CAPÍTULO 13. ICA VIAJA A MONTERREY.
En la Ciudad de México el grupo del profesor García avanzaba en los planes para rescatar a Anna y recuperar a Ica para su causa.
Por su parte, los perseguidores, enclaustrados en los últimos tres pisos de su lujoso edificio, se afanaban en acelerar el desarrollo telepático de Anna y depurar la técnica de extracción de recuerdos que pretendían aplicar a Ica.
Fue en el laboratorio de Los Perseguidores en donde se vivieron los momentos que más influirían en el desenlace de esta historia.
- ¡Lo logró nuevamente!, ya no hay lugar a dudas.
¡Anna está leyendo la mente de su padre! –Informó en doctor Souza por su radio comunicador-
- ¡Felicidades doctor!, voy para allá enseguida –respondió Mariana mientras caminaba hacia el elevador que la llevaría del penthouse al laboratorio-
¿Qué sucedió? –Preguntó a su arribo-
Souza explicó notoriamente emocionado.
- Santillana me dijo que la llamada que hizo hoy la señora Aldama fue desde San Luis Rio Colorado.
Desde luego ella no lo mencionó.
Santillana lo supo por la tecnología que usa para rastrear llamadas.
Y luego, aquí en el laboratorio, Anna reportó que leyó en la mente de su papá que toda su familia estaba en San Luis Río Colorado.
- Esto es maravilloso, ¿qué sigue ahora? –Preguntó Mariana-
- Si las habilidades de Anna no sufren regresiones creo que en un mes estaremos en posibilidad de pedirle que envíe órdenes telepáticas y que lea la mente de otras personas.
- A ver doctor, necesito entender bien lo que acaba de decir porque de entrada me parece preocupante.
¿Existe la posibilidad de que Anna pierda las habilidades que ha ganado?
Y... ¿La está usted preparando para que lea hasta nuestras mentes?
Souza limpió su garganta y respondió con expresión seria.
- Esas dos posibilidades son reales y también a mi me preocupan.
Pero he estado tomando algunas medidas preventivas.
- Sigo sin entender, ¿me puede explicar?
- Primero hablemos de la posibilidad de que pierda las habilidades que ha ganado.
Fíjese y verá.
Suponga que a una persona le gusta mucho una determinada fruta, mango por ejemplo y cuando ve o piensa en un mango inmediatamente comienza a salivar.
Pero un día se lleva a la boca un mango podrido.
A partir de ese momento va a rechazar los mangos porque el estímulo que antes le producía el deseo de comerlos quedará vinculado con una experiencia desagradable.
A cualquiera le puede pasar algo así con una conducta innata o aprendida y por supuesto puede sucederle a Anna.
- ¿Qué muerda una silla podrida?
- ¡Ja!, ¿poco probable no?, pero sí, esa es la idea.
Para evitar que Anna pierda o disminuya sus capacidades o su interés por desarrollarlas, es necesario evitar que se angustie por estar encerrada, o que descubra que se le engaña, o que se lastime al sentarse porque alguien puso una tachuela.
La mente es muy compleja y muchas cosas nos pueden hacer desarrollar fobias.
Y de que si la estoy preparando para que lea nuestros pensamientos, pues no, esa no es mi intensión.
Pero eventualmente Anna tendrá la capacidad para hacerlo y por eso he tomado algunas medidas preventivas.
Mire.
A Anna le hemos estado induciendo estímulos para que su cerebro aprenda a usar capacidades que ya tenía, y le hemos enseñado a iniciar y terminar los eventos telepáticos cuando nosotros le damos las señales correspondientes.
Esto es, hemos propiciado que crea que depende de nosotros para hacer telepatía.
Mientras no aprenda a auto estimularse no hay riesgo de que lea nuestras mentes.
- ¿Puede aprender a hacer telepatía sin los estímulos que usted le induce en el laboratorio?
- En realidad esa es la forma en que los telépatas lo hacen.
Anna es de las pocas personas que han desarrollado sus capacidades con estímulos externos.
- ¿Hay otros?
