Capítulo I

15 de febrero de 1536, Palacio de Topkapi

En el harem del Sultán las cosas estaban bajo el curso de la Haseki Hürrem Sultán, la esposa legal del Sultán Suleiman. La susodicha sultana estaba sentada el harem mientras las concubinas conversaban o comian algunos dulces. En ese momento entró Sumbul Aga, el eunuco leal de la sultana pelirroja.

"Mi Sultana." dijo el hombre inclinandose ante su señora. "El Sultán quiere verla, dice que es muy importante." dijo con su característica sonrisa.

La Sultana se animó ante el anuncio. "¿Sabes por qué Sumbul?" preguntó curiosa.

En ese momento la sornisa del eunuco pareció vacilar. "No lo se mi Sultana, pero me dijeron que tenía que dar un anuncio urgente y que no podía hacerlo esperar.

Intrigada ante la noticia, la sultana se levantó y salió presurosa del harem mientras las concubinas se inclinaban ante su presencia.

Hürrem creía que Suleiman quería darle un poema o alguna joya de su autoría, pero la seriedad de la convocatoria le hacia sospechar de que algo más importante estaba sucediendo. La Sultana caminó hasta las puertas de los aposentos del Sultán esperando a ser anunciada.

"¡Atención! La Haseki Hürrem Sultán está aquí." escuchó a lo lejos.

Las puertas se abrieron y ella entró con una sonrisa satisfecha solo para encontrarse con sus dos más grandes pesadillas.

La Sultana Mahidevran, su gran y llorona némesis, y el príncipe Mustafá, hijo de su enemiga y del Sultán. Esos dos dolores de cabeza estaba al lado de su amor.

Alá, ¿no era suficiente con tener a la sultana Hatice en el palacio deseando matarme? ¿tenías que traer a la odiosa de Mahidevran y a su impertinente hijo?

"Hurrem" la saludó su marido el sultán ajeno a su mirada de sorpresa devastadora.

"Suleiman." resolvió decir con una débil sonrisa. "¿Que hacen ellos aquí?" inquirió viendo como Mahidevran se erizaba cual cobra y su hijo agarraba sus manos tratando de calmarla.

"Los llamé aquí porque tengo un anuncio importante para darles." declaró Suleiman en medio de las tensiones. "Nuestro Imperio necesita aliados frente al Emperador del Sacro Imperio Romano, por lo que iniciamos negociaciones con el rey de Francia para liderar una campaña en su contra."

"Disculpe padre, pero ¿por qué un rey cristiano se aliaría con nosotros?" preguntó Mustafá con curiosidad. Las mujeres aguardaron expectantes la respuesta ya que estaba mal visto que ellas hablaran de política abiertamente y frente al sultán.

"Porque el odio que tiene el rey de Francia hacia el emperador es más grande que la devoción a su Dios, aparte de que la supremacía Habsburgo es una amenaza a su reino. Para sellar la alianza, los reyes de Francia y yo pensamos casar a uno de mis príncipes con la hijastra del rey."

"¿Casar?" preguntó Mustafá anonadado.

"Suleimán, ¿está diciendo que esa princesa no entrará al harem como las demás mujeres?" preguntó la Haseki en estupor. No podía creer que una princesa se casara con un príncipe legalmente, ella tuvo que luchas mucho para casarse con su sultán.

"Eso iría en contra de nuestras costumbres." no pudo evitar farfullar Mahidevran con la cara roja de indignación.

"Así es. Dado que yo me casé, ya hay un precedente de bodas legales en la dinastía. El rango de la princesa es muy alto, al ser la hija de una duquesa gobernante y capaz de herederar esas tierras. La reina Melisenda me dijo que no aceptaría que su hija fuera rebajada de rango abruptamente.

Por eso he decidido que uno de mis hijos se case con la princesa. Ella tendrá el título de sultana de sangre y estará solo por debajo de la Valide y la Haseki.

El sehzade que se casará con la princesa será de la elección de ella, asi que dentro de unas semanas llegará al palacio junto a una comitiva.

Hürrem, te encargo que informes al harem y prepares la bienvenida a la princesa y su comitiva. Haz que se sientan cómodos y felices. Es primordial tener el apoyo de la familia de la princesa para nuestra siguiente campaña."

