|Sorbet Y Gelato| Parte 2 (SORBET)
año 1991 – 18 años
Sorbet intentaba limpiar las manchas de sangre de su chaqueta con un gran cepillo que anteriormente había sido restregado de agua y jabón.
Mientras se desesperaba al ver que esa sangre no se iba fácilmente, pasaban por su cabeza los recuerdos que le incitaron a cometer los crímenes de la actualidad.
–Narra Sorbet–
Sólo han pasado 7 años. Sólo 7 años han pasado desde que esos ricachones me alejaron de lo único que me hizo sentir un poco de comprensión en este mundo. Sólo pensar en ellos hace que me entren nauseas y sed de sangre. Y pensar que si no fuera por sus estúpidas acciones podría ser feliz con su hijo y no sentirme tan miserable cada día que pienso en eso.
Ojalá poder volver a reunirme con él, ¿pero realmente merece la pena lamentarme por algo así? No sabría responderlo, y tampoco creo que otra persona lo pueda hacer. Es lo único a lo que me agarro para seguir con mi vida, y aunque suene estúpido llevo este modo de vida por él. No quiero decir que sea su culpa, por que se interpretaría en un contexto negativo y jamás lo vería así
Él me hizo darme cuenta de que yo era así. Y de que disfruto siendo así. Lo único que siento que falta en mi vida y que me limita es su ausencia.
Donde sea que esté, ¿se habrá olvidado de mí?, ¿será feliz?, ¿habrá cambiado de tal forma que no sea el mismo Gelato que tanto me encantó? Quizás sea mi ambición de estar con él el resto de mi vida, pero siento que no se ha olvidado de mí, y que matar ardillas le seguiría haciendo feliz.
Me pregunto si, él, al igual que yo, habrá llegado a un punto más avanzado que el de matar animales, aunque de haber estado poco más de un año en esa hortera casa sé que probablemente no. Estoy seguro de que es muy probable que lo haya pensado, pero que nunca lo haya llevado a cabo por su jodida familia. Lo sé porque conozco lo que sintió cuando agarró el cuerpo de esa difunta ardilla, y seguro que, como yo, le hubiera gustado sentir algo aún mejor que eso, pero aunque no hablamos nunca no era difícil deducir que su familia era demasiado controladora y le limitaba, si ya vigilaba con lupa todos los movimientos míos y los de mi familia no me imagino cómo serían con su propio hijo.
Joder, cada vez que pienso en esa familia sólo siento asco, y tampoco es que la mía hubiera sido mejor. Siempre culpándome sobre todos sus problemas porque era lo más fácil, en vez de admitir que el verdadero problema era mi padre y mi mayor hermano. Esos tres no hacían más que exigir, exigir, exigir, y nunca aportaron nada. Era frustante ver como diariamente se la pasaban diciendo que yo tenía toda la culpa de sus desgracias cuando no se esforzaban en mejorar su situación ellos mismos. Por ejemplo, preferían ver a mi abuela, la cuál había días que ni podía levantarse, trabajando en los cultivos. Y nunca cambió, ni siquiera cuando servía a esa familia, no contribuyó nada.
Y así fue como cuando yo tenía 7 años, presencié a mi borracho Padre amenazando a mi abuela si no hacía el trabajo que le tocaba hacer a él, y en cuestión de poco menos de una hora la vi inconsciente, para acto seguido mi madre descubrir su cuerpo y llevársela. Yo la seguí, se llevó su cuerpo hacia un lugar de tierra blanda, y yo le entregué una pala. Entonces ella me miró con lágrimas en sus ojos y me dijo que me fuese.
Me pasé toda la noche llorando silenciosamente. El año anterior ese ser que llamo Padre me intentó asesinar dos veces, esta última en compañía de mi hermano mayor, y la única persona que me defendió a pesar de estar todos los miembros de mi familia presentas. Aunque tengo recuerdos difusos de mi padre intentando ahogarme en la madrugada, recuerdo perfectamente como mi abuela hacía todo lo que podía para alejarle de mí, aunque terminaba en él pegándonos igualmente, ella me salvó la vida, arriesgando la suya y estando furioso al ver cómo mi madre y mis otros dos hermanos no hacían nada por mí e intentaban simplemente irse a sus habitaciones ignorando todo el caos que sucedía a su alrededor.
