Capítulo 13 - Primeras obligaciones como Maestro
—Buen día Maestro Apolo —dijo una hermosa voz—, conviene que tome conciencia.
Apolo se levantó lentamente, luego modeló su rostro, color y cabello, seleccionó todos sus parámetros de apariencia con tranquilidad, tomándose su tiempo. Alrededor suyo una tenue aura, casi imperceptible, se había formado.
—Agnus reclama tu presencia, te está aguardando para guiarte en tu primer día de trabajo como Maestro —le informó la voz, luego de pasado un tiempo.
Apolo se transportó junto a Agnus. Éste lo estaba esperando, impaciente, junto a Jester. Cuando por fin lo vieron llegar, lo recibieron muy cordialmente, con una sonrisa. Enseguida, Agnus se dispuso a hablar:
—Apolo —le dijo—, hoy empezarás a aprender sobre nuestras labores, responsabilidades, y todas las actividades de los Maestros. Confío en que con tu capacidad esto te sea sencillo, fácil de comprender, y que en poco tiempo te hayas acostumbrado a este nuevo mundo y estilo de vida.
—No te preocupes Agnus, ya estoy empezando a acostumbrarme —respondió el nuevo Maestro.
—A partir de ahora tendrás acceso a regiones restringidas de memoria, bases de datos, conocimientos que sólo nosotros manejamos. Tu trabajo aquí será investigar, relacionar datos, desarrollar productos o sistemas que nos ayuden en la vida diaria. Aquí tienes los recursos suficientes para recabar información sobre lo que quieras, sobre el campo del conocimiento que más te interese. Diariamente debes reportar tus avances, no lo tomes como una obligación, es simplemente para que nosotros sepamos si todo está bien, si necesitas ayuda u alguna otra cosa.
—¿Y qué es lo que debo investigar? ¿Ustedes me indicarán el tema? —preguntó Apolo con curiosidad.
—Hay numerosos proyectos pendientes, o que fueron abandonados por la mitad en el pasado, pero que consideramos importantes. Puedes tomar cualquiera de ellos, es tu elección, y si ninguno de esos proyectos te satisface, puedes proponer alguno distinto. Estamos abiertos a todo tipo de nuevas ideas. Y recuerda... La computadora maneja la información, pero no es original, no crea... Nosotros tenemos la labor y la obligación de crear. Una máquina es incapaz de ello, no puede brindarnos nada nuevo, es una mera herramienta para expandir nuestro intelecto, recuérdalo bien. Nosotros necesitamos gente creativa, con genio e intelecto, para investigar, conocer y descubrir lo nuevo. No todo está creado en este mundo, por lo que es nuestra obligación hacerlo.
Apolo se quedó muy impresionado por el breve discurso de Agnus, sintetizó muchas verdades en pocas palabras. Luego, el líder continuó hablando:
—Elige un área de investigación y dedícate a ella. Si tienes algún problema o necesitas algo, búscame. El Ambiente será tu ayudante, toda la investigación pasará por él. Tienes nuevas opciones, para mejorar aún más la manera de trabajar a la que estabas acostumbrado, y la búsqueda de datos. Además el Ambiente será capaz de entender el contexto en el que estás investigando y comprender más fácilmente tus solicitudes. Muchas de sus posibilidades son nuevas, desarrolladas hace poco tiempo, y no están aún al alcance del resto de los clones.
—Perfecto —respondió Apolo, y solicitó al Ambiente un listado de los proyectos pendientes, en desarrollo, o que se consideren necesarios.
* * * * *
Agnus y Jester conversaron sobre Apolo, fuera de su canal de sonido.
—¿Estás seguro de que estamos haciendo lo correcto? —le preguntó Agnus.
—Claro que sí —aseguró Jester.
—Va a tener acceso a mucha información que antes le estaba vedada. Muchos nuevos Maestros quedaron shockeados después de acceder a tantos nuevos datos, al darse cuenta de que creían en muchas cosas que tal vez no eran como pensaban.
—No te preocupes, estoy seguro de que él sabrá manejar la información. Además, lo necesitamos. Sabes que es indispensable para que el proyecto pueda continuar. Permitiremos que se dedique por un tiempo a tareas poco importantes, y luego lo iremos conduciendo paulatinamente hacia el motivo por el cual lo hemos ascendido.