"Así lo haré mi señor." dijo Hürrem sonriendo de oreja a oreja al ver una brillante oportunidad para su hijo Mehmet y acercarlo al trono.

El Sultán agarró unos papeles y se los tendió a sus consortes y a su hijo mayor. "Aquí tienen información sobre la princesa proporcionada por el embajador de Francia. Ibrahim pronto les entregará unos retratos que hicieron para la ocasión. Mas les vale no hacer algo que enoje o irrite a la princesa porque las consecuencias serían devastadoras para el Imperio." dijo fijando sus miradas especialmente en Mahidevran y Mustafá, porque a sus ojos eran los más problemáticos, mientras que Hürrem era una santa paloma inocente.

"No se preocupe padre, cumpliremos con tus órdenes." dijo Mustafá que estaba dolido por la mirada de suspicacia, pero aun con esperanza de poder probarse a su padre.

"Seguiremos sus instrucciones tal y como nos lo ordenó Majestad." dijo Mahidevran inclinándose y secundando a su hijo. El Sultán los tenía en la mira y el evento era demasiado importante como para cometer un error y así afectar la posición de Mustafá como gobernador de Manisa.

Una parte de ella seguía dolida al ver cómo la mirada su primer amor, como si fuera una larva viscosa o una enemiga.

Y hablando de enemigas, Hürrem se veía arrogante y triunfante, como si ya hubiera logrado casar a su hijo con la princesa y que ellos tuvieran su primer hijo. El deseo de borrarle la sonrisa a golpes era fuerte, pero no iba a caer presa de los impulsos como en el pasado, su hijo la necesitaba y no iba a dejarlo malparado.

Ya habría tiempo para quitarle esa sonrisa de la cara cuando sus planes le explotaran en la cara.

"Pueden retirarse." la voz del sultán la sacó de sus cavilaciones. El sehzade y las consortes se inclinaron y se fueron.

Mustadá y Mahidevran querían irse a sus habitaciones a procesar todo lo sucedido, pero no se irían sin problemas.

"Parece que todo depende de la voluntad de la princesa, Mahidevran. Espero que no sea tan ciega como para ver tu alma negra y podrida."

Fue solo la mano levantada de Mahidevran y su mirada severa lo que evitó que Mustafá protestara en defensa de su amada madre. Madre e hijo sostuvieron las miradas unos momentos hasta que Mustafá cedió y besó su mano para luego irse ante de la pelea estallara como la explosión de un barco.

Apenas se fue su hijo, Mahidevran se acercó a la sultana Hürrem y susurrándole al oído le dijo:

"No deberías asumir tan rápido la victoria Hürrem, la arrogancia es el camino de la caída después de todo." dijo con amargura, recordando su juventud y sus errores estúpidos "Yo estaría preocupada si fuera tu. Su Majestad puso una gran tarea sobre ti, si la comitiva no tiene el recibimiento adecuado sería una gran vergüenza para el Imperio y en especial para ti, la primera Haseki de la historia. Su Majestad podría darse cuenta del error que fue casarse contigo y decida echarse para atrás en su decisión."

"Eso no pasará." dijo Hürrem con los dientes rechinando y lista para darle un mordisco a esa alimaña. "Lo que yo quiero lo obtengo, mientras que tu solo tienes las migajas, si es que quedan. La princesa verá el gran hijo que tengo y no mirará ni siquiera a tu propio hijo."

"Un gran hijo no es sinónimo de buen esposo." dijo Mahidevran recordando como pese a que la difunta Valide Sultán crio a su hijo, este la trató con desprecio, desdén y asco por años. "Te deseo mucha suerte Hürrem." dijo con falsa compasión y se fue caminando.

El matrimonio con la princesa era una oportunidad importante para ambas madres, quienes deseaban que sus hijos fueran los próximos sultanes. El prestigio de desposar a una princesa de sangre real, emparentada con los reyes más importantes de Europa era un pez gordo que no podían dejar escapar.

Ambas mujeres tendrían que dar todo de si para posicionar a sus hijos como los mejores candidatos como esposo, pero todo dependería de la decisión de Ana Isabel de Artois, hija de la reina-duquesa Melisenda I. 

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