|Sorbet y Gelato| Parte 3 (SEGUNDO ACTO)

Después de que el hombre les explicase el concepto de los stands a Sorbet y Gelato, les obligó a sacarlos. Ellos dos no vieron nada nunca algo parecido, pero se alegraron de que la situación hubiese girado a su favor.

—Todavía no conozco perfectamente las capacidades de vuestros stands, pero de todas formas es suficiente. He tomado una decisión.

Formaggio miró con una sonrisa a quién parecía ser su jefe debido a su imponente personalidad. El pelirrojo se quedó allí observando la situación de reojo, pero sin decir ninguna palabra, parecía cómo si supiera perfectamente lo que iba a pasar y le agradaba. En cuanto a Risotto, hizo una pequeña pausa, y acto seguido los liberó de sus cadenas rápidamente, sujetando a los dos de unas de sus muñecas sin darles la oportunidad a levantarse.

—En esta misión, os estaréis debatiendo sobre el destino de vuestro futuro. Deberéis asesinar al futuro político de Napolés, el por qué, no sois dignos de saberlo. Es muy importante que no asesineis a nadie más, y aún más importante, que absolutamente nadie os descubra. Si no cumplís esos requisitos, vuestra misión habrá fracasado totalmente. Por último, si se os ocurra huir. No lo hagáis más difícil.

Seguidamente, tiró agresivamente de las muñecas de los dos, obligándoles a levantantarse, y los empujó hacia la salida, cerrando la puerta a su través.

—¿Crees que lo conseguirán? —Formaggio, en toda su absoluta curiosidad, no pudo soportar el no preguntárselo a su serio jefe.

Risotto no respondió. Ocasionando que Formaggio volviese a hablar.

—Si lo consiguen, ¿eso significa que tendríamos nuevos amigos? ¿Serán lo suficientes confiables?

Risotto tampoco respondió, si no que pasó de largo. Formaggio seguía manteniendo esa sonrisa suya.

—Tsch. Yo los estaré esperando. El del cuchillo me ha caído bien.

Cuando parecía que la conversación había acabado, Risotto dijo unas últimas palabras, sin siquiera mirarle.

—No quiero depositar esperanzas en ellos. Pero si consiguen su misión con éxito, más vale que os acostumbréis a verlos diariamente.

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—Ugh. ¿Quién se creerá que es? —Sorbet se quejó— Por su culpa mi cuello y muñeca duelen horrores. Y encima nos habla de esa manera.

—No creo que sea para tanto. Sólo hace su trabajo como líder. Si se mostrase amable con sus víctimas no hubiera llegado a donde está. Y no tengo ni idea de quién pero se ve que sabe lo que hace. De todas formas, debo confesarte que estoy muy emocionado por matar a mi padre.

El rubio le dedicó una ligera sonrisa a su compañero, la cuál fue devuelta, y se acercaron más, al punto de pasar sus brazos por los hombros del otro, sintiendo sus respiraciones.

—Oh, mi querido Gelato... Te he echado tanto de menos. Todos estos años he deseado que estuvieses a mi lado, ha sido muy difícil para mí seguir adelante pero me alegra tanto que por fin esté contigo, tenemos muchas cosas de las que hablar y otras tantas que hacer, pero eso puede esperar, ¿verdad?

—Si realmente quieres que hagamos lo que tengas en mente debemos salir vivos de esta bien parados. No sé que es lo que planeará hacer ese hombre, pero si no cumplimos con la misión tal y como nos ha dicho, no pasará nada bueno. Centrémonos en lo que debemos hacer, si corremos riesgo de ser asesinados ya nos encargaremos de eso, pero disfrutemos del momento, y no te estreses, ¿sí?.

Sorbet le dedicó una sonrisa aún mayor demostrando así su respuesta.

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Gelato guió a su compañero a lo que hasta hace poco era su hogar. Los dos estaban sedientos de sangre, no era algo que harían para sobrevivir, si no que poder matar a alguien juntos alimentaba esa psicopatía suya, sobre todo para Gelato, quién por fin se sentiría totalmente libre de recibir su venganza. Sorbet, en su impaciencia, empezó a hablar;

—¿Tienes alguna idea de dónde podrían estar?

