CAPÍTULO 35. UNA NUEVA GENERACIÓN DE DEPOSITARIOS

   Los ocho vigilantes de la finca eran habitantes de la zona y pertenecían a la Sociedad Secreta de Cuauhtémoc.

Distribuidos en la sierra, cincuenta vigilantes más se encargaban de detectar con la debida antelación cualquier amenaza que se aproximara por aire o tierra.

Estaban en Tepoztlán, lugar de antigua tradición mística que está listado entre los centros de energía cósmica más importantes del planeta.

Ahí se habían reunido todos los involucrados en la iniciación de tres nuevos depositarios de la información que Ica Mitchell guardaba en un rincón olvidado de su mente.

Era el día anterior al rescate de Anna.

Liderados por el doctor Velázquez, Ica, diez niños y diez niñas entre diez y doce años habían iniciado su preparación física con base en una dieta vegetariana y baños de temazcal.

Al día siguiente, después de un frugal desayuno, el doctor Velázquez convocó a Ica a una reunión en la que estuvieron también dos niños y una niña seleccionados para convertirse en teoyotahtli.

Anunció que para todos, Ica y él incluidos, la comida de ese día sería solo de agua endulzada con miel y que a las seis de la tarde participarían en una ceremonia muy especial.

A partir de ese momento los cinco permanecieron en una sección aislada que tenía alberca, cancha de juegos, y un jardín con columpio y resbaladilla.

Cuando los tres pequeños salieron al jardín bajo la custodia de una cuidadora, Ica pudo finalmente plantear algunas preguntas.

- Doctor, pensé que una depuración completa de toxinas requería de más tiempo.

¿Realmente estamos listos o ha sido necesario apresurar el paso por alguna razón?

- La única razón aceptable es estar listos -respondió Velázquez-

Usted y los niños están más libres de toxinas de lo que preví.

- Sé a lo que se refiere.

Lo que descubrió en mí es consecuencia de que desde que enviudé me hice casi vegana.

Digo casi porque no todo lo que consumo es producido sin incurrir en alguna forma de explotación.

Mi veganismo no está incluido en el perfil que he hecho público.

No tuve la valentía de pregonarlo porque hubiera afectado la aceptación de los electores.

Ahora me avergüenzo, pero es un hecho que no hubiera podido iniciar mi carrera política si me declaro en contra de casi todas las industrias de alimentos, vestidos, y espectáculos.

Porque el veganismo está en contra de cualquier actividad productiva en la que se sacrifique o se explote a los animales.

- La felicito señora –dijo Velázquez mostrando su agrado por la noticia-

Además de estar haciendo lo correcto para su cuerpo y para el planeta, nos está ayudando a terminar antes de lo planeado.

Ahora me doy cuenta que debí interrogarla con más meticulosidad para ahorrarme preocupaciones.

Motivada por la felicitación y la confesión de omisión por parte del doctor Velázquez, Ica abordó un nuevo tema sobre su persona.

- Entonces tal vez deba decirle algo sobre mi niñez que puede resultar importante.

- ¿De qué se trata? -Dijo Velázquez claramente interesado-

- De niña aprendí algo de español pero hasta los diez años lo que más hable fue chinanteco y náhuatl.

Mi mamá me hablaba en Náhuatl porque ella nació en Xico y llegó a Usila junto con mis abuelos poco antes de que mi papá regresara de los Estados Unidos.

Por eso mi verdadera lengua materna es el Náhuatl, aunque ya se me olvidó porque desde que llegué a Phoenix solo me interesé en aprender inglés, mejorar mi español y no olvidar el chinanteco.

El doctor Velázquez se tomó un momento para reflexionar y comenzó a decir.

- Estoy convencido de que en la telepatía los idiomas pierden relevancia.

Sin embargo es posible que su dominio del Náhuatl haya contribuido favorablemente cuando fue iniciada como depositaria.

Eso porque el idioma original de la información que recibió fue el Náhuatl y aunque en la telepatía se usen conceptos y no palabras, es posible que se mantenga la estructura gramatical original que puede resultar confusa en idioma Español.

Eso sería un problema si los depositarios fueran los responsables de entender el mensaje, pero no es así.

