldición.
Lo que vi en ese momento hizo que mi corazón se estrujara y rompiera en mil pedazos mientras sentía que mis piernas me fallaban siendo sujetada por mis criadas que gritaban desesperadas al ver los cuerpos sin vida de Orhan, Rabia y el pequeño Yaya.
Las lágrimas se comenzaron a deslizar por mis mejillas junto unos sollozos que salían de lo profundo de mi alma hasta que unos segundos después reaccione.
- Rápido- le grité al Aga- Mira como están. Rana, ve a buscar ayuda.
Todos siguieron mis ordenes y yo también me acerque a esa joven familia dandole golpes en la mejilla a mi hermano mientras el Aga se ocupaba de las luces de los ojos de Orhan.
Me fijé bien en la escena y la sangre en las cabezas de Rabia y Yaya. Al contrario Orhan, estaba limpio de esta y no tenía ninguna herida aparente.
Cuando tuve que aceptar, a gran dolor de mi corazón que estaban muertos pude deducir porque de la ausencia de la sangre en mi hermano. El estaba entrenado en combate y por eso fue seguramente envenenado por la comida que estaba en la mesa y cuando el se desvaneció alguien entró y atacó a la madre y el hijo cuando ella seguramente lo amantaba como mostraba el pecho en descubierto que tenía. Ellos estaba al lado de Orhan, lo que demuestra que ella se levantó a socorrerlo antes de que alguien la golpeara con un objeto.
Esa teoría era confirmada por un comandante jenízaro que hablaba delante de todos lo príncipes, sultanas y hatun's a mi destrozado padre en los aposentos del sultán.
Hurrem y mi hermano Bayaceto parecían sombríos. Bayaceto ya no era tan pequeño y se podía dar cuenta de la situación y parecía también triste por la muerte de ese hermano que siempre le cuidó.
Mehmet soltó una lagrima mientras se contenía de seguramente llorar y su madre parecía triste ya que Orhan siempre la trató bien.
Ahmed parecía roto y era consolado por Sadika Hatun, Gulfem Hatun que hacía un par de meses había dado a luz a una sultana llamada Huricihan y por Meyem que hacía poco se había anunciado su embarazo. Handan Sultan tenía una expresión neutra para esconder probablemente una expresión victoriosa.
Mi madre estaba triste y yo lloraba silenciosamente en su pecho mientras pensaba quién podría haber sido, la persona que estaba detrás de todo y me preguntaba si esa persona estaba ahí presente.
Mahidevran Sultan (o Hatun), lloraba con desesperación por la muerte de su hijo, nuera y nieto. Para ella ya no le quedaba nada en la vida.
- Bueno...- la voz de mi padre estaba quebrada- No pararé hasta descubrir quién esta detrás de estás muertes y no tendré ningún tipo de piedad. La provincia de Amasya será para Ahmed y Mehmet continuara en Edirne y se marcharán juntos a sus familias dentro de tres días. Habrá luto por una semana.
El día después estaba tranquilamente en mi cama mientras mi esposo estaba en una reunión en palacio sobre los recientes asesinatos después de comer con el descansando cuando un gran dolor en mi vientre me indico que mi hijo ya nacería.
- ¡Rana, Hatice y Sha!- grité desesperada y las llamadas aparecieron corriendo.
- ¡Mi Sultana!- gritó Hatice- ¡Está de parto!
- ¡Eso ya lo sé!- grité irritada.
- ¡Lo Siento, Sultana!- me agarró la mano en señal de consolación.
- ¡Pero llamar a una partera!- volví a gritar.
- ¡Claro!- exclamó Sha corriendo a ir a buscar ayuda.
Rápidamente llegó la partera y un montón de criadas para atender el parto. Rana y Hatice me agarraban una mano cada una y Sha me limpiaba el sudor junto otras Hatun's.
-¡Empuje!- gritaba constantemente la partera
- ¡Eso hago!- exclamé
- Debe hacerlo para que el bebe nazca- alzó las cejas la mujer
- ¡Oh! ¡Gracias! ¡No lo sabía!- hablé con ironía
- Tranquila, Sultana- hablo una sirvienta que venía corriendo con agua caliente y trapos- Casi todo el palacio está en esa puerta esperando que nazca el bebé, no diga nada de lo que se pueda arrepentir.
Eché la cabeza hacía atrás agradeciendo el consejo de la Hatun y suspiré.
- ¿Quién hay?- pregunté con un hilo de voz mientras me limpiaban el sudor de la frente.
- Toda su familia, su esposo, la familia de Osman Pasha y muchos, muchos sirvientes- se agachó al lado de la partera y comenzó a hacer su trabajo- El palacio está paralizado y seguramente ya todo Estambul lo sabe. ¡Ah! y también hay una sirvienta importante suya ¿Quiere que pase?
- ¿Quién es?- exclamé mientras pujaba
- Humasha Hatun
Mi mente se llenó de amargura al recordar a la sirvienta que Osman me había regalado y que yo había repudiado.
- ¡No! ¡La repudié!
Las siguientes hora fueron de las más dolorosas que viví.
- ¡Vamos! ¡Faltaba poco!- gritó la partera
- ¿Falta poco como hace una hora?- respondí indignada
- Usted, solo puje
De repente se oyó un llantó
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