Pero ya no es momento para lamentarse de eso. Hace años que ya no tengo que preocuparme de eso.
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Año 1984 – 11 años
Hace una hora que nos han echado de la casa de Gelato. Me siento demasiado roto y no puedo parar de sentirme miserable. Todo es mi culpa. La única persona que me ha hecho feliz y me aceptaba. Lo acabo de perder. Y ha sido mi culpa. No puedo seguir con mi familia, ni siquiera puedo llegar a imaginarme lo que me esperará cuando me encuentre a solas con ella. Lo tengo decidido, voy a huir. No me espera nada si planeo seguir con esa misma gente, y solamente seguiré siendo más miserable. Ni siquiera saben a dónde ir.
No puedo seguir fingiendo que planeo seguir viviendo con ellos.
Ya se han percatado de que estoy intentando escaparme, pero aún así todos se encuentran en la puerta y eso me dificulta las cosas.
Ya sé. Escaparé por el lugar secreto de Gelato. Cuando llegué allí, escaparé hacia el centro. No sé qué haré cuando llegue, pero dudo que sea peor que dormir en una casa de perro mientras diariamente me maltratan.
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año 1990 – 17 años
Hace 5 años que huí de anterior vida. Tampoco tenía otra opción, y aunque pueda sonar muy extremo hablar de "otra vida" así lo siento. Desde ese día mi vida ha dejado de ser tan desesperante. Aunque me resulta muy difícil hablar de esa forma cuando Gelato es la excepción. Él me brindó un sentimiento positivo a mi vida, y es la única persona con la que sentí una conexión especial.
En su tiempo, me culpaba a mi mismo de que yo no me encontrase con él, pero estaba equivocado. No es culpa mía, si no de su familia . Ellos me alejaron de él. Ellos le alejaron de mí. Únicamente por sus pensamientos superficiales, le perdí.
Estos pensamientos me están carcomiendo la cabeza, no hago más que sentirme miserable pensando en ellos, y necesito hacer algo al respecto, pero, ¿qué?
No es que me obsesionen, no me gusta pensar mucho en ellos, sólo extraño mucho la presencia de ese chico rubio y me pregunto qué será de él.
Desde que me escapé al centro de la ciudad en cierta manera me he sentido más realizado con mi vida, por fin he podido ser independiente y no soportar los maltratos diarios a los que era sometido. Además, no he tenido demasiadas complicaciones para sobrevivir en la ciudad siendo un niño.
El primer día tuve que arreglármelo de alguna manera y dormir en un banco, tampoco me importaba, no tenía nada que perder. Pero justo al levantarme, me encontraba en el sofá del salón de una casa de dos pisos.
La casa entera destacaba por sus colores semi-oscuros y grises, no aparentaba ser la casa de alguien rico, si no más bien de alguien que tenía el dinero exacto para lo que era necesario en sus vidas y algunos caprichos.
Esa familia me preguntó con un tono sereno y hasta cierto punto agradable qué hacia durmiendo en un banco, yo respondí que mi familia murió. No tenían necesidad de saber mi verdadera historia, y aunque mi familia servía a esos políticos aparentemente importantes, nuestro rostro nunca fue mostrado.
Así que durante todo este tiempo llevo conviviendo con un matrimonio de personas de mediana edad. No es lo que más me hubiera gustado, no necesito que unos viejos cuiden de mí, pero de momento supongo que era lo único que podía hacer para sobrevivir, aunque su actitud tan amable y considerada muchas veces me daba asco.
Yo era un niño que recogieron de la calle, no saben si puedo ser peligroso, y realmente lo soy, planeaba estar con esa familia hasta que me hartase de ellos y largarme una noche que no se dieran cuenta de que me iba a ir, y, aprovechándome de eso, robarles todo el dijeron que encontrase.
Y no, no me daba pena, tenía mejores cosas que hacer que sentir empatía por esas dos personas ingenuas. Ellos tomaron el error de confiar en alguien como yo, y eso les serviría para aprender una lección.
Había estado 6 años en esa familia. Durante todo este tiempo, he tenido tiempo suficiente para madurar. Fui al colegio, intenté relacionarme con personas, no exactamente porque yo quisiese, si no porque me obligaban los profesores y esa familia adoptiva.