Las frases estableciendo la localización del tesoro no serán interpretadas por los depositarios, sino por los miembros del consejo o por quien o quienes ellos seleccionen.

Ica estaba hecha un mar de conjeturas.

Su practicidad le impedía aceptar a la primera toda esa maraña de ideas esotéricas que escuchaba.

En ese ánimo preguntó.

- ¿Qué hará usted para que yo transmita los recuerdos que no recuerdo?

- Será estimulada con la melodía de una flauta tradicional llamada chirimía.

- ¿Solo eso?

¿Una melodía y ya?

Yo pensé que sería un prolongado rezo incluyendo algún o algunos mantras.

- No, nada de eso, solo una melodía que será la llave de los recuerdos que no recuerda.

Ica abrió los ojos en asombro.

- ¡Doctor! ¡Acabo de recordar que en la ceremonia de iniciación había una melodía de flauta que hizo que me durmiera profundamente!

- Esa será la melodía que ahora escuchará.

Y lo que le venga a la mente será lo que transferirá a los niños.

Tal vez sea de manera verbal, telepática, o telepática y verbal.

No sé como lo hará porque es la primera vez que participaré en la ceremonia y también será la última.

- Ica sintió una muy extraña nostalgia, nunca como en ese momento sus raíces indígenas se le habían hecho presentes en cada respiración, en cada latido.

Incómoda por no atinar a serenarse, desvió la conversación a otro asunto.

- ¿Los niños tampoco estaban muy contaminados?

- No, afortunadamente sus padres siguieron puntualmente las normas alimenticias de nuestra cofradía.

- ¿Son normas vegetarianas?

- No, pero se procura que todo lo que se come sea sano, nada de carne contaminada con hormonas, o vegetales con insecticida, o peces con mercurio, o agua con plomo, o con sal o azúcar en exceso.

Mientras todo eso ocurría en Tepoztlán.

Anna fue rescatada, Alberto la llamó a cuentas, Muñoz se quedó sin escoltas, y Cenizo platicó con Archundia.

A eso de las cinco de la tarde, cuando Ica estaba a unos minutos de recuperar y transferir sus recuerdos, la familia Aldama estaba en una emocionada revisión de lo acontecido.

- ¿No te asustaste bodoque? – Preguntaba Arturo-

- ¡Sí, mucho!, tu nada mas imagínate que se bajaron todos los de los coches que nos rodeaban y nos apuntaron con sus rifles y sus pistolas.

Los que estaban conmigo, que también habían estado en la casa de campo sacaron las manos por las ventanillas en señal de rendición y pues yo también que lo hago.

No fuera a ser que pensaran que yo no me rendía.

Para mi sorpresa me empezaron a llamar por mi nombre y a hacerme señas para que me cambiara a la camioneta que estaba a un lado.

La verdad me ataranté y tardé un poco en reaccionar, pero finalmente me bajé del auto en el que estaba, me subí a la camioneta y no se imaginan la sorpresa que me llevé cuando los que me rescataron se quitaron las capuchas y descubrí que eran los mismos que me habían sacado del penthouse del obispo Calderón y pues... aquí estoy.

- Hay hija, que preocupados nos tenías –comentó Dulce María-

¡Qué lástima que no podemos avisarle a la señora Mitchell que ya estás aquí con nosotros!, pero seguramente el profesor lo hará.

- ¿Está Ica enterada? –Preguntó Anna abriendo los ojos con desmesura-

- Estuvo aquí –Comentó su papá-, pero ayer se fue al lugar en donde se realizará la transferencia de su memoria.

Anna sintió que se helaba de pies a cabeza.

- ¿En donde harán eso? –Preguntó-

- No lo sé –Respondió lacónicamente su padre, sabía que Anna sería capaz de ir de inmediato a ese lugar para intentar enterarse de la localización del tesoro-

- ¡Qué barbaridad! –Dijo Anna poniéndose de pie-

Su papá explicó.

- El doctor Velázquez mencionó que lo primero era desintoxicar a los niños y a la señora Mitchell, y que eso podría tomar varios días.

- Entonces es posible que aún no lo hayan hecho –Dijo Anna claramente incómoda-

Mañana le preguntaré al profesor García sí requiere de mi colaboración, ya que estoy aquí, pues..., bueno, ya sabré mañana.