—Pero todavía no ha decidido su destino —insistió Agnus—. Y no podemos permitir que vuelva a ser un clon cualquiera luego de haber accedido a toda nuestra información.
—Él se va a quedar de nuestro lado, no va a volver a ser un simple clon por nada del mundo, no después de darse cuenta del abismo informativo y de poder que hay entre un Maestro y un clon.
—¿Estás seguro de lo que dices?
—Por supuesto, no podrá dejar todo lo que obtuvo hasta ahora: Poderes, conocimiento, capacidades... A AX736...
—No sé, estoy preocupado ¿Y si se torna una amenaza, como su padre? ¿Tú crees que el germen de la rebeldía se hereda, es una cuestión de sangre? —preguntó Agnus—. Pareciera que esta generación de clones únicamente nació para causar problemas.
—No lo creo, además, si causa problemas... Ya sabes...
—Sí, pero si es un clon el que desaparece, nadie se preocupa, ahora, cuando es un Maestro el que se esfuma... Ya hemos tenido muchos inconvenientes y sospechas con Xor, no quiero que haya más. Sólo deseo paz para nuestra comunidad —reflexionó el Maestro de mayor importancia en la sociedad.
—Pero para asegurarte que se quede entre nosotros podrías chantajearlo, y entregarle a 736 luego de que ratifique que quiere ser un Maestro.
—Sabes que eso es difícil, ya que por causa del proceso y el estado de los cuerpos los períodos de las mujeres son irregulares y muy largos. Si no aprovechamos esta ovulación, la próxima fecha para la unión será demasiado lejana. Además, conviene que 736 nos provea de nuevos clones, tal vez alguno salga como el padre. Su unión puede ser productiva.
—Y sí, tal vez tengamos que dejar que las cosas se desarrollen con naturalidad, como deben ser.
—No tengo idea de como deben ser las cosas. Te lo repito —dudó Agnus—, espero que estemos haciendo lo correcto...
* * * * *
Mientras tanto, Apolo se hallaba en la búsqueda de algún proyecto interesante entre los cientos existentes. Una lista se le había presentado frente a él, en la que estaban los nombres de los nuevos o en desarrollo, junto con un porcentaje que indicaba la estimación de cuan avanzados se encontraban. Algunos estaban marcados en rojo, sin ninguna otra indicación. Los primeros ítems de la lista eran los siguientes:
+ Satélite externo (32%).
+ Sonda intravenosa (98%) - (En rojo)
+ Nave de segunda generación (76%) - (En rojo)
+ Circuito aleatorio básico (10%)
+ Graficador etéreo (0%)
+ Cosmología Dinámica (0.1%)
+ Física cuántica (35%)
+ Maxi-generador de aire (6%)
+ Robot Minero (88%)
+ CES (65%) - (En rojo)
+ Estudio genético externo (7%) - (En rojo)
La lista continuaba indefinidamente, pero Apolo ya no le prestó atención a los demás proyectos disponibles.
—¿Qué podrá ser esta sonda intravenosa? —se preguntó—. Quiero información sobre la sonda intravenosa —pidió al Ambiente.
—No tienes derechos de acceso a ese proyecto —fue la cortante respuesta.
—¿No tengo derechos? ¿Acaso no puedo acceder a toda la información? —preguntó.
—Algunos proyectos son llevados adelante sólo por Maestros de Primer Nivel o bajo su expresa autorización —explicó el Ambiente—. Además, otros proyectos ya tienen asignado un Maestro a ellos, y no pueden compartirse entre varios.
—Entiendo. No me dijeron que podría acceder a toda la información, pero pensé que podría. Me parece extraño que no podamos ver que están haciendo los demás Maestros... Es una lástima que no pueda hacer nada al respecto, y así colaborar... Ver información sobre el Satélite externo —volvió a pedir.
Inmediatamente, unas imágenes se proyectaron frente al Maestro, junto a unos textos explicativos, que eran leídos por el Ambiente. Las imágenes eran modelos gráficos en alambre y texturizadas de un satélite de comunicaciones o algo semejante. Las explicaciones del Ambiente fueron las siguientes:
—Proyecto 1: Satélite externo. Código 34325/7A. Avance de la información: 32%. Materiales: 0%. Objetivos: Renovar el satélite 34325/X orbitando alrededor del planeta por uno nuevo, de mayor tecnología. Posibles novedades: Sensor infrarrojo, Mapeador automático, Scanner gaseoso, Curso automático, Alimentado por energía nuclear y solar, Motor XE-70, Lector de radiación global...
