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Ella estaba sentada sobre el sofá individual de la sala, al principio se esforzaba por prestar atención a lo que le decía su madre, quien caminaba de un lado a otro por el lugar, incluso la miraba a pesar de pasar por alto sus palabras.

La semana había transcurrido y, sin embargo, su pelea con Vi la seguía persiguiendo en sus pensamientos. No han hablado en toda la semana desde aquella discusión.

Hace varios minutos ya que había desviado su mirada hacia uno de los grandes ventanales de aquella fina sala, se concentró en ver el hermoso atardecer que adornaba el cielo de Piltóver; dejó su refinada, firme y elegante postura para tan sólo recargar con derrotada su espalda encorvada y su cabeza en el respaldar del sofá y ahora escuchaba la voz de Cassandra a lo lejos, como una tenue melodía perturbando la paz que buscaba.

-¿Me estás escuchando, Caitlyn?- la joven estaba inmersa en su propio mundo, hasta que de nuevo escuchó con claridad las palabras de su madre. Pero ella ni se inmutó- ¡Caitlyn!- la matriarca alzó la voz y sobresaltó a su hija, quien la miró nuevamente.

-¿Qué?- cuestionó por inercia al no tener idea de lo que le estaba diciendo- Ah, sí, por supuesto. Y, eh, tienes toda la razón.- optó por no darle la contraria a ciegas.

Cassandra alzó una ceja desconcertada.

-¿En serio?- interrogó anonadada y su hija se encogió de hombros, miró a los lados fugazmente y asintió- ¡Increíble! Me alegra que también pienses que es una buena idea que Jayce vuelva a ser tu pareja en el baile de este año.- comentó radiando felicidad, mientras que la peliazul se incorporó de un estremecimiento que le recorrió el cuerpo.

Cayó en cuenta de su error.

-Espera, ¡¿qué?! Por supuesto que no.- negó de inmediato frunciendo el ceño- Desde hace dos años, hago el baile de clausura de las reuniones con Violet, madre. Me siento más cómoda con ella de acompañante, Jayce sólo me asfixiaba, por eso te pedí un cambio.- argumentó.

Pero Cassandra negó rodando los ojos y emitiendo un tenue sonido de disgusto, antes de hablar.

-¡Pero también desde hace 2 años que te digo que no quiero que Violet sea tu acompañante!- refutó la adulta parándose frente a ella con los brazos cruzados- No se ve bien, Caitlyn. En primer lugar, porque los de Piltóver y la Ciudad Subterránea no deberían mezclarse. Y en segundo lugar, porque es indignante que ambas sean mujeres, deberías estar acompañada de un hombre. Un hombre como Jayce.- decretó con firmeza.

Aquellas palabras fueron como una bala penetrando directamente en el corazón de Caitlyn. La joven tuvo que morder con discreción su labio inferior para evitar que sus ojos se llenen de lágrimas. ¿Cuándo tendría el valor para anunciarle a sus padres y a su "progresiva" ciudad que le atraían amorosa y sexualmente las mujeres?

Sí, era lesbiana y ya lo aceptaba.

Empezaba a sospechar que "algo no había normal en ella" desde hace muchos años, desde que era sólo una pequeña niña. Se dió cuenta a los 13 años, cuando la atracción y enamoramiento entraban a su vida y, por más que se empeñó en ver a un hombre, sobre todo a Jayce, cómo veía a ciertas chicas, no podía. A sus 14 años se molestó con ella misma por empezar una fuerte atracción hacia Vi, sabía que no tenía ninguna oportunidad, pero nadie elige de quién se enamora, así que a los 15, dejó de hostigarse con sus sentimientos y los aceptó, hasta el día de hoy.

-¿Y?- interrogó Cassandra sin percatarse de lo más mínimo del desgarro interno que tenía su hija.

-Lo que tú digas, madre.- fue lo único que pudo decir la adolescente, antes de ponerse de pie y, con rudeza, dejar a su madre sola en la sala.

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-Ahg, esto es una porquería.- gruñó la pelirrosa por lo bajo, mientras tiraba con incomodidad el botón que cerraba el cuello de su camisa. Trataba de ser disimulada, pues el ocaso ya había empezado y, junto a su familia, ya estaban en el salón de fiestas de la Torre del Consejo; así que no quería llamar la atención de algún Concejal.

-¿Vas a quejarte de lo mismo cada año?- le dijo en burla y en voz baja su padre cuando estuvo frente a ella.

-Si es necesario.- se limitó a responder cruzando sus brazos- ¿Por qué tenemos que usar lo que ellos quieren? Todos los bailes de clausura son lo mismo, nos ponemos lo que nos dejan en nuestras habitaciones.- reclamó inconforme.

Vander suspiró frustrado.

-Son solo unas cuantas horas, Vi.- respondió alzando una ceja- Además, no está tan mal.- añadió con galantería, mientras extendía levemente sus brazos a sus costados para lucir el traje que tenía puesto y luego la señaló a ella.

El Jefe llevaba un traje completo, con terno y corbata, al igual que sus hijos varones y Ekko. Mientras que su hija mayor sólo traía puesto un pantalón de traje y una camisa blanca con todos los botones abrochados; Powder sí había aceptado un vestido azul metálico.

