¿Real o Imaginación?

¿Cómo distinguimos lo real de lo imaginario?

¿Cómo saber si el mundo en que vives es real?

Y si la vida que llevas es producto de tu imaginación y todo lo que ves a tu alrededor solo es producto de tu mente. ¿Y si todos vivimos vidas distintas producto de lo que creamos?

Preguntas como esas rondaban por la mente de Sarah mientras miraba el televisor en su cuarto, las noticias hablaban sobre un acontecimiento que ocurriría en la noche y no había sucedido desde hace mil años, y era la alineación de Saturno, Júpiter y el Sol.

Sarah contemplaba las pastillas que había recetado el psicólogo, luego de investigar descubrió que lo indicaban para personas esquizofrénicas. ¿Acaso eso era ella?

Desde pequeña Sarah veía cosas que ningún niño veía; hadas, duendes, amigos imaginarios. Sus padres muy idealistas les encantaba pensar que su hija tenía poderes sobrehumanos, ¿Era eso, o solo tenía una imaginación muy activa?

Pero mientras los años pasaron su gran imaginación comenzó a ser el origen de que otros niños la molestaran y se burlaran de ella. Lo cual produjo que la misma Sarah buscara ayuda psicológica pensando que tal vez había algo mal en su cabeza, pero en verdad las medicinas no habían hecho ningún efecto en Sarah, pero si decía la verdad seguramente aumentarían la dosis y lo único que le producían esas pastillas era dormirse en todas partes.

― ¿Sigues dándole vueltas al tema? ―preguntó Asbel.

Apareció la primera vez que Sarah pensó que se había perdido en el bosque que estaba en el fondo de su casa, en el campo; le hizo compañía hasta que su casa estuvo a unos simples pasos.

Se dio cuenta que era imaginario cuando aparecía de la nada cuando ella mas necesitaba de una compañía; al principio le hacia mucha ilusión tener un amigo para ella sola, pero mientras pasaban los años el seguía ahi, con ella, creciendo juntos, ¿Cómo era posible? ¿Acaso era normal tener 20 años y seguir teniendo un amigo imaginario?

Estuviera loca o no, Sarah aprendió a vivir con lo que veía, así como aprendió a no comentarlo con nadie, y así evitar ser el centro de las burlas y miradas extrañas.

― ¿Y si estoy loca? Tu jamás me lo dirías, para ti es mejor si te sigo imaginando.

― No estas loca ―dijo sentándose al lado en su cama―, y todo lo que he hecho es para tu bienestar.

― Lo sé, tal vez por eso te sigo imaginando ¿No? Eres mi refugio, y no quiere perderte.

Asbel suspiro cansado.

― Tu jamás me perderás, ya te lo he dicho, aunque tomes diez mil pastillas, siempre estaré aquí, incluso si no me ves, estoy contigo ―sonrió cálidamente―, pero deja de tomar eso ¿Sí? Te enfermaras de verdad.

Sarah asintió y volvió a meter el pequeño frasco en su bolso.

Miro los brillantes ojos verdes de su amigo y sonrió. Incluso era rubio y apuesto como el chico de sus sueños. Era increíble como la mente podría producir cosas para la satisfacción de si misma; o eso era lo que ella opinaba.

― ¿Cómo podre distinguir lo que es real en mi vida o no?

― La realidad es subjetiva, y cada persona tiene su propia percepción de ella. Lo importante es encontrar equilibrio entre lo que sientes en tu corazón y lo que percibes en el mundo que te rodea. Si algo te hace sentir vivo y te brinda alegría, ¿Importa si es real o imaginario?

― ¡Claro que importa Asbel! No quiero que la gente piense que estoy loca.

Sarah quiso empujarlo por la tontería que había dicho, pero como siempre su mano lo traspasó.

Asbel rio con pesar, muchas veces él mismo hubiera querido abrazarla para reconfortarla en los momentos difíciles, pero simplemente nunca habían podido tocarse.

