|Melone| Parte 1
Aeropuerto de París, Beauvais Tillé. Año 1968
En el norte de la gran ciudad de París, de camino hacia el gran "Aéroport de Paris Beauvais Tillé", a las 5 horas de la madrugada, llamaba la atención una familia de cuatro miembros.
A primera vista, aparentaba estar compuesta por una madre, un padre y dos bebés que llevaban a brazos.
Realmente, no había dos bebés, al menos no vivos. Al padre se le cayó, lo que parecía ser hecho a voluntad propia, la manta blanca que sostenía lo que parecía ser un cadáver de un bebé ensangrentado. Pero no estaba sangrando, si no que la sangre estaba más bien seca.
La madre se volteó, con lágrimas en los ojos, gritando al hombre, suplicándole, que, por favor volviesen para atrás, que no quería perder a su hijo. Parecía que la madre había alcanzado la locura. Lo que llamaba hijo estaba muerto. El padre forzaba a la madre para seguir adelante, a veces hasta pegándola y arrastrándola del cuello, sin decir ni una palabra. Y, mientras, su otro hijo, el que de verdad estaba vivo, lloraba observando la escena que no comprendía. Ese bebé se llamaba Flavio, aunque más tarde adoptaría el nombre de Melone al alcanzar la mayoría de edad.
Para explicar estos acontecimientos, debemos profundizar en el origen de los padres de Melone.
Su padre era italiano y su madre, francesa. Los dos se conocieron en una situación desastrosa. El Padre huyó a Francia intentando escapar de la mafia italiana, a quién debía dinero, demasiado dinero. Él no tenía recursos suficientes para pagar sus deudas, así que como última idea huyó a Francia, e hizo lo posible para cambiar de identidad. Cambiarse el nombre, modificar su aspecto mediante cirugías que podrían haber resultado en su muerte por la poca seguridad de sitios donde pagaba con el dinero mínimo.
Varios días después de su cambio de identidad y de dormir en la calle planteándose si hubiera sido mejor haberse suicidado antes de que la mafia le encontrase antes de huir, conoció a una mujer en plena noche cuando las calles se encontraban completamente desoladas.
Ella estaba en un callejón muy apartado, tanto que había gente que pasaba por allí diariamente que ni sabía que existía, pero sus gritos la delataron. Eran gritos que transmitían mucho dolor y una tristeza inmensa, pero gracias a eso el hombre la encontró y acudió a ella.
Sus ojos se llenaron de terror al observar cómo esa mujer se encontraba en el suelo retorciéndose. A juzgar por la situación y el estado de la mujer, estaba pariendo.
A pesar de sentirse asqueado por la situación, intentó ayudarla en todo lo posible.
Pero algo salió mal, y es el que el bebé después de mucho tiempo salió, pero no respiraba, estaba lleno de sangre, quizás más de lo normal. Estaba muerto. Si hijo había nacido muerto.
La madre había deseado toda su vida tener un hijo, crear una nueva vida, y verla crecer. Se obsesionó, y guardó el cadáver de su hijo que ni siquiera tuvo tiempo a estar vivo fuera del vientre de su madre.
Pero a pesar de la traumática situación, los dos vivieron juntos durante seis años, este último por fin decidiéndose a tener un hijo a pesar de los traumas de los dos. Para su felicidad, por fin puso cumplir su sueño, y de ahí, Melone nació.
Esos seis años su vida pasó de esa tristeza oscura hacia por fin dirigirse rumbo a la felicidad. Hasta, que en un día como hoy, en 1968, se vieron obligados a huir de Francia para volver a Italia después de un incidente que hizo que la mafia que daba ya por olvidada volviese a buscarle.
Volviendo al tiempo del que hablábamos, la mafia ya estaba persiguiendo al padre de Melone, completamente dispuestos a matarle, la Madre no salió nada bien parada, y cuándo se paró a recoger el cadáver de su hijo muerto, recibió un disparo en la cabeza, muriendo al instante.
El padre se quedó atónito, pero sabía que no podría seguir mirando su cuerpo sorprendido, así que corrió con todas sus fuerzas llevando a Melone en sus brazos.
Por suerte, llegó al aeropuerto con Melone sano y salvo y consiguió volver a huir, además de cambiarse el nombre. Pero esa familia compuesta por dos personas no volvería a ser la misma y la felicidad que sentían caería en picado.
Año 1.974
A pesar de tener sólo 6 años, su padre no tardó en revolcar todos sus sentimientos en su hijo desde que se mudaron a Italia.