-Oigan, ¿Caitlyn y sus aburridos padres van a venir o qué?- cuestionó un irritado Mylo al acercarse con sus hermanos.

-Sí, están todos esperando para dar inicio a la fiesta.- comentó la menor colocándose al lado de su hermana.

-¡Al fin llegan, bienvenidos!- de repente escucharon la voz aliviada de Mel Medarda a unos metros de ellos, la familia observó hacia la puerta y, efectivamente, allí estaban los Kiramman. No obstante, alguien más estaba con ellos, y no sólo eso, sino que también tenía su mano entrelazada con la menor de dicha familia.

Vi sintió un revoltijo en el estómago cuando fijó sus bellos ojos celestes en las manos de Jayce y Caitlyn entrelazadas.
Tragó saliva con dureza, hace tiempo que algo no la afectaba tanto.

Por su parte, la piltoviana observó a todos en el lugar con el único objetivo de encontrarla, hasta que conectó su mirada con la de ella. Ninguna se movía, sólo se miraban tratando de descifrar a la otra y pensar cuál sería su siguiente paso, así como lo habían hecho estos días que no se han hablado. Hasta que Caitlyn sintió un jalón a su brazo, Jayce la llamaba para saludar al Consejo, ella le dió una última mirada a la pelirrosa y se dispuso a seguirlo.

Las horas pasaban, los del distrito suburbano tenían que reconocer que la fiesta estaba buena, incluso la líder de los hermanos la disfrutaría, si no estuviera viendo a cierta ojiazul pasarla mal al lado de un sujeto que sólo parecía querer hablar de sus grandes descubrimientos y hazañas con los Concejales. Vi lo notaba, Caitlyn estaba aburrida, solo jugaba con la tela de su vestido plateado mate. Jayce ni siquiera le prestaba atención, sólo mantenía su mano en su cintura de forma posesiva.

-No sé lo que pasó entre ustedes ese día en su mansión...- le habló Claggor, quien se posicionó a su costado e igual veía a la joven Kiramman- Pero creo verían hablar y ella a alguien que la salve de esa situación.- le aconsejó con una ligera sonrisa de lado.

La chica parpadeó un par de veces y miró a su hermano, asintió en agradecimiento y se encaminó hacia su mejor amiga.

-Cait...- la llamó con más suavidad de la que le hubiera gustado, no sólo llamó la atención de la susodicha, sino que también la de Jayce y Mel, quien era la que conversaba amenamente con el científico- ¿Quieres bailar esta pieza conmigo?- le propuso extendiendo su mano y dedicándole su típica sonrisa arrogante.

Kiramman no pudo evitar esbozar una sonrisa encantada.

-No, Caitlyn.- le musitó su acompañante por lo bajo, mientras apretaba más su cintura, al ver las intenciones de aceptar de la joven.

La peliazul se molestó ante su acto y se alejó rápidamente de él.

-Tú estás muy feliz hablando con la Consejera Medarda.- le señaló con voz firme y tomando la mano que Vi le ofrecía- Yo quiero bailar y así lo haré.- añadió con seguridad para después ser guiada por la pelirrosa a la pista de baile con un par de parejas más.

-Nada mal para una piltilla.- bromeó con ella una vez que se acomodaron, ella con sus manos en su cintura, Caitlyn rodeando su cuello, y empezaron a balancearse al ritmo de la música elegante que sonaba. La aludida rió un poco por su comentario.

Luego no dijeron nada más, ambas estaban ocupadas en su cabeza buscando las palabras adecuadas para disculparse con la otra, por lo que sólo dejaban que sus cuerpos las guiaran al compás de la música. Y a la vez, ignoraban las miradas disgustadas con aquella escena; sobre todo, Caitlyn, quien cerró sus ojos al llevar sus manos a los hombros de Vi y recargar su cabeza en su clavícula.

La pelirrosa rogaba para que su amiga no sintiera su corazón acelerarse al tenerla así con ella. Observó a todos en el lugar, su familia las veía en una mezcla de alegría y sorna, algunas personas simplemente las ignoraban, Jayce las miraba de reojo por ratos, algunos Concejales sí las miraban con claro desdén, incluyendo a los Kiramman.

-¿Podríamos irnos?- le susurró la peliazul para que sólo ella la escuchara, mientras se reincorporaba y volvía a mirarla.

-Sígueme.- me indicó la muchacha con una sonrisa, la tomó de la mano y, entre risas y pasos veloces salieron del salón. Cassandra iba a evitar que salieran, pero Vander la detuvo, la piltoviana vió la calma en sus ojos y fue suficiente para dejarse convencer por el Jefe.

Nadie más, de los que las habían visto, se atrevió a seguirlas. Simplemente, las dejaron ir.





























































¡Hola hola, genteeeeeeee!

Espero que les haya gustado el segundo capítulo de hoy, los hice con mucho cariño para ustedes. 🤍

Una pregunta importante antes de despedirnos por hoy: ¿Ya vieron el primer teaser de la segunda temporada de Arcane? ¡No puedo esperar, ojalá ya sea noviembre!

Bueno, eso es todo por hoy...

¡Nos leemos pronto! 😘





























































































A_Hiccstrid

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