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El santuario se encontraba activo con los preparativos de integración de caballeros y amazonas.

El patriarca se encontraba en el sótano viendo a Shui dentro de aquella elegante jaula donde se encontraban sellos cada tres barrotes.

Las alas le cubrían de los ojos del peliverde, esperando que se fuera para seguir intentando romper los sellos.

—Shui, deja de pelear contra estos sellos —susurró Shion apoyando la mano en uno de los barrotes, sintiendo arder su mano.

—Lárgate, no quiero ver tu horrorosa cara —gruñó sin verlo, realmente furiosa.

Con el temor recorriendo su espalda en forma de escalofrío, Shion se retiró mirando la jaula en el desolado sótano, era realmente lújubre el entorno de la pobre chica encerrada.

Al sentir que estaba sola nuevamente, comenzó a lanzarse hacia los sellos y haciendo un pequeño rasguño insignificante.

El grito de Shui resonó en el sótano por la frustración, sabía que nadie la escucharía y sólo tres personas accedían a su elegante prisión. Maldecía todos los días que fuera encerrada por Athena, traicionando la confianza y lealtad que le juró.

—Apenas consiga escapar, tu cabeza será la primera que reclame, maldita diosa.

*********
Las peleas que se libraban sobre su cabeza para otorgar nuevas armaduras estaba enojándola, dado que ella debió recibir la suya hoy.

Intentó elevar su cosmo y destruir los sellos, pero el ardor liberado por éstos causó un grito de gran dolor.

A pesar de encontrarse lejos, una sola persona pudo escuchar y quedar impactada en el momento.

El moreno miró de reojo a Shion, esperando el momento de hablar. Sin embargo, las peleas durarían hasta cinco horas más tres de la entrega, decidiendo realizar una pausa tras la batalla previa a la de Sandal.

—Shion, necesito hablar contigo —susurró el joven, antes de que se nombrara la ronda.

— ¿De qué necesitas hablar? —Inquirió mientras lo veía con duda y seriedad.

Buscando unas palabras que fueran certeras, solo pudo decir ante el asentimiento de Shion...

—Sentí algo extraño, un gran ardor junto a un grito —explicó breve y sin altos detalles.

—Es tu imaginación, no hay nada de eso aquí —replicó con desdén, restando la importancia a las palabras del ojirrojo.

Éste último intentó creer en las palabras del patriarca, pero una segunda vez de dicha sensación le hizo descartar su imaginación o el extraño lazo con su melliza.

El grito de las amazonas que buscaban tomar lugar entre las líneas del santuario era tempestuoso, pero Shion disimulaba su molestia ante Sandalphon y su hallazgo.

El patriarca había investigado acerca de la especies que no conocía más allá de un humano y un lemuriano, encontrando información sobre demonesas y ángeles.

*******
Tras pasar la ronda para otorgar la armadura del fénix, disputada por Ikki y Michael, una guerrera a sangre fría, el primero consiguió hacerse con ella.

—Vamos, Mika, no hay nada peor —animó una chica de ojos azules y cabellos rosa pálido.

—Creo que eres muy inocente para esto, Gabriel —dijo la albina, remarcando por la armadura de Lira.

Ambas chicas se miraron y suspiraron, sabían que iba a ser inevitable la victoria.

Transcurrieron las batallas hasta dejar a gran parte designados, siendo mayoría hombres, hasta que salió a relucir una armadura.

—La última armadura a disputar es la más cercana a nuestra diosa, la armadura de Búho —sentenció en un grito, llamando a tantos la atención.

Nadie esperaba esa armadura, pero los nuevos la anhelaban.

—Quienes lucharán por dicha armadura son Partita con... —fue interrumpido por un hecho extraño que se presentó en la entrada del santuario.

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