La carta



En una fría tarde, Wendy Grindelwald está sentada en su habitación con un libro de hechizos entre las manos. Las letras parecen bailar delante de sus ojos, moviéndose y cambiando de lugar como si estuvieran jugando. Frunce el ceño con frustración, intentando concentrarse en las palabras que se mueven ante ella. La dislexia, diagnosticada en la escuela, hace que la lectura sea un desafío constante.

Suspira profundamente y deja el libro a un lado por un momento. Debería haberle pedido a su madre que le hiciera el hechizo para que las letras dejaran de moverse. Sacude la cabeza con determinación. No puede seguir dependiendo de ese hechizo. Toma su collar, un colgante en forma de daga plateada. Cada vez que se siente frustrada o nerviosa, lo aprieta con fuerza. Es lo único que la conecta con su padre.

Mira el otro libro que tiene junto a ella. No es el de hechizos, sino uno sobre la historia de Zeus. Le encanta la mitología, pero lo que no soporta es la cantidad de hijos que los dioses tenían y abandonaban sin importarles su destino. Aunque ama la mitología, siente un profundo desagrado por lo que esos niños tuvieron que pasar. Perseo es el único que realmente tuvo un buen final.

Fija su vista en el techo, perdida en sus pensamientos. Su madre siempre ha sido una persona interesante y multifacética. Además de su amor por la mitología y la lectura, también siente pasión por las artes marciales y la defensa personal. Wendy recuerda con cariño cómo, de niña, su madre le enseñó a usar el arco y la flecha. La sensación de tensar la cuerda y soltar la flecha, viéndola volar hacia su destino, la llenaba de emoción. Su madre siempre decía que aprender a defenderse era fundamental, y que el arco y la flecha eran herramientas valiosas.

A menudo iban juntas a un campo de tiro con arco en el bosque. Wendy adoraba la sensación de estar rodeada de la naturaleza y sentir la adrenalina al soltar la flecha. Su madre le recordaba que era importante conectarse con la naturaleza y encontrar paz en el silencio. También la instruyó en el uso de dagas y otras armas blancas. Wendy se fascinaba con la idea de tener una herramienta en sus manos y saber que podría defenderse si era necesario. Su madre le enseñó que la verdadera fuerza no provenía de las armas, sino de la mente y el corazón. La valentía no es la ausencia de miedo, sino la capacidad de enfrentarlo con coraje y determinación.

Uno de los recuerdos más felices de Wendy es el día que recibió su collar. Era un regalo de su padre, según le contó su madre. La daga simbolizaba la valentía y la fuerza. Aunque apenas sabía nada sobre su padre, al ver el collar se sintió conectada con él de alguna manera.

De repente, un suave golpeteo en la ventana interrumpe sus pensamientos. Al levantar la mirada, ve una majestuosa lechuza posada en el alféizar. Wendy frunce el ceño. No reconoce a esa lechuza; no pertenece a la familia Zabini ni a Blaise, quien recientemente le había escrito para presumir que ya había recibido su carta de Hogwarts. Tampoco es la lechuza de Luna; la reconocerá en seguida. Con pasos cautelosos, se levanta de la cama y abre la ventana. La lechuza la observa con ojos grandes y redondos antes de extender una carta con el pico. Wendy la toma, y la lechuza se marcha sin demora.

Detallas la carta con sumo cuidado, el papel del sobre de la carta parece pergamino antiguo. El sobre es de color crema claro y tiene un borde irregular, dando una apariencia envejecida o artesanal. En la parte superior del sobre hay un sello circular con el escudo de Hogwarts, que incluye el logo de Hogwarts y su nombre. En el centro del sobre se encuentra un sello de lacre rojo oscuro, lo que sugiere que la carta es auténtica y probablemente oficial.

Me quedé helada, con la carta suspendida en el aire, mientras mis ojos se clavaban en las palabras impresas en el papel. No podía creer lo que estaba leyendo. ¿Una carta de Hogwarts? ¿La escuela de magia más famosa del mundo? Me parecía una broma, una broma cruel y elaborada.

Pero al mirar de nuevo el sello de la carta, mi corazón se detuvo. Era el sello de Hogwarts, con el escudo de la escuela. No podía ser una broma. Esto era real.