- Bueno hija –dijo Dulce María-

Es mejor que todos tratemos de descansar un poco.

Nosotros no dormimos en toda la noche y tú te ves cansada.

Pasó la mano por la cintura de Anna para conducirla a su habitación mientras cruzaba miradas de resignación con su esposo ante la persistencia de su hija en interferir con el destino del tesoro.

Al poco, en Tepoztlán, Ica fue requerida para acudir vestida con una túnica blanca a un salón anexo a la casa principal.

Era una construcción de paredes de madera, techo de paja y con un piso de piedra labrada sobre el que estaban colocados varios tapetes multicolores de algodón y a donde para entrar se le pidió que se descalzara.

Velázquez estaba ataviado con su túnica blanca y su parafernalia dorada.

Los dos niños y la niña seleccionados para convertirse en depositarios también vestían de blanco.

En esa ocasión no estaba ahí ningún inhalador de glutamato ni hongos para el consumo de Velázquez.

Los cinco se sentaron en el suelo formando un círculo en torno de un platón de madera que contenía pequeños trozos de peyote.

Ica de inmediato supo lo que sucedería pues la escena que estaba viviendo era idéntica a la de su iniciación como depositaria.

Pero ahora a diferencia de aquella vez el conductor del ceremonial brindó a los asistentes una amplia explicación.

La idea era tranquilizar los nerviosos ánimos sin revelar a los pequeños el propósito real de la sesión.

- Realizaremos una ceremonia que tiene cientos de años de tradición –inició Velázquez-

Pero antes les platicaré de algo muy importante para que entiendan mejor lo que sucederá.

Las enfermedades, todas las enfermedades, son producto de sentimientos dañinos que contaminan nuestro espíritu y dañan nuestro cuerpo.

El objetivo de lo que vamos a hacer es abrir nuestras mentes para limpiar nuestro espíritu con la ayuda de una planta que tiene el nombre científico de Lophophora williamsii y es conocida como peyote.

Los tres menores e Ica se miraron unos a otros con inquietud.

- No es una droga que cree adicción.

Pero sí es una planta muy poderosa que nos facilitara, como dije antes, abrir nuestras mentes para llegar a esos recuerdos dañinos y eliminarlos para siempre.

Cuando lo hagamos desaparecerá cualquier efecto negativo de esos recuerdos en nuestra salud y también desaparecerá la amenaza de enfermedades futuras.

Al terminar ni ustedes ni yo recordaremos lo que pasó en nuestra mente, pero nuestros cuerpos y nuestras almas estarán más sanas que nunca.

Por favor no se inquieten.

El peyote no es una droga prohibida ni vamos a hacer algo indebido.

Vamos a usar trozos muy pequeños de 0.3 gramos para la niña y los niños, y trozos un poco más grandes de 0.5 gramos para la señora y para mí.

El doctor Velázquez hizo circular el platón con los trocitos de peyote indicándoles a los niños que tomaran uno de los más pequeños y a Ica uno de los grandes.

Después invitó a todos a que iniciaran la masticación.

Volteando a ver a un personaje que se había mantenido fuera del grupo, estático y en silencio, le acercó el plato con los trozos de peyote para que tomara uno de 0.5 gramos.

Este nuevo participante tenía la tarea de tocar un tamborcillo y una chirimía ceremoniales.

La ancestral música llenó el ambiente y todo pareció trasladarse al glorioso pasado del imperio azteca.

Ica ya sabía que la melodía era la llave que abriría su mente.

Del tamborcillo supo más tarde por su padre, que sirvió para regular el ritmo de su corazón y prevenir la taquicardia que podría haberle causado la enorme energía que Velázquez le proyectó para que abriera su mente.

Conforme los alcaloides eran asimilados por los participantes, la música hizo su magia en Ica y el ritmo del tambor se integró a todos hasta que sus corazones empezaron a latir al mismo ritmo.

Ica comenzó a hablar en español mientras la niña y los dos niños repetían palabra por palabra en fantástico coro.

Fueron cerca de dos minutos en los que se desarrolló esta escena y una vez concluida Ica levantó la mano demandando la atención de todos.