Melone nunca veía a su padre sonreír, desde que tiene memoria intentó acercarse a él, puesto que era su padre y su única familia, pero se ve que él no pretendía hacer lo mismo.
Se desahogaba con él, pero no buena forma. No le pegaba, pero si recurría a la tortura verbal. Le insultaba constantemente, por todo lo que hacía. Criticaba todo lo que hacía. No podía pasar ni un segundo cerca de él sin que empezase a recibir malos comentarios. Llegó un punto en el que se alejaba de su padre y se pasaba todo el rato escondido en su habitación, pero ni siquiera eso lo salvaba. Iba a su cuarto mínimo cinco veces por día para sólo insultarle.
Usaba todo tipo de cosas para dañarle, algunas hasta demasiado absurdas, pero un niño de 6 años tan débil como Melone no podía soportar eso. Le decía cosas como que era horrible. Egoísta. Que nunca estaría capacitado para tener una vida feliz. Nunca tendrá pareja. Insultos a su físico. Decirle que se arrepentía de que él existiese. Que tenía culpa de la muerte de su madre...
Tanto maltrato verbal se quedaría grabado para siempre en su cabeza e influenciaría mucho su infancia y su futuro.
Año 1.978 - 10 años
Con el tiempo, Melone se acostumbró, y acabó pensando que realmente era todo lo que su padre me decía.
Pensaba que no tenía salida y que nunca escaparía de ese infierno, así que tanto tiempo en ese ambiente le cambió. Desarrolló un millón de inseguridades y un comportamiento obsesivo por "ser perfecto", éste último debido a que su Padre hace poco le obligaba a siempre hacer lo que él decía y lo demás estaba mal, diciéndole que sólo lo hacía por su bien y por que no quería que él causase mala impresión.
Lo cuál sólo hizo intensificar sus inseguridades.
Para empezar, estaba su pelo marrón. Intentó cortarlo como unas ocho veces, y cada estilo por el que pasaba le gustaba menos. Por las noches, sus sentimientos negativos se enfatizaban más de lo normal, por lo que llevaba a puntos en los que agarraba cualquier tipo de tijera y se lo recortaba. Con el tiempo, su padre se las escondió, y Melone dejó de cortárselo y optar por dejar que creciese y no modificarlo más después de pasarse varias horas mirándose al espejo toda una noche. Desde ese momento, se prometió a él mismo no volver a hacerlo.
Luego, estaba su peso, el cuál pasó por demasiados cambios en simplemente dos años. Al principio, era moderado y sano, pero su Padre le obligó a cambiarlo por que no le gustaba cómo se veía, diciéndole que estaba gordo. Le obligó a adelgazar drásticamente. Había días que le encerraba en su cuarto a propósito para que no pudiese conseguir comida, y cuando le dejaba salir, él le administraba la comida, dándole porciones tan absurdas que no le servían para nada. Llegó a pesar números desorbitados para alguien de su edad, era cuestión de tiempo que otras personas empezasen a notar su cuerpo esquelético carente de fuerza. A Melone no le gustaba verse así, además de los efectos secundarios que le provocaba, como fatiga, insomnio, mareos, y desmayos.
Un día normal en clase, todo iba bien hasta que Melone sintió como su cuerpo perdía fuerza gradualmente hasta caer rendido de golpe en el sitio donde se sentaba, ahí llamó la atención más de lo que ya había hecho con su figura que a algunos compañeros le daba miedo por lo anormal que les parecía.
Su padre fue obligado a hacer que volviera a ganar peso después de eso, y desde ahí no le fue tan mal, volvió a dejar de tener un peso tan insano. Son embargo, su cuerpo no volvió a ser el de siempre, y aunque era sano, era delgado y se le notaban un par de huesos, lo cuál combinado con el incidente de aquella vez hizo que le lloviesen malas miradas de sus compañeros, quienes pensaban muy mal de él y se alejaron aún más.
La situación de Melone se volvía más desesperante aún.
Y su última gran inseguridad, era su actitud, ya que nunca mostraba sus verdaderos sentimientos, se escondía en una especie de burbuja creada por él mismo de dónde no salía y sólo lloraba y se hacía sentir mal con él mismo. Lo cuál le destrozaba por dentro, y es que era un cúmulo de cosas donde de juntaban sus inseguridades, la gente que le rodeaba le hacía sentir mal, su padre siempre le insultaba, y encima era demasiado tímido, lo que ocultaba su verdadera personalidad y sentimientos.
