Capítulo único

Esmeralda subía las escaleras de piedra lentamente y en silencio.
El no saber qué esperar hacía que cada sombra se convirtiera en un monstruo al acecho, el brillante fuego de las antorchas le hacía creer que el camino le llevaba al mismo infierno, y cada mínimo sonido le parecía un demonio que se precipitaba con las garras apuntando hacia su garganta.
Pero cuanto más subía, menos secretos guardaba la escalera, por lo que continuó ascendiendo.

Llegó a una puerta de madera, la abrió, y entró en la alcoba, no más iluminada que la escalera. Mientras se tapaba con su chal para sentirse algo mas segura, echó una ojeada al lugar y entonces, avistó una silueta oscura de pie en el balcón perfilada por el cielo moteado de estrellas.
Esta vez no era producto de su imaginación, esa siniestra figura, la estaba mirando.

Y la sombra habló:

— Hola, gitana.

Su profundo tono de voz le daba la bienvenida y la envolvía para invitarla, pero la mujer sabía que sus oscuras tentaciones no llevaban más que la muerte para ella.

— Al grano, Frollo. ¿Qué deseas?— preguntó Esmeralda, fría.

Frollo se echó a reír brevemente con un pequeño sacudir de hombros. El sonido maligno resonó por la habitación, rebotando en las campanas dormidas. Era la pregunta que esperaba después de haberla invitado a ese lugar.

— A ti.

Cuando dijo esas palabras, Esmeralda cerró los ojos y respiró hondo.

— Estás enfermo — dijo enfadada—. Vine aquí a negociar la seguridad de mi pueblo, no voy a admitir tonterías.

— Y negociaremos; no considero que haya dicho alguna...tontería.

Frollo salió del balcón y caminó hacia ella. Cuando la luz de la luna finalmente lo abrazó, Esmeralda se sorprendió al ver lo mucho que su compostura se había desmejorado desde la última vez que lo vio. Había bolsas debajo de sus ojos ardientes, y su pelo escaseaba en algunos lugares de su cabeza, aunque él había intentado peinarlo hacia atrás. Su rostro también parecía más anguloso y tenía los pómulos más marcados. Es casi como si no hubiera dormido y comido en mucho tiempo.

—Mi proposición para usted es muy sencilla—dijo Frollo, juntando las manos—. Escúchame y dejaré que tu pueblo viva libremente y sin persecución en París. Solo deseo que te sometas a mí.

Esmeralda levantó una ceja. Aún sabiendo todo lo que conllevaba aquellas palabras, en alguna parte de su mente se preguntó: "¿Tan solo eso?". Estaba dispuesto a parar las injusticias solo por tenerla a ella, eso si podía fiarse de su palabra, claro.

— ¿Y si no elijo ir contigo?

— Eres libre querida mía, pero no me elijas, y las cosas continuarán como siempre lo han hecho, excepto que ya no podrán reclamar ninguna seguridad o santuario. Yo me encargaré de que todas las gitanas de París sean quemadas en la hoguera. Tú serás la última, así vivirás el tiempo suficiente para ver a tu pueblo morir, retorciéndose en llamas y dolor.

Estaba muy cerca de ella ahora, jadeando de rabia, con un solo mechón de pelo gris colgando sobre su ceja fruncida. Esmeralda retrocedió un paso, con la boca abierta en estado de shock.

—¡Eres un monstruo! ¡Maldito! —gritó, tirando de su chal más firmemente alrededor de sí misma.

Frollo se enderezó y se volvió a alisar el cabello hacia atrás, respirando profundamente en un intento de autocontrol, como si de pronto quisiera recobrar la composura perdida y mostrarse digno.

— Te he dado una elección razonable, gitana. Piensa de mí lo que quieras, pero no nieges mis esfuerzos por hacer la paz.

—¿Hacer la paz?— Escupió la muchacha. — ¿Sometiéndome a hacerme su criada personal? ¡Nunca complaceré a sus caprichos!

Esmeralda se dirigió hacia la puerta y se encaminó casi corriendo por la escalera. Su mente era un nubarrón y algunas de las vocecitas en su cabeza le decían que ella era la que había traicionado a su gente por no realizar este sacrificio. Pero su corazón e instinto le decían que huyera. Y rápido.

Frollo no podía dejarla ir, pero no llamó a la guardia. La siguió él mismo.

—¡Espera!— le gritó. Quiso sonar furioso, pero su tono se difuminó a uno suplicante.

Ella se giró furiosa casi deslizándose por las escaleras de piedra, dispuesta a encararlo y a luchar si hiciera falta.
Para su gran conmoción y consternación, Frollo estaba más cerca de lo que pensaba: la agarró por los hombros y la atrajo para propinarle un beso en los labios.
Los ojos de Esmeralda se abrieron de par en par.
Su boca estaba pegada contra la suya, creando una sensación áspera pero tampoco indeseable; no haciendo bien, pero tampoco haciendo mal.

Esmeralda no pudo pensar la razón en ese momento, pero cedió tan solo un segundo. Cerró los ojos; permitió que sus labios se movieran en sintonía con los de él.
Y luego se sintió completamente violada y decidió separarse.

En el breve momento en el que sus ojos conectaron, Frollo le suplicaba. Parecían mirar su alma.
Esmeralda se volvió y bajó corriendo las escaleras hacia la oscuridad, con la piel ardiendo como el fuego del infierno, bajo la mirada anhelante de aquella sombra del campanario.

Fin

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No sé si me ha quedado bien del todo, pero bueno xd

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