Dictó en español instrucciones a la niña y niños.

Pidió después que uno a uno pasaran frente a ella para recibir una última orden.

Después se dirigió al músico para decirle en forma imperiosa.

- Ahora olvidarás todo lo que has escuchado.

Se dirigió a Velázquez y le repitió la misma orden.

- Ahora olvidarás todo lo que has escuchado.

Velázquez asintió y se adelantó hacia Ica para colocarle sus manos en los parietales y ordenarle con voz ronca.

- Ahora olvidarás todo lo que has hablado.

Ica dobló la servís y ahí sentada en el suelo como estaba, se quedó profundamente dormida.

Los niños tenían las cabezas levantadas como mirando al cielo, pero con los ojos cerrados.

Velázquez fue acercándose a cada uno para imponerles la mano derecha al rostro y ponerlos también a dormir, hecho lo cual regresó a su lugar, se sentó nuevamente en el suelo a la usanza prehispánica y se durmió.

Media hora más tarde todos estaban acostados y aún dormidos.

Los pequeños depositarios ya tenían en su hombro izquierdo un breve tatuaje de un águila con una voluta emergiendo de su pico.

Las responsables de esa marca habían sido tres mujeres que entraron y salieron del salón mientras todos dormían.

Al poco de recibir su marca los niños comenzaron a revolverse en búsqueda de un despertar que se negaba a llegar.

Fueron los primeros en incorporarse.

Ica dos minutos después.

El doctor Velázquez fue el último en despertarse y antes de lograrlo por completo buscó al músico.

Ya no estaba, ni Ica ni los niños repararon en eso, y el doctor no mencionó el asunto.

Se trataba de un médico tradicional cuyos ancestros habían participado en el ceremonial por generaciones.

- ¡Que noqueada! –Dijo Velázquez con voz entrecortada-

Lo bueno es que no lo repetiré en toda mi vida...

Ica se acomidió a ayudarlo a incorporase, seriamente preocupada por su estado físico.

- ¿Está bien doctor?, se ve muy pálido.

- Estoy bien, gracias.

Mi maestro, quien fue el que la hizo depositaria, me enseñó una serie de ejercicios de preparación que debía hacer regularmente.

Pero los abandoné hace dos años y ahora pagué la factura de mi flojera.

- Yo me siento energizada.

Cansada pero entera –Comentó Ica-

El doctor Velázquez sonrió y explicó casi paternalmente

- Se cansó porque consumió mucha energía para abrir sus recuerdos y actuar según las instrucciones embebidas en ellos.

Se siente entera porque parece que le quedó algún remanente de la energía que yo le transmití junto con la que mi maestro guardó en mí, en previsión del enorme desgaste que usted iba a tener.

Ica volvió a su estado de asombro.

- ¿Puede el cerebro almacenar energía como si fuera una pila?

- Las emociones son energía y efectivamente, al guardarse en la memoria el cerebro funciona exactamente como si fuera una pila.

Pero permítame platicarle de eso en otra ocasión, porque ahora me siento realmente débil y con la necesidad de meterme a la cama.

Sin más, Velázquez giró nuevas instrucciones.

- Niños -dijo recorriéndolos con la mirada- reúnanse con los demás en el salón de juegos, no tardarán en llamarlos para una abundante cena.

Cuando se quedaron solos, se dirigió a Ica en tono solemne.

- Y usted ya puede comenzar a planear su vida sin la preocupación de tener en su mente recuerdos ocultos.

Cumplió muy bien su cometido, la felicito y le agradezco su ayuda en nombre propio y todos mis antecesores desde el siglo XVI.

Ica solo pudo reaccionar asintiendo con la cabeza para de inmediato girar en redondo y salir de la cabaña.

Se sintió cautivada por lo significativo del momento.

Velázquez aparentaba unos cincuenta años y nunca había despertado en Ica una reacción como la que ahora sentía.

En los tres últimos minutos lo vio con la admiración con que solo había visto a su padre.

Desde su arribo a Tepoztlán Ica había tenido la intención de comunicarse con Anna telepáticamente.

Sabía de los planes para rescatarla y le interesaba conocer el resultado, pero estaba muy cansada y optó por aceptar que "no news, good news".