- Sí claro, ya he mencionado que durante la guerra fría tanto en la U.R.S.S como en los Estados Unidos, montaron costosas y complejas operaciones tendientes a la utilización militar de capacidades paranormales.
Y bueno, contestando su pregunta, sí, si hay otros telépatas que han desarrollado sus capacidades dentro de laboratorios.
- Y... ¿Qué tiene que pasar para que Anna ya no dependa de la estimulación que usted le hace?
- Solo tiene tomar conciencia de que no la necesita.
Eso no le resultará fácil porque como le dije, estoy tomando algunas medidas preventivas.
Desde hace varios días le he estado enviando en cada sesión, mensajes subliminales confirmándole su dependencia del laboratorio.
Pero persiste la posibilidad de que se independice si aparecen estímulos sucedáneos.
- Nuevamente me perdí doctor, ¿qué es eso de estímulos sucedáneos?
- Son estímulos substitutos que pueden darse hasta por accidente.
Un golpe puede propiciar el inicio de experiencias paranormales, pero no solo un golpe físico, también una experiencia extrema puede funcionar.
Anna puede aprender a independizarse hasta por accidente.
- ¿Podría un telépata inducir en otra persona estímulos como los que usted usa con Anna?
- Mire, la sinapsis es la manera en que se comunican las neuronas de nuestro cerebro y la telepatía se da cuando las neuronas de una persona hacen sinapsis con las neuronas de otra.
Ahora bien, yo creo que es posible que un telépata estimule eventos de sinapsis en otra persona y es precisamente lo que pretendo que Anna haga con Ica Mitchell para que recuerde lo que fue grabado en su cerebro.
Sí se logra, será un hito en la ciencia que valdría tanto como su tesoro perdido.
- En eso no coincido con usted, el valor de ese tesoro ni siquiera me lo puedo imaginar.
- Licenciada, si logramos estimular al cerebro para desarrollar las capacidades que ahora llamamos paranormales y además dominamos la técnica para proyectar estímulos específicos a individuos específicos sin importar la distancia o la predisposición del receptor, cambiaremos el curso de la humanidad.
Yo tampoco me puedo imaginar los límites de algo así.
- Eso se oye diabólico y me da miedo.
- Si lo piensa bien, todos los avances importantes del conocimiento han originado espanto.
Mi bisabuela decía que los aviones eran cosa del demonio.
Mariana no supo que responder, se encogió de hombros y salió del laboratorio.
En verdad le disgustaba la posibilidad de que alguien pudiera meterse en su mente, leerla y provocar ideas o sensaciones.
Siempre había pensado que eso pertenecía a la ciencia-ficción, pero lo que había atestiguado en los últimos días la confrontaba con una realidad escalofriante.
Mientras esto acontecía en el centro de operaciones de los Perseguidores, no lejos, en el cuartel de la Sociedad Secreta de Cuauhtémoc, Alberto Bonilla discutía el plan para rescatar a Anna.
Su interlocutor era Francisco Esquivel.
Alberto ya se había reunido con él anteriormente pero aún no sabía su nombre porque el profesor solo lo había presentado como su apoyo operativo.
- Me incomoda estar planeando un rescate como si se tratara de un secuestro.
Esquivel le dijo con frialdad.
- Pero desgraciadamente así es, Anna está ahí por voluntad propia y no debemos asumir que colaborará con nosotros.
Alberto cambió de tema.
- ¿Cuándo podremos contar con el analizador térmico de imágenes?
- En cuarenta y siete días.
- ¿Y el operador?
- Está en capacitación en Long Beach, California y regresará la próxima semana.
- ¿Qué hay del helicóptero?
- ¿El que usaremos para la operación o el que ya tenemos?
- El que usaremos.
- Ese helicóptero viene equipado con el analizar térmico y estará disponible en cuarenta y siete días.
- ¿Dónde lo consiguieron?
- Es un helicóptero francés totalmente artillado y equipado para espionaje que vine para hacer varias demostraciones a miembros del ejército y del Senado.
- ¿Lo van a robar?
- No, lo vamos a tomar prestado.
- ¿Los franceses...?
