Parte III.- Mur Dhu.

Cayó la noche, el bullicio del bar disminuía poco a poco. Aún me encontraba sentado en aquella sala, mirando las runas que estaban en mi muñeca pensando en lo que acababa de pasar. Esto no era para nada lo que tenía planeado, pero al final terminé aceptando todo lo que pasó y ahora tenía estas extrañas runas luminosas tatuadas en mi muñeca.
Honestamente pude haberme negado, pude haber salido de aquel bar en vez de mostrar mis poderes a aquel enano, pero por alguna razón me sentía mal faltando a la promesa que le había hecho a Sora.
Si, lo sé. Técnicamente yo no prometí nada, pero algo dentro de mí me hacía sentir empatía y cariño por aquel chico. Tal vez los sentimientos más fuertes de Aldric también terminaban impactando en mí. Me pasó con Aranis y ahora con Sora. Debía ser cuidadoso, de no serlo esto podría llegar a ser peligroso para mí en un futuro. Aunque, pensándolo detenidamente, ya había pasado ese punto. No es como que ese dichoso torneo fuera a ser muy seguro, de hecho, con el simple hecho de negarme a participar, las runas en mi muñeca podrían matarme.
Mi única consolación era que de todos modos mi vida peligraba fuera del torneo. Según los pocos recuerdos que había visto, varias veces nuestro dúo estuvo cerca de la muerte y todo por unas cuantas monedas.
Sora entró a la sala y se acercó lentamente a mí.
- No te estarás arrepintiendo, ¿Verdad? - dijo con una sonrisa burlona.
- No. - le dije, aún incómodo de entablar una conversación con él.
- Bueno... - dijo el chico algo extrañado de mi actitud tan seca, tal vez, pensando que podía estar molesto con él. - Se que no quieres hacerlo... - empezó a decir con un tono más serio, algo raro en él. - Gracias de verdad. No sé qué más decirte, así que.... Te dejo un rato solo... Solo quería decírtelo...
El chico salió sin esperar respuesta de mi parte. Algo me decía que la forma en la que me agradeció era la manera más sincera de expresar sus sentimientos hacia su antiguo amigo, lo que me hizo sentir un extraño nudo en la garganta.
Salí de aquella sala y me dirigí a la habitación que frecuentaba Aldric en el segundo piso del bar. Al entrar, pude ver las pocas pertenencias que él había dejado. Algunas armas y ropa más que nada. Me acosté, cerré los ojos y sin darme cuenta me quedé dormido.

Aún faltaban 7 días para el evento, así que dediqué mi tiempo a recopilar toda la información posible del famoso torneo. Al parecer era un evento bastante popular, pero para mí mala suerte a Aldric le daba muy poca importancia hasta que su amigo le propuso participar, y por ello la información que tenía, solo era la vaga descripción de Sora.
Después de 3 días de ardua investigación pude reunir la siguiente información:
La cumbre del campeón era un evento anual que duraba aproximadamente 4 o 5 meses. Este evento era el principal entretenimiento de la gran ciudad de Eldiora. Gente viajaba de lejos solo para poder ver este histórico evento (solo aquellos que se pudieran permitir pagar tanto tiempo de alojamiento en uno de los reinos más grandes del mundo por casi medio año, claro está.).
Era llamado torneo debido a la forma en la que se llegaba a ser un "ganador", ya que manejaba un sistema de puntos el cual determinaba el lugar de los participantes.
Estos eran rigurosamente elegidos por un gran comité conformado en su mayoría por antiguos participantes del torneo. Dichos integrantes, generalmente habían sido antiguos caudillos o habían estado muy cerca de serlo y gracias a su gran desempeño en el torneo se ganaban un lugar como organizadores o evaluadores.
Y a todo esto, ¿Qué demonios era un caudillo?
Era de lo único que oía hablar antes de saber de qué iba el dichoso torneo, y cuando averigüé que era, honestamente quedé algo decepcionado.