"Que loco", pensaba Sarah, su mente creaba a alguien tan real y vivido, pero no podía imaginar la ilusión de como seria un abrazo de su mejor amigo.

― Bueno, se hace tarde, voy a bañarme.

― ¿Aun planeas ir a esa fiesta?

Sarah entro al baño ignorandolo completamente.

Al salir comenzó a vaciar su closet con emoción, tratando de decidir que se pondría esa noche, ya que el grupo de la banda la había invitado a una fiesta. Era la primera vez que la invitaban, lo cual le hacia mucha ilusión, sobre todo al haber sido Alexandre, el chico que le gustaba, quien hubiera hecho la invitación.

Sarah se miraba en el espejo sobreponiendo uno y otro conjunto de ropa, sobre ella visualizando como luciría.

― No deberías ir.

― ¿Vas a seguir con eso? ―dijo continuando viendo su reflejo en el espejo con emoción.

― Siempre estaré para guiarte.

― No tenía idea que sabías de moda, ¿Vas ayudarme a escoger que ponerme? ―bromeó.

― Estoy hablando en serio, no deberías ir a esa fiesta ―le respondió serio, lo cual llamo la atención de Sarah, ya que el nunca era así.

― ¿Y tú que sabes de fiesta? Nunca has ido a una ―dijo mirándolo cara a cara.

― Se lo mismo que tu sabes, recuerda que estoy en tu mente, se sobre el alcohol, aunque nunca he bebido; se sobre las drogas, aunque nunca las haya probado; y se que habrá de todo eso en la fiesta, así como tu también lo sabes.

― No te preocupes, yo no consumiré nada de eso ―respondió girándose para volver a mirarse en el espejo.

Era una chica linda, ello lo sabia, pero había sido el blanco de tantos ataques en su niñez que se había vuelto una adulta seria y retraída con las demás personas, haciendo que tuviera pocos amigos.

Todo era diferente con Asbel.

Cerca de él, Sarah podia ser ella misma, alegre, infantil, incluso vanidosa, porque sabia que el no se burlaría en ninguna circunstancia de ella.

Son las ventajas de que tus amigos sean imaginarios ¿No? Solo pueden decir lo que tu quieres que digan.

― Hay personas que saben como manipularte para llevarte por el camino que no es.

― Asbel, iré a la fiesta, deja de ser aguafiestas, ni siquiera se por que estas aquí, ahorita no te necesito.

Y con esas palabras la imagen de Asbel se esfumo de la vista de Sarah. A veces se sentía orgullosa sobre el poder que tenia sobre su mente, con solo unas palabras podia hacerlo aparecer y desaparecer a su antojo.

Terminando de arreglar sus cabellos cobre, ordenó con rapidez el desastre que había dejado en su habitación, y salió con decisión de su casa despidiéndose de sus padres, aunque como de costumbres ellos no le prestaron mucha atención.

Sarah no había concluido si era algo positivo o negativo que sus padres fueran tan desprendidos con ella. Aunque nunca le falto nada, desde que había llegado a la mayoría de edad sus padres soltaron las riendas y no prestaban mucha atención a lo que hacia o dejara de hacer; según sus propias palabras "Ya habían cumplido su trabajo de criar".

Por suerte los valores inculcados durante su niñez habían sido suficientes para ella, responsable con sus deberes, caritativa e inteligente; esas eran las mejores cualidades que Sarah consideraba para ella misma.

***

El taxi la dejo enfrente de una discoteca moderna, con luces de neón que cegaban a cualquier que pasara a menos de cien metros de distancia.

Al entrar, la música perturbaba tanto como las luces, sobre estimulando los sentidos de Sarah.

Fue difícil conseguir a alguien conocido entre tanta personas bailando por todo el lugar. Mientras se abría pasado entre el tumulto, una mano firme la tome de la muñeca.

― ¡Sarah!