- No, ellos se enterarán de que el aparato fue usado por lo que quede grabado en las computadoras, pero nos encargaremos de que supongan que se trató de una demostración a un alto oficial del gobierno.
Pero mire, le sugiero que no me haga más preguntas, le aseguro que no le conviene saber más.
- Bien, ya no preguntaré de eso... ¿puedo preguntar del personal que participará?
- Diga.
- ¿Cuándo los conoceré?
- Tres días antes del rescate para los simulacros finales.
- ¿No practicaremos juntos?
- No, ellos iniciarán su entrenamiento en quince días, en cuanto terminemos la réplica del piso en donde está la recámara de Anna, ahí practicarán el asalto como lo convenimos la semana pasada.
Para el entrenamiento de usted estamos construyendo una réplica del ventanal en una bodega en Tlalnepantla, esa estará lista en dos días.
- ¡Qué lastima que no podemos hacer nada en un mes y medio!
- Así es, no tenemos disponibilidad inmediata ni del equipo ni del personal requerido.
Alberto decidió no indagar más sobre el personal y los recursos con que contaría y no porque se sintiera satisfecho, sino porque entendió que no recibiría más información aunque insistiera.
Respecto del asunto de Ica, el profesor García se estaba encargando personalmente de coordinar un acercamiento con ella.
Para eso se trasladó a Xalapa, la capital del Estado de Veracruz en donde se entrevistó con el diputado federal Jorge Solís.
Para poder conversar con tranquilidad, la sede fue nuevamente una logia masónica, en esa ocasión la Logia Concordia No. 1.
- Licenciado, ¿qué dificultad o dificultades anticipa?
- De confianza don Elías, no se me ocurre como ganarme la confianza de la congresista Mitchell.
Yo la conocí en Austin el año pasado y congeniamos muy bien, pero no tanto como para pensar en que solo porque yo se lo pida accederá a reunirse en secreto con usted.
- Entiendo, ¿cree usted que si la invita a comer ella aceptaría?
- Si le digo que es para plantearle proyectos de acercamiento entre Minnesota y Veracruz seguramente aceptará.
Pero tendría que ser para el lunes después de terminados los trabajos del encuentro, y es indispensable invitarla desde ahora para que lo considere en su agenda.
- Entonces hágalo ahora, tenga, este es su número telefónico.
Con una expresión de asombro por la eficiencia mostrada por el profesor Elías, Solís hecho mano a su teléfono.
Para Ica la llamada fue una sorpresa, aunque no le extrañó que Solís conociera su número, porque todos sus datos estaban en la Internet a disposición del público en general.
La invitación para buscar acercamientos con el Estado de Veracruz le agradó de inmediato y aceptó reunirse con el diputado Solís.
La hora convenida fue las tres de la tarde, algo inusual, pero Ica consideró que así se sentiría menos presionada si la clausura de trabajos se retrasaba.
- Listo don Elías, ¿Va a estar ahí conmigo?
- Pensaba ir, pero mejor intentaré que asista una persona que considero más adecuada.
Si no la consigo le haré llegar a usted una carta que deberá entregar a la congresista Mitchell con la petición de que después de leerla la destruya delante de usted en ese mismo momento.
- ¿Y si asiste la persona que me dice?
- Entonces no habrá necesidad de la carta.
- ¿Quién es esa persona?
- No puedo revelárselo por ahora –dijo García poniéndose de pie-
Debo retirarme, nos reuniremos nuevamente hasta que pase todo esto, pero le estaré llamando por teléfono tanto como sea necesario.
La reunión terminó y el tiempo con su incansable devenir se encargó de acercar el momento en que Ica llegó a Monterrey.
Para ella esa visita a México no implicaba nada más que el cumplimiento de una actividad inherente a sus responsabilidades de congresista.
Con espíritu sereno se dispuso a cubrir el programa preestablecido, pero sin que ella lo sospechara muchas personas, además de la Sociedad Secreta de Cuauhtémoc, estaban buscando la forma de afectar su vida más allá de su agenda política.
Nancy Ellis y Bill Saunders estaban en Monterrey.