—No realmente, pero sé lo protectivo que es mi padre con la mansión, no se atrevería a abandonarla aunque le costase la vida. Seguramente haya vuelto aquí, no creo que haya salido herido, y de hecho es probable que haya sido el único que quería volver a esa mansión. No tengo ni idea de quién hay exactamente, pero sin duda lo más difícil será no ser vistos. El único lugar donde podríamos asesinarle sería en el jardín, o eso creo.

—¿Y por qué no vas tú a comprobarlo?

Gelato le miró, y se quedó en silencio por un momento, hasta que volvió a hablar;

—No tengo ni idea... ¿Crees que sería algo bueno? ¿O incrementaría las sospechas hacia mí? Imagínatelo, que el hijo del presidente haya seguido un camino diferente, se desconoce qué había estado haciendo, y después viene, lleva a su padre a un lugar donde nadie más les vea y luego aparece asesinado y su hijo desaparecido.

—Sí, sí... Tienes mucha razón en eso, pero te olvidas de algo muy importante, sólo sospecharán de ti si permites que lo hagan, sabes que es a lo que me refiero, ¿verdad?

La sonrisa de Gelato se desvaneció para transfomarse en una expresión más seria.

—No, no... No podríamos arriesgarnos a tanto, si alguien nos viese no habría vuelta atrás, y no creo que sea bueno que nos arriesguemos tanto, ¿sabes? hay mucho en juego, y quizás...

Fue interrumpido por Sorbet, quién, sin dejar de mirarle sonriente, agarró su barbilla con las dos manos y le giró suavemente la cabeza hacia su lado izquierdo. Lo que vió era a su padre saliendo al jardín de la mansión, sin seguridad de por medio.

—¿Tú también estás pensando lo mismo, no?

La sonrisa de Gelato volvió a aparecer, esta vez más como una respuesta a Sorbet que una expresión en sí.

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La pareja se acercaba entre los árboles a un método de no querer llamar demasiado la atención, iban caminando dirigiéndose a su objetivo con tranquilidad, con la suerte de que no había nadie más cerca y tenían vía libre para hacerles lo que quisiesen sin que su plan se desmorronase.

Cuando llegaron a la zona donde los árboles escaseaban, tenían pocas zonas dónde acercarse con sigilo, así que coordinadamente aumentaron su velocidad. El padre de Gelato se encontraba sentado en una simple silla de madera que estaba al lado de una mesa, también de madera. Fijándose en sus movimientos, Gelato llegó rápidamente a la conclusión de que había decidido estar solo, desde siempre lo hacía cuando las cosas se complicaban, además de ponerse a contar billetes, cosa que aunque no estaba haciendo, tenía varios fajos al lado suyo que indicaban que lo haría.

Al mayor le pilló totalmente desprevenido los movimientos de Sorbet y Gelato. Sorbet colocó un pañuelo que llevaba anclado a su cuello en su boca, poniéndose delante de él, para que Sorbet le agarrase fuertemente de las manos por detrás, obligándole a dirigirse a dónde le indicaba.

Y a dónde se dirigían, era el familiar terreno de piedra irregular dónde cuando convivían los dos en la misma casa asesinaron a pequeños animales, que ya eran historia, pero que marcaron su principio.

El padre de Gelato no tenía ninguna idea de lo que estaba pasando, ni siquiera pudo procesar quién le estaba atacando. Cuando le llevaron a un lugar demasiado apartado para que otras personas no pudieran escuchar sus gritos, ataron sus manos a una gran roca fuertemente intentando tomar las medidas necesarias para evitar que se escapase.

Su rostro fue empeorando por cada segundo al por fin entender un poco lo que estaba pasando. Observar los rostros de su hijo y su compañero con un cuchillo, quién sabía perfectamente quién era, con sonrisas sádicas, mientras le miraban fijamente.

Tenía el cuerpo congelado del miedo y aunque quería gritar, su voz no salía.

—¿Empiezo yo, o tú, mi querido Gelato?

—Preferiría que primero lo disfrutases tú, yo quiero darle el golpe final, será más satisfactorio para mí, y seguro que tú le haces sufrir mejor que yo. —Gelato sabía perfectamente cómo Sorbet disfrutaría haciéndole daño.