—¿Tenemos un satélite orbitando la tierra?, ¡Que maravilla! 580/2 ya me había hablado sobre un satélite astronómico, pero no sabía que hubiera otros satélites, además de ese. Información sobre el satélite 34325/7A. —exigió al Ambiente.
—¿Podría ser más específico? —le pidió éste.
—Tiempo de lanzado del satélite —volvió a solicitar el Maestro.
—7 períodos, 303 días, 23 horas, 54 minutos, 17 segundos y 02 centésimas —fue la fría respuesta.
—Eso es bastante tiempo... ¿Qué capacidades tiene el satélite?
Una lista se presentó frente a él, explicando lo solicitado:
+ Mapeo lejano (Inutilizable).
+ Lector de radiaciones (Posible falla del sensor).
+ Lector infrarrojo (Inútil).
+ Analizador atmosférico de espectro gaseoso.
+ Transmisores de información.
+ Laboratorio interno (Sin recursos).
+ Paneles solares (Rendimiento: 40%).
—Ahora entiendo por qué quieren lanzar otro, éste ya no da para más, nada funciona... Veamos qué información podemos aprovechar... ¿Qué información me puede brindar el Analizador atmosférico? —preguntó.
—Puede indicar la composición del aire en la superficie del planeta. ¿Quieres ver esa información?
—Sí, lo deseo.
Unos segundos después, la llegó la respuesta:
—El aire está compuesto en un 75% por Nitrógeno, 20% de Oxígeno, 4% de Anhídrido carbónico, y un 1% de otros gases. ¿Quieres ver el informe sobre los gases del 1%?
—No es necesario, las proporciones grandes son las importantes, y están muy bien... ¿Se puede ver un informe del lector de radiaciones? —quiso saber Apolo.
—Aparentemente el lector tiene problemas, pero de todos modos, puedo darte sus lecturas.
—Dámelas.
—Existe radiación de fondo, posiblemente no letal, pero capaz de generar mutaciones y de afectar a los organismos vivientes.
—O sea, la radiación es escasa... Tal vez este planeta sea habitable después de todo... Me gustaría tener más información. ¿Se puede hacer algo con las herramientas de mapeo lejano?
—Nada. La lente, junto a otros instrumentos, se rompió al colisionar el satélite con un pequeño meteoro pocas horas después de su lanzamiento.
—¿Pero existen tomas que se hayan realizado con anterioridad a la colisión y que se hayan guardado?
—Existen algunas.
—Muéstramelas.
Una decena de fotografías se presentaron frente a Apolo. La mayoría eran de un gran desierto rocoso, castigado por el sol. Todo el planeta se presentaba muerto, con algunos valles y lechos de ríos secos, además de altas montañas sin siquiera rastros de nieve en sus cumbres. Una de las imágenes presentaba unas sombras obscuras en la ladera de uno de los montes, que llamaron la atención a Apolo. Señaló con el dedo la mancha, encerrándola en un recuadro.
—Ampliar en un factor de 1000 la región marcada de la imagen número cinco —pidió.
Inmediatamente la pequeña mancha creció, y se fue recalculando el zoom poco a poco. Ahora la mancha tomó un color verde oscuro, como si se tratase de algún tipo de vegetal, pero la ampliación no era muy buena, a pesar de aplicarse numerosos filtros y algoritmos gráficos, y Apolo no tenía una certeza real de si lo que veía era efectivamente un arbusto o una mera sombra, como muchas otras que se veían en la superficie.
—¿Pero si fuera una planta de verdad?, ¡Sería la prueba de que el exterior es habitable, al menos para ciertas formas de vida!, además de que la atmósfera es respirable... Aunque la mera existencia de un árbol en el medio del desierto, no garantiza que algún animal soporte el exterior... De todos modos es un inicio, eso es lo que importa... ¿Cómo nos comunicamos con el satélite? —preguntó con curiosidad—. Debemos tener algún tipo de aparato u antena con que hacerlo.
—Efectivamente —contestó el Ambiente—, poseemos una antena parabólica sobre el Refugio, que sirve para comunicarnos con nuestros satélites y con los otros.
—¿Nuestros?, ¿Otros?, ¿Cuáles son los satélites con los que podemos comunicarnos? —inquirió Apolo con sorpresa.
