CAPÍTULO 9. LA PISTA DE LA DEPOSITARIA.
La información proporcionada por la maestra Rosa María apuntaba a Phoenix y es ahí a donde decidió dirigirse Aldama,
Pero tenía que hacerlo evitando dar indicios de que estaba haciendo las pesquisas en los Estados Unidos.
La prudencia sugería no dejar a su esposa e hijo desprotegidos, por lo que la decisión fue ir todos a Arizona pero simular que él no estaba con el resto de la familia.
Con la finalidad de dar esa idea optó por entrar a los Estados Unidos de manera ilegal para que una semana después su esposa y su hijo lo siguieran usando sus pasaportes y visas.
Convertirse en inmigrante ilegal era lo último que pudo haber pensado sobre su futuro.
Descubrió que cruzar la frontera sin documentos era un trámite más expedito que cuando obtuvo la visa, ya que la corrupción en ambos lados permitía que actuar fuera de la ley fuese más fácil.
Llegó a Phoenix un día después que Dulce María y Arturo porque le tomó ocho días hacer el recorrido por tierra desde Querétaro.
Fue toda una odisea, dos días para llegar a la frontera, uno para contratar los servicios del coyote, y cinco de la frontera a Phoenix con una pernocta en el desierto y dos en un desastroso albergue.
El reencuentro fue un momento de gran felicidad para los tres, pero escasos cinco minutos después, cuando aún no terminaban su festejo, Dulce María recibió una inquietante llamada.
- Señora... hemos cumplido y no hemos dañado a su hija, pero ustedes no nos han reportado ningún avance.
Convenimos con su esposo en esperar, pero no estamos dispuestos a esperar mucho, llámele y dígale que tiene un mes y que si no hay resultados empezaremos a hacer que Anna no se sienta tan confortable como hasta ahora.
- ¿Está loco? mi esposo está haciendo todo lo necesario, la persona que buscan ha estado extraviada cuarenta y ocho años, ¿cómo se atreven a exigir resultados en un mes cuando ustedes han sido incapaces de resolver el asunto en tantos años?
Ustedes no tienen nada que perder, nosotros sí, así que no se atreva a insinuar que necesitamos más presión, si tocan a mi hija es lo último que harán en su maldita existencia, ¡no!...¿hola?...¿está ahí?... ¡conteste!, ¡no cuelgue el maldito teléfono!, ¡no...!
Dulce María escuchó como la comunicación fue cortada y se quedó sumida en un marasmo que no le permitió comentar con su esposo e hijo quienes la observaban con ansiedad.
- ¿Qué te dijo?
Preguntó consternado Aldama.
- Que si en un mes no ven resultados harán que Anna no se sienta tan confortable como hasta ahora.
Aldama sumió la cara en sus manos y sin componer su postura, en una especie de catarsis comenzó a hablar de lo que vivió para cruzar la frontera y de lo que sabía respecto del depositario que buscaba.
- No he podido avanzar nada porque toda esta semana ha sido de viaje, primero viajé en camión, contraté al que me ayudó a cruzar la frontera, dormí una noche en el desierto y dos en un refugio del que me sacaron hoy por la madrugada.
En México, antes de lo del premio de la lotería, logré saber que el depositario es mujer y se llama Ica Hernández.
Que posiblemente emigró a Phoenix hace cuarenta y ocho años de la mano de un señor de nombre Luis Ruiz quien tal vez la adoptó.
Como aquí en los Estados Unidos las mujeres toman el apellido del esposo no veo mucho caso en buscarla como Hernández o como Ruiz, porque seguro ya cambió de apellido.
Pero es posible que Luis Ruiz aún esté vivo y tenga un número telefónico.
Sin más tomó el voluminoso directorio telefónico en donde encontró rápidamente a tres Luis Ruiz y se dispuso a marcar los tres números en el orden que aparecieron.
- Hola, sí, con el señor Luis Ruiz por favor.
Una voz femenina, juvenil y amable, respondió.
- Mi esposo está trabajando, ¿quién le llama?
- Señora, no estoy seguro que es a su esposo a quien busco.