El padre no estaba preparado para lo que se le venía encima, ver a su hijo decir eso mientras guiñaba un ojo al pelinegro le hizo aceptar su sentencia de muerte.

Sorbet se acercó lentamente a él, su objetivo se retorcía, ya que sólo tenía encadenadas las manos, pero el menor le dió un golpe fuerte a la espinilla con su pie. A pesar de que tuviese sólamente unos 18 años se sentía más fuerte y rápido que alguien normal de su edad.

—Veamos... —Sorbet se acercaba más a él, lentamente pero cada vez más cerca, poniendo sus rostros casi juntos— ¿por dónde debería empezar? —miró a su compañero.

—Quizás podrías empezar haciendo que se retuerza de dolor desmembrándole pequeñas partes del cuerpo como sus dedos. —La diversión que los dos tenían asustaba aún más a su víctima.-

Sorbet le dedicó una sonrisa y se propuso a seguir su idea. Agarró fuertemente la mano de su víctima, la cuál con esa simple acción notaba cómo iba a sufrir por cómo apretaba con todas las fuerzas su mano. Agarró con firmeza su afilado arma. Primero empezó con su mano izquierda, el índice. Apretó el filo contra la parte inferior del dedo, para así aumentar el dolor, lentamente aumentaba gradualmente la fuerza, para así hacer que experimentase un dolor y una tortura mayor. Además, estaba totalmente inmovilizado por Gelato, quién le sostenía fuertemente de su cuerpo para impedir que se moviese.

Después de unos minutos de dolor que se le hicieron eternos, cortó su dedo, agarrándolo y enseñándoselo mientras sonreía, a pesar de que intentó cerrar sus ojos para evitar mirar todo a lo que le estaban sometiendo, Gelato le forzó a abrirlos.

Ya había aceptado su muerte, pero deseaba que ocurriese rápido, lo cuál demostraba en intensos gritos ahogados por sus lágrimas. Pero Sorbet y Gelato no acabarían con su sufrimiento tan fácilmente.

Volvió a realizar el mismo procedimiento. Primero acabó con la mano izquierda. El dedo pulgar, el medio, el anular, y el meñique. Y cuando acabó con ellos, se fue a la mano derecha. Pero no fue a por sus dedos, si no que apretó fuertemente contra su muñeca, provocándole un daño aun mayor. Aunque desde el primer dedo sólo ha ido aumentando el tiempo que apretaba contra las partes que apuntaba.

Esta vez emitió un grito aún más fuerte de dolor, mientras los dos le miraban con tremenda satisfacción. Deseaba con todas sus fuerzas que terminasen ya con su vida.

Por si no fuera suficiente, colocó el cuchillo debajo de la rodilla de su pierna izquierda, y procedió a cortarlo. Obviamente, Sorbet sabía que con Poison Heart podría mutilarle las dos piernas en cinco segundos, pero deseaba verle sufrir.

—Eso no te lo esperabas, ¿eh, viejo?

—Sorbet, antes de que se desmaye, me gustaría darle el golpe final y decir mis últimas palabras —se apoyó en el hombro de Sorbet mientras sonreía amplíamente.

—Por supuesto —Sorbet también le sonrió, y, después, se apartó, manteniendo esa expresión tan sádica suya mientras miraba de lejos.