—Existen bajo nuestro control algunos antiguos satélites que están en órbitas geoestacionarias desde tiempos inmemoriales. En los primeros años de existencia del Refugio se lograron decodificar algunas de sus frecuencias y entender el funcionamiento de éstos satélites de comunicación.
—¿Y para qué queremos utilizar satélites de comunicación en este planeta deshabitado?
—No tienes permiso para acceder a esa información —fue la respuesta.
—Cada pregunta realmente interesante que me hago tiene como respuesta “No tienes permiso para acceder a ésta información”, ¿Qué puedo hacer? —se preguntó pícaramente, pensando en cómo engañar al Ambiente o conseguir información de forma indirecta.
—Apolo, es hora de la Reunión —sugirió el Ambiente.
—Iré luego —le respondió, mientras seguía pensando en qué otras cosas investigar—. ¿Cómo se construyó la antena, siendo que nadie puede salir al exterior?
—Existen numerosos robots, automáticos o a control remoto, que sirven para construir, así como para otras numerosas tareas.
—Pero... ¿Esos robots pueden salir al exterior?
—Sí, ellos permanecen guardados en un hangar en el exterior, sin contacto con el interior, ya que eso podría resultar peligroso para la salud de la comunidad.
—¿Y éstos robots pueden movilizarse por el exterior siendo manejados por los Maestros?
—Sí.
—¡Qué interesante! siempre imaginé que eso ocurría ¿Puedo manejar alguno? —quiso saber Apolo.
—No tienes permiso para ello.
—Otra vez el permiso... ¿Hay fotos que los robots hayan sacado de la superficie?
—Sí, existen 532 fotografías.
—¿Tantas?, quiero verlas.
Instantáneamente, el Ambiente desplegó en una columna las fotos. Apolo podía desplazarlas hacia arriba o hacia abajo para ver el resto, como si de una lista se tratara. No eran muy interesantes, la mayoría eran tomas del exterior del Refugio, de las puertas, o de la construcción de la inmensa antena. Las tomas que más le extrañaron a Apolo eran unas en las que unos robots con forma de araña estaban cavando pequeños hoyos en el suelo. Con un brazo semejante a un taladro horadaban la superficie, y con otros brazos depositaban algo dentro de los hoyos, y los tapaban. Había cientos de esos pozos, que se extendían hacia el horizonte. Una toma mostraba que las puertas del Refugio estaban muy cerca del lugar de los hoyos de dudoso cometido. Otras fotos que llamaron poderosamente la atención a Apolo eran unas tomas aéreas a vuelo de pájaro. La única manera de obtenerlas sería mediante algún aparato volador, porque estaban tomadas en movimiento, y no había rastros de que el foco hubiera estado apoyado en algún pico o estructura. Lastimosamente en ninguna foto se observaban rastros de algún tipo de vida en el exterior.
—¿Tenemos algún tipo de robot o aparato volador? —consultó Apolo, sorprendido.
—Sí, existen las naves.
—Quiero toda la información que exista sobre ellas: Planos, capacidades, etcétera.
Varios planos rodearon a Apolo, junto con una representación tridimensional a escala de una de las naves. Por lo que Apolo pudo entender, la nave poseía unas turbinas y estabilizadores que le permitían quedarse prácticamente quieta en el aire, flotando en él. Pero lo más extraño de todo era que llevaba consigo un arsenal suficiente para aniquilar a un ejército entero. Cañones, ametralladoras, detectores de calor y movimiento. Muy extraño.
—¿Para qué posee éstas armas la nave? —cuestionó al Ambiente.
—No tienes permiso para acceder a esa información.
—¡Estoy harto!, ¡Jamás, ni siquiera cuando era un clon, escuché tantas veces esa misma frase! En vez de tener acceso a la información, parece que ésta se me esconde...
Por un momento, Apolo se preguntó si estaría siendo observado por algún Maestro, mientras investigaba todo esto, por lo tanto decidió asegurarse de que no era así.
—Supervisión encendido.
Un mensaje le respondió:
—No hay nadie en la línea de datos —Un control de color verde quedó encendido, en una esquina del campo visual de Apolo, indicando que nadie lo observaba.
—A ver... ¿Cómo obtenemos la energía para todas éstas máquinas y para el Refugio?, porque me imagino que utilizamos mucha...
