Capítulo 16 - La Verdad

Luego de la espesa negrura, la luz regresó lentamente, poco a poco. Apolo estaba mareado, el mundo le daba vueltas, y no entendía lo que ocurría a su alrededor. Tan sólo recordaba el increíble momento por el que había pasado con 736... Ella yacía a su lado, hermosa como siempre, aletargada.... Apolo estaba desorientado, y no podía hilar muy bien sus pensamientos, ni racionar coherentemente.
736 también despertó en ese instante, miró a Apolo con ternura y lo abrazó.
—Fue maravilloso —le dijo suavemente al oído—, espero nunca estar lejos tuyo.
—Yo tampoco —le respondió él—. No sé como explicar lo que sentí... Era algo casi físico, ¿Un premio tal vez?
—Algo así —comentó ella—, ay, estoy mareada... ¿Cuánto tiempo habrá pasado? —preguntó.
—A ver... —le contestó Apolo, mientras verificaba algunos datos—. Dos horas y media, al parecer.
—Hummm... Quiero estar más tiempo contigo, así, sin movernos, sin que nadie nos moleste.
—Yo también —la apoyó el Maestro, permaneciendo a su lado. A continuación el silencio volvió a reinar en ese mundo de luz, indescriptible para quien no estuviese allí. Los dos permanecieron juntos, en silencio, recordando lo sucedido, pensando en el futuro que se les presentaba tan confuso y conflictivo.
—¡Ya lo tengo! —exclamó repentinamente Apolo, de forma completamente descuidada, producto de la reflexión sobre todo lo que había pasado entre ellos.
—¿De qué estás hablando? —lo interrogó 736, que en su letargo comprendía poco de lo que ocurría.
—¡Claro!, la unión es la clave, alguna vez oí de un problema que ocurrió... Debo recordarlo... Bueno, puedo pedirle al Ambiente que me haga la búsqueda.
—No te entiendo nada —dijo ella de mal humor—, explícame lo que está pasando.
—Para unirnos, nuestros dos cuerpos tienen que estar en el Laboratorio Biológico, con los soportes vitales juntos, dentro del mismo Refugio.
—Creo que todos estamos dentro del mismo Refugio ¿No?
—¡No!, eso es lo que quiero averiguar, y se me acaba de ocurrir un camino posible para llegar a la verdad. Acompáñame, lo haremos juntos.
—Me siento mal... Hagámoslo luego... —dijo 736 con tono de cansancio.
—Lo haremos ahora —afirmó él—, no podemos esperar.
—Bueno, está bien. Pero tendrás que soportar mi mal humor, te lo advierto —insistió ella, lánguidamente.
Con un pedido de Apolo, todo a su alrededor se convirtió en el área de trabajo que solía utilizar. Apolo estaba terriblemente excitado y no podía esperar, por lo tanto lanzó el pedido de búsqueda al Ambiente:
—Quiero que me des una lista de todos los pedidos de uniones que hayan sido rechazados, donde los participantes fueran dos Maestros.
El Ambiente se tomó unos segundos, hasta que se materializó la lista, que estaba formada por tan sólo dos parejas. Inmediatamente Apolo reconoció los nombres y le explicó a 736 lo que estaba pensando.
—Cuando éramos Inferiores yo escuché los rumores sobre el problema que se generó cuando Mekka y Altair solicitaron a los maestros el poder realizar su unión. Los Maestros les dijeron que tenían incompatibilidades genéticas que impedían que ésta se realizara. Pero ellos tenían acceso a numerosos datos, y descubrieron que esa era una excusa, sus análisis genéticos los hacían compatibles para la unión. Se generó mucha tensión alrededor de ese tema, porque los Maestros se negaban a explicar el motivo por el cual no permitieron que la unión se realizara. No sé como se solucionó ese problema, y creo que no se lo podemos preguntar a ellos, puesto que resultaría sospechosa nuestra curiosidad.
—Entonces estamos buscando formas indirectas de llegar a la verdad —apuntó ella.