Pero... pero era imposible. Todavía no cumplía los 11 años. La carta de Hogwarts solo se enviaba a los niños que estaban a punto de cumplir 11 años, y a mí todavía me faltaban unos meses. Se sentía confundida y un poco asustada. ¿Qué significaba esto? ¿Por qué me habían enviado la carta tan pronto.

Me senté en la cama, con la carta todavía en la mano, y me quedé allí, congelada, durante lo que pareció una eternidad. Mi mente estaba en blanco, incapaz de procesar la información. ¿Qué significaba esto? ¿Qué iba a pasar ahora?

Finalmente, logré moverme y me levanté de la cama. Me acerqué a la ventana y miré hacia fuera, tratando de procesar mis pensamientos. La ciudad parecía diferente ahora, como si hubiera cambiado de algún modo. Me sentí como si estuviera en un sueño, pero sabía que esto no era un sueño. Esto era real. Y mi vida estaba a punto de cambiar para siempre.

Vuelvo a mirar la carta y, con dudas, rompo el sello y dentro del sobre hay dos hojas del mismo tipo de papel que el del sobre, con letras doradas brillando en él. Sin embargo, al comenzar la primera hoja de la carta, se dio cuenta de que las letras comenzaban a bailar en la página, un síntoma de su dislexia. Respiró profundamente y se concentró, logrando descifrar las palabras impresas en la página.


COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.

(Orden de Merlín, Primera Clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos, Jefe Supremo, ConfederaciónInternacional de Magos).


Me detuve un momento, me masajeé la frente y suspiré. Solo leer el nombre y los títulos de Dumbledore se llevaba un cuarto de la carta. "¿Quién diablos tiene un nombre así?", me pregunté en voz baja. "¿Sus padres no lo querían o qué?".

Suspiré de nuevo y continué leyendo la carta, aunque me resultó un poco más difícil, continuar las palabras parecían saltar y girar en la página, y tuve que concentrarme mucho para poder entender lo que estaba leyendo.

"Querida señorita Grindelwald,

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Tu viaje hacia la magia y el conocimiento comienza ahora. Esperamos verte en el Expreso de Hogwarts el 1 de septiembre.

Saludos cordiales,

Minerva McGonagall

Subdirectora"


Aprieta los labios y toma la segunda hoja de la carta; en resumen, en esta contenía la lista de materiales que necesitaba para el primer año en Hogwarts. Había una lista de libros, incluyendo "Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección" y "La historia de la magia", así como una lista del equipo, incluyendo una varita mágica, tres juegos de túnicas, un sombrero de punto, un telescopio, un par de guantes de protección y otras cosas. También había una nota que decía que era opcional traer una mascota, y un recordatorio escrito en letras mayúsculas: SE RECUERDA A LOS PADRES QUE A LOS ALUMNOS DE PRIMER AÑO NO SE LES PERMITE TENER ESCOBAS PROPIAS.

Deberías hacerme sentir feliz, gritar u otra cosa, pero lo único que siente como si un rayo la hubiera alcanzado. No puede creer lo que lee. Rompiendo la promesa con su amiga Luna de empezar juntas el próximo año, todo ha cambiado. Se suponía que el único que iría este año a Hogwarts sería, mi negro chismoso. Pero ahora, de repente, me estaban diciendo que iba a ir este año. No tenía sentido.

Tomé unos bocados de aire, tratando de calmarme. Miré la carta en mi mano, la aprieto fuerte, como si eso pudiera hacer que la realidad cambiara. Pero no, la carta seguía allí, con sus palabras doradas brillando en la página.

Esto lo necesitaba saber mi mamá. Con pasos rápidos, salí de mi habitación y bajé las escaleras. Mi corazón latía fuerte en mi pecho, y mi mente estaba llena de preguntas. ¿Por qué me habían aceptado en Hogwarts un año antes de lo previsto? ¿Qué significaba esto para mi futuro? ¿Y qué diría mi mamá al respecto?

Llegué al pie de las escaleras y me detuve un momento, tratando de recopilar mis pensamientos. Luego, con una respiración profunda, me dirigí hacia la sala. Al llegar, pude ver a mi mamá.

Su cabello es largo, castaño y ondulado, cayendo suavemente sobre sus hombros y parcialmente sobre su rostro. Tiene una tez clara, piel suave y un maquillaje sutil que realza sus rasgos. Sus ojos son grandes y expresivos, con un color marrón que contrasta con su cabello. Sus cejas están bien definidas y sus pestañas son largas y oscuras. Tiene una nariz recta y unos labios llenos con un tono de labios de color nude. Su mirada está dirigida hacia la ventana. La expresión de su rostro es suave, pero con una leve melancolía o tristeza contenida.