― ¡Alex!

― Me alegro de que hayas venido.

El chico la abrazo con seguridad, logrando terminar de perturbar la mente de Sarah por completo. Al menos esta perturbación era mucho mas agradable para ella; muy pocas veces había logrado ilusionarse con algún chico, ya que a los pocos días hacían o decían algo que Sarah terminara desencantada. Pero Alexandre había logrado mantener una alta estima en Sarah por varios meses: Un prodigio musical, miembro de una orquesta, ayudante en un voluntariado y como si no fuera suficiente, era de esos chicos pelirrojos, caucásicos muy atractivos.

― ¿Cómo negarme a una invitación del gran Alexander?

― Tienes razón, nadie me dice que no.

Sarah sonrió. Simplemente cualquier cosa dicha o echa por Alexandre, parecía ser todo lo que estaba bien.

― ¿Quieres bailar o prefieres tomar algo?

Sarah dudo unos segundos, nunca había bailado en pareja y menos tan cerca uno del otro, pero comenzar a beber tan temprano parecía mucho mas riesgoso que pisar los pies a Alexander.

― Me gustaría bailar, pero no se muy bien como se baila... esto...

Sarah miro su gente alrededor, las chicas meneaban las caderas con seguridad y soltura, y los chicos aprovechan para disfrutar de las siluetas que bailan para ellos.

― Tu solo déjate llevar por la música, no debe ser difícil para un profesional del arpa.

― Dijiste bien, arpa. Estoy acostumbrada a la música clásica, no a este estilo tan ruidoso.

― Mientras haya ritmo y melodía es lo tuyo, lo llevas en la sangre.

Alexandre jalo a Sarah adentrándose mas entre la multitud. Comenzó a bailar con soltura, mientras Sarah solo lograba marcar con los pies el ritmo adecuado, sin lograr que su cuerpo se liberara a las tentaciones que la música prometía.

Alex la tomo por las caderas pegándola a su cuerpo, haciendo que la chica se balanceara a su mismo ritmo y se sonrojara. Luego de varios minutos de Sarah haciendo su máximo esfuerzo por seguir los movimientos de su pareja, logro desenvolverse con facilidad, recibiendo la permanente sonrisa de su pareja que la alejaba de las incertidumbres y actitud vacilante.

Al notar que Sarah estaba mucho mas relajada, el chico aprovecho el momento para robarle un beso. Sarah asombrada sintió como la temperatura su cuerpo subía en una agradable calor por la reacción de lo inesperado, tan inesperado que jamás hubiera pensado que Alexander fuera el tipo de chicos que besara una chica de buenas a primeras, lo cual se convirtió en la primera decepción de la noche.

Sarah separo sus labios lentamente, con temor a que Alex pensara que le había desagradado.

― No esperaba eso ―confesó.

― Lo siento ―dijo con una sonrisa que quiso pasar por tímida, pero no transmitía ningún rasgo de vergüenza―, desde hace mucho tiempo he estado controlándome.

Sarah sonrió por cortesía, pero en ese momento la imagen de Asbel apareció detrás de Alexander con una mirada penetrante y seria.

La chica retrocedió por la impresión, pestañando varias veces hasta que la imagen se esfumo.

― ¿Estas molesta? ―preguntó el chico sin sospechar lo que pasaba por la mente de Sarah.

― No, no, esta bien, es que me maree un poco, el volumen de la música me tiene algo aturdida.

― Ven, te llevare a un lugar mas silencioso.

Sarah se dejo llevar por Alexander mientras su mente no podia sacar de su cabeza la mirada de Asbel, nunca le había pasado algo parecido, que apareciera sin consentimiento y la mirara de esa manera.

La pareja se sentó en una terraza que daba al exterior, donde la música se escuchaba mucho mas lejana, y podían hablar tranquilamente. Alexander pidió bebidas para ambos y aprovecho la oportunidad para hablar sobre sus conocimientos en música, ya que había notado que con esos temas lograba impresionarla.