—Exacto, creo que allí está la clave de nuestros cuestionamientos —afirmó él mientras seleccionaba de la lista a la pareja Mekka-Altair en busca de la supuesta explicación que estaba registrada en las bases de datos. Pero algo extraño sucedió... Ante Apolo no se mostró ningún texto explicativo, ni el Ambiente relató los sucesos... Simplemente toda la interfaz se desvaneció. 736 asustada se acercó a Apolo, y lo tomó de la mano.
—No sé qué está pasando —murmuró la mujer—, pero no me gusta nada.
De la negrura se desprendió una forma, una sombra, que poco a poco empezó a iluminarse y volverse más y más humana.
—¡No puede ser! —exclamó 736, sin poder articular otras palabras.
—¡Xor! ¿Eres tú? —preguntó Apolo con sorpresa.
La figura humanoide habló, en forma pausada y segura:
—No en realidad, aunque algo de mi pensamiento y de mi forma de ser sigue plasmada aquí, en esta ilusión... Esta sociedad tiene algunas cosas buenas después de todo...
—Es que... No entiendo... —balbuceaba Apolo.
—Si llegaste hasta este lugar es porque te has convertido en un Maestro, tienes acceso a información privilegiada, y estás preparado para entender muchas cosas, y yo te las voy a explicar, una a una. Y te tardaste un poco... Es un milagro que este enlace permaneciera tanto tiempo sin que los Maestros lo descubrieran y eliminaran, junto con todo mi conocimiento.
Apolo no decía nada, sólo permanecía en silencio, desconcertado por la aparición. Xor, por lo tanto continuó la explicación que había empezado.
—Lo que estás presenciando es una mera copia de mi mente, como la que se hace con todos los Maestros. La realicé yo mismo, con algunas argucias que descubrí en mis investigaciones, porque temía que me eliminaran, cosa que debe haber sucedido, puesto que tu cara denota haber visto a un fantasma. Esta copia la hice luego de nuestra última charla, ya que veía que se avecinaba lo peor. El backup quedó inactivo, escondido, esperando que alguien encontrase algunos de los enlaces que llegaban hasta él. Y esperaba que seas tú el que lo hallara, puesto que estamos unidos en muchos aspectos, y al parecer tenemos un destino común... —afirmó, y luego miró a 736—. Y similar al tuyo también —le dijo.
—Eso ya lo descubrí —apuntó Apolo.
—Me alegra que lo hayas hecho, así tendré menos que explicar.
—¿Los Maestros pueden escuchar esta conversación? —le preguntó 736 con miedo.
—¿Y cuándo no lo han hecho? —respondió con sarcasmo la imagen—. Pero no te preocupes, tenemos un buen tiempo hasta que logren desbloquear las trabas que acabo de levantar, si es que descubren que algo extraño ocurre.
—¿Qué te pasó? —le preguntó Apolo— ¿Por qué desapareciste?
—Quise escapar —explicó Xor—, pero aparentemente no funcionó, porque si lo hubiese logrado, no estaríamos en esta situación... Debo haber fallado en algo. Yo tenía todo planeado, había creado un pequeño algoritmo que se dedicaba a explorar conexiones e intentar decodificarlas, clon por clon. Cuando hubiera podido captar todos los envíos, claves, encriptaciones, etcétera, lanzaría un programa que actuaría como bomba lógica, saturando todos los sistemas a la vez, dejando al Ambiente inservible, y por lo tanto también a los Maestros. El plan era perfecto, y a la hora de hacer esta copia de mi mente, sólo me faltaba decodificar las áreas de trabajo y asignación de recursos de pocos clones superiores y Maestros de segundo Nivel. No sé qué puede haber salido mal.
—¿Intentaste hacer lo mismo que mi padre hace tantos años? —se interesó Apolo.
—Algo parecido, pero mucho más perfecto e indetectable.
—De todos modos te descubrieron. —le recordó 736.
—No hay otra explicación —afirmó el propio Xor—, pero es mejor que pasemos a otros temas, porque el tiempo se nos está acabando. Prefiero que me preguntes algunas cosas, y yo te las responderé de acuerdo a lo que haya aprendido en mi búsqueda de la verdad.