Me acerqué a ella con la carta en la mano; mi corazón latía fuerte en mi pecho. Pero al ver a mi mamá con la mirada perdida en la ventana, su expresión suave pero con una leve melancolía, me detuve. No quería interrumpir su momento de reflexión. Me sentí un poco incómoda, no sabía si debía hablar o esperar a que ella se diera cuenta de mi presencia. Así que me quedé allí, en silencio, esperando a que mi mamá se moviera o hablara. La carta de Hogwarts seguía en mi mano, pero en ese momento, parecía no tener importancia. Lo único que importaba era mi mamá y lo que estaba pasando por su mente.

Después de unos minutos caminé hacia ella. "Mamá", dije, tratando de mantener la calma. "Tengo algo que mostrarte".

Mi mamá se dio la vuelta y me miró; su expresión cambió a una de curiosidad. "¿Qué es, cariño?", preguntó. Le extendí la carta y ella la tomó; su rostro se iluminó al ver el sello de Hogwarts. "¿Es...?", comenzó a preguntar, su voz llena de emoción.

Asentí con la cabeza, tratando de contener mis propias emociones. —Mamá, ¡me han aceptado en Hogwarts!

Mi mamá me miró, su rostro reflejaba una mezcla de sorpresa y orgullo. "Cariño, esto es increíble", dijo, su voz llena de emoción.

"Pero... pero no entiendo", dije, tratando de procesar mis pensamientos. "Se suponía que iba a ir el próximo año, no este año".

Hayley se encogió de hombros. "Supongo que... hay algunas excepciones, Wendy. Algunas personas son... especiales."

Me miré a mi mamá con curiosidad, tratando de entender lo que estaba diciendo. "¿Especiales?", repetí. "¿Qué quieres decir?" Ella sonrió suavemente y se sentó en el sofá, haciéndome un gesto para que me sentara a su lado.

 "Cariño, tú eres una niña muy especial", dijo. "Tienes un don, un talento que no todos tienen. Y creo que Hogwarts ha reconocido eso". Me sentí un poco confundida, pero también intrigada. Me senté a su lado y la miré con curiosidad, esperando a que me explicara todo.

Desafortunadamente, no me dio una respuesta, no pude evitar sentir una punzada de tristeza. Me acordé de Luna, mi amiga de la infancia. Nosotras nos habíamos prometido que iríamos juntas a Hogwarts, que compartiríamos la experiencia de aprender magia y hacer nuevos amigos. Pero ahora, parecía que eso no iba a suceder. Me iba a ir a Hogwarts un año antes, y Luna se quedaría atrás. Me sentí un poco sola, un poco abandonada. No quería dejar a Luna atrás, no quería que nuestra amistad se distanciara.

Sin embargo, había algo más que me preocupaba. Me iba a ir a Hogwarts, y eso significaba que me iba a separar de mi mamá. Hayley siempre había sido mi roca, mi apoyo. Me había criado sola, y siempre había estado allí para mí. La idea de dejarla atrás me llenaba de tristeza y ansiedad. ¿Cómo iba a sobrevivir sin ella? ¿Cómo iba a manejar la presión y el estrés de la escuela de magia sin su apoyo?

Mi mamá me miró con orgullo y amor en sus ojos. "Estoy tan orgullosa de la hija que he criado", dijo. "Eres fuerte, valiente y talentosa. Sé que vas a hacer grandes cosas en Hogwarts". Pero luego, su expresión se suavizó y vi un destello de tristeza en sus ojos. "Pero también me duele dejar que te vayas", dijo. "Me duele saber que no estaré allí para protegerte y apoyarte. Pero sé que es necesario, sé que es el próximo paso en tu vida".

Sentí un nudo en la garganta al escuchar sus palabras. Sabía que mi mamá siempre había estado allí para mí, y la idea de dejarla atrás me llenaba de tristeza y ansiedad. Pero también sabía que tenía que ser fuerte, que tenía que aprender a valerme por mí misma.