—La energía se obtiene de todas las maneras posibles y accesibles para nosotros. Las máquinas exteriores tienen baterías recargables mediante la luz solar, o baterías químicas. El Refugio utiliza también paneles solares, energía eólica e inclusive la fuerza de un generador que poseemos en un río subterráneo.
—¿De todas esas maneras se obtiene la energía? ¿Por qué se buscaron tantas alternativas?
—Sin energía esta sociedad no podría sobrevivir y los clones apeligrarían, hay que asegurarse el tener un flujo ininterrumpido de energía que sacie todas nuestras necesidades.
—Sí, es cierto. Dame más información sobre las fuentes de energía: Localización, potencia, capacidades, lo que sea —solicitó el Maestro.
—En total, se producen más de 250000 KWh entre todas las fuentes de poder. El generador se encuentra directamente bajo el Refugio, mientras que los paneles solares se encuentran sobre el mismo, a un costado de la antena. Un poco más al Sur están los molinos que extraen la energía eólica. Las baterías se fabrican en nuestros laboratorios. Tenemos la seguridad de que por más que dos fuentes de energía caigan completamente, de todos modos, la comunidad no se verá entorpecida ni con problemas. Si todas las fuentes de energía tuvieran problemas, en último caso podemos utilizar la energía guardada en los acumuladores por varios días, y finalmente recurrir a los antiquísimos generadores a petróleo que poseemos en las regiones bajas del Refugio.
—¿Generadores a petróleo?, ¿Cómo funcionan?
—Son los primeros generadores con los que contó la comunidad, antes de vivir dentro del entorno sintético. Utilizan combustibles derivados del petróleo como fuente de energía.
—¿Y existen reservas de petróleo para ellos? —quiso saber Apolo.
—No demasiadas, aunque si fuera necesario conseguir más, se conocen lugares de los cuales se podrían obtener, con un poco de trabajo...
Apolo no se había percatado de que la luz verde se había tornado roja, puesto que Agnus y Moby habían penetrado en la región de trabajo de Apolo.
—Está todo pensado... —le decía éste al Ambiente el nuevo Maestro.
—Así es, aquí no dejamos nada a la suerte —le respondió Agnus—. ¿Qué estabas investigando?
Apolo se sobresaltó, no sabía que responderles.
—Estee, no, nada. No encontré ningún proyecto que me satisfaga. ¿Puedo proponer yo alguno?
—Sí, aunque me parece extraño que entre tantos proyectos pendientes, no haya ninguno que te interese.
—Realmente no. Ya les dije que me gustaría estudiar el manejo de voces del Ambiente y su sistema de mensajes. Aunque ahora prefiero ver la síntesis vocal en un contexto más amplio, especialmente para la composición de melodías y canciones.
—Me parece muy poca cosa para ti —le respondió Agnus—, pero que sea lo que tú quieras. Podría ser un buen inicio, para acostumbrarte a nuestro sistema de investigación, y luego dedicarte a proyectos más interesantes. No tengo problema sobre tu decisión, ahora, cuéntame que estabas investigando, que era tan interesante.
—Realmente nada, porque cada cosa llamativa que encontraba y quería profundizar terminaba en un mensaje del Ambiente que decía “No tienes permiso para acceder a esa información”.
—Eso es porque todavía no estás preparado para ella. Por más que seas un Maestro, todavía eres joven, y no comprenderías muchas cosas sobre el funcionamiento de nuestra sociedad si no se te explicaran correctamente y con paciencia. El Ambiente te da datos, pero no sabe explicar los motivos o las causas de esos datos, no tiene esa capacidad.
—No tiene la capacidad de mentir, sólo la de ocultar las cosas...
—¿Sí? —dijo Agnus con un tono suspicaz—. El ambiente sólo dice las verdades que conoce, así que da igual. Pero pregúntame lo que quieras, y yo te lo responderé, para que veas que no hay nada que ocultar.
Mientras tanto, Moby escuchaba atento la charla, y las posibles preguntas de Apolo, pero lo suficientemente alejado como para no interferir en la conversación.
—En primer lugar —habló Apolo con seguridad—, hay proyectos señalados en rojo, a los que no puedo acceder. ¿Por qué me sucede eso?
—Lo que ocurre —explicó Agnus—, es que esos son proyectos que actualmente están a cargo de otros Maestros, y ellos no quieren que nadie hurgue en sus actividades.
—Pero hay algunos en desarrollo a los que puedo acceder de todos modos...