—Lo primero que deseo saber es el motivo por el cual te encontré —inquirió Apolo—. Creo que hay una división espacial en esta sociedad, que se originó cuando los Maestros encontraron otra fuente de vida en el exterior, ¡Vida en el exterior!
—¡Eureka! Así es —le respondió Xor sonriente—. Y ese fue el problema por el cual Mekka y Altair no se pudieron unir... Cada uno estaba en una diferente localidad, sin posible acercamiento físico. Ambos se enamoraron, pero no sabían que estaban a miles de kilómetros de distancia, porque siempre nos hacen creer que toda la sociedad está centralizada aquí, en el Refugio, y que no existen otras fuentes de vida.
—¡Lo sabía! —exclamó Apolo con satisfacción.
—Pero no te alegres tanto —le indicó Xor—, porque si pertenecen a nuestra sociedad, es porque están en nuestra misma situación, o en una aún peor.
—Es lo que estaba pensando —interrumpió 736—. Si pudieran pasearse libremente por el exterior, no estarían encerrados viviendo en un mundo virtual como el nuestro.
—Exacto. Altair está físicamente localizado en la ciudad de Nautilia, mientras que Mekka vive aquí en el Refugio.
—¿Nautilia? —preguntó 736, extrañada.
—Ya me habías mencionado el tema —la interrumpió Apolo—, pero me parece inaudito. No puedo creer que existan leyendas semejantes en un mundo lógico y racional como el nuestro.
—Las leyendas son historias o deformaciones de verdades escondidas, y aquí hay muchas... El tema de Nautilia es como el de los “clones de la noche”.
—¡¿Qué?! Esa si que es una tontería —se burló Apolo.
—No lo creas, al parecer también existen... Los habitantes de Nautilia están en una situación peor que la nuestra, porque lo que los mantiene atrapados no es la radiación del exterior, sino una situación mucho más insalvable, en su interior, ellos no pueden salir de ninguna manera, salvo que alguien los rescate... La ciudad submarina fue construida antes de la Hecatombe. Sobrevivió a ella, y fue un lugar mucho más floreciente que el nuestro por mucho tiempo, hasta que las cosas cambiaron, y se implantó en ella una administración dictatorial. El emprendimiento de su construcción fue fruto en gran medida de los fondos de poderosos particulares, quienes establecieron una camarilla de gobierno sobre su propiedad. Así, poco a poco, y con el paso de los años, se instauró una especie de monarquía como gobierno. Al sentirse oprimido, el pueblo entró en una sangrienta guerra con los gobernantes, en la que se utilizaron principalmente robots como armas. El problema fue que a pesar de que los humanos que generaron la guerra fueron eliminados, los robots aún siguen luchando allí dentro. Los pocos hombres supervivientes, que estaban en contacto con la Sociedad, decidieron unirse a ella, al ver que no tenían escapatoria, ni forma de salir al exterior, y que no tenían vida alguna dentro de esas paredes submarinas, además de la escasez de recursos y alimentos. Se comunican con la sociedad vía satélite, con un inmenso ancho de banda y lógicamente son parte de ella, aunque no estén físicamente en el mismo lugar.
¡Para eso entonces era la antena! —exclamó Apolo emocionado—. Yo sabía que se utilizaba para algo más importante que manejar unos estúpidos robots.
—Así es —afirmó Xor—. La gigantesca antena que está sobre el Refugio es la encargada de tener conectados al Refugio y a Nautilia todo el tiempo. Los Maestros prefirieron que no se sepa esto, para que los clones no tengan esperanza renovada de poder vivir en el exterior e intenten escapar, ya que realmente da igual estar allí o aquí, y por tanto el ingreso a la sociedad se hizo gradualmente: Los habitantes de Nautilia empezaron siendo unos clones Nuevos cualquiera. Luego, éstos se convirtieron en Maestros o murieron, y los nuevos que nacieron ya no sabían de dónde procedían. Así todo quedó en leyenda. Y sobre los clones de la noche... —continuó hablando ininterrumpidamente Xor—. Ellos sí que son extraños... Estoy seguro de que existen, habitando nuestra morada virtual sólo por las noches, mientras los daemons reorganizan los archivos, y ordenan y limpian la memoria de la basura generada por nosotros durante el día en el Ambiente. Estos entes acceden a las bases de datos y a nuestras obras, las disfrutan, pero no hacen otra cosa... Son meros observadores de lo que aquí ocurre. Tengo varias teorías al respecto, pero nada muy claro todavía.