Ni siquiera tenía a alguien a quién contarle nada, por lo que se pasaba los días reprimiendo sus sentimientos solo en su habitación.
Realmente, todas sus inseguridades y timidez era solo una máscara, llamada TOC, a la verdadera personalidad de Melone que nadie conocía. Quizás, ni él mismo la conocía.
Año 1983 - 15 años
Melone se enamoró. Como si para él se tratase de una flecha de amor de Cúpido, una chica, llamada Mellea se le presentó, mostrando un poco de atención en él que no se imaginaba recibir nunca. Quizás enamorarse no sería el término adecuado, o al menos sólo lo sería sus primeros días.
Melone tenía una autoestima demasiado baja, no sentía ni un gramo de bienestar hacia él mismo y sólo pensaba cosas negativas de él mismo, por lo que no sería ninguna sorpresa que acabaría desarrollando una obsesión por ella, derivado de su trastorno obsesivo-compulsivo, creyendo que Mellea sería la solución a todos sus problemas y traería felicidad a su vida.
Aún así, Mellea no tenía los mismos planes sobre Melone, sólo se acercó a él por que sentía un poco de simpatía hacia lo que veía de él, y desde ese día a veces ella se acercaba a Melone y hacían tareas juntos de la escuela.
Melone nunca tuvo a nadie como Mellea, y se sentía tremendamente agradecido con ella por ser la única persona que mostraba un poco de afección por ella. Aún así, no se atrevía a contarle sus problemas ni desahogarse con ella, porque tenía miedo de perderla y que ella se asustase de él, prefería dejar las cosas tal y como estaban.
Mellea, en cambio, no sentía nada especial por Melone, sólo se relacionaba con él por pura simpatía, aunque tampoco podría decirse que le cayese mal ni bien, ni siquiera ella sabría decirlo, no era alguien que diese mucha conversación, ni sabría catalogarlo como una buena o una mala persona, quizás a veces llegaba a sentirse triste por él. A veces quería llegar a entender cómo se sentía e intentar profundizar en su relación.
Oye, Flavio... —le llamaba Mellea con delicadeza, intentó planear su pregunta que llevaba tiempo pensando si sería buena idea decirle— ¿Sabes? He estado pensando mucho, desde antes de que hablásemos, y, ¿te gustaría hablar conmigo? Sobre tus cosas, o no sé... siempre estás solo y estás muy delgado... —clavó su mirada en los ojos de Melone, quién, asombrado, empezaba a tener ligeras lágrimas, intentando mantenerse fuerte mientras tenía los ojos abiertos.
Melone quería dejar salir sus palabras, intentaba mantenerse fuerte pero las palabras de esa chica entraron fuertemente en su débil corazón para hacer mella, mientras desesperadamente intentaba no llorar, resultando en un logro fallido y empezó a dejar escapar las lágrimas por sus mejillas, Mellea le abrazó como signo de solidaridad, lo cuál hizo que Melone se sintiese aún más agradecido con ella, sintiendo todo su rostro húmedo que estaba siendo inundado por todas sus emociones.
Se sentía profundamente enamorado de esa chica, y más aún de todas las acciones de esa tarde, su corazón por una vez en su vida sintió algo más que inseguridades y apatía, hasta ahora la felicidad era algo desconocido para él, y se hizo adicto a ella. Necesitaba más de esa gratificante emoción, tan nueva para él, e intentó refugiarse en ella, como un escape a sus verdaderos problemas.
Mellea desde esa tarde no volvió a preguntarle, aunque deseaba saber lo que le pasaba, las cosas se complicaron más de lo debido.
En unos meses, ella se fue alejando de Melone, fue casi de golpe, y no era realmente por ninguna decisión suya. Ella desde siempre perteneció a una familia de abogados, por lo que su futuro trabajo estaba decidido desde su nacimiento, para así preservar la riqueza económica de las futuras generaciones. Ella nunca se lo replanteó, en gran parte porque solía dejarse llevar por las demás personas fácilmente, aunque una situación no apareció hasta hace unos pocos días, cuando sus amigas, si es que se las podría llamar así, la obligaron a que ella dejase de hablar con Melone, para así integrarla en su nuevo grupo dónde se encontraban otras personas , las cuáles la llevarían a cambiar radicalmente su actitud.