—Eso depende de quién sea el investigador. Si éste no quiere mostrar sus avances, ningún Maestro de segundo Nivel, y mucho menos un clon, puede verlos. Además hay proyectos que nosotros decidimos que sean reservados, y por lo tanto nadie tiene acceso a ellos, por lo menos hasta que se terminen.
—Pero los Maestros de primer Nivel sí pueden accederlos.
—Obviamente, nosotros podemos ver y saber todo —afirmó Agnus con soberbia—, el control es lo que mantiene ordenada a esta sociedad.
—Más que control parece encubrimiento de la verdad —su aseveración sonó bastante osada.
—Ay, hijo, la verdad es tan relativa... —dijo Agnus afablemente, acercándose a Apolo y abrazándolo por el hombro, sin tomarlo en serio—. Si no la puedes manejar, es mejor que no la conozcas, porque podrías causar grandes perjuicios.
—Encontré muchas otras cosas interesantes —presionó Apolo a Agnus—, como por ejemplo la existencia de un satélite nuestro orbitando alrededor del planeta, con numerosas capacidades de observación.
—Sí, es cierto, es una lástima que sea inutilizable, podría servirnos para tantas cosas...
—En cierto modo... El lector de radiaciones dice que ésta es escasa...
—¡Eso es falso! —exclamó Agnus, soltando a Apolo—. Sus datos no son confiables...
—Y la composición del aire es normal... —continuó Apolo, sin prestarle atención.
—¡Ya te dije que no son informaciones confiables!, ese satélite colisionó con un asteroide al poco tiempo de ser lanzado, y todo su instrumental tiene fallos. Es por eso que queremos construir uno nuevo, ninguna información que provenga de él es fiable.
—Bueno, las fotografías obtenidas con anterioridad a la colisión creo que sí lo son.
—¡Ja, ja, ja! —rió Agnus, comprendiendo a dónde iba la charla—. ¿Te refieres a la famosa fotografía de la mancha verde? No eres el primero que la nota, me tienen harto de ella. Ya nadie la verá jamás —dijo mientras daba la orden al Ambiente de que la imagen fuera retirada de los bancos de memoria—. Hemos analizado esa fotografía de mil maneras, y no nos ha brindado ninguna prueba contundente de que en realidad esa mancha sea algún tipo de vegetación. Y de todos modos, si lo fuera, no indica que un animal, y mucho menos un humano, pudiera vivir en el exterior.
—Tal vez hayan eliminado esa información, tal como ahora lo hiciste con la imagen.
—Escúchame, pequeño irrespetuoso —le amenazó Agnus, ya fuera de sus casillas—, no tenemos por qué engañar a los clones, la vida exterior es imposible, esa es la verdad. No hay forma de sobrevivir allá afuera, ni motivos para querer ir a sufrir a un mundo horrible y devastado. Deja de esmerarte tanto en esas extrañas conjeturas, y más vale que no se las comentes a los demás, porque podrías hacer mucho daño dentro de la comunidad. Los clones no piensan, si un Maestro les dice cosas así, terminarán creyéndolas, por más que no sean verdad. Ten cuidado con tus palabras...
—Está bien, pero aún no he terminado —insistió Apolo, con firmeza—. Además hay otros satélites que utilizamos, satélites de comunicación, a los que no les veo sentido, puesto que no tenemos nadie con quien comunicarnos.
—Estás muy equivocado. Aunque no lo creas, tenemos vehículos en el exterior, buscando vida, realizando labores, consiguiendo materia prima para la construcción de nuestras cosas, y necesitamos comunicarnos con ellos.
—¿A través de un satélite? ¿No es mejor utilizar señales de radio o algo semejante?
—Depende de la situación y de la distancia... Además, si los satélites ya estaban en el cielo, ¿Por qué no utilizarlos para nuestros fines?
—¿Y podrías explicarme los fines de todos los robots y naves que hay afuera? —sugirió el clon.
—Ya lo sabes: Investigar, construir, acumular datos.
—Algunos sí, pero hay otros que cargan armas consigo. ¿Para qué quieres armas en un mundo deshabitado?
—Eres un tonto, no ves más allá de tus narices, y me estás decepcionando. Las naves existentes son modelos creados en la antigüedad, que nosotros heredamos. Los planos originales son así, pero nosotros no las construimos con armas, ya que obviamente no las necesitamos.
—¿Y las minas? —replicó el Maestro.