—Escúchame atentamente, Padre, ya que será lo último que escuches y necesito que te quede bien claro —como si se burlase de él, sostuvo su barbilla con sus dedos, porque quería que le mirase fijamente— Me has ocasiono demasiado daño, desde siempre. No me acuerdo de mis primeros años, pero seguro que también me los hiciste pasar mal. Llevo tanto tiempo acumulando tanto rencor que llegué a ignorar todo lo que me hacías y me acostumbré. Pero ahora que puedo devolvértelo todo me doy cuenta de muchas cosas, y, me siento tan feliz que creo que voy a llorar. Antes sólo me causabas miedo, pero ahora se ha transformado en repulsión. Creo que podría sentir que hasta en cierta manera te encantaba golpearme, quizás tú me hiciste así, pero yo nunca daré tanto asco como tú. Siempre pretendiendo ser el político que ayudaría a Nápoles cuando sólo lo empeorabas siendo un político corrupto y te comportabas como la persona que no eras para alcanzar tus ansias de poder. Toda tu actitud frente a Sorbet y gente en su situación, despreciándolos por no haber tenido tantas oportunidades como tú o como yo en la vida y tratándolos como si ni siquiera fueran humanos. Me alegro tanto de que Sorbet te haya hecho sufrir tanto... era mi plan desde el principio y ya había soñado con esto, y me alegra tanto hacerlo real... De verdad, puede que persiga tu actitud de que dañar a personas me haga sentir bien, pero jamás pretenderé caer tan bajo como tú. Sorbet me ayudó en más cosas que las de mi propia familia, ¿qué irónico, no? De tanto despreciarle a él, espero que desprecies aún más esto.

Gelato agarró el pico de la camiseta de Sorbet, le rodeó el cuello con sus brazos, acercó su cara a la suya y plantó un pequeño beso en sus labios. Sorbet se quedó atónito, pero no parecía que estuviese decepcionado ni enfadado, aunque tampoco mostraba felicidad.

Gelato se giró hacia su demacrado padre, llamó a su stand, I Was Made For Lovin You, y aunque su poder fuese poco potente, era muy rápido, así que se dirigió a dispararle con una ráfaga de puñetazos a todo el cuerpo. Conseguía azotarle unos 50 puñetazos en un segundo, lo que tarde o temprano acabó matándole definitivamente.

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Sorbet y Gelato cargaban con el cuerpo de su reciente asesinato, recorriendo un espeso bosque para así alcanzar la zoña de un pequeño río para acabar depositando el cuerpo ahí y esperar a que se lo llevase la corriente.

Gelato se sentó en la hierba, seguido por Sorbet, y apoyó su cabeza en su hombro.

—Me alegro tanto por ti, mi querido Gelato. ¿Deseas hacer algo más antes de irnos? —clavó un suave beso en un frente, le encantaba mostrarle cariño.

—De hecho sí. Lo único que añoro de esa casa son mis casettes de música de KISS. No me costará mucho, y no me descubrirán. Quiero que escuchemos música juntos.

—Ya veo. No conozco esa banda, pero tampoco es que haya podido escuchar mucha música. Solía gastar mi tiempo libre en ver películas, cuando podía, claro. —Los dos se quedaron en silencio por unos minutos— Gelato, ¿no crees que la sangre restante de ese lugar será sospecha para que sepan que ha sido asesinado?

—Parece mentira que te fijes en esas cosas siendo tú. Si elegí ese lugar es porque sé que nadie va a ir allí. Allí siguen estando algunos trozos de los cadáveres descompuestos que dejamos ahí cuando éramos más pequeños. ¿Te acuerdas verdad?

—Oh, claro que me acuerdo, pero investigarán a fondo a zona, era una persona muy importante y tal, supongo.

—No te preocupes por eso —miró con despreocupación a su lado derecho, el cuál era el contrario en el que se encontraba Sorbet— Mi stand se encargará de eso, ¿no es así?

El aura dorada de su stand emergió para mostrarse.

—Yo me encargaré de encubrir toda la información. —El propio stand de Gelato habló.

Sorbet observó anonadado el stand de Gelato, quién hablaba de forma un poco extraña y robótica, no sabía qué haría, pero confiaría en él. Gelato se levantó del sitio, y Sorbet le siguió.

—Gelato, espera. ¿Puedo preguntar que ha sido, em, el beso de antes?

—Bueno...realmente, actué sin pensar. Me dejé llevar por la situación, supongo. —Se pasaron unos segundos en silencio absoluto— Bueno... ¿seguimos?

Sorbet no respondió, al menos no con palabras. Avanzó hacia donde se encontraba Gelato y lo abrazó, para luego besarle de verdad. Esta vez era un poco más bonito y largo que el anterior beso.

—Ya sí podemos continuar. —Gelato le guiñó los ojos y siguió avanzando.