Mellea en poco menos de unas semanas parecía una persona completamente diferente. Dejó de mostrar preocupación por Melone, el cuál no se entristeció precisamente, no se imaginaba lo que le había pasado a Mellea, y tampoco querría saberlo. Para él, ella sólo se alejó unos días de él por estar ocupada, pero aún así, siguiendo su ignorancia, a veces le sonreía cuándo se encontraban, ocasionado por la felicidad que le causaba mirarla y cómo su corazón latía de rápido. Ni siquiera le molestaba que fuese su cumpleaños y ella no le saludase, sobre todo porque para él celebrar el día de su nacimiento no tenía sentido y le entristecía.
Las cosas no tardaron en descender para él, sobre todo cuando Mellea consiguió pareja. Ella ya se había olvidado casi completamente de Melone, sólo esperaba no volver a encontrarse con él. Una vez, estaban todos sus amigos reunidos, su novio incluso, y Melone salió como tema de conversación. Mellea la mayoría del tiempo se quedó callada, sólo hablaban sobre lo típico que todo el mundo comentaba de él, su delgadez, su soledad, y hasta cosas un poco más ofensivas, diciendo que les asustaba su cara y les repudiaba acercarse a él, ella no quería comentar nada acerca del tema, pero su amiga, la que más conocía de ella, le animó a hablar, ya que sabía sobre su antigua relación con Melone.
Aún así, Mellea no quería profundizar en el tema, así que no dijo gran cosa. Aún así, lo malo de haber conocido a su novio en un ambiente de otras personas que podían llegar a ser tan tóxicas era que su novio tenía conductas muy perjudiciales para ella, que hasta ese día no llegaron a mostrarse completamente. Y es que era exageradamente celoso y no dudaría en controlar a Mellea como él quisiese sin importar el daño que le tuviera que hacer. Llegó al extremo de con sólo oir a Mellea decir varias frases de Melone, se enfureció, dirigiéndose a él de forma agresiva y amenazante.
Mellea no hizo nada, porque sabía que detenerle sería peor para ella, y las demás personas observaban, ansiosas de que se produjese alguna pelea, estaban seguros de que disfrutarían de ver cómo el chico que, sin ninguna razón les caía mal, recibiría una paliza de su compañero.
Melone veía cómo el hombre que le ganaba considerablemente en cuanto a masa corporal se acercaba a él, sintiendo un poco de malestar en cuanto el andar tan amenazante del otro, además de encontrarse en un lugar alejado mínimamente alejado de otros profesores.
Él sólo se quedó quieto en su sitio, un poco confundido. Mellea seguía a su novio por detrás, evitando el contacto visual con Melone y si fuera posible que notase de su presencia, la cuál seguía pasando desapercibida.
El novio de Mellea logró acercarse a él, agarrándole fuertemente del cuello, para así intentar causar miedo. Clavó su mirada en la de Melone, quién estaba notablemente asustado.
"Escúchame, soy el novio de Mellea, y espero que lo tengas muy en cuenta porque como te atrevas a volver a acercarte a ella aunque sea más de un metro te las verás conmigo otra vez, y te dejaré peor de lo que te dejaré ahora."
En un tono enfadado y hasta histérico, amenazó a Melone, aunque acabó en algo más que eso. Le estampó contra el suelo con la ayuda de seguir ejerciendo fuerza contra su garganta, y le molió a puñetazos, sobre todo en la cara y en su torso, Melone no sabía si intentar defenderse o esperar a que todo pasase rápido en cierta manera estaba acostumbrado al dolor aunque no le gustase nada. Cuando terminó con los puñetazos, se levantó, dando la sensación de que había terminado con él, y se puso a darle patadas para rematar a su cuerpo que aún yacía tumbado y dolorido.
Cuando realmente terminó con él, por si no pudiese avergonzarle más entre el círculo de gente que se formó, le escupió a la cara, susurrándole un "Espero que hayas aprendido la lección." Para luego marcharse junto con sus compañeros.
Melone seguía tumbado en el suelo, ya que junto con el dolor levantarse le costaría cierto esfuerzo, pero aún así pudo observar perfectamente cómo el hombre que hasta hace nada le había herido tanto físicamente ponía su brazo al lado del de una chica, quién tardó poco en descubrir que era Mellea. Ésta se volteó, con cierta cara de melancolía, para en poco después de dos segundos volver a voltearse y seguir con su camino.
Por si el dolor físico no hubiera sido suficiente, se sumó el psicológico.
No sabía cómo sentirse, y es que se pasó todo el día preocupándose por su relación con ella. No sabía si después de todos los acontecimientos podría volver a hablar con ella, pero después de tener un corazón que había pasado por tantas ocasiones, y que ansiaba la felicidad que estaba seguro de que sólo podía encontrar con esa chica, necesitaba tener una conversación con ella.
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