Sarah solo había tomado un vaso, pero comenzó a sentirse raramente mareada, aunque no estuviera muy acostumbrada al alcohol, no era normal que un solo trago le hiciera ese efecto. Pestañeo varias veces a ver si el mareo se aliviaba, pero todo seguía dando vueltas.

― ¿Estas bien? ―preguntó Alexander notando su rostro preocupado.

― Creo que no voy a tomar mas ―respondió Sarah con un tono de broma.

― ¿Quieres que te lleve a casa?

― No, esta bien, solo necesito comer algo.

― Ven, te llevare a un lugar más tranquilo.

Alexandre la tomo de la mano y volvieron a caminar entre el bullicio de la gente, que solo le dio dolor de cabeza a Sarah.

Sarah comenzó a sentir un calor extraño, no era un calor del exterior, era mas bien interno. ¿Qué había tomado? Se comenzó a preguntar. Aunque su vida social no fuera muy activa, tampoco era tan ingenua a cómo funcionaba la sociedad. ¿Tal vez su bebida tenía algo?

Alexander abrió una puerta, y al otro lado había una especie de salón VIP, era mucho mas silencioso y privado, era oscuro y parecía no haber nadie, aunque pequeños suspiros comprometedores delataban que en las mesas separadas por cortinas podía haber gente.

Alexander tomo asiento en una de las mesas que tenía forma de media luna y tenia unos sillones corridos, Sarah lo imito.

― Este lugar parece...

― No te preocupes, solo hablaremos y pediré algo para comer.

Sarah solo asintió y por unos minutos fue así; hasta que Alexandre coloco su mano en su muslo, acelerando el corazón de Sarah, ¿Emoción? ¿Nervios? ¿Miedo? No lo tenia muy claro, pero su cuerpo respondía gustoso de aquel estimulo.

El actuó como si no se percatara del asunto y siguió hablando, pero con cada palabra se acercaba mas y mas a ella hasta solo quedar a unos centímetros.

― Me gustas mucho... ―susurró en sus labios.

Pasmada por los sucesos, Sarah no sabia como reaccionar, solo sabia que en cuanto Alexandre unió sus labios su mente se nublo ante las sensaciones.

Sin esperar una respuesta positiva o negativa, Alexander volvió el beso mas pasional e invito a sus manos al juego.

El cuerpo de Sarah disfrutaba de los estímulos, pero en su mente una vocecita repetía que no estaba bien. Apenas y lo conocía, hoy apenas había sido la primera vez que habían hablado mas de 30 minutos, ¿Por que él gusta de ella?

Mientras mas su mente le decía que la situación era extraña, mas su cuerpo adoraba lo que sentia, ¿Por que? No era común, no le gustaba que un chico se pasara mas de la cuenta en la primera cita, y Alexander estaba pasando la barrera de lo que era debido en la primera cita.

Sarah abrió los ojos para ver mejor lo que sucedía, ella estaba casi acostada sobre el sillón, mientras Alexander tenia todo su cuerpo sobre ella, y sus manos peleaban por entrar por debajo de la blusa de la chica.

"Esto esta mal" se repetía.

Por fin separo sus labios de los de Alexander, pero debía de admitir que su cuerpo no quería separarse aun de él.

Por detrás del pelirrojo, Asbel había vuelto a parecer; Sarah se asombro de verlo de nuevo ahi, y mientras lo seguía con la mirada su amigo tomo el vaso que ella estaba bebiendo, lo olió y lo tiró con furia contra la pared.

Por el estruendo del cristal rompiéndose, Alexander se levanto de un salto, mirando a todos lados.

― ¿Qué fue eso? ―pregunto el chico notando el vaso roto en el suelo.

― ¿E-el vaso esta roto? ―preguntó incrédula.

Como un producto de su cabeza podia tomar un vaso y lanzarlo, ¿O había sido ella misma?