El Luis Ruiz que estoy tratando de localizar debe tener cuando menos setenta años y llegó aquí hace cuarenta y ocho.
Yo soy amigo de una amiga suya de México y le traigo sus saludos.
- Entonces debe tratarse del tío abuelo de mi esposo, pero el señor ya falleció hace dos años ¿quiere que le dé el teléfono de una de sus hijas que vive aquí en Phoenix?
- Sí, le agradezco mucho.
- ¿Tiene con qué escribir?....
Y así, comenzó a acercarse más a su objetivo ayudado por la afable actitud que caracteriza a los mexicanos emigrados a los Estados Unidos cuando se trata de llevarles recuerdos de sus seres amados.
Esa tarde, junto con su esposa e hijo visitaron a Ramona Ruiz, una bella dama de unos sesenta años, apiñonada de pelo plateado y agradable presencia, quien tras recibirlos con entusiasmo los condujo a una acogedora y ordenada sala.
Aldama obtuvo la confirmación de que se trataba de la familia que buscaba y dio el pésame por el fallecimiento del señor Luis, hecho lo cual expuso su interés en localizar a Ica para reunirla con sus ancianos padres.
- No, desgraciadamente no tengo la menor idea de en donde puede estar Ica ahora –indicó Ramona acompañando su dicho con armoniosos movimientos de sus manos-
Una semana antes de salir de México un maestro de Oaxaca llevó a Ica a la casa y se la encargó a mi papá.
Vino con nosotros y se quedó como un año, después la adoptó un matrimonio americano y se la llevaron.
En esas fechas yo estaba muy chica y no supe a donde.
¿Es usted familiar de Ica?
- Soy amigo de sus padres, ellos me pusieron en contacto con la maestra Rosa María Rojas, quien fue quien le sugirió al maestro Marcio que llevara a Ica con el padre de usted porque estaba por venir a Phoenix con toda su familia.
- Pues sí, finalmente sí se la trajo – confirmó Ramona- y es muy bueno que usted haya mencionado al maestro Marcio y a la maestra Rosa María, porque eso resuelve para mí un problema de conciencia por no saber como cumplir un deseo de mi papá.
- ¿De qué se trata?
- Hace como diez años me dio un diskette para que en caso de que él muriera se lo entregara al Maestro Marcio, a Rosa María o a su enviado.
Yo lo guardé y cuando mi papá falleció caí en cuenta de que ni yo ni mi hermana sabíamos quienes eran esas personas, así que solo nos quedó la inquietud de no poder cumplir con su encargo.
Espere un momento, se lo traeré.
Ramona subió las escaleras rumbo a su recámara para hurgar en el pequeño arcón de madera donde guardaba sus documentos más preciados.
Aldama estaba feliz y cuando volteo a ver a su esposa y a su hijo, poco faltó para que los tres se pusieran de pie a festejar.
Dos minutos después Ramona regresó portando un disco compacto.
- Mire, hace como seis años cuando aún vivía mi padre, mi hijo pasó el diskette a un CD y nos comentó que tuvo que cambiar el formato, pero que todo quedó igual, esto porque como los diskettes ya estaban pasando de moda teníamos el temor de que después resultara imposible leerlo.
Tenga, espero que sirva para que encuentre a Ica.
¿Sabe?, en el corto tiempo que estuvo con nosotros se dio a querer, realmente era muy atenta y cariñosa, en las noches solía asomarse por la ventana de la recámara para ver las estrellas por horas.
Decía que la noche la acercaba a su casa porque podía imaginar que estaba en la sierra, rodeada de árboles y viendo las estrellas.
Nunca nos quiso decir porque se había separado de sus padres, solo comentaba que era temporal.
- Hasta donde yo sé, así estaba planeado –comentó Aldama-
Pero desafortunadamente el profesor Marcio desapareció sin haber informado en donde la había dejado.
Señora, le agradezco enormemente su ayuda, ojalá en este C.D. haya indicios que me ayuden a encontrarla –Expresó Aldama con emoción-
- ¿Podría avisarme si la encuentra?, me gustaría saludarla.
- Claro, se lo prometo.