Ella persiguiendo una nota que la llevaría a la fama.
Él con la intensión de atrapar a la congresista Mitchell in fraganti cuando se reuniera con elementos de alguna clandestina operación.
Ignacio Aldama también fue a Monterrey con la esperanza de conseguir entrevistarse con ella.
Considerando que su mejor oportunidad para abordar a la congresista sería antes de que empezaran los trabajos del encuentro, a las ocho de la mañana del día de registro de participantes, fue a mezclarse entre los curiosos frente al hotel donde se hospedarían los congresistas norteamericanos.
El pesimismo lo abrumaba, pero no le impidió estar resuelto a intentar hablar con Ica.
Cuando estaba a punto de colocarse en primera fila, un soplo de suerte le ayudó a descubrir la presencia de Nancy Ellis platicando con quien por su pinta, actitud y auricular, parecía ser un agente de seguridad estadounidense.
Ante tal situación, consciente del riesgo de ser identificado, se alejó caminando con naturalidad y al llegar a su auto se desplomó con desesperanza en el asiento.
Estando ahí, colapsado y vencido por su impotencia para superar las fuerzas que se oponían a su voluntad de liberar a su hija, dio rienda suelta a su desesperación.
- ¡Perdóname hijita! –Dijo con angustia y de inmediato sintió la presencia de Anna-
Aldama ignoraba que en ese preciso instante su hija estaba iniciando una sesión telepática que lo tenía a él como objetivo y que cuando liberó la energía de su angustia conectó su sistema límbico con el de ella, permitiendo así que se materializara la magia de la telepatía.
- Papá... ¿qué te pasa?... ¿en donde estás?
Aldama se sobresaltó pero casi de inmediato supo que se trataba de la confirmación de sus sospechas de que Anna estaba comunicándose telepáticamente con él.
- Hija, necesito que me ayudes... ayúdame...
Su estado de ánimo le hizo aferrarse desesperadamente a la posibilidad de conversar mentalmente con su hija y la intensidad de ese aferramiento fue la llave del éxito.
Anna escuchó su respuesta con toda claridad y de inmediato replicó.
- Dime lo que pasa.
El doctor Souza observaba la pantalla donde aparecían las gráficas de las ondas cerebrales de Anna.
Súbitamente dejó su relajada postura y se inclinó para ver de cerca unas inusuales señales.
- ¿Sucede algo Doctor? -Pregunto Mariana con interés-
- Anna recibió estímulos no producidos por nosotros.
Mariana observó con rostro grave pero no pudo deducir nada de las ininteligibles imágenes que se torcían y mutaban frente a sus ojos.
Anna se concentró y repitió su mensaje.
- Papá... ¿qué te pasa?... ¿en donde estás?
Aldama, sobrecogido, respondió tratando de pausar sus ideas.
- No puedo acercarme a Ica.
- ¿Qué quieres? –Insistió Anna-
- Necesito que Ica Mitchell deseé platicar conmigo.
- ¿Quién es Ica Mitchell?
- Congresista norteamericana –Respondió Aldama-
La experiencia resultó tan impactante para ambos que no les fue posible proseguir.
Una combinación de temor y alegría los hizo cerrar sus mentes.
Aldama se desvaneció casi al punto del desmayo y fue hasta dos o tres minutos después que comenzó a recuperarse.
Anna brincaba de gusto dando rienda suelta a su expresividad.
- ¡Sucedió!, doctor, ¡sucedió!.., ¡escuché a mi papá!
- Yo vi que tenías una actividad cerebral inusual.
Ahora entiendo por qué ¡Es grandioso!
Anna se quitó el casco, se desprendió del arnés de conexiones de su sofisticado sillón, caminó hacia Souza y le dijo con ánimo desbordado.
- Necesita que una congresista norteamericana de nombre Ica Mitchell desee platicar con él. ¿Me permite intentar...?
Anna suspendió la frase porque se arrepintió de ser tan espontánea y abierta.
El doctor y Mariana se asombraron de que Anna mencionara ese nombre porque habían tenido buen cuidado de ocultarle las últimas noticias sobre los logros de su papá.