― Tal vez lo tumbamos sin querer ―dijo Alex buscando la razón mas lógica, pero el vaso estaba a unos considerables centímetros de ellos.

Sin darle mucha importancia Alexander se giro de nuevo hacia Sarah y le sonrió con picardía, volvió acercarse a ella pero esta vez la chica obstaculizo su camino deteniéndolo con la mano.

― ¿Le echaste algo a la bebida?

― ¿Q-Que?

Sarah analizo su rostro pálido y el sudor frio que intentaba ocultar.

― Yo me voy.

― ¿Por que? Yo no hice nada.

― No dije que hubieras hecho algo ―comento Sarah notando que Alexander intentaba excusarse de algo que aun no había sido culpado―. No me siento bien, y quiero irme.

― Te acompaño.

― No.

Sarah respondió tan cortante que el chico quedo pegado a su asiento sin valor a levantarse.

Al salir de la discoteca no se sentía mejor, continuaba mareada y aun su cuerpo se sentía caliente. ¿Acaso había tomado esa droga que usaban para acostarse con chicas?

"¿Acaso ningún chico es para mí?"

Además de eso sentía una sensación extraña en la espalda, como si la observaran.

Camino por la calles oscuras ignorando la tensión, pero mientras mas caminaba el ambiente se sentía mas pesado y termino girando con brusquedad para ver quien la observaba.

Nada.

― ¿Asbel? ¿Estas ahi?

La calle continuaba en un silencio y oscuridad sepulcral, saco su teléfono para llamar un taxi pero un ruido metálico la alerto.

Miro a todos lados, y si había algo que Sarah se sentia orgullosa de si misma, era que siempre daba la cara, aunque estuviera temblando del miedo.

― ¿Hay alguien ahi? ―dijo tratando de sonar seria.

Nada.

Abrió rápido una aplicación para taxis y mientras peleaba con la app por colocar la dirección de su casa en el mapa un rugido la sobresalto, dejando caer su teléfono.

El rugido había sido muy fuerte y cerca, pero no entendía que clase de animal podría hacer un sonido así.

Recogió rápido su teléfono del piso para descubrir que se había apagado. Trato de prenderlo pero no hacia nada.

― Maldi... ―se detuvo antes de completar la frase.

Dos figuras enormes al final de la calle llamaron su atención, solo parecían unas sombras, pero que podria causar semejante sombra.

Sarah comenzó a caminar intentando mantener la calma, en sentido contrario de aquellas manchas negras. Escucho unos susurros en aquella dirección, silbidos que le ponían la piel de gallina. Acelero el paso, pero mientras mas avanzaba los escuchaba mas cerca.

Se giro para solo encontrarse con unos ojos brillantes saltando sobre ella rugiendo.

― ¡Ahhhh!

Sarah se lanzo al suelo viendo como la bestia caía en frente de ella. Parecía un lobo, pero mas erguido, enorme, robusto y... deforme. Tenia enormes colmillos y se veía completamente aterrador. Miro hacia atrás y la otra criatura era igual a la anterior. Ambas parecían reírse ¿De que?

"Estoy loca, esto no es real" se repetía.

Pero cuando uno de ellos dio un paso hacia ella, la chica comenzó a correr con todas sus fuerzas, en vano.

Uno de ellos la tomo por el tobillo haciéndola caer, golpeándose la cabeza con el asfalto. El monstruo la arrastraba mientras se reía con malicia.

― ¡Suéltame! No eres real ¡No eres real!

― ¿No? ―dijo con voz burlona.

Sarah sentía la sangre bajar por su rostro, presa del pánico solo podia pensar que nada era real, al final si estaba loca.

El monstruo la alzó mientras abría su boca y dejaba caer la baba al suelo. Sarah sentía que todo transcurría en cámara lenta.

De reojo, a su lado, vio a su amigo mirar todo con ojos de pánico, una expresión que jamás había visto en él.