Se fueron presurosos al hotel y al llegar usaron una de las computadoras que estaban a disposición de los huéspedes en el área de la recepción.
La primera línea decía:
"Escribo aquí lo que pasó con Carmen para que la puedan encontrar"
Arturo no pudo contenerse y gritó triunfalmente llamando la atención de los otros huéspedes que estaban en el salón.
Su madre le pidió a señas que se tranquilizara y su papá continuó leyendo en voz baja.
"Profesor Marcio, usted me dijo que era muy importante que nadie la encontrara y que si no venía usted por ella en un año, que hiciera lo posible por colocarla con otra familia.
Justo pasado el año me llamó un americano que me dijo que era amigo del papá de Carmen y que quería adoptarla.
Yo desde luego accedí, sobre todo porque me dijo que el papá de Carmen supo de mí por usted.
El americano se llamaba Edwin Mitchell era jubilado de los guardacostas y no había podido tener hijos, así que él y su esposa estaban felices con Ica.
Se la llevaron a Carolina del Norte, a Salem, espero que ellos aún vivan, porque en 1961 tenían como cuarenta años.
Espero que Rosa María también este viva, si es así, le pido que le entregue la carta que sigue"
"Rosa:
Cuando leas esta yo ya me habré reunido con mi esposa, pero como me dijiste una vez que solamente morimos cuando ya nadie nos recuerda, entonces espero vivir en los recuerdos de los míos y en tus recuerdos.
Dios te bendiga.
Luis."
El primero en comentar fue Arturo.
- ¿Buscamos a Carmen o a Ica? ya no entendí.
- Carmen es el nombre de Ica en su acta de nacimiento –Respondió Aldama saliendo momentáneamente de sus reflexiones-
La pista era tenue dado el tiempo transcurrido, pero era mejor que nada.
Así que los Aldama se dispusieron a ir a Salem, Carolina del Norte.
Al llegar ahí lo primero que se les ocurrió fue ir a la estación de la policía, pero como Aldama estaba en el país ilegalmente fue Dulce María la que llevó adelante el trámite.
Obtener resultados resultó sumamente fácil porque desde 1961 Edwin Mitchell había enseñado en la Universidad de Salem y se convirtió en un muy conocido miembro de la comunidad.
Providencialmente el oficial que la atendió había sido alumno de Mitchell y cuando supo que se trataba de reunir a la hija adoptiva de su querido profesor con sus padres biológicos, brindó con entusiasmo toda la información con que contaba.
- Ed me dio clases, era un magnífico tipo, pero desgraciadamente murió a principios de los 70's, fue entonces cuando su hija, que Ed me dijo que se llamaba Carmen, se llevó a su mamá a New Haven.
Desde entonces no sé de ellas, en realidad yo no conocí a Carmen porque cuando Ed me dio clases ella ya estaba en Yale.
Esta nueva pista los llevó a New Haven para buscar en la Universidad de Yale los expedientes de las generaciones de los años setenta.
Carmen Mitchell estaba ahí graduada con honores.
Felizmente el círculo de la búsqueda se estaba estrechando.
Aldama seguía muy tenso, la llamada que su esposa había recibido en Phoenix seguía quitándole tranquilidad y sueño.
Aquel día, en las oficinas de los perseguidores, Mariana había cuestionado al doctor Souza.
- ¿Qué pretende que haga?
- Eso se lo dejo a ustedes, pero es importante que Aldama se estrese y piense en su hija con más intensidad.
Sin más comentarios Mariana tomó su radio para comunicarse con Santillana.
- El doctor Souza requiere que Aldama piense en Anna y se estrese más...
No... yo no sugiero nada.
Tú eres el experto ¿no?
Colgó y comentó.
- Me dice Carlos que lo hará de inmediato.
Cuatro minutos después, el cerebro de Anna había comenzado a mostrar una inusitada actividad.
- Anna, ¿qué sientes? –Preguntó el doctor Souza-
- Que mi papá está muy angustiado y tiene miedo y que... está pensando en... ¿matar?... y... y... en un lugar en los Estados Unidos.
Souza se apresuró a decir.
