Capítulo 17



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CAPÍTULO 17

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¿Por qué tuvo que detenerse en ese lugar?

Alejé mi extremidad.

Mis mejillas, ante él, ardieron de pena por segunda ocasión en el día. Fue un punto a favor que no pudiera verle la cara en este momento.

—Lo siento. —Procedí a disculparme.

Silencio, uno tan incómodo que remarcó los latidos de mi corazón.

—¿Por qué diablos entraste?

—Pronunciaste mi nombre.

—No quería tocarte. Te prometo que no fue intencional.

—Estoy al tanto de ello —respondió con simpleza.

—Ah, ¿sí?

¿Por qué no sonaba afectado por la situación? Por un demonio, yo me encontraba a punto de echar a correr. En mi mano todavía pude experimentar la sensación de haber tocado... Esperaba que no fuera lo que estaba pensando, pero tampoco me atreví a preguntar.

—Ya sea en alguna presentación o durante los entrenamientos, en el circo siempre había lugar para accidentes, así que puedo estar seguro de que no hubo segundas intenciones —explicó, intentando tranquilizarme. Sin embargo, eso no hizo que me sintiera mejor, sino todo lo contrario—. Pero hay algo que me preocupa en verdad. —Tomó mi mano entre la oscuridad—. Estás temblando.

¿Por qué le inquietaba mi temblor?

Este chico tenía problemas, pero yo más al no pensar con claridad.

Tiró de mí con suavidad, inundando mi cuerpo con una sensación fresca, eterna y agradable. Sin embargo, cuando sus brazos se aferraron a mi cintura con delicadeza, la tristeza también se filtró entre ese gesto inesperado, y el aliento frío que rozó mi oreja me hizo estremecer.

—¿Qué haces? —Mi voz se quebró al finalizar. Su fragancia a canela me aturdía.

—Lo siento. No tendría que ser de esta forma, involucrarte... No quiero contarte nada. No quiero que estés a mi lado, o por lo menos, no de este modo. Zara, para mí, percibir tu calor me hace dichoso. No quiero que vaya a extinguirse. No puedo permitir que algo como eso suceda.

Me había empezado a marear.

¿Por qué todo era tan real y a la vez tan utópico? No lograba comprender por qué de pronto sus palabras me desconsolaban tanto.

—¿Qué sucede? Siento que ocultas muchas cosas, porque en lugar de intentar salir del cuarto o encender la luz, te escondes entre la oscuridad y bajo las sábanas.

—No es fácil.

—No puede ser tan complicado. Estoy aquí. Ambos lo estamos.

—Así es.

—¿Por qué te resulta tan difícil hablarme entonces?

Se inclinó hacia atrás y sostuvo mis hombros con sus manos. Juré ver sus ojos a través de la penumbra, tan inestables como una tabla, fingiendo ser puente.

—Es porque me siento desesperado por tratar de aferrarme a una estrella fugaz —contestó y me aparté. Quería entenderlo, de verdad que sí.

Ashton mantuvo sus manos estiradas hacia mí, y eso lo volvió deprimente.

¿Siquiera había tomado en cuenta cómo me sentía?

—Al igual que tú, no estoy acostumbrada a tocar... Lo que sea, por error. ¿Me dejas pasar? Quiero salir.

—Puedes irte ahora —su aliento en mi nuca me empujó hacia la puerta. Sin embargo, por más que lo intenté, no logré girar la cerradura. El seguro estaba puesto y se negaba a soltarse—. En realidad, soy yo quien debería disculparse de manera adecuada. Lamento profundamente que te hayas visto involucrada en todo esto.

¿Cuántas veces pidió perdón por eso? Ya había perdido la cuenta.

Permanecí quieta, entonces la puerta cedió y pude abrirla.

Sospeché que fue él quien me había estado reteniendo.

—Tienes miedo a contarme la verdad —conjeturé.

—Tu calor —reincidió—, no te haces una idea de lo que puede originar quien, durante tantos años, ni siquiera ha podido volver a patear una insignificante piedra en el camino. No quiero que esa llama, que es tu vida, vaya a extinguirse de repente, Zara. ¿Ahora entiendes a lo que le temo en realidad?

Estaba al tanto de que su deseo no era cargar con el peso de alguna otra muerte.

—¿Es la verdadera razón por la que no me cuentas todo lo que sabes?

—Sí.

—Es evidente que también necesitas de mí, puesto que el medallón no planea dejarme. Pero de repente dices esas cosas como si tu fin, más bien, fuera el cautivarme con palabras. Y antes de que te precipites con algo más, si mal no recuerdo, la primera noche en la cochera, ¿a qué te referías con haberme encontrado?