Pero no sirvió para nada, no me encontraba nada cómodo, sentía que ese tipo de personas jamás podrían ser amigos de alguien como yo. Nunca me entenderían, ellos al finalizar la escuela se iban tranquilamente a sus casas en compañía de sus compañeros, llevaban, comían y vivían felizmente. Yo no. Mis pensamientos me atormentaban diariamente, quería reunirme con Gelato y matar un animal. Como hacía antes.
He decidido que ya llevo demasiado tiempo intentando llevar a una vida feliz y no llevar a cabo las cosas que realmente quiero. Así que hoy mismo he escapado de mi antiguo hogar. Tampoco hacía nada interesante, sólo me quedaba en mi habitación y salía cuando había que comer o cenar.
4:00 am
Había agarrado todas mis pertenencias (pocas pero necesarias) en una mochila, y con sigilo bajé a la cocina y robé comida de ahí, no era bastante, tenía muy planeado lo que iba a hacer una vez abandonase esa casa.
Finalmente, me dirigí hacia una caja fuerte que me llamó la atención desde el primer día que la vi.
Espiando a esa familia a escondidas no tuve problemas para descifrar la contraseña y apuntarla.
Ahí encontré un millón de liras italianas (Aprox. 600 dólares). Ese dinero era suficiente para mi plan, y de todas formas me aseguraría de conseguir más.
5:00 am
Estoy en frente de la casa de mi "familia". Escuché hace dos años mi apellido en la escuela, y por lo visto les fue muy bien. Con el dinero que consiguieron en sus servicios de tareas del hogar, montaron un negocio, más específicamente, una frutería y verdulería.
Sabiendo lo cercanos que son la mayoría de los miembros de mi familia a su trabajo, seguro su casa se encontraba cerca o en la misma tienda. Me lo ponían demasiado fácil para vengarme.
–Narrador Omnisciente–
Con una gran piedra que recogió sobre el asfalto, rompió la puerta de cristal de la tienda. Sorbet se sentía demasiado resentido para detenerse a pensar en el futuro, cuando los policías investiguen la escena del crimen, sólo actuó por sus instintos.
Sabía que las personas se darían cuenta de que él estaría allí tarde o temprano, así que actuó con rapidez.
Sorbet tenía una mezcla de emociones, de nerviosismo, emoción, enfado, molestia, resentimiento... Por cada paso que daba sus instintos asesinos se iban incrementando más, y es que, a pesar de estar temblando y sudoroso, estaba eufórico. Para él, la única forma de vengarse era matarlos. Tantos años aguantando a ese viejo que solamente le trajo un cúmulo de sentimientos negativos a su vida. Por fin daría sus frutos.
Al seguir avanzando, estratégicamente agarró un cuchillo que traía tallado "27cm" en él, y descubrió una puerta un poco escondida, inmediatamente supo que daba al hogar de la que pronto sería asesinada por él mismo. Y supo esto porque se encontró con su hermano que sólo era dos años mayor que él, el cuál se mostraba asustado, y su rostro sólo empeoró al contemplar que su hermano menor le miraba fijamente con una sonrisa terrible, ni siquiera tuvo tiempo de gritar, porque cuando quiso hacerlo, notó cómo le clavaba el afilado cuchillo en el cuello.
Se juntaron la sed de sangre de Sorbet con ese cuchillo mortal, y cuando éste lo sacó con mera dificultad, le volvió a apuñalar, un par de veces, hasta que perdió totalmente su cuello, separando su cabeza de su cuerpo.
Esto dejó la puerta y toda la zona alrededor a ella ensangrentada, mientras Sorbet con una sonrisa sombría continuaba su camino, dejando ese cuerpo sin cabeza tirado.
Los otros dos hermanos restantes escucharon las puñaladas de Sorbet ya que éstos se encontraban cerca de dónde sucedió el asesinato, y el mayor, el cómplice del padre de Sorbet, mandó a su otro hermano que se encontraba con él a inspeccionar la zona, aunque no tardó en ver a su hermano menor, quién estaba desaparecido, cubierto de ropa y un arma ensangrentada.
El menor se avalanzó sobre él, y su víctima se lanzó al suelo intentando protegerse de los golpes, pero no sirvió de nada. Sujetando el cuchillo con fuerza y seguridad, intentó amputarle las piernas con fuertes cuchilladas, y con ayuda del impecable filo del arma lo consiguió.