- No pierdas concentración, ya no me hables pero escribe todo lo que puedas, lo que teclees aparecerá en la pantalla del visor de tu casco.
Anna obedeció y se puso a escribir.
"Finix, mamá y Arturo, miedo, profesor Elías, niña mexicana".
- Papito, no te preocupes así, todo está bien...-Dijo en voz alta profundamente consternada-
Súbitamente se quitó el casco y exclamó con molestia.
- ¿¡Qué le hicieron a mi papá!? ¿Está bien mi mamá?... ¿mi hermano?
Mariana se le acercó para tomarla de ambas manos.
- No te preocupes, todos están bien y no les hemos hecho nada, pero es lógico que estén muy preocupados, ¿no?
Ven, por hoy ya terminamos.
¡Fue fantástico!, ¡te conectaste con tu papá!, ¿te das cuenta?
Anna, estaba en verdad conmocionada, lo vivido había superado sus posibilidades de control.
- Doctor, ¿le puede dar algo para que se tranquilice?
Preguntó Mariana.
- Que chupe seis de estas.
- ¿Neurovik?
- Tienen pasiflora y otras cosas, con eso bastará.
Tras dejar a Anna en su habitación, Mariana participó en una reunión con sus jefes.
- ¿Qué concluyes de lo que Anna dijo? -Preguntó el director de Los Perseguidores a Mariana-
- Que su papá está en Phoenix buscando a una niña mexicana.
- Tu opinión Carlos –El director volteo a verlo para interrogado-
- La mamá y el hermano de Anna llegaron a Phoenix ayer, el papá sigue en México pero parece que esta en constante contacto con su esposa.
¿Puedo hacerle algunas preguntas a Mariana?
- Adelante –Autorizó el director-
- Mariana, ¿cuánto tiempo pasó entre que me pediste que llamara a Aldama y el incremento de la actividad cerebral de Anna?
- Cuatro minutos.
- ¿Segura?
- Claro, estaba mirando el reloj.
- Pues yo me tardé unos cuatro minutos en llamar porque antes me puse a pensar en que decirle a la señora, y si su esposo reaccionó de inmediato solo puede ser porque estaba junto a ella o porque estaba enlazado al teléfono.
El director intervino para preguntar a Mariana.
- ¿Qué le pediste a Carlos que hiciera?
- Que por instrucciones del doctor hiciera que Aldama pensara en su hija y se estresara más para facilitar el contacto telepático entre ellos.
- ¿Y eso? -Preguntó el director a Souza-
- No estábamos avanzando –dijo Souza casi en tono de excusa–
- ¿Funcionó?
- Más rápido de lo que esperaba.
El director concluyó.
Entonces o están comunicados por radio o Aldama estaba escuchando la conversación.
Carlos, ¿crees posible que el depositario esté en los Estados Unidos y que además sea en realidad una mujer?
Santillana respondió.
- Anna dice que leyó en la mente de su papá "niña mexicana", de ahí podemos deducir que la persona que buscamos es mujer.
Pero de que si Aldama está en los Estados Unidos o no, yo creo que no, porque según la información que manejamos sigue en México.
- Pero si no sabes en donde está ¿porque estás tan seguro que sigue en México? –El director sonó impaciente-
- Tenemos dos fuentes.
Según nuestros amigos de la CIA, Aldama no ha entrado a los Estados Unidos, y según los sistemas de reservaciones de las aerolíneas no ha abordado ningún vuelo internacional.
Pero existe la posibilidad de que haya entrado ilegalmente.
- ¿Tendremos más información mañana doctor? –Dijo el director-
- No tengo la menor duda, una vez logrado el primer contacto los siguientes serán más fáciles.
- Entonces..., felicidades a todos, ¡buen trabajo!
Regresen a sus tareas.
Mariana estaba realmente sorprendida de que su director no le hubiera preguntado a Carlos lo que le había dicho a Dulce María para lograr que Aldama reaccionara de manera tan intensa.
Veía con desilusión que para sus jefes lo único importante era el resultado sin reparar en el daño que se pudiera infringir.
Esa incomodidad le hizo desear conocer más sobre el asunto.