—¿De qué me hablas? —respondió Agnus sin comprender la pregunta de Apolo.
—Había fotos de unos robots aparentemente creando un campo minado frente a las puertas del Refugio. Eran millares, haciendo hoyos y rellenándolos...
—Estás equivocado de nuevo. Esos robots estaban sembrando sensores, para investigación de la composición del suelo a nuestro alrededor, si vieras los comentarios de las imágenes no preguntarías cosas tan tontas...
—Prefiero tener la mente libre de influencias, ¿Acaso tantos sensores instalaron? —inquirió Apolo, con desconfianza.
—Claro... Uno cada metro cuadrado. Se hicieron pozos en distintas áreas, y a diversas profundidades, para tener un mapa completo de todo el suelo que nos rodea, y que nos sirve de pared, techo y piso.
—¡Ay!, todo me parece tan extraño. Te pido disculpas por mi desconfianza, Agnus, pero es que todos los proyectos que me parecen extraños, o los datos comprometidos, no tienen permiso para ser accedidos. Es mucha casualidad, estoy muy confundido...
—No te preocupes —le respondió Agnus, recobrando su tono afable—, a todos los Maestros les ocurrió lo mismo cuando empezaron a investigar, estoy acostumbrado. Pero poco a poco irás viendo las cosas como en realidad son. Nosotros suponemos que eres capaz de manejar la verdad, y por eso te permitimos estar entre nosotros, porque pensamos que eres lo suficientemente maduro para administrar el conocimiento.
—Gracias por la confianza, Agnus —indicó sumisamente Apolo.
—¿Te queda alguna otra duda? —le preguntó Agnus al nuevo Maestro.
—No, creo que está todo claro —respondió diplomáticamente Apolo, a pesar de no estar satisfecho con muchas de las respuestas recibidas.
—Entonces vámonos, Moby —dijo Agnus—, tenemos muchas otras cosas que supervisar. —Y luego se desvaneció.
—Ya te alcanzo —le respondió el otro Maestro, mientras se acercaba a Apolo. Cuando estuvo a su lado, le habló, cordialmente:
—Todos tuvimos tus mismas dudas al principio, Apolo. Poco a poco verás que la mayoría de ellas irán desapareciendo, pero también te darás cuenta de que hay cosas realmente difíciles de creer o en las que confiar. El problema es que no hay forma de comprobarlas. Yo mismo fui tanto o más enérgico que vos cuando empecé a investigar como Maetro, pero la verdad es que todo cierra, todo tiene sentido, sólo que cuesta comprenderlo al principio. Tal vez Xor realmente encontró un camino dentro de la información, un enlace desprotegido, que los Maestros Originales no previeron, un camino a la verdad, y eso fue lo que lo convirtió en una amenaza para ellos, o puede que lo que pasó con él verdaderamente sea lo que nos dijeron... Es difícil saberlo.
—Me decanto más por la primera opción —le respondió Apolo—. ¿Por qué no habló más conmigo? —se lamentó.
—El problema es que ese camino, si realmente existió —continuó Moby—, ya está cerrado para siempre. Los Maestros seguramente taparon todo y cubrieron esa entrada. Conviene que no hables más con Agnus sobre tus dudas, porque lo pones sobre aviso de lo que estás haciendo, o intentando buscar. Y te vigilará, estoy seguro. Es mejor que seas más cuidadoso, y que no le des explicaciones sobre lo que haces, fuera de tu proyecto de investigación. Va a ser mejor para ti.
—Gracias por el aviso, amigo —le dijo el nuevo Maestro.
—Te comento todo esto porque me preocupa tu situación. Eres muy inteligente, y los Maestros te quieren entre ellos, pero no permitirán una sublevación, o muchas molestias, ten cuidado.
Finalmente Moby desapareció, para reunirse de nuevo junto a Agnus, instante en el cual el control de Supervisión volvió a tomar un color verde claro.
Apolo estaba cansado, el día le había resultado realmente largo. Pasó al Museo, y estuvo con sus amigos y con 736, viendo algunas obras y charlando... Pero no quiso comentar sus dudas sobre la sociedad ni sobre los nuevos descubrimientos que había hecho, por temor a que tuvieran problemas por su culpa. Todavía no se sentía preparado para enfrentar todos los hechos, puesto que lo único que había en su cabeza eran sospechas, pero no podía sacar a la luz nada concreto todavía.
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