Por su parte Anna sí concentró sus pensamientos en Ica desde la soledad de su habitación.

El destino quiso que en ese momento Ica estuviera hablando bajo el influjo del peyote.

El resultado fue mágico.

Anna percibió un mensaje nítido, incomprensible y perturbador.

En el cerro de cuatro caras nace el agua de los cuatro movimientos.

La experiencia fue tan impactante que hizo que Anna perdiera el enlace.

Por más que lo intentó no pudo restablecerlo y mientras más se esforzaba más se alejaba de la posibilidad de lograrlo.

Lo sucedido le resultaba terrible.

Sentía tener la mitad del mapa del tesoro sin la más mínima posibilidad de poderlo completar.

Se sentó en flor de loto sobre su cama, controló su respiración y sumida en total desesperanza lloró desconsoladamente.

Ica por su parte no se enteró de nada y tras despedirse del doctor Velázquez, se encaminó a su recámara en dónde la esperaba una deliciosa cena que agradeció con el alma.

Súbitamente le asaltó la duda de si Hernán Cenizo la seguiría hostilizando y si realmente sabría algo sobre el tesoro y la Sociedad Secreta de Cuauhtémoc.

Le angustiaba el que sus padres siguieran aún bajo cualquier forma de riesgo y aunque ansiaba llamarles por teléfono, no quería hacer ningún acercamiento a ellos sin la seguridad de que todo había terminado.

Llamó por teléfono al profesor García para exponerle sus temores.

Solo consiguió una invitación para comer al día siguiente y la promesa de que recibiría los pormenores de la situación prevaleciente.

Estoicamente contuvo sus impulsos y nostalgias.

Al día siguiente, a eso de las once de la mañana después de un reconfortante almuerzo, fue puesto a su disposición un auto con chofer para llevarla a la Ciudad de México.

García la recibió en el estacionamiento y la condujo a su despacho.

- ¡Gracias! -fue lo primero que expresó el profesor García cuando cerró la puerta de la oficina invitando a Ica a sentarse-

No solo ayudó a conservar la historia de nuestra nación, sino que usted hizo historia con su valentía.

Ayer hablé con su padre y le di la buena noticia de la creación de la nueva generación de depositarios.

Él esta esperando su llamada, así que si usted lo desea en cuanto terminemos puede quedarse en esta oficina para platicar con él y después nos alcanza en el comedor.

- Gracias Profesor, sí, acepto su oferta, realmente ansío platicar con mi papá. Pero dígame, ¿quién estará en la comida?

- Todos los de nuestro equipo que la han acompañado en su odisea.

Anna, los padres de Anna, su hermano Arturo, quien a su corta edad ha vivido junto con sus padres, peligros, incomodidades y sustos.

Alberto, el doctor Velázquez, el general Esquivel, y los doce apoyos de logística que trabajaron permanentemente en estas oficinas.

- Mencionó usted mi odisea –Ica miró a lo ojos del profesor Elías-, pero realmente los que vivieron una odisea fueron ustedes.

Buscaron a una depositaria que resultó ser congresista de los Estados Unidos.

Después tuvieron que convencerla de que viniera a México a cumplir con una obligación que ignoraba tener.

Apenas me puedo imaginar todo lo que tuvieron que pasar para llegar hasta este punto.

Soy yo quien los felicita y la que les agradece su empeño y dedicación para que yo hiciera lo que debía hacer.

- Pues estamos en las mismas, porque todos nosotros, todos los miembros de la Sociedad Secreta de Cuauhtémoc que somos ya más de un millón en todo el mundo, no hubiéramos podido cumplir con nuestra misión en la vida de no haber sido por usted.

- ¿Tantos son?, o... ¿Tantos somos?, porque... ¿Yo sigo siendo miembro de la sociedad, no?

- Sí, ya somos más de un millón y estamos en todo el planeta.

Y sí, usted es un distinguido miembro.

Uno de los pocos que saben de la existencia del tesoro y de los depositarios.

- ¿No todos sabemos?

- No, realmente solo los que nos reuniremos hoy, más cinco consejeros que usted nunca conocerá.

Todos los demás solo saben que somos un grupo que mantiene vivo el auténtico espíritu de Mesoamérica.