- ¿Crees poder conectarte con ella? –Preguntó el doctor Souza haciendo un esfuerzo por disimular su asombro y su entusiasmo-.
- Sí, si usted me ayuda.
- ¿Quién es Ica Mitchell? -Pregunto Souza continuando la farsa-
- Según entendí es una congresista norteamericana, pero no sé más.
- ¿Una congresista norteamericana?, ¿qué tiene que ver una congresista norteamericana en todo esto?
- No lo sé.
- Pues... necesito pensarlo antes de ayudarte a lo que pides, no quiero forzarte más allá de los límites que considero seguros, porque una cosa es que te comuniques telepáticamente con tu papá y otra cosa muy diferente es que busques con tu mente a una persona X para inducirla a que haga algo.
El doctor Souza sabía que no había diferencia en el esfuerzo mental requerido para esas tareas pero se sintió urgido de un pretexto para posponer su respuesta.
En la reunión de evaluación de ese día no estuvo presente Carlos, con lo que el doctor Souza se sintió felizmente libre de presiones.
- Doctor, ¿qué riesgos identifica si no accedemos a la petición de Anna? –Cuestionó el director de Los Perseguidores-
- Que Anna lo haga sin permiso y aprenda a no depender de nosotros para realizar eventos telepáticos.
Sin duda resultaría inconveniente que después decida leer nuestras mentes.
- ¿Ha sucedido eso antes?
- Hasta ahora nosotros decidimos con quién se comunica y lo que comunica. Si se independiza podrá orientar sus capacidades hacia quien lo desee incluidos nosotros.
- Entiendo, pero por ahora esta pidiendo su apoyo y eso demuestra que no se está independizando.
- Así es, pero debido a la experiencia que tuvo hoy con su padre se incrementó el riesgo de que se interese en descubrir la forma de no depender de nosotros.
- ¿Quiere decirme que si no la ayudamos a que se enlace con la congresista ella va a hacerlo por su cuenta?
- Sí, una vez desarrolladas sus capacidades lo único que requerirá para desencadenar una sinapsis telepática será desear hacerlo.
- Entonces sí está grave el asunto, porque si no la apoyamos estaremos empujándola a que se independice y eso apuntalará su rebeldía y antagonismo.
- Eso es lo que creo –Dijo Souza-
El Director de los Perseguidores miró a Mariana, y tras intercambiar muecas de complicidad se dispuso a apoyar lo que inicialmente había descalificado.
- ¿Qué necesita?
El doctor Souza no estaba preparado para tal apertura.
Tartamudeando enlistó con rapidez.
- Información sobre la congresista, fotos, su biografía...., en fin, toda la información posible sobre su vida.
Creo que no será muy difícil porque como es congresista lo más seguro es que todo eso sea de dominio público.
Aunque en este momento no sé por dónde empezar.
- Entiendo -dijo el Director-, pero no se entretenga en buscar eso.
Voy a pedirle a Santillana que se encargue.
Concéntrese en afinar sus protocolos, o como le diga a eso que hace, y que Santillana desquite su sueldo.
En cuanto se quedó solo, el director llamó a su jefe de seguridad.
Sabía que todo lo que pedía Souza formaba parte del expediente que la CIA había enviado a Santillana para que investigara a los padres naturales de Ica Mitchell.
Tres horas después, como si fuera Navidad, Souza recibió todo lo que había pedido, aunque no todo lo que tenía Santillana sobre Ica, porque se le había escamoteado lo referente a Usila, don Juan, y la posibilidad de que la congresista viajara a México para un encuentro con sus padres naturales.
Con infatigable entusiasmo invirtió cuatro horas de desvelo para extraer del abundante material todo aquello que consideró útil para ayudar a Anna a familiarizarse con Ica.
Le sorprendió la rapidez con que llegó a sus manos tanta información, pero no se detuvo a reflexionar sobre el asunto y se centró en aprovechar el apoyo que se le brindaba.
