Capítulo 2:"Primera semana de preescolar"
Días pasaron convirtiéndose en semana, nada había cambiado radicalmente, los avances entre Tikal y sus nuevos niños evolucionaba pero con Sonic... Iba a paso de gusano.
El erizo seguía sin comunicarse, sin poder adaptarse a su nuevo mundo, y bajo la mesa era su trinchera para escapar de cualquier contacto, la equidna debía esperar paciente a que él erizo mismo diera el primer paso.
Por su parte, Tails comenzaba a aprender nuevas cosas las cuales practicaba en el recreo sin salir del salón todo lo que le llamaba la atención lo iba arrastrando al aula, desde una piedra con forma de estrella hasta un chapulín entre sus guantes, para Tikal era así mucho mas fácil supervisarlo lo que el niño llevaba a su boca.
Sonic seguía bajo la mesa, y su entretenimiento era aquel zorrito moviendo sus colitas de un lado a otro, notaba como el zorro tenia sus maneras de expresarse con el movimiento de estas, si estaba aburrido las golpeaba al unisono contra el suelo en golpes bruscos, si estaba entretenido en sus "investigaciones" las movía una al contrario de la otra lentamente pareciendo que su concentración también llegase hasta ellas, también recién había descubierto que el zorrito agitaba las colas con mucho mas rapidez cuando estaba contento o emocionado y cuando tenia sueño sus colas sobaban sus piernas y brazos como si se auto-arrullase con estas. Aquel Zorrito era su mundo de dos colas bajo la mesa.
En otro salón más avanzado en enseñanza estaba él erizo negro de betas rojas sentado, aburrido y sin nadie con quien distraerse, Knuckles había faltado desde ayer por culpa de un resfriado que se convirtió en una fiebre que lo tiene en cama gracias a que salio con su lider-amigo a jugar a pistolas de agua en su propia casa ya que Shadow no puede jugar en su casa debido al bulto llorón que tiene de hermano. Miraba a la ventana esperando el receso para ir a jugar a la pelota y conseguir algunos amigos para eso y tal vez... Para otra cosa, el erizo miraba mas allá a lo lejos, en los barrotes de colores de la puerta, en la pared pintada con dibujos infantiles, deseaba una aventura, el estar encerrado de su casa al kinder comenzaba a alterar su quietud.
El receso comenzó, Shadow fue el primero en salir con tanta rapidez que apenas y se le vio salir, tomó el balón y comenzó a jugar sólo para atraer a mas niños, eso siempre funcionaba Shadow atraía admiradores como miel a abejas.
-¿Podemosh jugal contigo?-Pregunto un niño con otros dos a su lado esperando que aquel erizo negro les permitiera ser parte de su juego.
-¿Saben jugar?- preguntó dando una patada al balón haciendo que cayese en sus manos.
-shi, sabemosh no tanto colmo tu.
-Mmm...
El erizo negro afinó la vista para ver al nuevo candidato a amigo percatándose de su altura y robusto cuerpo, parecía perfecto para otra cosa que deseaba hacer. Por esa razón el oso frente a él debía ser su amigo.
-Bien, pero juguemos allá - Señaló un estrecho patio cerca de la pared.
-Bien.
Los niños siguieron a Shadow llegando al punto acordado y allí Shadow lanzó la pelota tan alto que termino saliendo afuera a la calle, Shadow odiaba perder el tiempo su plan no necesitaba tanta introducción.
-Ohh que mal se ha salido el balón. Debo ir por él, no podemos dejarlo afuera.
Los niños se miraron confusos, ¿Qué trataba de decir él erizo con no poder dejarlo afuera? ¿Iría a pedirlo con una maestra?
—Yo voy a pedile a la maista que nos lo de.— Dijo uno de los niños dando media vuelta cuando Shadow le impide el paso rápidamente, sin duda es un erizo rápido.
—No, tu no vas a ningún lado, ¡hey oso! Ayúdame a saltar la barda yo les paso el balón.
Los niños nuevamente se miraron confusos y Shadow con el ceño fruncido no espero respuesta y listo pegado a la barda esperaba que esa bola de pelos se dignara a obedecerle.
—¿Qué no entendiste? ¡Yo voy por el balón solo ayúdame a saltar!
—Pe...pero...
—¡Pero nada! Cállate y ayúdame.
El oso accedió, acercándose con miedo a Shadow agachándose para tomar sus pies y ayudarlo a saltar, Shadow veía ya el balón y aquel hermoso lugar llamado libertad, puso sus pequeñas manos sobre la superficie de la barda y disponiéndose a tomar impulso subió a esta sintiendo él vértigo de la altura lo cual le provocaba una gran emoción.
Pero poco duro esta cuando los tres nuevos amigos comenzaron a llorar a grito asustados llamando la atención de las maestras y demás niños.
—¡¡¡Shadow!!!— Gritó su maestra , una hermosa eriza rubia de nombre María que en un sólo salto tomó al chiquillo devolviéndolo al suelo. —¡¿De nuevo tus fugas shadow?! ¡Por favor no perdonas ni una! ¡Vas a terminar matándome de un susto!
—¡¿Que sucede srta María?! ¿Por qué tanto escándalo?—Llegó entonces la directora del plantel, una mujer flaquisíma a tal punto de "cuero pegado" como Shadow le decía en su mente su figura sin ropa era algo que hacia temblar a quien lo imaginase.
—Disculpe Sra Directora, fue un descuido mio.
—¡Descuidos tantos! Su negligencia a cuidar a este niño problemático y sus banditas están provocando quejas entre los padres de familia. Su erizo necesita disciplina que usted no puede otorgar así que me veré obligada a cambiar el problema y ese es usted.
Shadow miraba la incomoda escena mas le importaba poco, odiaba a todas esas mujeres que lo limitaban a su libertad, deseaba ser grande para poder salir de su casa, vivir solo y sin cadenas ese era su pensamiento ingenuo a la realidad tras los años.
Terminó él calvario pero empezaba otro, en realidad nada era libertad si no podía hacer lo que quisiese, saliendo vio a su tía política una coneja de color beige que portaba una gran sonrisa hacia él, ella al menos era la única que le quería, la única que recordaba que existía otro niño en casa.
En la entrada también estaban las dos mamás del otro día, la zorrita esperando a su dos colas y la eriza a su bebe azul que nada mas verla se echo a correr entre lágrimas.
El día acabó con todos en cama, Tails cobijado entre la esponjosa cola de su madre y Sonic echo bolita entre sus peluches y arrullado por la hermosa voz de su madre que le canta cada noche. Al igual que Sonic otro erizo añora escuchar a su madre al menos darle las buenas noches pero como siempre desde que llego aquel intruso a su vida apenas escucha esa voz solo para regañarle. Cobijado entre sus sabanas se hace bolita ocultando sus lágrimas en él oscuro cobijo de estas.
Fin de semana, día de compras para la mama eriza y su niño de 4 años que correteaba por los pasillos del súper, fuera de aquel lugar con tantos niños, fuera de todo eso era un niño que encantaba correr y superar sus fantasías las cuales era sentir él viento que golpee su rostro, sentir la adrenalina en todas sus púas era sentirse valiente en aquel espacio donde correr era al mismo tiempo volar.
En medio de su corretiza las personas eran obstáculos que esquivaba con rapidez y su madre a grito trataba de frenarlo pero era imposible, esos pasillos eran autopistas para él.
Por otro lado salia de su escondite una oscura sombra que pensaba hacer una fechoría pero otra sombra azul le embistió sin previo aviso haciendo así que una vereda empiece su railo camino.
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