Que somos respetuoso de las leyes vigentes de cada país.

Que estamos unidos en la idea de que esta región no es aún lo que será.

Que nos empeñamos en vivir bajo los valores morales de nuestros antepasados indígenas.

Que compartimos un mismo y elevado código de ética.

Que deseamos ser dignos herederos del planeta.

Todo esto es lo que les enseñamos a nuestros niños, que fue lo que don Juan, el padre de usted le enseñó hasta los doce años y que ahora le repasará con una perspectiva más amplia.

Insisto, le agradecemos que esté usted aquí porque solo así pudimos nosotros estar aquí.

También le confirmo que puede en adelante vivir totalmente tranquila porque ya nadie la molestará para darle sorpresas o para presionarla de alguna manera.

- ¿Que hay del obispo Calderón y de Hernán Cenizo?

- Tengo la confirmación de que Calderón murió en un accidente de cacería en la sierra de Veracruz donde se ocultaba.

A Cenizo lo seguimos vigilando muy estrechamente y no da indicaciones de que quiera volver a acercarse a usted.

Estamos reuniendo evidencias de que ignora todo sobre nosotros y que fue su segundo el que hizo arreglos con Calderón sin informárselo.

Ica estaba escandalizada con lo que escuchaba.

¿Calderón muerto en un accidente?

¿Cenizo siendo embaucado por su propia gente?

Ica era una avezada política, pero toda su experiencia en asuntos complicados no le servía para entender lo que escuchaba, así que prefirió no ahondar en el asunto.

La familiaridad con el profesor García no era tan profunda como para atreverse a señalar que ella consideraba que lo que escuchaba carecía de lógica.

Hizo un esfuerzo por no mostrar desconcierto y optó por buscar la terminación de la reunión.

- Ya veo, entonces como ya no hay nada de qué preocuparse, continuaré con mis planes de irme a vivir a Usila con mis padres para tratar de recuperar todo el tiempo en que no conviví con ellos.

¿Puedo usar su teléfono para llamar a mi padre?

- Por supuesto.

Dijo García con entusiasmo mientras se levantaba de su asiento para salir de la oficina y permitir que Ica disfrutara en privado la conversación con su papá.

Quince minutos después Ica ingresó al amplio comedor en donde se habían dispuesto una enorme mesa circular.

Todos se pusieron de pie y aplaudieron mientras era invitada a sentarse a la derecha de García.

A su lado estaba el doctor Velázquez y a la izquierda del profesor vio al general Esquivel y a Alberto.

Frente a ella, al otro lado, estaba la familia Aldama.

El profesor García levantó ambos antebrazos con las palmas de la mano hacia abajo para pedir a los presentes que suspendieran los aplausos y se sentaran.

Él se mantuvo de pie.

- Amigos, amigas – dijo con voz clara y sonora-, estamos celebrando el restablecimiento del orden en la operación de nuestro grupo.

Esto implica que estamos dando continuidad a la misión de mantener vivo el espíritu de la Nación Mesoamericana, más allá del genocidio y la depredación cultural.

Ahora nuestro mayor enemigo es la persistente presencia de actitudes de vencidos, conquistadores y colaboracionistas, que se ha integrado a la cultura dominante, logrando su más lacerante y ofensiva manifestación en las conductas y valores de los políticos de toda la región.

No somos un grupo de choque, ni una facción anárquica.

Somos una cultura viva que poco a poco hará renacer una nación orgullosa de ser.

Hemos sido eso sí, parte de la mayoría silenciosa, pero no de forma pasiva.

Todos los días contribuimos al cambio educando a nuestros hijos, respetando las leyes, respetando a los demás, actuando con rectitud y trabajando con compromiso en el resultado.

Esto que describo es la parte fundamental de nuestra razón de ser.

Pero hay algo más de lo que me daré el placer de hablar.

Yo al igual que ustedes siento la necesidad de hablar y escuchar en voz alta del objetivo de nuestra misión.

Somos, los aquí presentes, un grupo creado para mantener secreta la localización del tesoro más importante de Mesoamérica.

Se trata de documentos que los invasores europeos creyeron haber destruido en el siglo XVI desde El Salvador y Honduras hasta Nuevo México y California.