Así fue como cometió su segundo asesinato, dejándole desangrándose mientras no paraba de gritar y llorar esperando la ayuda de alguien, aunque no tardó en desmayarse por semejante pérdida de sangre. Todo esto sucedía mientras su hermano mayor le miraba todo aterrorizado, deseando que todo fuese una pesadilla. Como si fuese un niño pequeño, intentó llamar a su madre, esta acudió rápidamente y se avalanzó sobre Sorbet intentando detenerle mientras sujetaba una botella, la cuál se volvió en su contra, y el asesino se la robó, golpeándole con ésta en la cabeza y dejándola inconsciente en el suelo.
El mayor estaba realmente desesperado, intentaba lanzarle lo que tenía a mano mientras suplicaba por su vida y a la vez amenazaba el otro que cada vez se acercaba más con esa sonrisa que tanto repelús le estaba dando.
Sorbet por fin llegó hacia él, y rápidamente le agarró el cuello casi inmovilizándole para que mientras intentaba soltarse dañando sus brazos, éste clavaba el cuchillo en toda su espalda, realizando repetidas cuchilladas en ésta mientras se sentía satisfecho con los gritos de dolor del otro, lamentablemente para él su padre se presenció, y tuvo que definitivamente eliminar a su hermano, con rápidos y repetidos movimientos que iban desde el cuello a la cabeza hasta que dejó de notar su respiración.
Sólo faltaba su padre, el causante de toda la vida de mierda que había tenido, que estaba temblando y lloriqueando después de haber visto los cadáveres de toda su familia, ni siquiera estaba pensando en cómo se defendería de su hijo menor el cuál sabía perfectamente que lo iba a asesinar, y de una manera más brutal que los otros.
Había perdido toda su esperanza en vivir, e intentó desconectarse de sus pensamientos y rezar para morir lo más pronto posible.
Sorbet fue corriendo hacia él, mientras seguía con esa sonrisa suya, la cual iba a más y estaba a punto de estallar en una risa. Primero empezó apuñalándole la punta del cuchillo, y cuando lo hizo en la mayoría de las partes de su cuerpo, volvió a repetir el proceso, pero esta vez clavando más el cuchillo y ocasionando más cicatrices cada vez más profundas. Su cuerpo no tardó en convertirse en uno que a respiraba a duras penas pero que sentía cómo su cuerpo estaba lleno de sangre y de heridas.
Aunque Sorbet protegía las zonas que ocasionarían una muerte casi inmediata de su víctima, se estaba desangrando demasiado y su hora finalmente llegaría, así que se apresuró en matarle y sin querer dejó escapar su risa mientras le apuñalaba más fuertemente en las zonas más sensibles. Realmente lo estaba disfrutando.
5:15 a.m
Después de los asesinatos, intentó limpiar sus abundantes manchas de sangre, pero escuchó como un vecino se acercaba a la escena del crimen así que tuvo que escapar. De alguna manera consiguió camuflarse entre las oscuras calles, gracias a su ropa oscura y a una especie de capa con la que tapó su cara
año 1991
Así son los relatos de Sorbet. Después de asesinar a su familia, huyó hacia una casa de la cuál abandonaron su construcción y siguió una vida normal dentro de lo que cabía. Tuvo suerte, nadie vió su rostro ni le vio huir de la casa todo ensangrentado, nadie sospechó nunca de él, también porque poca gente lo conocía. Se pasó ese año sobreviviendo a duras penas con el dinero que robó de esa familia que le adoptó, pero apenas pasó un mes ansiaba más dinero y le daban pequeños arrebatos en los cuales desencadenan ir a una casa a las 5 de la madrugada y sigilosamente robar dinero. Realmente no era que me gustara gastar cosas, ni que no tuviera, sólo de sentía bien teniendo y cuando conseguía más, ansiaba más.
Siempre guardó con él el cuchillo con el que mató a su familia y lo llevaba cuando intentaba cometer crímenes.
Nadie le vió nunca robando, hasta este momento, en del cuál optó por apuntar más arriba, y robó en un banco, que desencadenó en la muerte del banquero, aunque su ambición de conseguir más dinero no le salió caro, y fui identificado como sospechoso. Tendría que encontrar una manera de salir de esa situación.
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