― A-Asbel... ayudame...

Al escuchar esas palabras, el rostro del rubio cambio completamente, sus ojos se arquearon mostrando su decisión.

Una luz cegadora cubrió todo el lugar; Sarah se vio forzada a cerrar los ojos y lo siguiente que sintió fue su cuerpo cayendo al piso.

Unos gritos ensordecedores se apoderaron del lugar, y al abrir los ojos, Sarah vio a su amigo lazando ráfagas de luz a los dos monstruos. Ambos se desvanecieron en la nada, pero a lo lejos se escucharon otros rugidos, y parecían ser mas de dos.

― ¡Corre! ―pero Sarah seguía petrificada― ¡CORRE! ―insistió Asbel.

Sarah se levanto como pudo, pero estaba completamente desorientada. A lo lejos logro ver unas sombras aparecidas a los dos anteriores acercándose a gran velocidad.

― ¡Corre a la iglesia! ―dijo Asbel colocándose de frente a las criaturas que se avecinaban.

¿Iglesia? ¿Cuál iglesia?

Sarah miro a su alrededor, intentando ubicarse; y reconociendo el lugar en donde estaba, comenzó a correr en la dirección mas conveniente sin dejar de mirar cada cierto tiempo a su amigo.

Asbel seguía lanzando rayos de luz manteniendo alejados a los nuevos monstruos que se acercaban, retrocedía lentamente dando chance de que Sarah tomara ventaja. La chica no entendía que sucedía, pero sabia que lo mejor era correr, sin embargo no podia dejar de mirar a su amigo preocupada.

― ¡Asbel!

― ¡Solo corre!

"Esto no es real, a él no le pasara nada".

Sarah se convenció así misma y corrió con todas sus fuerzas, la brecha que tenia en su cabeza seguía sangrando, pero no dejo que la detuviera.

Logro encontrar la iglesia que estaba buscando, pero a pocos pasos, otra bestia que parecía más un gorila la acorraló, obstruyendo su paso. Dio unos pasos atrás, pero de la nada Asbel apareció justo en frente, se veía cansado y débil pero nuevamente con una ráfaga de luz hizo al monstruo retroceder.

― Rápido, entra... ―dijo con voz débil.

Sarah no volvió a dudar y corrió hacia la iglesia; el portón estaba cerrado, pero con una agilidad que le había ofrecido los nervios y la adrenalina, logró escalarlo cayendo del otro lado torpemente, y golpeándose la rodilla.

Se giro para ver que ocurría y vio a Asbel mirándola de reojo.

― No salgas... por nada en el mundo... solo espérame.

Y al terminar de decir esas palabras desapareció.

El monstruo con quien Asbel luchaba corrió hacia Sarah, pero al acercarse al portón, este parecía que lo quemaba.

Los demás monstruos llegaron, todos eran horrendos y tenebrosos, Sarah sentía náuseas al verlos. Pero los demonios al ver a Sarah dentro de la iglesia maldijeron para si mismos y retrocedieron.

Sarah comprendió que esos seres no podrían pasar a un lugar santo, así que sin dudar entro dentro del templo.

El lugar estaba oscuro y daba igual de miedo que estar afuera, pero al menos ahi no habían demonios.

Pasaron horas, y cada cierto tiempo miraba hacia afuera para ver que aun había uno que otros monstruo haciendo guardia, esperando a que saliera.

¿Qué eran? ¿Qué querían? ¿Dónde estaba Asbel?

Recordó las pastillas en su bolso y se tomó dos sin pensarlo. Las pastillas hicieron efecto y pronto el sueño comenzó a ganarle, aunque tenia mucho miedo de quedar desprevenida e indefensa.

― Asbel...

― Duerme... estas fuera de peligro.

Escuchó su voz, aunque no lo vio por ningún lado, hasta que por fin el sueño la alcanzó.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top