Resulta que el torneo puede terminar sin tener un campeón. Llegado el momento, cuando tengas cierta cantidad de puntos puedes retar a un caudillo, que son los 5 participantes con más puntos de la clasificación. Estos caudillos pueden estar en constante cambio en el periodo que dure el torneo, o, pueden mantenerse por varios años en ese puesto hasta que llegue alguien en futuros torneos que logré derrocarlos.
La forma de ganar puntos era muy variada. En ocasiones se organizaban eventos especiales como cacerías de monstruos, combates por equipos, u otros juegos de guerra aleatorios. La forma más fácil (pero peligrosa) de ganar puntos era por medio de un duelo a muerte. Estos duelos eran el principal atractivo del torneo para los espectadores, ya que en cualquier momento un participante puede retar a otro (el cual está obligado a aceptar), y el que gana se queda con los puntos del otro. Suena atractivo, pero la única condición para la transferencia de puntos es que uno de los dos lados debe de morir obligatoriamente (de ahí el nombre), en caso contrario los puntos de ambos se quedan como estaban.
En el tiempo que dure el torneo, todos los participantes recibirán un premio en metálico proporcional a los puntos ganados en una semana. También tendrían acceso a un lugar donde vivir, que variaba dependiendo sus lugares en la clasificación. La única condición para mantenerse en el juego era generar al menos 1 punto diario o de lo contrario serán descalificados.
El objetivo principal es obtener el puesto de caudillo y defenderlo hasta el final, ya que al obtener este puesto (además de que tienen los mejores alojamientos, una paga constante, y otros beneficios que no pude averiguar), no están obligados a generar punto alguno y no pueden ser retados a duelo a menos de que el retador tenga la misma cantidad de puntos o los supere.
Los duelos entre caudillos y participantes variaban dependiendo completamente del reto que pusiera el caudillo, lo cual era una clara desventaja para el participante, ya que el caudillo decidía las reglas del desafío y obviamente lo hacía siempre a su favor. Por eso, la única forma de tener un duelo "justo" era lanzando un reto a muerte. Aunque claro, tenía ese pequeño problemita de la muerte obligatoria.
Obviamente este torneo era importante para Eldiora debido en su mayoría, al gran flujo de dinero gracias a las apuestas legales e ilegales que se hacían durante el evento.
Actualmente había un coliseo en la ciudad, en dónde se llevaban a cabo la mayoría de los eventos, y también en este lugar residían los participantes y los caudillos.
Participar no siempre era sinónimo de morir, claramente había un riesgo enorme pero no necesariamente era una muerte segura. Razón por lo que era tan atractivo participar. Ya que se podía ganar una cantidad muy buena de dinero, se podría vivir un tiempo sin preocupaciones y todo sin la necesidad de estar obligado a jugar para ganar. Aunque siempre existía el riesgo de que entrara un participante dedicado a lanzar retos a muerte a varios novatos para ganar puntos, ya fuera para ganar dinero fácil o escalar de manera constante en el tablero. Está gente era rara, pero se habían dado casos en los que las primeras semanas del torneo, eran verdaderos baños de sangre.
Y como último punto importante, era posible participar de forma individual o en equipo, siempre y cuando siempre hubiera un representante. De esta forma los demás integrantes serían el soporte del líder (no había límite de participantes por equipo), y en caso de que el equipo recibiera un desafío a muerte, el único que podía participar era el líder (a menos de que fuera contra un caudillo, en ese caso todo el equipo podía participar).
Al final todas estas reglas podrían o no aplicar para este año, aunque generalmente las dinámicas cambiaban muy sutilmente año con año, así que podía confiar en que este año sería casi igual.
Ahora que sé que esperar puedo prepararme un poco para el evento. Mi prioridad ahora mismo es comprar equipo adecuado para Sora y para mí, ya que una vez entrando al coliseo no se permite salir bajo ningún concepto hasta ser descalificados y además todo el equipo (armas incluidas) que se lleven al momento del ingreso, podrán ser usadas en todas las pruebas realizadas durante el tiempo que se participe.