Tal tesoro incluye también una colección de artículos de oro reunidos entre 1521 y 1531.

Originalmente se previó que esta riqueza debía ser entregada al gobernante que reinstaurara el imperio azteca.

Pero tras casi cinco siglos, el consejo que nos dirige ha establecido que ya no es factible pensar en imperios.

Está decidido ahora que el tesoro se liberará para fines científicos e históricos, cuando los valores humanos y éticos de Mesoamérica estén vigentes en todos los pueblos y todos los gobiernos del área.

Es claro que ese tiempo aún no llega y que si ese tesoro se liberara en las actuales circunstancias solo sería objeto de saqueo.

Hoy estamos de plácemes porque nuevamente estamos en control de la localización y destino de ese tesoro.

Pero estuvimos a punto de perderlo para siempre.

Hace ya un año dos huehuetlahtolli o depositarios del secreto de su ubicación, fallecieron en un accidente.

Eso se sumó a la pérdida que ya habíamos tenido de todos los herederos de los teoyotahtli o padrinos encargados de cuidar a los huehuetlahtolli.

Hoy en esta mesa están los miembros de la última familia teoyotahtli quienes fueron los que localizaron a la única huehuetlahtolli que quedaba, quien también está aquí con nosotros.

Ayer fue transferida exitosamente la información de la localización del tesoro a una nueva generación huehuetlahtolli.

Como saben esta información es guardada en el subconsciente de los depositarios cuando tienen entre diez y doce años sin que lleguen a tener conciencia de que la poseen.

Tampoco los padres de estos jóvenes saben del privilegio con que han sido investidos sus hijos.

La huehuetlahtolli que hizo posible crear una nueva generación de depositarios es Ica Mitchell, conocida ya de todos ustedes.

Cuando lo hizo se borró de su mente toda la información sobre la ubicación del tesoro.

Ya felicité a Ica y la felicito nuevamente por la forma tan eficiente en que cumplió con su misión.

Ahora la localización del tesoro esta guardada en la mente de los tres nuevos huehuetlahtolli cuya identidad se mantendrá en secreto.

Por último, para cerrar con broche de oro.

Les participo que el Consejo Supremo ha decidido realizar una celebración muy especial de este resurgimiento.

En tres días todos los miembros de nuestra sociedad mostrarán en público la señal de la garra del águila con la finalidad de que cada uno de nosotros pueda constatar la enorme dimensión de nuestro grupo.

Esta celebración será anual y se denominará DIA MUNDIAL DEL RECONOCIMIENTO.

Para evitar romper el anonimato con que debemos seguir funcionando, deberemos seguir los siguientes lineamientos.

1. Ese día usaremos la garra del águila para sostener cosas y saludar a conocidos y desconocidos.

2. Si vemos a alguien saludando o sosteniendo algo con la garra del águila, no debemos hacer ningún comentario pero podemos sonreírle.

3. Si al usar la garra del águila se nos cuestiona el porqué lo hacemos, diremos que nos lastimamos la mano.

4. Si vemos usar la garra del águila a alguien que ya conocíamos de antes, evitaremos hacer cualquier comentario en ese momento y en el futuro. Nos conformaremos con saber que pertenecemos al mismo grupo.

5. Si somos cuestionados respecto de nuestra pertenencia a la Sociedad Secreta de Cuauhtémoc, deberemos negar cualquier conocimiento al respecto.

Estoy seguro que a pesar de esta forzosa discreción, nuestros corazones se llenarán de gozo al ver la enorme presencia que tenemos en todo el mundo.

Esto será en tres días y hoy nosotros estamos iniciando el festejo.

¡Salud!, ¡Felicidades!

Diciendo esto el profesor García levantó su copa de tequila sosteniéndola con el pulgar opuesto a solo tres dedos.

Todos a excepción de Ica y los Aldama repitieron el gesto de inmediato.

Varios comensales, el profesor entre ellos, les mostraron la posición que debían tener los dedos para reproducir una garra de águila.

Así, entre risas, alabanzas y remembranzas, concluyó esta etapa en la vida de unos cuantos, marcando el inicio de una nueva etapa en la historia del Continente Americano y en consecuencia de toda la humanidad.

Fin.

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