—Estoy sorprendida de que afirmes que semejantes historias pueden ser ciertas —dijo 736, extrañada.
—Lo más raro es que estos clones de la noche aparentemente acceden a nosotros desde un tercer lugar, diferente al Refugio o a Nautilia... —continuó explicando Xor—. Creo que ellos sí viven en el exterior, e inclusive ignoran la existencia de nuestra sociedad. Sólo acceden a nuestros datos y a nuestras obras, pero no saben nada de nosotros... Bueno, eso es en general lo que conozco al respecto por registros de sistema que estuve analizando, y que apuntan en esa dirección.
—¿La división de los nombres de los clones tiene algo que ver con todo esto? - le preguntó Apolo a Xor.
—Por supuesto, las letras D, E, F y N indican que el clon ha nacido en Nautilia, eso es cierto y definitivo. Después del problema de Mekka y Altair, los Maestros debatieron mucho sobre si valía la pena mantener la dualidad del Refugio y Nautilia o si era mejor separar completamente a ambas localidades y que no tengan contacto entre sí. Finalmente se decidió mantener la primera opción, porque perderíamos muchas grandes obras creadas allí que podrían resultar beneficiosas para todos, y no podríamos relacionarnos con los clones de allá, que a pesar de no ser tantos como nosotros, son importantes. Nuestra comunidad es demasiado pequeña para reducirla aún más.
—¿Sabes algo? —pensó Apolo—. Lo que me extraña es que los Maestros hayan cometido un error tan grande al eliminarte, sin dar ninguna explicación racional o coherente del hecho... ¿No hubiera sido más fácil para ellos decir que moriste físicamente y elevarte a Maestro de primer Nivel?, eso hubiera sido menos sospechoso.
—Querían hacer eso —le respondió Xor—, pero les era imposible, y te explico porqué: El problema es que la copia de los parámetros mentales no es un análisis de los pensamientos, porque no se puede comprender el contenido de la información, se podría decir que nuestra forma de ser está encapsulada allí adentro, y que no puede ser alterada. La copia engloba todo lo que somos, y no puede ser cambiada en ningún aspecto. Los Maestros todavía no son capaces de penetrar en nuestros pensamientos, y mucho menos modificarlos, por lo tanto mi forma de pensar prevalecería y no les sería útil. Elevarme a Maestro de Primer Nivel aumentaría el problema aún más. De este modo estaban las cosas antes de que me eliminaran...
—¿Qué quieres decir con “antes de que me eliminaran”?
—Los Maestros estaban desarrollando en un total hermetismo un proyecto que estaba en su etapa final, y que era el proyecto más ambicioso que jamás hubieran comenzado: El control mental, el dominio y conocimiento de toda la estructura cerebral, y su forma de actuar, enviar y recibir información... En definitiva: pensar... El proyecto estuvo detenido un tiempo por falta de investigadores, pero no sé que pueda haber ocurrido desde que me eliminaron. Tal vez ahora ellos ya sean capaces de saber lo que estás pensando, de analizar tus recuerdos, de borrar de tu mente las informaciones que no les gusten que poseas, de crear clones que se comporten como ellos quieran, con recuerdos y experiencias implantadas a su gusto.
—¡Eso es una locura! —exclamó 736.
—Eso no es una locura —continuó Xor—, es una atrocidad. Pero los Maestros se encargarán de mostrar su utilidad cuando llegue el momento. Dirán que es fantástico para el aprendizaje, puesto que sería maravilloso poder implantar a los clones un sinnúmero de conocimientos básicos de forma instantánea, conocimientos compartidos por todos... Pero esa igualdad es temible, puesto que de ese mismo modo pueden insertar todo tipo de mentiras a la sociedad completa, mentiras tan arraigadas en nuestra mente que nunca aceptaríamos sean falsas... Podrían alterar conductas, modelar recuerdos, fantasías, o lo que les plazca.