Salí de mi habitación y bajé a buscar a Sora en el bar. El lugar estaba a reventar como de costumbre, pero era fácil encontrarlo sabiendo donde buscar. Me acerqué a la barra escabulléndome entre las personas y lo vi en un extremo de la barra, sentado mientras coqueteaba con una hermosa chica, que por su túnica blanca delataba que era una especie de sacerdotisa. Ella se veía hipnotizada por las palabras de Sora, claramente era una chiquilla sin experiencia, justo como le gustaban. Me acerco a él y le doy una pequeña palmada en el hombro.
- Vamos, hay que comprar algunas cosas. - el volteo a verme y al escuchar mi solicitud, el abrió los ojos sorprendido y emocionado. Se despidió de aquella chica que no pudo evitar poner una expresión de decepción al verlo partir.
- De verdad se ve triste...- le digo sonriendo con un tono un tanto burlón mientras salíamos caminando del bar.
- ¿La puedes culpar?, se perdió de todo esto. - me respondió sonriente mientras señalaba su propio cuerpo. - ¿Y entonces, a dónde vamos?
- Pensé en comprar algo de equipo con el dinero que tenemos, después de todo ya no lo podremos ocupar, así que será mejor darle un buen uso.
- Te lo estás tomando en serio, ¿Eh? - me preguntó con una sonrisa en el rostro.
- Si vamos a hacerlo, hay que hacerlo bien.
Seguimos caminando entre los locales, y puestos abarrotados de la ciudad por varios minutos.
Al llegar a la armería que Aldric frecuentaba, me sorprendió ver la cantidad de armas y armaduras diferentes que había. Tuve que revisar varias veces entre los recuerdos para saber un poco más sobre lo que estaba mirando, hasta que Sora me interrumpió.
- Y entonces... ¿Qué tienes en mente?
- Bueno, considerando el presupuesto que tenemos. Supongo que podemos comprar al menos una armadura para cada uno.
El herrero, un hombre corpulento con enormes brazos, supongo que por tanto trabajar con el martillo, se unió a la conversación al escuchar que buscábamos equipo.
- Señor Hawke, me alegra escuchar que por fin comprará algo en mi maldita tienda. Siempre viene a vender material y a dejarme sin un solo penique. Será bueno recibir algo de todo el dinero que le he dado. - dijo el herrero con un tono amable y educado, pero a la vez un tanto grosero.
Su peculiar comentario me tomó por sorpresa, y no supe cómo contestar. Por suerte Sora fue el que le contestó primero.
- Calla, viejo. Gracias al material que te traemos es que mantienes a flote tu pocilga.
El herrero salió del mostrador y se dirigió a nosotros, tenía una apariencia intimidante y su cara de enojo hizo que me pusiera en guardia.
- ¡Jajaja! Me alegra verlos aquí de nuevo, muchachos. - Dijo mientras me daba una juguetona palmada en la espalda, la cual hizo que casi perdiera el equilibrio y cayera de frente por la fuerza de aquel hombre. Sora sonrió y siguió hablando.
- Bueno, de hecho, buscamos equipo para participar en el torneo. -contestó Sora mientras se sentaba en el mostrador de un salto.
Aún algo confundido, bajé la guardia y esbocé una tímida sonrisa.
-Ya veo. Así que participarán en la Cumbre. -dijo pensando el gran hombre. - No lo esperaba de usted, señor Hawke.
Solo pude levantar los hombros en respuesta.
- Bueno, en todo caso necesitan buena protección y tal vez algunas armas... - dijo el herrero mientras se dirigía de nuevo detrás de su mostrador.
-No tenemos mucho presupuesto... -le dije al ver lo entusiasmado que estaba mientras sacaba toda clase de equipo.
