PRÓLOGO

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—¡Dejaste que me quedara con esos monstruos! ¡Sufrí por años con los
Dursley y lo único que dices es "lo siento"!

—No fue mi intención —dijo de espaldas, sin poder darle la cara a su sobrino, Harry—. No pude…

—¡Me dejaste con ellos cuando mis padres murieron! —exclamó furioso, nunca lo había visto así— ¡Ni siquiera lo pensaste por un segundo! ¡Solo me abandonaste!

—¡Para! —exclamó con dolor, recordando todos esos años en los que se hundió en el más grande dolor. Fueron tiempos oscuros, y aunque la guerra terminó esa noche, aquel solo fue el inicio de toda su agonía.

—¡NO, AHORA ESCUCHA!

—¡Es que no lo entiendes!

—¡ENTENDER QUÉ! ¿QUÉ ME ODIABAS TANTO POR EL SIMPLE HECHO DE HABER VIVIDO EN LUGAR DE MI PADRE? ¡ES ESO LO QUE QUIERES DECIR!

Fue allí donde no pudo soportarlo más y se dio la vuelta con la vista nublada por las lágrimas, dándole la cara al niño que vivió.

Su famoso sobrino.

Harry retrocedió al comprender que le sucedía.

Artemisa Potter se hallaba allí, ante la luz de la luna, sus expresiones se ensombrecían por las sombras de la noche, pero eran lo suficientemente potentes como para hacerle ver lo que sucedía con ella.

«No puede ser», pensó Harry.

Artemisa lo contempló con rabia retenida, impotente, pero no fue eso lo que sorprendió a su sobrino… si no que, por alguna razón… seguía viéndose igual de joven que en esa foto en la que salía con su padre, James.

—¡Cállate! —estalló en cólera, furiosa y sin poder contener su rabia— ¡Te crees que eres el único que a sufrido todos estos años! ¡Por Merlín, perdiste a tus padres por amor! ¡Por el estúpido amor mi hermano y mi cuñada murieron!

»¡Murieron por ti para que vivieras en su lugar! ¡Te amaron tanto que decidieron desvanecerse por ti! Y en tu maldita cabeza, ¿no crees qué el resto no perdimos nada? ¡Eres un idiota insensible, cabeza de trol!

Harry retrocedió, sorprendido por su arranque de rabia. Jamás le había hablado así, nunca antes, en todos esos años… nunca le había hablado de tal forma.

Pero en vez de parar al ver su expresión, Artemisa decidió continuar con lo que había tenido atorado por tantos años.

—¡Dices que sufriste por tus padres muertos! ¡Pues bien, yo también! —exclamó con dolor y furia, sin importarle hablar de forma tan cruda. Las lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas rojizas de la cólera— ¡Perdí a mi hermano, mi mejor amigo y a mi novio! ¡Lo perdí todo, todo lo que me quedaba en este podrido mundo! ¡Y aún con las heridas abiertas mi reputación se fue por los suelos cuando ese estúpido vampiro me mordió y tuve que vagar por el mundo, tratando de sostener lo poco que me quedaba!

»Esa noche no solo perdiste a tus padres, ¡perdí mi vida! ¡Al hombre al que amaba y todo lo tuve que pasar sola! ¡No importó cuanto lloré o grité, porque que crees! ¡A nadie le importó! ¡No le importó a nadie y tuve que levantarme sola! ¡Tomé cada estúpido trozo de mi corazón roto y lo coloqué en su sitio mientras tú eras alabado por salvar al mundo mágico! ¡Tomaste toda la atención y yo tuve luchar contra todo el dolor!

Lloró mientras retrocedía contra el balcón, sintiendo como el viento azotaba su cabello. Ni siquiera le importó que las visagras del metal chillaran por su peso, en ese momento solo le importaba descargar todo el dolor que llevaba cargando por años… largos años de soledad.

—Tenía quince años y todo lo hice sola —sollozó doblándose por la mitad, sosteniéndose del balcón tanto como pudo y mientras las lágrimas enegrecían sus mejillas pálidas—. ¡Yo sola me sostuve y nadie vino a ayudarme! ¡Nadie tuvo piedad de mí como de ti! ¡No tuve privilegios ni tratos especiales! ¡Fui la paria entre la sociedad mágica y me maldijeron por algo que no pedí!

»¿Sabes qué es empezar de cero en un mundo en el que estás solo y completamente vulnerable? ¡No! ¡Porque todos aman al elegido y todos lo ayudan en todo! ¡Hablas de sufrimiento cuando mencionas a personas que ni siquiera conociste! ¡Eso no es dolor! ¡Eso es el simple anhelo de familia, algo que se me arrebató!

—Y-yo…

—No vengas a hablar de dolor —dijo fríamente, contrastando con las lágrimas que seguían cayendo como una cascada—. Entre los dos, ambos sabemos quien ha sufrido más. ¡Así que levántate y pelea, maldito elegido! Que hasta ahora lo has hecho bastante bien sin mí.

Sin decir nada más, Artemisa tomó la barandilla y se impulso hacia arriba.

—¡E-espera! ¡Que haces!

Sin siquiera mirarlo, saltó por la torre de astronomía.

Harry solo pudo correr en su dirección tratando de pararla, pero solo fue capaz de ver una mancha desaparecer hacia el bosque prohibido.

Esa noche, entendió que no solo él había perdido la calidez de una familia.

Artemisa Potter había luchado astuta y valientemente por largos, largos años, sola y en la oscuridad… Todo para que siempre, al final de la cruzada, tuviera que volver al mismo día en el que se le arrebató su vida.

Porque eso era Harry para ella; un mero recordatorio de lo que pudo ser, y de lo que le arrebataron.

No era más que la sombra del Elegido, un mito que los padres les contaban a sus hijos antes de ir a la cama, una criatura capaz de crear caos y destrucción, oculta en las sombras del mundo mágico.

Alguien que con el tiempo, fue olvidada por quienes alguna vez la conocieron.

Es triste saber que al final, alguien debía reclamar el título Potter.

Quien diría que no sería el Elegido.

♠️♠️♠️

Atte.

Nix Snow.

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