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Sorbet y Gelato intentaban volver a dónde se encontraba el hombre que les asignó esa misión, pero ninguno recordaba muy bien el lugar exacto, así que sólo dieron vueltas por las calles hasta ser arrastrados a un callejón, el mismo del principio.

Se encontraron en la habitación oscura de antes, esta vez un poco más iluminada. El hombre con el que querían volver les miraba fijamente, esperando que empezasen a hablar. Sorbet se dio cuenta primero de ese detalle, y tomó la iniciativa.

—Oh, verás. Hemos cumplido la misión tal y como nos dijistes. Trajimos a ese hombre a un lugar muy escondido, obviamente nadie nos vio, tuvimos mucho cuidado con eso. En ese lugar oculto le matamos y tiramos su cuerpo al río.

—Además, si quieres que nadie se entere de su desaparición, mi stand fácilmente se encargará de eso. —Añadió Sorbet.

Risotto se quedó en silencio, lo cuál incomodaba mucho a los otros dos hombres. Finalmente, pronunció sus palabras.

—Me consta que habéis cumplido vuestra misión. Os he estado observando todo el rato. Seguirme.

Sorbet y Gelato se miraron confundidos. No tenían ni idea de las habilidades de Risotto, por lo que no se enteraron de que se podía camuflar y parecer invisible con su stand. Aún así, le siguieron sin miedo.

Risotto abrió la puerta, la cuál conducía a una sala con butacas y sofás además de otros muebles. Allí se alojaban otros hombres. 5, para ser concretos. Risotto se sentó en la butaca al final de la larga mesa.

—Os presento a vuestros nuevos compañeros. Presentaos unos a otros.

—Tsch. —bajó un poco su voz para que solo Gelato le escuchase— Es todo tan repentino. —Después, subió la voz y se dirigió a todas las personas de la sala— Mi nombre es Sorbet, y este es mi compañero, Gelato. Los dos tenemos 18 años. —Aunque Gelato no mostrase ningún tipo de recelo en cuanto a presentarse a esa gente, Sorbet no estaba cómodo con la idea.

Un hombre rubio y con un traje de estampado peculiar fue el primer en hablar. Estaba con las piernas y los brazos cruzados, y se reincorporó para hablar.

—Ya veo, así que tenemos nuevos integrantes, por eso Risotto nos dijo que nos reuniéramos hoy. Llamarme Prosciutto. —Cuando parecía que había terminado, rápidamente añadió—: ¿Puedo preguntar qué es lo que llevas en esa bolsa, Gelato?

—Son casettes de música. —sacó uno para verificarlo y poco después lo volvió a guardar.

—¡Ah, ya veo! Habéis salido victoriosos. Mi nombre es Formaggio, aunque ya nos hemos visto antes, me alegra conoceros. Me da curiosidad... ¿cómo son vuestros stands, qué nombre les habéis puesto?

—El mío se llama I Was Made For Loving You. Puede controlar la información emitida en los medios de comunicación. —le dio unos codazos a Sorbet, insinuando que también llamase a su stand.

—El mío es básicamente una arma blanca que puedo controlar. Lo he llamado Poison Heart —llamó a su stand para enseñarlo a los demás.

Formaggio esbozó una sonrisa

—Son stands muy interesantes. —Señaló Formaggio.

Un hombre sentado al lado de Formaggio con el pelo largo recogido en varias coletas se dirigió a él

—No se ven tan inútiles como el tuyo, Formaggio —Formaggio ignoró sus palabras —Mi nombre es Illuso.

—Yo soy Melone, y el del pelo azul que se encuentra a mi lado se llama Ghiaccio.

—¡Oye, Melone! ¡No te presentes por mí! —El que parecía ser Ghiaccio le habló molestodo a Melone, quiénle miró con sonrisa burlona.

Cuando parecía que todo el mundo terminó de presentarse, Risotto habló, como siempre, con su seria voz.

—Yo soy el líder. Ha habido muchas circunstancias extrañas para vuestra entrada, no es normal que pasen estas cosas. Este es un grupo de asesinatos. Estáis casi obligados a uniros, pero no creo que es sea un problema, ¿verdad?

—No no. Para nada. Es lo mejor que nos podría haber pasado, jefe. —Respondió Gelato.

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FIN · SORBET Y GELATO

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