—No puede ser... —dijo Apolo, asustado.
—Pero así es —le respondió Xor—. Y no tardará mucho tiempo antes de que todo se maneje de esa manera. Creo que inclusive van a conseguir algo que siempre soñaron, pero que nunca lograron: Hacer que los clones desconozcan el pasado, borrar la realidad física de sus mentes, convencerlos de que esta realidad es la única realidad posible. Hacerlos creer que en verdad son seres etéreos viviendo en un mundo perfecto e inmaterial, y que el universo es este ambiente que conocen y no hay nada más. Al fin y al cabo, vivimos aquí y da lo mismo que exista algo más o no.
—Tienes razón —continuó Apolo—, probablemente esa sea la única manera de lograrlo, de abstraernos totalmente y convertir a esta realidad en la única realidad existente. Si olvidamos la existencia del exterior al que alguna vez pertenecimos, dejaremos de añorar un imposible, y seremos mucho más mansos y menos problemáticos.
—Lo más gracioso de todo esto es que el destino se comporta de maneras extrañas. La investigación acerca del control mental se inició hace muchos períodos, pero fue interrumpida abruptamente, cuando estaba prácticamente terminada. No sé muy bien lo que ocurrió, sólo pude averiguar que alguien llamado Amulio Angus había hecho los experimentos y descubierto el funcionamiento del cerebro humano.
—¿Amulio Angus? —preguntó Apolo, sorprendido—. Yo conozco ese nombre... En mis sueños...
—¿Has oído algo sobre él? —inquirió Xor—. El nombre de esta persona apareció en varios documentos a los que logré acceder, pero no lo he podido identificar. No parece ser un Maestro, ni siquiera formar parte de nuestra comunidad. Su trabajo se perdió cerca de tres períodos atrás, cuando falleció, y sus investigaciones, escasamente documentadas, se tornaron completamente incomprensibles. Algunos Maestros de Segundo Nivel retomaron inmediatamente el trabajo, basándose en los datos recabados en su trabajo, y parece que pronto podrán comprenderlos, aunque avanzan demasiado lento. Pero todo lo sucedido nos dio el tiempo suficiente para intentar escapar. Es un milagro, ¿No te parece?
—En cierto modo parecería que sí —le respondió Apolo—. ¿Pero sabes cómo descubrieron lo que intentabas hacer?, porque lo averiguaron, de otro modo no te hubieran eliminado.
—¿Acaso importa?, hay mil maneras... Un Maestro disfrazado en un Alias, revisar el registro permanente que se genera con cada una de las actividades que realizas, observarnos en modo oculto, o tal vez ya lograron penetrar en nuestros recuerdos y pensamientos... A veces pienso que las máquinas se defienden a sí mismas a través de la mente de los Maestros, que el Ambiente no puede aceptar que dejemos de depender de él y pierda su significado, y por eso los Maestros actúan de la forma en que lo hacen.
—Pero allí estarías dotando al Ambiente de una inteligencia de la que carece. Él no es un ente pensante, sino un mero actor, administrador y controlador de nuestra vida.
—Puede ser, pero es posible que el propio Ambiente haya sido capaz de dotarse de inteligencia propia, tomando las mentes de los Maestros y creando un ente pensante universal, que autosimule su propio pensamiento, del mismo modo que debería simular el pensamiento de los Maestros. Tal vez la propia máquina cree haberse convertido en un ente racional... Aunque también es probable que esté diciendo una gran tontería, y que los Maestros siempre hayan tenido la forma de pensar actual, sólo que el Ambiente ahondó más aún en ella, y la ha puesto de manifiesto en forma más explícita. Además, las copias de los parámetros mentales de los Maestros Originales se realizaron cuando ellos eran ya ancianos, puesto que recién en ese momento se descubrió el mecanismo para hacerlo. Estas mentes ancianas ya no funcionaban correctamente, y ese es un gran problema, que nunca se solucionó.