Durante la sesión del día siguiente, Anna pudo ver en la pantalla de su casco fotos de la congresista y su familia, de su casa, de su oficina en Washington, un resumen de sus ideas políticas y una nota sobre su reciente presencia en Monterrey.
Anna estaba relajada y absorta en la lectura, cuando de repente suspendió todo para comentar.
- Doctor, no viene al caso pero desde hace tiempo que quiero preguntarle ¿que es eso blanco que me queda en el cabello?
- Calcio, los cables conductores del casco no son de metal, son de calcio, bueno, en realidad mangueritas de agua con calcio y las terminales son de calcio compactado.
Si te quedan residuos en el cabello a de ser porque cuando te quitas y pones los audífonos los frotas desapercibidamente en tu cabeza.
- Pero yo siento esas terminales más bien húmedas.
- Sí, deben estar un poquito húmedas para que pasen las señales eléctricas.
- Ah vaya, no entiendo, pero cuando menos ya sé que es calcio.
Lo dicho por el doctor Souza fue una muy simple manera de describir la tecnología para generar la señal de iones de calcio con que Anna estaba aprendiendo a iniciar un evento telepático, pero resultó suficiente para salir del apuro.
Una vez satisfechas sus dudas Anna terminó la lectura del material sobre Ica y fue instruida sobre lo que debía hacer.
- Hoy te concentrarás en Ica Mitchell y le dirás repetidamente "debes platicar con Aldama".
Mientras y para ayudar a que te concentres estaré proyectando en tu casco fotos de ella en diferentes situaciones.
¿Alguna duda?
- No
- ¿Lista?
- Sí.
La sesión inició y Mariana, como lo hacía siempre, intentó entender lo más posible.
- Doctor ¿la Congresista no sabe quien es Aldama o sí?
- No, no sabe su nombre, pero sabe de su existencia.
Según Santillana, Aldama hizo contacto con ella pero nunca le dijo su nombre.
Mire, en telepatía el nombre no es relevante para la identificación de una persona.
El cerebro no guarda letras ni palabras, solo imágenes mentales que combinan imágenes y sensaciones que es lo que llamamos conceptos.
Todo lo que sabemos y transmitimos hace uso de palabras pero en el cerebro solo tenemos imágenes mentales que son independientes del idioma que hablamos o escribimos.
La telepatía es un enlace entre las neuronas del emisor y el receptor y nada de lo que conocemos sirve para entender la manera en que se realiza.
Yo he reunido evidencias empíricas de que si alguien que habla solo español le transmite telepáticamente la palabra "automóvil" a alguien que habla solo japonés, el receptor puede localizar en su cerebro el concepto correcto
- Entonces -cuestionó Mariana-
¿Debemos esperar que cuando Anna transmita la imagen mental de su papá la congresista asociará esa imagen con la persona que desencadenó el escándalo que le costó su carrera política?
- ¿Impresionante no?
- ¿Cómo sabremos si hubo éxito?
- Solo la señora Mitchell nos podrá dar indicaciones en ese sentido y la única forma de saberlo será dándole seguimiento a las decisiones que tome en el futuro.
- Ya veo..., pero, ¿cómo es que Anna podrá localizar a la congresista si ni siquiera la conoce?
Medio entiendo que se pueda conectar con su papá aunque esté muy lejos, pero con alguien desconocido pues...
- Esa es otra de las cosas que aun no tienen explicación –comenzó a disertar Souza mostrando el gusto que le daba abordar el tema-
Yo creo que todas las cosas que existen tienen un código que las identifica y las hace únicas en el Universo, una especie de código de barras del almacén de Dios que el cerebro usa para relacionar todo lo que existe.
En los seres vivos ya sabemos que es el ADN, pero en los entes inanimados como un reloj o un refrigerador parece ser que es la voluntad humana la que genera un código de identificación para poder compartir su imagen mental con otros humanos.
Al respecto hay múltiples evidencias de personas que tras haber perdido un objeto equis, han referido a un telépata la imagen de lo que extraviaron y el telépata localiza precisamente el objeto aunque se trate de algo tan común y repetido como un anillo o un prendedor.
- ¿Y cómo puede Anna saber el ADN...?