Ella me atrajo a sus brazos y me abrazó fuerte. "Pero no queremos estar tristes", dijo. "Queremos celebrar el hecho de que vas a ir a Hogwarts, de que vas a aprender magia y a hacer nuevos amigos". Me sonreí, sintiendo un poco de emoción y entusiasmo. "Sí", dije. "Vamos a celebrar". Y juntas, mi mamá y yo, nos abrazamos y sonreímos.

Me separó de mi madre y la miró con una duda en mi mente. "Mamá, ¿crees que... él estaría orgulloso de mí?"

Hayley se detuvo por un momento, con una expresión melancólica en su rostro. "Sí, estoy segura de que él estaría muy orgulloso de ti. Siempre quiso lo mejor para ti, y esto es un gran logro".

Wendy asintió, aunque no estaba segura de quién era "él". Su madre nunca hablaba mucho sobre su padre, y apenas sabía nada sobre él. Pero en ese momento, no importaba. Lo que importaba era que su madre estaba orgullosa de ella, y que estaba a punto de comenzar una nueva aventura en Hogwarts.

Miró a su madre con una sonrisa y dijo: "Gracias, mamá. Me siento mejor ahora".

Ese día, se la pasaron de maravilla. Ella  le enseñó algunos hechizos básicos, explicándole cómo funcionaban y qué tipo de magia se utilizaba. Sin embargo, le recordó a Wendy que no podía practicar los hechizos sin una varita mágica, y que además era prohibido para menores de edad realizar hechizos sin supervisión.

"Recuerda, que la magia es muy poderosa y debe ser utilizada con responsabilidad", le dijo Hayley. "En Hogwarts, te enseñarán cómo utilizar la magia de manera segura y efectiva".

Asintió, emocionada de aprender más sobre la magia. Su madre también le recordó el hechizo que siempre hacía para que las letras dejaran de moverse en las páginas de los libros.

"¿Recuerdas el hechizo?", me preguntó.

Pensó por un momento antes de responder. "¿Es... 'Luminaria'?", preguntó.

Hayley sonrió. "¡Exacto! 'Luminaria' es el hechizo que hace que las letras se estabilicen en la página. En Hogwarts, solo algunos libros están escritos en latín, pero es importante saber cómo leerlos correctamente".

Después de pasar el día aprendiendo sobre hechizos y magia, decidieron celebrar con una cena especial. Hayley preparó el plato favorito de Wendy, pollo al curry con arroz, y también hizo un pastel de chocolate para postre.

Luego de cenar, se sentaron en el salón a charlar. Mamá le contó historias sobre su infancia y su familia, pero evitó mencionar a su padre.

Se dio cuenta de que su madre parecía un poco incómoda cuando hablaba de su familia, pero no dijo nada. En cambio, le preguntó a su madre sobre su apellido y por qué algunas personas parecían tener una reacción extraña cuando se enteraban de que era una Grindelwald.

"Mamá, ¿por qué algunas personas se ponen raras cuando se enteran de que soy una Grindelwald?", pregunte con curiosidad.

Mamá suspiró y se sentó en el sofá, con una expresión seria en su rostro. "Bueno, cariño, es porque... tu abuelo, Gellert Grindelwald, fue una persona muy influyente en el mundo mágico", dijo. "Pero también fue alguien que tuvo algunas ideas... controvertidas".

Asentí con la cabeza, recordando algunas de las historias que su madre le había contado sobre su abuelo. "Sí, mamá, me has contado algunas cosas sobre él", dijo. "Pero no entiendo por qué algunas personas se ponen tan raras cuando se enteran de que soy una Grindelwald"

Hayley se mostró indecisa. "Bueno, es porque... tu abuelo tenía algunas ideas que no eran muy populares", dijo. "Pensaba que si los muggles querían ser parte de nuestro mundo, debían adaptarse a nuestras normas y tradiciones. No creía que debiéramos cambiar nuestras costumbres para acomodarlos a ellos".

 Se quedó en silencio por un momento, pensando en las palabras de su madre. Luego, la miró con curiosidad. "Mamá, ¿crees que mi abuelo estaba en lo correcto?", preguntó.

 Hayley se mostró dubitativa. "No lo sé", dijo. "Pero lo que sí sé es que tu abuelo era una persona compleja, con ideas y creencias que no siempre eran fáciles de entender. Pero también sé que él te amaba, incluso antes de que nacieras, y que siempre quiso lo mejor para ti". Se quedó un momento en silencio.