—¿Y tú crees que exista alguna posibilidad de que nosotros sobrevivamos en el exterior si es que logramos salir? —preguntó 736, que hasta ese momento había escuchado la charla con atención—. Nuestros cuerpos están demasiado débiles y desprotegidos para ello.
—En realidad no lo sé, pero lo que sí sé es que el planeta se recuperó mucho más rápido de lo que todos los cálculos optimistas hubieran asegurado. La radioactividad se ha ido casi completamente, y los peligrosísimos virus esparcidos en la Gran Guerra dejaron de existir al poco tiempo de que todo se haya devastado. Los creadores de ellos no eran tan tontos, puesto que los dotaron de un tiempo de vida, y de ciertas incapacidades de mutación, desarrollo y envejecimiento. El aire es completamente respirable, y lo único que puede resultar peligroso es el desvanecimiento de la capa protectora de la atmósfera y las temperaturas extremas... Pero sabemos que el hombre es el animal que más rápido se adapta a su ambiente, esas no son trabas para nosotros. Eso sí, nuestra debilidad es un gran problema, ya que nunca hemos interactuado con el exterior, aquí protegidos y aislados. Y no sé cómo reaccionarán nuestros cuerpos a la realidad, o si serán capaces de adaptarse a un entorno al que ya no pertenecen.
—Tenemos que hacer algo para detener toda esta locura —dijo 736—. Nada es lo que parece, no podemos confiar en nadie, no podemos escapar, no podemos reclamar... En cualquier momento nos convertiremos en simples robots que ya ni siquiera tendrán recuerdos propios, o no seremos capaces de identificar los verdaderos de los implantados.
—¿Y si hacemos públicos todos éstos datos a los demás clones? —apuntó Apolo—. Si todos saben la verdad, los Maestros no podrán hacer nada al respecto, más que aceptarla, y podremos retomar el control de la sociedad.
—No lo creo —supuso Xor—. ¿Por qué no intentan hacer lo que yo no completé?, me refiero a intentar detener todo, tal vez escapar...
—Ni lo pienses —respondió Apolo—, tanto mi padre como tú han fallado en el intento, veo improbable que nosotros logremos una huida.
—Podemos intentarlo ahora —replicó Xor—, queda poco tiempo antes de que los Maestros descubran esta conversación y la interrumpan. Yo te puedo pasar todos los conocimientos necesarios para que trates de nuevo.
—No creo que se pueda detener el funcionamiento del Ambiente, y tampoco eliminar o anular a los Maestros, porque existen copias de sus mentes en medios de almacenamiento no volátiles, y deben tener algún tipo de sistema distribuido funcionando con los otros puntos del planeta, asegurando el control externamente a donde se produzca un problema. Veo muy difícil lograr lo que dices. Prefiero intentar liberarnos a través de la verdad.
Inmediatamente Apolo seleccionó a todos los clones como receptores de su mensaje, exceptuando a los Maestros, y realizó una transcripción completa de la charla con Xor, agregando los datos por él recabados.
—Apolo, mi amor, no lo hagas... —le rogaba 736 mientras tanto, desesperada—. Sólo causarás problemas, penas y dolor. Piensa en ello, tal vez haya algún método de diálogo con los Maestros...
—Olvídalo —le respondió él, molesto—, ellos no saben escuchar a quienes creen que las cosas pueden ser diferentes a sus concepciones.
Xor también intentó persuadirlo:
—Lo que estás haciendo es un suicidio, instantáneamente descubrirán tu movida, la detendrán, y te eliminarán, como lo hicieron conmigo. Y todo esto no habrá valido de nada. Además pondrás en peligro la vida de todos los miembros de la comunidad.
—Vamos a ver si eso ocurre. Será muy obvio y peligroso para ellos eliminarme luego de que haya hecho esto... La sociedad estará de mi lado, se rebelará... Si me pasa algo, seré considerado un héroe, un mártir, la persona que los llevó a la luz de la verdad. Y los Maestros jamás eliminarán a toda la comunidad, no pueden hacerlo...