En cuanto salieron de la reunión alcanzó a Carlos para interrogarlo.
- ¿Se puede saber que le dijiste a la señora Aldama?
- No tiene ningún caso que te lo diga, soy experto en eso ¿recuerdas? y mis métodos no son de tu agrado.
- Eso es cierto, pero me interesa saber cuáles son los delitos por los que iré a la cárcel.
- No seas patética Marianita, si no estás convencida de lo que hacemos aquí pídele al jefe que te substituya, tú sabes que hay mucha gente esperando una oportunidad como la que se te dio.
- No te atrevas a poner en duda mi compromiso con este proyecto solo porque pienso que tú y tus métodos son malvados.
- Mira Mariana, lo que tienes que hacer es reflexionar en que hoy nos felicitaron gracias a mí y mis malvados métodos.
En las guerras si se quiere reducir la carnicería hay que espantar al enemigo lo suficiente para que no se atreva a pelear.
Si Aldama llega a pensar que no somos capaces de lastimar a su hija comenzará a jugar con nosotros para dar tiempo a que el profesor nos localice y si eso sucede entonces sí que estará muy comprometida la integridad física de Anna.
Yo no soy un monstruo, soy un militar responsable y es mi obligación alcanzar el objetivo con las menos bajas posibles de los dos lados, solo así podremos ser más fuertes después del triunfo.
Mariana no supo que contestar, movió su cabeza negando, pero ni ella sabía si se negaba a si misma o si negaba lo que escuchaba.
Carlos, consiente de que dominaba la situación le dio unas palmaditas en el hombro y se metió al elevador.
Esa fue la última vez en que Mariana se atrevió a confrontar las decisiones de su jefe.
En adelante guardó para sí sus dudas y se siguió esforzando en lograr que Anna estuviera tranquila.
Las sesiones del siguiente día fueron intensas para todos.
Anna logró percibir algunos de los pensamientos de su padre, pero no hubo claridad.
- Está pensando en un viaje en avión con mi mamá y mi hermano y en una niña adoptada.
Por la tarde, su percepción fue ligeramente diferente.
- Está pensando en viajar nuevamente más al norte y está pensando en una abogada.
¿Que se trae?
Con estos resultados la reunión de revisión tampoco sirvió de mucho.
La conclusión fue seguir esperando.
Los resultados de día siguiente fueron consistentes mañana y tarde.
- Se siente perdido, no sabe que hacer y sigue pensando en la abogada y en una niña indígena –Reportó Anna-
La revisión de lo sucedido en el día se convirtió en una sesión de especulaciones.
- Opino que Aldama ha concluido que el depositario fue una niña indígena que fue adoptada y que estudió leyes –Dijo el doctor Souza-
- Pero al parecer la presión que le pusimos para que pensara en su hija lo está bloqueando para pensar con claridad respecto de la localización del depositario -Comentó Mariana-
- Es posible –intervino Carlos- aunque yo no creo que esté bloqueado por la presión.
El director miró a Carlos con descreimiento y dijo:
- Entonces seguiremos esperando.
Pero si se requiere estresarlo más, seré yo el que autorice hacerlo, ¿queda claro?
Después golpeó el escritorio con las dos manos al unísono para dar por terminada la reunión.
Todos asintieron, se pusieron de pie y salieron de la sala de juntas.
Accedieron a la antesala que estaba frente a los elevadores y la escalera, la atravesaron y se perdieron en un largo pasillo que llevaba a sus habitaciones y una terraza con una empinada escalera que llegaba a un lado del comedor del penthouse.
La recámara de Anna estaba también en esa zona y era ahí a donde se había dirigido cuando terminó la sesión del laboratorio.
Su confinamiento no era total.
Le estaba permitido utilizar la antesala de los elevadores que era en realidad un área de convivencia, también podía usar las escaleras hacia arriba.
Pero no tenía la llave con la que todos los demás accedían al elevador y a las escaleras hacia abajo.
Cuando escuchó el descoordinado ruido que hicieron las puertas de las habitaciones contiguas al cerrarse, supo que la reunión con el director había terminado con la puntualidad de todos los días y se dispuso a prepararse para subir a cenar.
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