Mariana no terminó su frase porque la voz y la expresión corporal de Souza, le impidieron continuar.
- ¡Mire licenciada!, ¡La actividad cerebral de Anna indica que está realizando un sinapsis telepática!
- ¿Hizo contacto con la Congresista?
- No podemos saberlo, dependemos de lo que Anna nos diga y aún así podría haber distorsiones porque la mente es muy compleja y puede producir enmascaramientos solo para hacernos felices.
- ¿Engaños?, ¿fantasías? –Preguntó Mariana-
- Sí, parece ser que nuestro cerebro tiene como propósito irrenunciable hacernos felices y si para ello nos tiene que engañar... nos engaña.
- ¿Tiene voluntad propia?
- No, nosotros tenemos en nuestro cerebro recursos de supervivencia ilimitados y muchos de ellos desconocidos.
Nuestros procesos mentales responden a nuestra voluntad de supervivencia y llegan a crear realidades alternas cuando es lo que necesitamos.
- Entonces, ¿cómo nos enteraremos si Anna y Mitchell se enlazaron?
- Como le dije, lo que suceda es lo que nos servirá para saber si tuvimos éxito o no.
- Ah... – Dijo Mariana no muy convencida-
En adelante optó por callar y continuar con la rutina de dejar que sus emociones fluyeran al ritmo de las expresiones corporales de Souza.
Diez minutos después, Anna soltó el cuerpo en su cómodo sillón.
- Uf..., creo que lo logré Doctor, pero fue muy cansado....
- ¿A qué te refieres?
- Hice contacto con Ica Mitchell.
Sentí su miedo y su necesidad de ser protegida.
Me dijo, ¿es usted padre?
Yo le dije, no, pero debes platicar con Aldama y ella se puso a llorar mientras decía ¿Por qué me dejaste papá?
Fue muy triste y no pude consolarla por más que lo intenté.
Mientras más angustiada la sentía como que nos conectábamos más y cuando se tranquilizó nos desconectamos de repente.
Anna reportó todo lo anterior desde su sillón mientras Souza estaba frente a la consola de control.
Mediaba entre ellos una distancia de unos cuatro metros.
En cuanto Anna concluyó, Souza se quitó la diadema de comunicación, se levantó y fue rápidamente hacia ella.
La ayudó a quitarse el casco y con expresiones faciales le sugirió a Mariana que la acompañara a su habitación.
- Debes descansar, hiciste un magnífico trabajo.
- ¿Puedo platicar con mi papá ahora?
- No debemos extralimitarnos, eso es muy peligroso porque te puedes quedar flotando en el limbo, descansa, mañana veremos lo de tu papá.
Toma en cuenta que es posible que tu familia siga junta.
Sí es así, tal vez podrás platicar con tu papá hoy por la tarde cuando tu mamá te llame.
- Pues ya veremos, ojalá se pueda.
Tras ese comentario Mariana tomó a Anna por el brazo y comenzó a conducirla hacia su habitación mientras imponía un nuevo tema.
- ¿Crees que Ica Mitchell sea la depositaria que busca tu papá?
Mariana estaba enterada del escándalo periodístico que involucraba a Ica, pero al igual que sus jefes, no tenía la seguridad de que fuera una "depositaria".
- No lo creo –Anna respondió lo que realmente sentía-, tal vez sea alguien de quien mi papá desea obtener información sobre la depositaria.
Mariana no supo si creerle o no.
Siguió temiendo que pudiera obtener la localización del tesoro y no le dijera a nadie.
En ese momento lamentó que esa conversación no se estuviese realizando en el laboratorio para poder usar los detectores de mentiras integrados al sillón de terapias.
- Que bueno que estás pudiendo ayudar a tu papá gracias a los conocimientos del doctor Souza –Dijo con la intensión de confirmar la dependencia de Anna-
Anna fijó su vista en los ojos de Mariana y le respondió con sequedad.
- Sí.
En su mente rebulleron los negativos sentimientos que había desarrollado contra Souza por haber sugerido administrar a su hermano una droga que podría haber dañado su cerebro de manera irremediable.
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