"Muy bien, jovencita, es hora de que vayas a dormir." Dice tocando tu nariz. "Mañana es un gran día; tenemos que prepararnos para tu viaje a Hogwarts. En unos dias iremos a comprar tus libros y tu equipo, y también tenemos que hablar sobre cómo te vas a desplazar hasta allí".

Sonreí y me estiré, sintiendo un poco de emoción y anticipación por el día siguiente. "Sí, mamá", dije, asintiendo con la cabeza. "Estoy emocionada de empezar a prepararme para mi viaje a Hogwarts".

Mi madre sonrió y me dio un beso en la frente. "Yo también estoy emocionada, cariño", dijo. " Ahora, ve a dormir y sueña con Hogwarts".

Me acosté en la cama y cerré los ojos, sintiendo un poco de emoción y anticipación por el día siguiente. Me imaginé a mí misma caminando por los pasillos de Hogwarts, con mi uniforme y mi equipo de magia. Me imaginé haciendo amigos y aprendiendo nuevos hechizos y encantamientos.

Sonreí para mí misma, sintiendo un poco de emoción y anticipación por el futuro. Mañana sería un gran día, y estaba lista para empezar mi aventura en Hogwarts.

.....

Esa misma noche, Hayley se encontraba en la puerta de la habitación de su hija, observándola mientras dormía. La luna estaba llena y proyectaba una suave luz en el rostro de Wendy, iluminando sus rasgos de un modo etéreo, suspiró y murmuró para sí:

"Esto es por tu bien, cariño. Estarás más segura en Hogwarts que aquí. Nadie sabe lo que eres realmente y es mejor que se mantenga así. En Hogwarts, los monstruos no pueden entrar".

Se quedó allí durante un momento, observando a su hija dormir. Luego, se dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta suavemente detrás de ella.

Mientras caminaba por el pasillo, no pudo evitar sentir una sensación de tristeza y ansiedad. Sabía que enviar a su pequeña a Hogwarts era lo mejor para ella, pero también sabía que significaba que su hija estaría lejos de ella, y que no podría protegerla como siempre lo había hecho.

Pero ella también sabía que Wendy era hija de un dios, y que eso la ponía en peligro. La conexión divina de ella era compleja, y Hayley sabía que su hija tenía dos padres que la amaban, pero que también la ponían en riesgo. Su preciosa hija había heredado la pasión y la intensidad de uno de sus padres, y la astucia y la inteligencia del otro.

"No importa si utiliza mi apellido o el de... su padre", pensó para sí. "El peligro es el mismo. La conexión divina de Wendy la hace un blanco para aquellos que buscan aprovecharse de su poder".

"Es mejor que esté en Hogwarts", se repitió a sí misma. "Allí estará rodeada de otros magos y brujas que podrán protegerla. Y quizás, con suerte, pueda aprender a controlar sus poderes y a vivir una vida normal, sin el peligro que conlleva ser la hija de... alguien tan poderoso".

Suspiró y se dirigió a la cocina, donde había dejado una taza de té que se había enfriado. Mientras se sienta a beber el té, no pudo evitar sentir una sensación de melancolía. Sabía que estaba tomando la decisión correcta, pero también sabía que iba a extrañar a su hija mucho. "Espero que Hogwarts pueda protegerla", se murmuró Hayley. "Que pueda encontrar su lugar en el mundo y vivir una vida normal, sin el peligro que conlleva ser la hija de un dios".

Sabía que el destino de su hija sería más grande que cualquiera de los que habían pasado por Hogwarts, y que su legado no podía limitarse a las paredes de la escuela de magia. Pero por ahora, debía permitirle disfrutar de su infancia, aprender magia, hacer amigos y vivir la ilusión de ser una bruja común.

Tomó el collar de daga que siempre llevaba consigo cuando Wendy no estaba usando el suyo. Lo sostuvo entre sus dedos, cerrando los ojos mientras una imagen del padre de Wendy cruzaba por su mente. "Protege a nuestra hija, por favor. No permitas que descubran la verdad demasiado pronto."

La daga centelleó bajo la luz de la luna, como si respondiera al ruego silencioso.

Termine el primer capitulo.


Dato curioso: 

Hayley tuvo mucho que ver que le llegara la carta.

El programa favorito de Wendy es cuentos de los hermanos Grimm,  mientras que el de Hayley es la novela Yo soy Betty, la fea.

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