- ¡Jaja! ¡Tonterías! Si usted va a participar en el torneo estoy seguro de que llegarán a ser caudillos... Y si eso pasa... ¡Quiero que me consideren como su herrero personal! ¡Eso me traerá montones de clientes, jaja! - exclamó entusiasmado.
-Bueno... Supongo que eso no será problema...
- ¡Perfecto! Entonces consideren el equipo que les dé hoy como una muestra de nuestro nuevo convenio.
El hombre dejó de buscar entre las cosas detrás del mostrador y atravesó la puerta que estaba a sus espaldas. Su voz resonaba hasta donde estábamos nosotros.
- ¡Lo que necesitan además de protección, es resaltar entre todos los participantes! ¡Y tengo algo perfecto para eso! - el hombre salió con un semblante triunfante y coloco sobre el mostrador un traje de lo que parecía ser cuero de color negro, y unas piezas metálicas también de color negro. -Hermoso, ¿No? ¡Les presento a Mur Dhu! - dijo con orgullo.
- ¿Qué estamos viendo exactamente? - dijo Sora sin temor a preguntar lo que yo no pude por miedo de ofender a aquel enorme hombre.
- ¡Jaja! ¡Esto es genuino cuero de dragón negro, chico!
- ¿De un dragón mágico? ¿De dónde sacaste esto, anciano? - dijo Sora sorprendido mirando más de cerca la armadura. - Entonces esas piezas no son de metal, ¿cierto?
-Así que no tienes la cabeza tan hueca como pensé. -dijo sonriendo mientras ofrecía las piezas a Sora. - Así es, estas son escamas del mismo dragón. -dijo el herrero con un notable orgullo en sus palabras.
- ¿Por qué no nos mostraste esto antes? -le reprocha Sora, mirándolo con cierto rencor en su mirada.
- ¿Crees que valen un par de monedas de oro? ¡No me hagas reír, chico! Jamás se las hubiera ofrecido a un par de vagos como ustedes, sin ofender. - dijo el hombre mientras me lanzaba una mirada con un poco de arrepentimiento por su comentario, pero yo lo había ignorado por completo por estar tan absorto en mis pensamientos viendo aquella magnífica pieza.
Un dragón negro... Según la información que tengo, los dragones suelen ser criaturas extremadamente raras. De hecho, hace muchísimos años no se ve uno con vida. Aunque no siempre fue así, ya que es bien conocida la gran guerra de Eldiora contra una legión de estas bestias (de hecho, ahora que lo pienso, supongo que esa era la razón de tener muralla tan alta). No sé bien la razón por la cual se desencadenó el conflicto, pero sé muy bien que desde esa época la palabra dragón se había convertido en un sinónimo de peligro para todo el mundo.
Los dragones estaban tan rodeados de misterios que muchas cosas sobre ellos eran puestos en duda, a tal punto de que en la actualidad su existencia era cuestionada por un gran número de personas a pesar de todas las pruebas que demostraban que alguna vez existieron.
Y con respecto a los dragones negros, eran aún más raros. Tengo entendido que, dependiendo el color del dragón, era la afinidad que tenían. Los rojos exhalaban fuego, los azules hielo, etc. Los negros en particular tenían una afinidad mágica primigenia o Arcana, ósea magia pura.
¿Y qué hacía tan especial a esta armadura? Pues técnicamente, todo elemento expuesto a magia primigenia usualmente era utilizado para potenciar la magia del usuario.
Y considerando que en este mundo la gente con afinidad mágica era rara, las piezas que potenciaban la magia eran increíblemente raras y muy buscadas, y a eso habría que sumarle que la pieza estuviera hecha de un animal igual de raro. De verdad entendía por qué el herrero jamás nos mencionó antes su existencia.
-Esto... Es demasiado. ¿De verdad nos lo darás sin más? -le pregunté genuinamente preocupado.
Sabía que una armadura así podría resolverle la vida a cualquiera si la vendía a la persona correcta.