—Pero pueden hacer lo que hicieron con nuestros padres —discutió Xor—, eliminar a toda una generación, y reiniciar todo sólo con los clones Inferiores, a quienes se puede engañar con facilidad.
—Veremos cual de todas estas hipótesis se cumple entonces —bufó el Maeso.
—¡No! —gritó 736 con todas sus fuerzas—. ¡Es una locura!
Pero ya era tarde. El broadcast fue lanzado, llevando consigo tan importante información a las mentes de todos los clones.
Hubo un minuto de tenso silencio. Apolo estaba aliviado, puesto que hizo lo que a él le parecía correcto. 736 estaba asustada, temía ser eliminada, como sucedió con sus padres, y olvidada para siempre. Temía por ella, y por el fruto de su unión, que debería empezar a gestarse ese día. Xor se mostraba impasible, hasta que habló de nuevo:
—Dios mío... Luché tanto, te guié, te cuidé... ¿Para qué?, ¿Para que hagas esta locura?..
—No puedes decirme nada, porque tu locura, tu escape, tampoco funcionó. Por lo menos estoy seguro de que toda esta información sí llegó a ellos, y que la están leyendo o escuchando, están creyendo en que todo puede ser diferente...
—Estaban —interrumpió una voz la conversación. Denotaba ira, rabia, y ansias de venganza. Era Agnus en persona. Al llegar junto a los clones, se mostró totalmente sorprendido de ver a Xor entre ellos.
—¡Tú! ¡Tú estabas detrás de esto! ¡Después de muerto sigues causándome dolores de cabeza! —gritó, mientras lo señalaba con el dedo. Inmediatamente la imagen de Xor desapareció, eliminada por el Maestro, junto con toda la información que pudiera existir sobre él, incluyendo la copia de los parámetros mentales. Xor no se inmutó, el motivo de su permanencia ya había surtido efecto, podía morir esta segunda muerte en paz.
—Y ustedes dos... —dijo el Maestro entre los Maestros, volviéndose a Apolo y 736—. ¿Qué castigo merecen? Han superado todos los posibles límites de mi paciencia. ¿Por qué no los eliminamos en su momento de esta sociedad, junto a toda su casta, fruto de esa horrible revolución? Son tan estúpidos como sus padres, no mejoraron en nada ¿Piensan que todo esto es un juego?
—¿Por qué tú no puedes aceptar la verdad, la realidad de que es hora de que se produzca un cambio? —contraatacó Apolo—. Es hora de que todo sea distinto.
—Por supuesto que todo es diferente... Ya estamos por llegar a convertirnos en los hombres perfectos, independientes del cuerpo, creativos, omnipotentes... Sólo almas, puras. Y tú ya has interferido demasiado en esta evolución, queriendo detener lo inevitable.
—¿Cómo descubriste tan rápido lo que hicimos? —le preguntó 736, queriendo calmar los ánimos. Sus palabras denotaban complicidad, a pesar de que ella no fue causante de ninguno de los hechos.
—Para mí es demasiado sencillo, yo puedo vigilar todo sin ser detectado ¿Te olvidas de que soy el Maestro de la creación? Obviamente que no estoy en todas partes al mismo tiempo, pero sí en muchos lugares a la vez. Y puedo ver toda la información que corre por todos los canales, que lastimosamente no controlo al cien por ciento, porque o si no hubiera detenido esto desde un principio. Pero cuando uno de mis Alias, como ser EY929, recibió el mensaje, tardó poco en propagarse hasta mí... ¿Tú crees que todo lo que investigabas o veías estaba fuera de mi conocimiento?, ¡Necio!
—Pero... —dijo Apolo, sorprendido—. Si ya sabías lo que estaba haciendo, ¿Por qué no me detuviste antes?
—Lo estaba haciendo, pero de formas más sutiles, justamente para no llegar a este extremo, en el que ya no pueda perdonarte. Yo mismo te he estado llevando a callejones sin salida, mientras te observaba investigar, siempre te di informaciones básicas o incompletas, escondiendo los detalles que tanto buscabas. Pero nunca pensé que Xor me jugaría así de sucio... ¡Maldito! —gritó ofuscado—. ¡Me engañó! ¿Cómo logró realizar una copia de su mente antes de ser eliminado, y que no lo notáramos?