—Después de sostener el medallón en mis manos, desapareció cuando me alejé, y eso me hizo regresar a ti, la única persona que podía verme. Llegué a creer que todo había sido producto de mi imaginación. Además, gracias al medallón pude encontrarte en menos de tres segundos.

—¿Eso es todo? —Sentí que estaba dando vueltas alrededor de algo grande, pero sin llegar a ninguna parte.

—El medallón solo funciona si estás cerca —reveló, y eso cambió muchas cosas—. Cada vez que se ilumina es porque...

—Algo fuera de cualquier explicación científica está a punto de ocurrir —finalicé por él y asintió—. Entonces, tienes que empezar por decirme lo que sepas. Absolutamente todo con respecto al circo, pero también de ti.

—No logro entenderte. Aunque es evidente que sientes miedo, te atreves a danzar entre los arcos de la vida y la muerte.

—¿Piensas que tengo otra alternativa? Quiero salvar a mi familia, pero tú lo haces más difícil. ¿Es tan malo?, lo que evitas decirme.

—Todavía intento descifrar lo que está pasando.

—Si quieres que confíe en ti, y que las cosas funcionen entre nosotros, tienes que esforzarte. Así como, por lo menos, yo intento no desmoronarme desde lo sucedido en la feria.

—A partir de ahora hablaré de todo lo que sepa, lo prometo.

Y ante eso, se me ocurrió ponerlo a prueba.

—Sobre tu muerte... ¿Qué sabes al respecto?

—Eso es un poco cruel, ¿no lo crees?

—¿Y acaso tú no lo has sido conmigo?

—No la recuerdo —admitió instantes después—. No tengo memorias de cómo sucedió. En mi mente solo hay un baúl y una persona: Reidar.

—¿El demente de la estación?

—Él mismo. —Le tomó un momento confirmar, y quise pensar que fue por cómo lo llamé.

—Entonces, ese es un motivo para empezar a movernos. —Salí del baño.

En la habitación de Thomas me puse las Converse a la velocidad de un rayo, y poco antes de cruzar el pasillo, Ashton se antepuso a mi camino.

—Esa es una razón importante —apresuró, como si necesitara soltarlo antes de arrepentirse—. La misma por la cual, debes mantenerte alejada de él.

—¿Hay algo más que quieras decirme? —Me crucé de brazos.

Sin mucho ánimo, respondió:

—Reidar fue uno de los trapecistas.

Con eso pudo helarme hasta los huesos.

Pensé en la sombra del gimnasio, en la caja musical y... Todo encajó bastante bien, a excepción de un detalle en particular: Reidar seguía con vida.

—¿Qué posibilidad existe de que él tenga otro medallón? —pregunté, y se lo pensó—. ¿Podría responder a sus malas intenciones?

—Mi padre era el dueño de los tres medallones. Solo él podía otorgar el permiso para que otro pudiera emplear la magia de los mismos. Reidar ya tenía esa autorización, al igual que todos los del elenco, por el simple hecho de formar parte del circo durante generaciones. Incluso sus descendencias hubieran obtenido tal permiso al nacer.

Si bien era cierto que Reidar también podía usar los medallones del modo en el que Ashton lo hacía, eso lo convirtió en el sospechoso principal.

Mis deseos por saber lo que ocurrió con ese circo eran más grandes que cualquier otra cosa, incluso que el hambre que padecí cuando Thomas volvió a gritarme desde el piso inferior.

—Es mi turno de hacerte una pregunta —apresuró Ashton.

—Suéltala.

—¿Quién fue el remitente del obsequio?

—Llegó en nombre del circo. ¿Crees que pueda ser alguna pista?

—La caja le pertenecía a uno de los trapecistas. Es lo único que sé —respondió.

—¿Quién era Sir...? —Guardé silencio antes de terminar. No me atreví a pronunciar su nombre artístico otra vez.

—¡Zara! —Thomas se escuchaba molesto.

—Debes comer algo —Ashton adelantó—. Pronuncia mi nombre, y estaré a tu lado en menos de un pestañeo.

Me quedaba claro que era capaz.

Me alejé de él y, poco antes de bajar por la escalera, escuché su voz tarareando una melodía que aceleró los latidos de mi corazón. Sus cuerdas vocales me transmitieron una sensación agridulce, una combinación entre el miedo y la tristeza.

Era posible que él se sintiera de esa manera en este momento.


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Ya es un progreso. Para quienes leyeron la primera versión, ya se habrán percatado que la relación entre Ashton y Zara avanza un poco diferente 😅


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