-No tienes porqué preocuparte... Se lo que vale, no soy idiota. Pero me gusta mi trabajo, y jamás tuve una familia, así que el dinero no es algo que me preocupe. Mi sueño es hacer que mi trabajo trascienda a través de los años. Quiero ser recordado... Pero no puedo hacerlo solo, necesito de alguien que pueda mostrar de lo que son capaces mis creaciones... Y creo que tú puedes ayudarme a conseguirlo.
Una chispa de ambición se encendió en los ojos de aquel hombre. Podía sentir como su determinación me iluminaba y sentía una ligera oleada de motivación. La conexión que tuve con el herrero fue interrumpida por Sora.
-Entonces, ¿tú hiciste la armadura?
-Ah... Si, hace años realicé el traje de cuero. A pesar de ser uno de mis primeros trabajos debo decir que fue uno de los mejores. Las escamas las forje hace poco, ya que antes no tenía las herramientas adecuadas para hacerlo. -dijo el herrero saliendo de su trance. Entonces volteo para verme y me dijo. - Deberías probarla.
Tomé la armadura y fui a en la parte trasera del local donde me indico. Me la puse y curiosamente me quedó perfecta. Las piezas de cuero eran bastantes cómodas a pesar de lo duras que eran al tacto. Casi podía sentir como tenían pequeños espacios entre las escamas que se juntaban o separaban según mis movimientos musculares, casi se sentía como una segunda piel, además de sentir una ligera capa mágica a mi alrededor una vez que entro en contacto con mi maná.
Tome las 5 piezas de metal, y estás se sentían bastante frías al tacto, mucho considerando el clima templado que hacía. Me puse las botas, la greba, el guantelete y la hombrera derecha.
Tenían una apariencia bastante agresiva, especialmente el guantelete que emulaba perfectamente la temible garra de un dragón. Este se extendía desde la punta de las afiladas garras hasta llegar casi hasta el hombro donde se juntaba con la pequeña hombrera que tenía una apariencia similar. Las botas eran bastante sencillas y ligeras, y a pesar de su aguda apariencia eran bastante cómodas. La única pieza a la que no le encontré mucha utilidad fue a la greba. Está se amarraba a mi pierna derecha, y tenía una apariencia bastante lisa a diferencia de las botas y el guante, además de que no veía el sentido en proteger solo una pierna, tal vez un peto habría sido un mejor uso del material, pensé.
Ya preparado me dirigí al local, estaba preparado para sentir algo de incomodidad al comenzar a andar, pero me resultó extrañamente natural. Era casi como no estar usándola, de hecho, me sentía más ligero. Probablemente era efecto de las botas.
Al salir, Sora quedó boca abierto al ver la armadura completa y el herrero me veía con cierto orgullo.
- ¿Y bien? - me dijo sonriendo.
- Es mejor de lo que esperaba, creí que el guante me resultaría incómodo, pero, todo lo contrario. -Le dije mientras abría y cerraba la mano.
- Claro, mientras más poder mágico tenga el portador, más compatible se hace. Te aseguro que el flacucho de tu amigo no podría usar ni una bota jaja. -dijo el herrero en tono burlón.
- ¿A quién le llamas flacucho, viejo? -dijo molesto Sora. - Además, ¿Quién demonios te enseñó diseño? ¿Por qué solo proteges la pierna y el brazo derecho? Es raro ver una armadura tan asimétrica, considerando que se supone que son para proteger... -dijo Sora poniendo la cabeza de lado mientras veía detenidamente la armadura.
- ¡Todas las piezas de esta armadura están perfectamente planeadas y diseñadas, ignorante! Las botas proporcionan velocidad y soporte al movimiento, la greba es un compartimiento mágico para varios accesorios, y el guantelete funciona como catalizador y lanzador de hechizos. Cómo ves, su prioridad no es proteger, eso lo hace la armadura de cuero. Lo sentiste, ¿No? - dijo el herrero dirigiéndose a mí con esta última pregunta.