—Y ahora ya es tarde —le dijo Apolo, con aires de superioridad—, toda la sociedad conoce la verdad, ya no puedes hacer nada.
—En eso te equivocas... —le respondió Agnus—. Toda la sociedad conoce parte de la verdad, parte que pronto será removida de sus mentes, con una tecnología que ya hemos desarrollado casi por completo... Ya nada puede detener la evolución... No puedes luchar contra los Dioses, los creadores del mundo...
Apolo estaba consternado, Agnus hablaba como un loco, estaba fuera de sí. En ese momento de dio cuenta de que ya nada podía evitar su fatal destino, destino para el cual había nacido.
—Es irónico ¿No? —le dijo Agnus.
—¿Qué cosa? - preguntó Apolo, intentando mostrarse fuerte.
—Estar en un lugar ilimitado como éste y no tener a dónde huir... Me parece una ironía... No puedes hacer nada para evitar que te destruya. Aunque tal vez te perdone la vida —continuó—, podrías ser el primer hombre en el que experimente con la sonda de control mental. Veré si puedo borrar selectivamente partes de tus recuerdos, modificar tus patrones de conducta, o cambiar tus gustos e intereses... De todos modos si algo sale mal puedo eliminarte, que es lo que vine en un primer momento a hacer. ¿Qué te parece la oportunidad que te estoy dando? Alguien tan genial como tú tal vez merezca un poco de misericordia.
—¡Prefiero morir antes que ser un robot sin recuerdos manipulado a tu servicio! —vociferó Apolo.
—¡Eres una basura! —gritó 736 al Maestro de Maestros, apoyando a Apolo.
—Mejor cállate niña —le respondió Agnus—, porque tú sufrirás el mismo trato que tu amado. Espero que sus hijos sean más útiles y manejables que ustedes...
—¡Ni lo pienses! —gritó Apolo, desesperado.
—No estás en situación de exigir nada, y esta conversación me está cansando —le respondió Agnus con desdén—. Procederé ahora mismo con el experimento, al fin y al cabo, ustedes aún se hallan todavía en el Laboratorio Biológico. Todo es una feliz coincidencia.
736 se acercó a Apolo y lo abrazó. Prefirió no decir más nada, sólo disfrutar de la compañía de su ser amado, mientras tuviera conciencia de ese amor y de sí misma. Apolo permanecía inmóvil, pensativo... No quería que las cosas terminaran de esa manera, pero sentía que hizo lo debido, ahora la sociedad conocía la realidad tal cual era, sin los velos tejidos por los Maestros. Por lo tanto aceptó estoicamente lo que el futuro pudiera depararle.
Luego de unos minutos Agnus se volvió hacia los dos clones, y les habló:
—El proceso se iniciará ahora —les dijo—, empezaré contigo, Apolo, y dependiendo de lo que ocurra, veré qué hacer con AX736. Empecemos... —dijo mientras se concentraba en los últimos detalles del experimento.
—Ya está —anunció luego de unos instantes—, espero que disfrutes de tu nueva vida, o en todo caso que mueras sin dolor —le deseó a Apolo, sonriendo.
El clon en pocos segundos se empezó a sentir débil y mareado, mientras que 736 lo sostenía, cuidaba y aliviaba a través del cariño y palabras suaves. Intentó hablar, pero todo daba vueltas dentro de su cerebro, al tiempo que un dolor agudo se esparcía dentro de su mente. Las palabras de 736 eran un mero murmullo sin sentido, y entre las formas de los presentes le pareció ver una tercera, aparentemente la de Jester, que se materializaba gritando a viva voz algo semejante a “¡Nos atacan... El incendio!”... Pero Apolo no entendía mucho esas alucinaciones, y sólo supo que un estruendo ensordecedor se escuchó previamente a que las imágenes se distorsionaran, para que finalmente la oscuridad lo rodeara y perdiera definitivamente la conciencia.

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