- Ah... Si... Sentí una ligera capa mágica a mi alrededor...
- ¿Lo ves? Cada pieza está cuidadosamente planeada.
- ¿Qué hay de la hombrera? - dijo Sora con una gran y maliciosa sonrisa, aun buscando como molestar al herrero.
- Bueno... Admito que esa la puse por estética... ¡Pero debes admitir que se ve genial! - grito el herrero al verse acorralado.
- ¡Jaja! ¿De qué hablas, viejo? ¡se ve horrible!
Ambos continuaron con su pelea mientras yo seguía admirando la armadura. Sentía como poco a poco ella se alimentaba de mi maná, pero no me sentía desgastado en absoluto ya que también me hacía sentir con más vitalidad. Era una especie de simbiosis donde ambos nos complementamos el uno al otro.
- ¿Está viva? - susurré sin pensar, haciendo que Sora y el herrero voltearan a mirarme.
- Claro que no... - dijo el herrero aún fastidiado por su discusión con Sora. - Pero está clase de armadura suele mantener parte del alma de la criatura, una vez que te la pones se liga a la tuya y se alimentan mutuamente. Esa es la sensación que debes sentir ahora mismo. Está armadura no le servirá a nadie más después de hoy.
- Entiendo...
- ¿Y no tienes algo así para mí, viejo? - dijo Sora que se mostró algo celoso al ver todas las ventajas de mi armadura.
- Para ti no tengo nada. Tal vez podría darte un traje como el que tienes pero que vaya a juego con el de tu compañero.
- ¿Intentas decir que solo seré su accesorio o algo así? - le replicó enojado
- ¡Accesorio sería decir mucho, jaja!
Ambos continuaron discutiendo otro rato y mientras el herrero se puso a buscar algunas otras cosas para darnos y las colocó en el mostrador.
- Gracias, de verdad. Prometo que le daremos buen uso y cumpliremos nuestra palabra contigo... Pero ¿cómo debo llamarte?
- Mi nombre es Cian.

El proceso para desprenderme de la armadura fue un tanto difícil y algo desagradable. De verdad el hecho de tener esa cosa ligada a mi alma me hacía sentir que me estaba quitando una parte importante de mi cuerpo, fue casi como arrancarme la mano.
Metimos todo a un gran saco y nos dirigimos a la posada. Al llegar, Sora se dirigió con el bartender abriéndose paso entre el mar de gente.
- ¡Oye! ¿Dónde está Mary?
El bar tender lo miró con desagrado.
- ¿Puedes dejarla tranquila? Ya te dijo que no quiere verte.
Me senté a lado de Sora e intenté ver algo de información de estos dos.
Al parecer Sora había tenido una relación con la hija del barista que no había terminado nada bien. Más que nada, por la mala costumbre de Sora de engañar a las mujeres. El barista, Gallen Wynton, era un hombre delgado y paliducho con un curioso y tupido bigote. Este aún mantenía buena relación con Sora a pesar de haberle roto el corazón a su hija. Y todo gracias a que siempre trató con mucho respeto a la chica. Aunque en el fondo, también tenía que ver, de cierta forma, el hecho de que alojar a su compañero Aldric le traía buena fama al negocio. Eso sin mencionar el ingreso constante por la renta de las habitaciones. Marybeth era una hermosa chica de cabello lacio, castaño que había aprendido las artes divinas gracias a la enseñanza de su difunta madre. Ella ayudaba constantemente a su padre en la administración y atención del bar, pero desde que Sora la había dejado, ella comenzó a ir al convento de la ciudad a aumentar y aprovechar sus habilidades natas.
- Relajate, viejo. Solo quiero que nos ayude con algunas armas y armaduras. -dijo Sora con cierta mezcla de enojo y vergüenza mientras evitaba la mirada de Gallen.
El barista volteo a verme para confirmar la historia de Sora. Yo asentí ligeramente y el hombre continuó.
- Bueno... Ella está en el convento, la verdad no sé si regresará en estos días.
Supuse que Sora planeaba que ella encantara las armaduras para que estuvieran en mejores condiciones, pero al ver su cara de decepción al escuchar que no estaba cerca pensé que tal vez solo quería verla antes de partir.
- Aún faltan un par de días antes de que inicie el torneo... Y es de suma importancia que nos ayude con las armaduras. - dije siguiendo el juego de Sora frente al padre de Mary. - Podemos ir a verla mañana al convento. ¿Usted podría ser tan amable de decirnos en cuál se encuentra exactamente? - dije dirigiéndome al barista.
Sora se enderezó y dibujó una ligera sonrisa en su rostro mientras volteaba a mirarlo esperando su respuesta. Gallen, con un gesto algo molesto respondió mi pregunta.
- Está en la gran catedral de Arkeia...
Más tarde esa noche mientras me disponía a descansar tocaron la puerta de mi habitación. Al salir estaba Sora.
- ¿Qué pasa? - le pregunté extrañado de su visita.
- Bueno... Gracias por ayudarme con lo de Mary. Últimamente estás siendo muy complaciente conmigo jaja. - dijo soltando una risa nerviosa mientras rascaba su cabeza intentando disimular la vergüenza.
- No fue nada. De todos modos, esas bendiciones nos harán falta... En especial a ti. - Sora se quedó callado viendo el piso, era evidente que necesitaba alguna clase de consejo de parte de su amigo. Así que pensé que sería bueno darle un empujón, después de todo existía la posibilidad de que no la volviera a ver y muy probablemente él pensaba lo mismo y por eso buscaba cualquier razón para dar el paso. - Es evidente que la quieres. Es decir... Que de verdad la quieres. - le dije poniendo énfasis en la última frase debido a su fama de mujeriego. - Podría ser la última oportunidad que tengas de decirle.
Sora entró a la habitación y se dejó caer en mi cama.
- ¡Ahh! No es tan fácil. - reprochó Sora estirando sus brazos y pies como niño haciendo berrinche. - Amigo... Ella no se merece a un malviviente como yo...
-Eso no lo decides tú... Además, lo único que harás es decirle lo que sientes. ¿O quieres morir sabiendo que no pudiste decirle la verdad? ¿Y que ella se quede con una mala imagen tuya?
- Supongo que tienes razón...- dijo mientras se levantaba de la cama de un salto. - Solo tenemos una vida después de todo... Gracias, amigo.
Sora salió de la habitación con las manos en la nuca y los ojos cerrados. Probablemente reflexionando en las palabras adecuadas para mañana.
Me quedé solo en la habitación, reflexionando un poco sobre lo último que dijo.
- Solo una vida...
Cerré la puerta de la habitación y me recosté en mi cama.
No podía dejar de pensar en lo que Sora había dicho. Me hizo sentir curiosidad de nuevo por el poder que tenía. Debido a todas las cosas que habían estado sucediendo, había pasado por alto pensar en ello. De hecho, lo había olvidado casi por completo. Me había acostumbrado a la forma de convivir con los recuerdos de Aldric que deje de lado el tema sobrenatural que rodeaba mi situación.
Las reglas que conocía del supuesto poder no me daban muchas pistas, y nada me aseguraba que fueran reales. Después de todo no recordaba absolutamente nada antes de despertar en este cuerpo. Mientras más le daba vueltas, más me daba cuenta de que regresaba al principio y que no llegaría a nada.
¿De verdad necesitaba una razón para creer que mi poder era real? ¿De verdad valía la pena preocuparse tanto por mi o los que me rodean?
Bien podría saciar todos mis deseos, someter a todos en este mundo con el poder que tenía y disfrutar al máximo en esta vida hasta que llegara a su fin y después...iniciaría de nuevo. ¿Tal vez ya había hecho eso antes?
Me quedé pensando en eso, y siempre llegaba a lo mismo... Una y otra vez... Hasta que, por fin, me quedé dormido.

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